A la ciudadanía y empleadas y empleados públicos
Mariano Rajoy saca pecho y anuncia un oportunista adelanto de su reforma fiscal. Sus políticos de cámara filtran a la prensa rumores interesados sobre devoluciones de la paga robada en 2012 y recuperación del poder adquisitivo da las empleadas y de los empleados públicos (sic). Falta muy poco para una nueva cita con las urnas, y todo vale. Los mismos que llegaron arrasando y se irán dejando tras de sí un lamentable reguero de desvergüenza, corrupción y miseria, esos mismos nos tienden ahora la mano y nos perdonan nuestros pecados por tanto derroche de antaño. Nos dan una palmadita en la espalda y nos enseñan el camino hacia el paraíso neoliberal. Parece ser que la ciudadanía, y de manera especial las trabajadoras y trabajadores públicos, hemos sido malos, frívolos y manirrotos. Pero, todos tranquilos: ahí vienen estos iluminados a rescatarnos. Después de un lustro de esfuerzos y de apretarnos el cinturón, si los rumores se confirman, si la Merkel da vía libre, ¡nos devolverán lo que nos habían hurtado!
Se han dado unos cuantos batacazos electorales y están ahogados en el estiércol de los últimos casos de corrupción. Ni las leyes represivas que se han sacado de la manga, ni las promesas electorales, ni los mil cuentos que se inventen… Nada de eso será escudo suficiente para parar lo que se les viene encima. Son demasiadas las víctimas que han dejado en la cuneta. Los empleados y las empleadas públicas somos uno más de los colectivos damnificados. Nada puede aplacar la indignación, el malestar y la rabia que sentimos; la irritación que nos producen los políticos de turno cuando nos responsabilizan del derroche en las administraciones, mientras ellos y ellas, las causantes del problema, se lavan las manos y se van de rositas. Todos nosotros hemos padecido, junto al resto de la población, los recortes y la precariedad de unas políticas criminales cuyas consecuencias son nefastas.
Ahora ha llegado el momento de decir bien alto y bien claro que no nos resignamos, y que exigimos un cambio radical en las políticas y en las conductas de nuestros gobernantes. Si de verdad quieren ganar credibilidad, que empiecen por aplicar la cláusula de revisión salarial y devuelvan íntegra la paga extra del 2012. Podrían continuar ampliando en un 10% la plantilla en todas las aéreas de la función pública para equilibrar los recortes desproporcionados que han llevado a cabo. Ya puestos, tendrían que despolitizar las administraciones y hacer valer la profesionalidad de las empleadas y los empleados públicos. Finalmente, se tendrían que esforzar en recuperar todas y cada una de las competencias privatizadas.
No todas hemos sufrido igual. Algunos —ya os podéis imaginar quienes son — han recibido retribuciones extraordinarias por ser de confianza política y por argucias similares, remuneraciones que no tienen nada que ver con sus funciones o sus categorías profesionales. Acabar con toda esta inmundicia es urgente. El futuro de todos está en juego. No dejemos en manos de tahúres nuestro porvenir.