Era cuestión de tiempo que las noticias de estos últimos días empezaran a circular por los medios de comunicación. El presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), José Vicente de los Mozos, ya marcó el camino a seguir con sus declaraciones de hace mes y medio, donde exponía el peligro de cierre de alguna factoría. Está claro que cuando el amo ordena, los perros de su alrededor tienen que obedecer.
Pero el verdadero problema no es que las multinacionales filtren noticias a la prensa, de las que luego parecen no saber nada. Ni tan siquiera el problema es, que las propias multinacionales sean las que amenazan con cierres de factorías o reducciones de plantilla. No, ese no es el problema, a eso ya estamos acostumbrados; a que el capitalismo aproveche cualquier situación, por muy crítica y grave que sea, para intentar presionar tanto a los gobiernos como a las plantillas para que unos con subvenciones y otros con la aceptación de recortes, engorden aún más sus multimillonarios beneficios.
El verdadero problema es que ahora son los mal llamados representantes de los trabajadores, los que están creando esa alarma. Las indignantes declaraciones del Secretario General de Industria de UGT, Pedro Hojas, alertando sobre la situación del sector del automóvil en el estado español, no son más que otra pieza más del puzzle que este tipo de «sindicatos», junto con la patronal y el gobierno de turno, tienen organizado para que la rueda de su noria no deje de girar, sin pensar en un solo momento en las consecuencias que pueden traer ese tipo de declaraciones a miles de trabajadoras y trabajadores.
Evidentemente, estas declaraciones no vienen fechadas en el tiempo porque sí; estas declaraciones están hechas en su justa medida y cuando ellos saben que son necesarias; ya que da la casualidad de que estamos en pleno proceso de negociaciones de convenios colectivos. El alarmismo de ese tipo de declaraciones, sólo buscan crear el caldo de cultivo perfecto para unas negociaciones de convenios colectivos duras, en las que ya sabemos que la patronal exigirá innumerables recortes. Pero donde por desgracia, también sabemos que la posición de los sindicatos mayoritarios, de quienes dependen la mayoría de esos convenios, no va a ser precisamente la de presionar en las mesas de negociación para que la clase trabajadora recuperemos los derechos que durante décadas hemos perdido debido a sus propios acuerdos.
Ante esto, y ante la utilización que tanto patronal como sindicatos mayoritarios están haciendo de la peor crisis sanitaria que ha vivido el planeta en cien años, solo cabe una respuesta social y contundente. No podemos caer en el mismo error que en el año 2008 nos llevo a la clase trabajadora y a este sector, a uno de los mayores retrocesos en derechos laborales de la historia, con la firma de dos reformas laborales totalmente agresivas, y con la firma de decenas de convenios colectivos, que en muchos casos aún endurecían más las medidas de dichas reformas.
Es la hora de dar alternativas serias y reales para el sector. Las mismas que cuando la FESIM-CGT empezamos a nombrarlas hace ya más de 10 años, algunos las tachaban de populistas y de utópicas, pero que durante los últimos años, estamos observando que son totalmente viables y absolutamente necesarias.
- La reducción de la jornada laboral a 30 horas semanas manteniendo el salario, es hoy más necesaria que nunca; en algunas empresas europeas esta medida ya está funcionado, e incluso algunos gobiernos están estudiando su implantación. Medidas de este tipo, que ayuden a conciliar la vida familiar y laboral, son las que generaran más riqueza tanto social, como económica, a medio y largo plazo.
- La imposición de impuestos especiales a los robot, es algo tan sencillo de entender como que si las empresas están destruyendo puestos de trabajo debido a la implantación de nuevas tecnologías, es necesario la imposición de impuestos que aporten a las arcas del estado parte del dinero que se deja de ingresar por la eliminación de esos puestos de trabajo y de sus cotizaciones.
- La disminución de los ritmos de trabajo, que está más que demostrado que afectan directamente a la salud y a la vida de las trabajadoras y trabajadores, así como el adelanto de la edad de jubilación en el sector, son hoy en día medidas necesarias para dar una vida digna a las trabajadoras y trabajadores del sector, y para que las plantillas se renueven poco a poco, jubilando a los compañeros y compañeras a una edad muy inferior a la actual, lo que les permita disfrutar del resto de su vida con las mejores condiciones de salud posibles.
- Eliminación de la subcontratación que precariza los puestos de trabajo. Este nuevo esclavismo debe de ser cortado de raíz. La competitividad de las subcontratas por dar un servicio al menor coste posible, está llevando en muchos casos ya no sólo a bajos salarios, si no a la falta de seguridad tanto para las plantillas, como para los productos de se fabrican.
En definitiva, frente al alarmismo que pretenden imponer desde la patronal y desde las élites de los sindicatos mayoritarios, la clase trabajadora no podemos bajar la guardia y tenemos que estar más pendientes que nunca de sus movimientos, pero también hemos de preparar una ofensiva contundente y firme, cargada de razón y de argumentos, demostrando que la clase trabajadora ni quiere, ni puede volver a pagar las consecuencias de una crisis que no ha generado. La FESIM-CGT nos comprometemos a luchar en ese camino.
Ha quedado evidente que la economía no la sostiene las fortunas de los grandes millonarios; la economía la sostiene la clase obrera que acude día a día a su puesto de trabajo, y que es lo que realmente genera la riqueza de cualquier sociedad. Por lo tanto es hora de que frente a la incompetencia de las multinacionales para sostenerse en el mercado, la clase trabajadora debe asumir la opción de auto organizarse, controlar y gestionar por ella misma los medios de producción.