QUE LA GENTE SE ENTERE
-Despojar al Juez Instructor de toda competencia, dejando en manos de Fiscalía todas las diligencias de los sumarios. ¿Qué significa?, pues que el sumario pasa de controlarlo un señor que, en teoría, es independiente, a uno que está regido por el principio de Obediencia Jerárquica, y cuyo jefe supremo es, ¡oh, sorpresa!, el Ministro de Justicia.
-Sustituir el Principio de Legalidad, que preside nuestro Derecho, por el de Oportunidad. La diferencia radica en que el primero, de manera sencilla, obliga a perseguir de oficio todo hecho que revista indicios de criminalidad, mientras que el segundo se basa en la economía de medios, o sea, se persigue…si compensa, o si interesa. Como le gusta decir a cierto Fiscal Jefe: «hay que considerar las circunstancias particulares del caso…» que viene a decir que, dependiendo de quien sea el posible imputado y posteriormente procesado y condenado, se investiga, o se deja pasar, me debes un favor de los grandes, y ya te lo cobraré.
-Otro asunto que tienen entre manos es cambiar el sistema actual del Turno de Oficio, pasando a licitar por concurso público dicho servicio, esto supone de facto la ruina para miles de abogados, puesto que solamente los grandes despachos podrán reunir las condiciones para optar a semejantes concursos. El negocio es evidente, ganas el concurso y con él, 40.000 horas de servicios por Juzgado, contratas un call center en Panamá, para putear a los pringaos de los clientes, y luego subcontratas todo a los mismos abogados que llevaban antes el Turno, pero a precios malayos. Tú te forras, los que te dieron el concurso, también, y el Ministro, al terminar su periplo, de socio honorario de por vida.
-Finalmente, la guinda la quieren poner con los jueces de distrito, pero para ello primero tienen que colapsar totalmente la Justicia para poder justificarlo. Básicamente son jueces nombrados a dedo por vía política, es parecido al Cuarto Turno, pero a lo cutre salchichero, ya los Jueces del CT y los fiscales sustitutos suelen ser una panda de mantas paduanas, en el caso de los de distrito, imaginaros jueces y fiscales nombrados a dedo por el político de turno. Todo esto es lo que tiene en mente el Gallardón, pero no por iniciativa propia, estas medidas cuentan con el entusiasta apoyo de la clase política, porque suponen el fin definitivo a sus problemas judiciales, y tener con la correa bien atada al único poder que les puede hacer frente.
A armarse de paciencia, que esto va a ser duro.
1. Que un antidisturbios te pegue una paliza de muerte no es delito.
– «Me llamo Juan, señor.»
– «¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más!» – gritó el desagradable profesor.Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase. Todos estábamos asustados e indignados pero nadie dijo nada.
A continuación dijo el Profesor:
– «Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes ?…»
Seguíamos asustados pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta:
– «Para que haya un orden en nuestra sociedad».
– «Para cumplirlas» «¡No!»
– «Para que la gente mala pague por sus actos» «¡¡ No!!
– «Para que haya justicia», dijo tímidamente una chica.– «¡Por fin! Eso es… para que haya justicia.
– «Para salvaguardar los derechos humanos»
– «Para discriminar lo que está bien de lo que está mal»…
– «Para premiar a quien hace el bien.»
-» Ok, no está mal pero… respondan a esta pregunta:
¿Actué correctamente al expulsar de la clase a Juan ?…»
Todos nos quedamos callados, nadie respondía.
– «Quiero una respuesta decidida y unánime», insistió el Profesor.
-» ¡¡ No!!» – dijimos todos a la vez.
– «¿Podría decirse que cometí una injusticia?»
– «¡¡ Sí!!»
– «¿Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica? Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!»
– «Vete a buscar a Juan» – dijo mirándome fijamente.
Aquel día recibí la lección más práctica de mi clase de Derecho. Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad y la dignidad no se negocia.