mani 23fEl golpe de Estado del 23F de 1981 dejó en la retina de la ciudadanía imágenes de estupor. Intentar arrebatar el poder al pueblo, su soberanía, bajo el mando de oscuros poderes, originó un miedo que, 32 años después, no se ha disipado.

Sin embargo, no ha sido el último, ni siquiera el más grave. Hoy, los golpistas no llevan uniformes militares. Su atuendo son trajes perfectamente planchados, que lucen las élites empresariales y financieras.

Hasta ahora, los mecanismos mediante los cuales se ha ido usurpando la soberanía al pueblo han pasado desapercibidos para la mayoría, disfrazados de progreso. Así, a pesar de que aquel 23F , supuestamente recobramos la democracia, nunca hemos dejado de estar bajo unas y otras dictaduras, a cual más despiadada.

La entrada en la OTAN, el Tratado de Maastricht, que pone a la legislación europea por encima de la estatal, o la entrada en Europa de los lobbys y de las multinacionales de la globalización no han hecho más que ahondar en la pérdida de soberanía y de derechos.

Pero ahora no se hace ningún esfuerzo por ocultar semejantes desmanes. Ahí tenemos el Pacto del Euro o el rescate bancario. O, más flagrante todavía, la reforma de la Constitución Española, en teoría intocable, que se fraguó de un día para otro, para que el pago de la deuda sea la máxima prioridad, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

Incluso Zapatero y Rajoy han admitido que las decisiones ya no están en sus manos, que se toman desde otras instancias: desde el Banco Central Europeo, desde el Fondo Monetario Internacional, desde Berlín. Han perdido la soberanía. Han perdido nuestra soberanía. ¿Para qué? ¿Para conseguir crédito? ¿Para gestionarlo cómo? ¿Mediante corrupción y cohecho?

Porque la corrupción no es capítulo aparte. Un sistema inherentemente corrupto genera miles de mecanismos para perpetuarse y obtener poder. Para eso, desvía los recursos dirigidos a la población a los bolsillos de las grandes fortunas, de fieles lacayos y al pago de favores y prebendas, mientras permite el fraude, los paraísos fiscales, los indultos a poderosos…

Estamos viviendo un momento histórico muy crítico, donde prima el caos y la injusticia, donde el poder de quienes nos gobiernan es tan fuerte y peligroso que nos ha enfrentado y llevado a una situación de esclavitud y nos obliga a integrarnos y acomodarnos en una sociedad que se descompone.

La precariedad en la que vivimos crece día a día. Millones de personas que no tienen trabajo ni pueden encontrarlo, que se quedan sin prestaciones; hay gente que pierde su hogar, que es expulsada a la calle; jóvenes a quienes se les arrebata el derecho a estudiar una carrera universitaria; personas enfermas que ya no pueden curarse, personas que mueren ajenas a un sistema sanitario que no las considera. Y con todo ello, las mujeres siguen siendo el saco de las hostias. Mujeres que soportan la carga de un sistema heteropatrialcal que deposita en ellas la responsabilidad de los cuidados, y que incluso les niega la soberanía sobre sus úteros.

Euskadi no es una excepción. Durante décadas hemos creído los cantos de sirena que nos decían que estábamos en mejor situación que en otros lugares, y eso nos tranquilizaba. Pero el tiempo nos ha demostrado que no teníamos razón. En estos momentos, Urkullu está negociando unos presupuestos sangrantes, que sabemos que perjudicarán a la cooperación al desarrollo, al medio ambiente, a la sanidad y a la educación públicas, a las prestaciones sociales de las personas con más necesidades… Pero no perjudicarán a la privatización de la sanidad, a los megaproyectos, o a las empresas que quieren hacer negocio del fracking, sin importar los riesgos que conlleve.

Esto es un golpe de Estado en forma de deuda, de globalización, de corrupción, de tratado, de rescate, de redes clientelares… Que no nos estafen con sus falsas campañas electorales. No son el pueblo, son el nuevo Tejero, bajo el mando de un nuevo elefante blanco: la Troika.

Pero no nos paralizamos: Frente a sus golpes, respondemos!

Hoy, hay convocadas manifestaciones en más de 50 ciudades en el estado, y también en otras ciudades europeas, que se enfrentan a este golpe de Estado. La más multitudinaria es la de Madrid, en cuyas calles hay en estos momentos casi un millón de personas manifestándose. La Marea Verde en defensa de la educación pública; la Marea Blanca en defensa de la sanidad pública; la Marea Naranja en defensa de los servicios sociales; la Marea Roja contra el desempleo; las Marea Negras, la minera, y en defensa de los derechos de los trabajadores públicos; la Marea Azul en defensa de la gestión pública del agua; la Marea Violeta contra los recortes en políticas de igualdad; la Marea Amarilla contra los recortes en las bibliotecas públicas… Todas ellas y muchísimas personas y colectivos de infinidad de lugares han hecho de la Marea Ciudadana un inmenso acontecimiento.

Las personas que estamos hoy aquí hemos demostrado nuestro apoyo a esta cita con las demás. Hoy nos juntamos para exigir el cumplimiento de nuestros derechos, pero con exigir y manifestarnos no nos vale. La lucha por los derechos nunca fue sólo cosa de manifestaciones. Tenemos que resistir, presionar, desobedecer, boicotear y colaborar juntas en construir una vida mejor. Debemos unirnos, salir, ser conscientes de nuestro poder de cambio, descubrir a las demás personas y organizarnos.

Porque solo en la unión y en la colaboración encontraremos la vía de la lucha. Porque esta lucha de todas y cada una de nosotras. Porque esta lucha ha de ser colectiva.

Por todo esto, hoy el pueblo exige democracia. La democracia del pueblo llegará, con o sin ellos, y lo vamos a demostrar.

Muchas gracias y mucho ánimo!!!!!

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