Estaban dos currelas discutiendo sobre quien tenía el derecho a comerse una ostra. Como cada uno la quería para si, decidieron llevar el caso ante la justicia, para que decidiera por ellos.
Al llegar ante el juez, le explicaron el caso, enseñandole la ostra. El juez, se levanta, coge la ostra, se la come y dice:
El tribunal declara que cada uno de vosotros es dueño de una concha.
Moraleja: Lo malo de ser idiota, es creerse lo contrario y discutirlo con otro igual de idiota.

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