La deriva autoritaria  del estado, que se enfrenta mediante el ejercicio de una brutal represión, tanto policial como judicial, al creciente malestar de la población, manifestada en el derecho a expresar su indignación ante la oleada de leyes, decretos etc., con los que el gobierno, recorta derechos laborales y sociales en beneficio de intereses privados y  que están sumiendo a amplias capas de la población en una situación de escasez y miseria que nos transporta a la oscuridad y la injusticia de épocas pasadas.

ejemCuando la población manifiesta su oposición a este ataque a los derechos fundamentales y a los derechos humanos, el poder, se defiende con todo su aparato represivo, con sus cuerpos y fuerzas de seguridad, con todas las herramientas legales de su justicia, en un ejercicio de amedrentamiento y represión directa contra las personas,  organizaciones y movimientos que ejercemos, de forma pacífica, nuestros derechos y libertades como son el derecho a la huelga, a la manifestación, a la libertad de expresión. Derechos que se ejercen,  como medio de revertir la situación actual de desastre  y miseria a las que las políticas neoliberales, implementadas desde la Troika y ejecutadas servilmente por el Gobierno del Estado, nos están llevando.

Derechos que como el de Huelga, está siendo demolido de manera encubierta desde el poder, mediante la represión y la criminalización  de  los piquetes informativos, las detenciones arbitrarias y las condenas ilegitimas y  desproporcionadas, y que  nos introducen en una espiral peligrosa, más propia de una dictadura, que de una democracia.

Esta situación de represión de las luchas obreras y sociales  ocurre en un momento en el que la corrupción política y empresarial campa a sus anchas por todo el territorio,con más de 1500 imputados e imputadas y cientos de condenadas y condenados por delitos gravísimos contra la hacienda pública y el interés ciudadano, sin que haya entrado nadie  en prisión.

La sentencias  y peticiones de cárcel desproporcionadas a las y los activistas sociales por defender sus legítimos derechos  demuestra el desequilibrio y la “doble vara de medir” que se emplea cuando se trata de juzgar a trabajadoras y trabajadores o a empresarios y empresarias. Si un empresario comete el delito de impedir el derecho constitucional a la Huelga, amenazando con despidos o saltándose los servicios mínimos, o bien estableciéndolos abusivos, una vez demostrado y sentenciado el delito, se le sanciona con multas económicas y nunca con penas de cárcel.

Ante esta situación, la CGT, manifiesta su intención de seguir luchando en la defensa de los derechos de las y los trabajadores y trabajadoras, apoyando y defendiendo a todas las personas represaliadas por luchar por una sociedad más justa e igualitaria, junto con todas las organizaciones y colectivos que defienden sin miedo, la libertad de nuestro pueblo.

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