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La precariedad avanza imparablemente en Europa

por Colaboraciones

El 12 de septiembre, el diario de Berlín Tagesspiegel publicó un artículo de investigación titulado “El nuevo ejército de reserva de Europa”. El informe escrito por Harald Schumann y Elisa Simantke, presenta una Europa encabezada por la burocracia de la Unión Europea donde  se ha creado un enorme ejército de personas precarias, hundiendo a millones en la pobreza.

Más de la mitad de los menores de 25 años en la UE están empleados con un contrato en prácticas, mientras que en España estas cifras se elevan a más del 80 por ciento, las “practicas” son un moderno método para habituar a la juventud trabajadora a la incertidumbre y al trabajo inestable. Donde las personas becarias no tienen derecho al salario, deben aceptar cualquier tarea, no tienen garantía de formación, se les chantajea con la posibilidad de un contrato. Las prácticas se han convertido en un medio empresarial de obtener trabajo barato y disponible.

En este estudio se citan las razones de este aumento de la precariedad, debido a que los comisarios y ministros de Finanzas del Eurogrupo han impulsado en los paises reformas laborales, se están cargando sistemáticamente los acuerdos de negociación colectiva con el objetivo de hacer un trabajo más “flexible” y reducir los costos. Los políticos y los grupos empresariales se refieren regularmente a los más de cinco millones y medio de personas que han encontrado empleo desde 2012 como prueba de la economía en auge de la UE. Sin embargo, cuatro de cada cinco de estos nuevos puestos de trabajo son a tiempo parcial y con salarios bajos.

El modelo para estas medidas fue el programa de la Agenda Alemana 2010 implementado por el gobierno del Partido Socialdemócrata-Verde liderado por Gerhard Schröder (SPD) y Joschka Fischer (Partido Verde) en 2003. “En su declaración gubernamental sobre el tema en marzo de 2003, Schröder impusieron el concepto de “flexibilidad” en las relaciones laborales.

El milagro de trabajo alemán, a menudo citado, según el informe, es engañoso. De hecho, el total del tiempo de trabajo real no aumentó hasta 2010. En su lugar las horas trabajadas se repartieron entre más trabajadores. En el año 2016, 4,6 millones de personas en Alemania trabajaban exclusivamente en mini-empleos (ganando hasta 450 euros al mes), mientras que otros 1,5 millones trabajaban a tiempo parcial. Además, hay alrededor de un millón de trabajadores temporales y alrededor de dos millones de trabajadores por cuenta propia, que por lo general no tienen suficiente trabajo.

El “ejército de reserva industrial”, como Karl Marx denominó el ejército de desempleados, se utiliza para rebajar los salarios y como fuerza se ha convertido en un ejército de trabajadores subempleados y temporales con bajos salarios que viven en o debajo de la línea de pobreza. Actualmente, los pobres de Alemania representan el 16% de la población. Según datos recientes, el 40 por ciento más bajo de asalariados ahora se lleva a casa menos que hace veinte años.

Desde entonces, el programa Agenda 2010 se ha incorporado en muchos otros países de la UE: En España, los contratos a tiempo parcial duran unos meses como mucho. Los Países Bajos han introducido un trabajo variable a tiempo parcial y, en Italia, el empleo autónomo es la norma.

La situación en Polonia es particularmente mala. Después de la adhesión a la UE, el gobierno polaco introdujo un sistema de contratación y despido para atraer inversores. Las empresas en Polonia pueden despedir a los empleados temporales antes de la expiración de su plazo de trabajo sin indicar una razón. También se ha extendido el trabajo a corto plazo sin seguro social, lo que ha dado como resultado niveles de ingresos por debajo del salario mínimo legal. Hoy en día, en Polonia, más de un tercio de todos los trabajadores están trabajando precariamente con salarios de hambre, el mayor porcentaje en la UE.

Tras la crisis financiera de 2008, la UE reforzó su política de austeridad. El comisario económico de la UE, Olli Rehn, pidió “reformas favorables al empleo” en los países afectados por la crisis: Flexibilidad numérica por las cual los patronos pueden despedir con mayor facilidad y más barato, flexibilidad en la negociación colectiva por la cual los empresarios se puedan descolgar de los convenios, flexibilidad funcional en el puesto de trabajo que permita la total movilidad, flexibilidad en el sistema salarial por lo cual los salarios se pueden descolgar de los acuerdos de los convenios y disminución del poder de negociación de los sindicatos con negociaciones a nivel de empresa y con empleados individuales.

Las anteriores medidas fueron un factor importante en la reducción de los salarios en Grecia en un promedio de 23 por ciento. En Portugal en el 2008, alrededor del 45 por ciento de todos los empleados aún trabajaban bajo contratos seguros, seis años después esta cifra se sitúa en apenas un cinco por cientoEn Rumanía, el noventa por ciento de todos los trabajadores trabajaron en base a un convenio colectivo en 2009, hasta que se aplicó una nueva ley laboral con la ayuda del Consejo de Inversionistas Extranjeros y de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos. Hoy, el 40 por ciento de todos los empleados ganan el salario mínimo legal. Cuando el gobierno de Bucarest anunció en 2012 que tenía la intención de introducir acuerdos salariales colectivos a nivel nacional, el entonces comisionado económico de la UE, Rehn y el FMI, vetaron conjuntamente el plan junto con la Cámara de Comercio Americana. El gobierno entonces descartó la propuesta.

En la actualidad, el nuevo gobierno francés bajo la dirección de Emmanuel Macron se esfuerza por imponer leyes similares sobre el mercado laboral a los trabajadores franceses que hasta ahora han estado menos afectados por condiciones de trabajo precarias que otros países de la UE.

El informe de Schumann y Simantke cita a varios dirigentes sindicales que se quejan de que los políticos económicos europeos están “obsesionados con la noción de que el mercado de trabajo es un mercado como cualquier otro, y por lo tanto necesita ser flexible al extremo”. Sin embargo, los sindicatos institucionales han jugado un papel importante en esta política laboral.Su perspectiva es pro-capitalista y pro-UE. En aras de la rentabilidad y competitividad de sus propias economías nacionales, han firmado innumerables acuerdos que imponen más flexibilidad y reducciones salariales.

Sin los servicios del movimiento sindical alemán, el gobierno de Schröder no podría haber introducido estas reformas laborales. El 18 de septiembre, Gustav Horn, director del Instituto de Macroeconomía e Investigación Económica (afiliado a la Fundación sindical Hans Böckler) hizo un llamamiento al establishment político para que tomara medidas para combatir la pobreza y frenar el empleo precario. Su llamamiento apuntaba a encubrir las vías de los propios sindicatos y echar una mano al SPD en vísperas de las elecciones federales alemanas. Todo en vano, el desprestigio del SPD registró el domingo 24 de septiembre su peor resultado electoral desde 1949.

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