La expresión PRESIÓN FISCAL no gusta. Lo peor es que no gusta a las clases pudientes porque les suena a pagar más. No gusta a la clase media que se considera la que más aporta a las arcas públicas y no gusta incluso a las clases más desfavorecidas porque les suena sólo a pagar y no recibir.

Sin embargo, el gran problema del Estado Español es SU BAJA CAPACIDAD RECAUDATORIA o PRESIÓN FISCAL. Lo éramos en la “bonanza” y lo somos en su crisis: El estado que menos recauda de la UE. Actualmente España recauda 9 puntos menos de PIB que la Media de la UE. No se trata de cuánto es tal o cual Impuesto, sino en la práctica cuánto recauda el Estado por cada Impuesto. Para qué queremos un Impuesto de Sociedades más alto o más bajo, si luego en la realidad por exenciones o subvenciones la media no alcanza el 18% o las empresas del IBEX-35 no llegan al 3%.

PRESIÓN FISCALSi el Estado recaudase la media de la UE, esos 9 puntos más que hoy sobre el PIB, contaríamos incluso con un Superávit de más de 4 puntos. Sin embargo, cuando oímos a un político que va a incrementar la Presión Fiscal a todos y todas se nos ponen los pelos de punta. Podemos hablar de 3 principios básicos para que el incremento de la Presión Fiscal sea fácilmente asumido por la ciudadanía en general:

 

1º.-Que el Gasto Público sea visto, percibido, sentido por la ciudadanía como algo gestionado con rigor y eficiencia y con un orden de prioridades Público, aceptable y aceptado.

2º.-Que la gestión Pública del Gasto se apoye en la Transparencia. Más allá de una palabra. La iniciativa del poder político debe pasar por explicitar ampliamente en qué se va a gastar, cuánto va a suponer y su resultado final debe ser el adecuado a esas explicaciones.

3º.-La Presión Fiscal debe ser percibida como JUSTA y EQUILIBRADA. Es decir, cualquier persona de cualquier segmento social, debe tener claro, interiorizado, que al conjunto social aporta cada cual en función de su riqueza.

Los países con mayor presión fiscal (a partir del 46% del PIB), presentan un mayor equilibrio en la renta de sus ciudadanos. La distancia entre la décila (el 10%) de su población más rica y el 10% de su población más pobre, se mueve entre 3 y 3,5.

Sin embargo, esta distancia se va por encima de 5 en países como España, cuando la Presión Fiscal está por debajo de la media de la UE. Es lógico, porque la menor capacidad recaudatoria, hace un sistema redistributivo no sólo más empobrecido, sino que “compensa” mucho menos la distancia entre “ricos” y “pobres”, mediante los servicios del bienestar.

El peso de la “clase media” en los países con Presión Fiscal más alta, está en el entorno del 60% de su población. Sin embargo, en los estados con Presión Fiscal más inferior, su clase media no pasa del 40% de la población.

Analizando la economía desde el año 2000 hasta hoy mismo, un periodo suficiente para considerarlo demostrativo, los países con Presión Fiscal por encima de la media, salvo EE.UU y Gran Bretaña, han tenido un crecimiento económico sostenido y muy superior a la media de la OCDE. Esto nos lleva a afirmar, contra el tópico, que la Presión Fiscal alta no conlleva automáticamente decrecimiento, sino lo contrario.

 

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