Ella no era así. Teniáis que haberla visto. Era brava, fuerte, siempre decía lo que opinaba. Ante cualquiera. Daba igual que fuera la jefa; si la quería avasallar, ella le hacía frente y la frenaba. Todas la respetaban. Todas.

Hoy ha roto a llorar en la oficina. Otra vez. Hoy se lo he dicho: “Te han roto. Te han roto, tía. Cógete la baja. Y  recómponte. Te tienes que volver a pegar los trocitos”.

Y hemos hecho memoria: “¿Cuándo empezó todo esto? ¿Te acuerdas?”. Yo tengo un punto claro de inicio: el cambio de jefa. Lo he visto antes, en muchas otras empresas. Jefxs nuevxs que llegan y deciden que quien hasta ese momento era una persona trabajadora y eficiente, ya no vale. Suelen ganar ellxs; es cuestión de tiempo que consigan que su subalternx termine en la calle por una u otra razón.

Pero no fue eso sólo. No suelen arremeter tan fuerte según llegan. Por eso, en realidad, ella tienerazón; porque es muy válida e inteligente.Esas cosas no cambian. Aunque te rompas. Así que ella dijo: “Fíjate. Todo empezó con el ERE. Fue ahí”. Hace mucho de aquello ya. Por eso las secuelas empiezan a hacer mella… o más. Todo es cuestión de tiempo.

Lo hemos oído otras veces. Lo leemos. Y ahora (somos conscientes hace ya algún tiempo), lo vivimos en primera persona. ¡Otra vez! Acoso laboral. Ahora, con esto de la crisis, ha aumentado. No hay dinero; al menos no tanto como antes. Y lo más fácil es reducir costes a cuenta del personal. Así que empieza el asedio: se cuestiona tu   trabajo, se cuestiona tu valía, se cuestionan tus procedimientos, se te ridiculiza, se te acorrala, se te separa de tus compañerxs, se te quitan derechos, se te quita dinero, se te amenaza, no se te guarda el respeto debido, se te  sobrecarga de trabajo, se te exigen objetivos imposibles, se te enfrenta con tus compañerxs…

El acoso también puede tomar forma de insultos, de “bromas”, se te dan trabajos humillantes, o demasiado difíciles, se te desplaza… Muchas, muchas formas existen de ir haciéndote ver que tú no eres bienvenidx, que sobras, que no eres como deberías, que ése no es tu sitio.

Y poco a poco vas replegando. Pierdes el sueño, estás irascible, nerviosa, no quieres ir a trabajar, se resienten tus  relaciones, tu salud no deja de empeorar, estás triste, lloras, lloras, lloras. Y buscas culpables. Es normal. Pero eso no sirve. Lo que se han de buscar son soluciones. Y las soluciones no van a venir nunca de nuestrx agresorx. Quien agrede, la persona acosadora, no cejará. Su nivel de agresión seguirá aumentando hasta que termine contigo. Ése es su objetivo. Eso es así.

Por eso, si éste también es tu caso, defiéndete. Puede ser porque la empresa ya no va igual de
bien y tú no eres lx favoritx del/la jefx. Puede ser porque estás enfermx y te persiguen y acosan por ello. (Muy  posiblemente estés enfermx además por causa del trabajo). Puede ser porque eres mujer, o porque no eres  heterosexual, o porque eres transexual, porque no eres de raza blanca, o porque no eres católicx… Puede ser por varias de esas razones a la vez. ¡Son tantos los motivos que podemos encontrar los seres humanos para marcar una diferencia a partir de la cual herirnos y atacarnos!

En cualquier caso, no desoigas los síntomas. Aún estás a tiempo de no romperte más , si lo paras ahora. Aún estás a  tiempo de pegarte los trocitos, si ya te has empezado a quebrar. Ahora te toca cuidarte, lamerte las heridas y  defenderte.

Ve al/la médicx, cuídate. Pide cita para psicología. Te ayudarán a reponerte. Apóyate en la gente que te quiere y escucha sus consejos. Y acércate al sindicato y defiende tus derechos. Denuncia.

No será fácil. Pero es tu derecho. Y si no es tu caso, pero sí el de una persona cercana o unx compañerx, actúa también. Ten en cuenta que quien es testigo de un abuso y no actúa, se está poniendo al lado de quien agrede. Y
no minimices el problema. Escucha, entiende, empatiza, apoya. Puede ser arduo porque una persona  que sufre acoso no es una persona alegre, sino triste. Es una persona que se queja (normalmente, aunque siempre hay quienes
sufren en silencio). No le digas que aguante, que ya pasará. Eso nunca es así.

Tenemos derecho a que se nos trate en igualdad. Tenemos derecho a entornos de trabajo y de convivencia seguros, respetuosos. En la empresa, en el sindicato, en la familia, en nuestros espacios de ocio… en nuestra vida al completo.

Si no es así, visibilicémoslo. Busquemos cómplices y aliadxs para garantizar que eso cambie. Para que podamos vivir, trabajar, actuar en nuestra vida, con el máximo equilibrio.

El acoso no es una cuestión que atañe sólo a quien lo sufre. Las situaciones injustas nos atañen a todxs. ¡Actúa!

Eva Irazu Pantiga

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