Hace un año, por estas fechas, los trabajadores de ZF-TRW comenzamos un descenso a los infiernos en el que, todavía hoy, no vemos el final.

A través de los sindicatos se ha denunciado una y otra vez ante la plantilla y la opinión pública los abusos de esta multinacional; sin embargo, esa no es mas que una parte del problema. Si queremos entender cómo hemos llegado a tal punto de sometimiento e indefensión debemos analizar el comportamiento de los propios sindicatos.

CCOO, UGT, ELA y LAB nunca en la historia de TRW habían estado tan unidos; sin embargo, esa unidad de la que tanto se enorgullecen y con la que pretenden transmitir fortaleza no es sino el triste resultado de la domesticación del sector más reivindicativo que tiempo atrás se esforzaba en marcar alguna diferencia con el resto.

Desde el principio de la negociación del convenio fuimos testigos de que la respuesta sindical no estaba a la altura de las amenazas de la dirección. Todo iba encaminado a meter mucho ruido pero sin acciones contundentes contra la empresa. Cuando aquella pseudo-huelga indefinida de 4 horas pareció poner en peligro el abastecimiento de un cliente (lo cual era el objetivo de dicha huelga) el comité la levantó con el ridículo argumento de animar a la empresa a continuar las negociaciones, algo que no sucedió.

En el momento en el que CCOO, UGT, ELA y LAB llevaron la propuesta de la empresa a votación quedó clara cual era su intención. Todos ellos eran conscientes de las barbaridades que exigía la dirección de ZF-TRW y de las consecuencias si se aceptaban por la mayoría de la plantilla.

El posicionamiento de ELA y LAB fue clave en esa asamblea. Ellos conocían de antemano el resultado de esa votación y también sabían que CCOO y UGT acabarían firmando el convenio. Pese a que CCOO y UGT ostentan la mayoría en el comité, sin la colaboración de ELA y LAB la empresa no habría conseguido todo lo que se proponía.

En el momento en el que quedó probado que los argumentos que alegaba la dirección para despedir y recortar derechos estaban basados en mentiras (lo que fue ratificado por un juez) no había excusas para no enfrentarnos a lo que nos habían impuesto y luchar por nuestras condiciones laborales y el regreso de nuestros compañeros.

Durante todo el año pasado CGT convocó huelga todos los fines de semana ya que la firma del último convenio a supuesto que se nos pueda obligar a trabajar 5 festivos al año, lo cual supone en total más de 2500 jornadas.

Tras el despido de 101 compañeros la empresa contrató más de 200 eventuales para varios meses, motivo por el que CGT comenzamos una huelga indefinida que desconvocamos tras 5 días ya que finalmente ningún sindicato quiso unirse, pese a que ELA anunció su intención en los medios.

En Diciembre, con una bolsa de más de 30.000 horas extras que se suponía debía estar a 0, la empresa se mantuvo en su intención de despedir a 22 compañeros pese a que seguía contratando eventuales, habiendo en ese momento un total de 87. Como respuesta a esto CGT intenta promover una concentración sin siglas contra el despotismo empresarial y por el derecho al trabajo.

CCOO, UGT, ELA y LAB se han negado a apoyar todas y cada una de estas propuestas (que finalmente hemos realizado en solitario) y se han limitado a dar ruedas de prensa de vez en cuando criticando a la empresa. Algo que a ésta, como se ha visto, le trae sin cuidado.

Desde aquella fatídica asamblea, CCOO, UGT, ELA y LAB se han limitado a asumir lo que la mayoría decidió en votación, culpando de todo a la plantilla. Una muestra del nivel al que han llegado éstos que se supone deben defendernos es su decisión de respetar un punto del convenio en el que se comprometen a “no hacer huelga para asegurar el futuro”. ¿Cómo puede un sindicato comprometerse a no hacer huelga? Evidentemente estos señores ya no son garantes de los derechos de los trabajadores. Han traicionado sus propios principios y a la esencia del sindicalismo para convertirse en un instrumento de la empresa.

A día de hoy, la dirección de ZF-TRW, consciente de que este comité tan unido ha renunciado a defendernos, sigue explotándonos, sin asegurarnos futuro, despidiendo de forma improcedente, contratando eventuales para sustituirnos y tratándonos con el mayor de los desprecios. No contentos con todo ello, esta panda de sádicos también aprovecha este estado de desprotección sindical para acosar sin tregua a los pocos que se han expuesto dando la cara por la plantilla e intentar, en algunos casos, sancionarlos de manera injustificada ó llegando, como hemos visto recientemente, a incluirlos a dedo en el ERE de extinción.

Y de nada sirve, como pretende nuestro comité, culpabilizar de todo a una multinacional que, como todas, es prepotente y avariciosa; si hemos llegado a esta situación de indefensión tan insoportable debemos plantearnos cual es la responsabilidad de unos sindicatos que, frente a todo esto, se niegan a tomar ninguna acción más allá de lloriquear ante los medios de comunicación.

Así, mientras en portada del Teleberri de ETB2 de las 15,00 h aparecía la pancarta de CGT, en la explicación de la noticia por parte de este medio solamente aparecían los lamentos de estos “sindicalistas”.

 

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