El sindicalismo no es más que la respuesta de los trabajadores ante el modelo productivo y ha tenidodiferentes reflejos a lo largo de la historia, no es lo mismo el sindicato profesional de finales del siglo XIX que el sindicato de masa de las fábricas europeas de la post guerra.

Desde esta visión, los sindicatos son herramientas de aquellos que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo y como tal deben ser útiles. No sirve de nada que diseñemos sindicatos a medida de un modelo soñado o añorado, sino que han de nacer de la práctica y de la experimentación. Es en el momento actual, frente a la crisis del sindicalismo, cuando debemos garantizar el saber acumulado en los sindicatos de masa, pero con audacia, y atreviéndonos a romper con las ideas preestablecidas sobre los mismos.

Foto ultraactividadLos modelos productivos cambian con el fin de superar las resistencias de los trabajadores y por ello las herramientas han de modificarse para volver a cambiar las relaciones de fuerzas, para recuperar la iniciativa. De esta manera, no podemos defender el trabajo sin pasar por resistir en todos los espacios donde se desarrolla, desde una fábrica cada vez más automatizada a un supermercado o una start-up.Defender el trabajo pasa por defender la dignidad de la vida.

Porque el problema principal es que el empleo ya no es mecanismo de integración, es sinónimo de precariedad y pobreza. Y es por ello que la lucha quizá no pase por defender el empleo, sino por defender la vida, la dignidad no del empleo, sino de nuestro día a día. Los sindicatos deben ser útiles en ese proceso y la oficina precaria pretende ser útil en este proceso. En caso de que no lo sea, ya crearán los trabajadores una nueva herramienta más útil.

Sindicalismo y movimientos sociales: El sindicalismo como movimiento social
Somos una sociedad de puertas cerradas. Con esto no me refiero únicamente a que haya una generación de jóvenes que se debate entre el 50% de desempleo, la precariedad generalizada o el exilio, sino a toda una sociedad que ve cómo las posibilidades de acuerdos sociales son cada vez más limitadas, por no decir que exterminadas. Pero ante esto lo que el ciclo 15M ha puesto encima de la mesa es lo siguiente: Cuando una puerta se cierra nosotras abrimos la ventana, quieran o no quieran.

Se nos ha cerrado la democracia y las mareas han tomado las calles, trabajadores formales e informales; estudiantes con profesores por una producción democrática y en manos de la ciudadanía; usuarios y profesionales de la medicina por los derechos de las mayorías frente al ánimo de lucro de los menos.

Se nos ha cerrado el Estado del bienestar y hemos parado desahucios, tomado casas y garantizando el derecho a la salud de los migrantes. Hemos construido una solución mutualista y comunitaria que se asemeja a las soluciones obreras del inicio del capitalismo y donde tiene su origen este bienestar que reclamamos.

huelgaNos cierran la negociación colectiva y la abrimos con las huelgas, nunca tan perseguidas. Coca-Cola, Panrico, las basuras de Madrid han sido luchas que abren la posibilidad de acuerdo, no acuerdos que nos permiten la lucha.

En este campo tenemos que repensar qué papel juega lo social en el movimiento sindical, asumir que el centro de trabajo ha perdido parte de su fuerza como núcleo organizativo. Tenemos que pensar cómo podemos construir una organización sindical sobre el entero espacio social. La huelga general nos mostró cómo el conflicto laboral desbordaba el mero centro de trabajo y la consigna de orden paso a ser “hoy no se trabaja, hoy no se consume”.

quenoprecaricentuvidaUn movimiento social es una experiencia compartida, es una lucha que se desarrolla fuera de los márgenes de la política convencional. Cuando la concertación social se cierra, la democracia agoniza y los derechos son un recuerdo, el sindicalismo sigue siendo un movimiento social, aquel que pelea por los derechos de la mayoría, de los que sólo se tienen a sí mismos y a sus compañeros. No esperemos nada del Estado ni de los partidos del régimen o sus leyes, esas son puertas cerradas. Esperémoslo todo de nuestros compañeros de trabajo, de nuestros vecinos y de nuestra solidaridad, ese será el viento que barra todo, esa es nuestra ventana.

 

Artículo de Ignacio Martín Pina, colaborador de la Oficina Precaria, publicado en Espacio Público

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