Con más de 51.000 personas paradas en Navarra, muchas de ellas en situación “terminal” (económicamente hablando), ¿qué le queda al sindicalismo? El sindicalismo nació como nace todo en la humanidad, por la necesidad del individuo de identificarse con un colectivo en similar situación, para ejercer una mayor fuerza contra los poderes establecidos, para defender su vida y su trabajo con dignidad. La unión hace la fuerza.
Cabe recordar, lo que ocurre con algunas personas migrantes, para las que perder el empleo supone en muchos casos quedarse en situación irregular, lo que acarrea mayor vulnerabilidad, ya que pierden acceso a la prestación social mas básica (Renta de Inclusión Social) o incluso el acceso a la asistencia sanitaria.
Obviamente, los poderes juegan con las desigualdades para mantener adeptos. Unos salen perjudicados en diferente medida que otros. Los poderes siempre han actuado así: “divide y vencerás”.
El sindicalismo debe mantener como precepto la solidaridad entre trabajadoras y trabajadores, basado en el reparto del empleo (y, de paso, el resto de los trabajos: doméstico, atención a las personas), defendiendo con más fuerza que nunca la jornada laboral de 30 horas semanales, como manera de ir caminando hacia una sociedad más justa, una sociedad donde haya un reparto de la riqueza, una sociedad donde se valore el bien común. La solidaridad entre trabajadores no deja de ser un arma de lucha contra los poderes, contra la situación de crisis económica propiciada por estos. La solidaridad es la premisa para la lucha obrera, y esta es la herramienta para las mejoras laborales y para el progreso social.
¿Cómo materializar esta Solidaridad? La solidaridad, a diferencia de la caridad, está basada en el apoyo mutuo. La solidaridad se materializa de distintas maneras dependiendo de la coyuntura y de las circunstancias históricas; no hay un manual establecido sobre “cómo hacer solidaridad”. Como sindicatos asumimos y apoyamos las propuestas de diversos colectivos sociales basadas en valores como el apoyo mutuo, la justicia social, el reparto del trabajo y de la riqueza, organización horizontal, …
En estos momentos toca defender la renta básica de ciudadanía al alcance de cualquier persona, que junto al decrecimiento de la producción material (y del consumo correspondiente de bienes) y la reducción de la jornada con el correspondiente reparto de empleo, nos lleve a vivir una vida con dignidad. Como se plantea por los movimientos sociales con experiencia en crisis del capital en Sudamérica, implantar el buen vivir, el cual se muestra en consonancia con un ecologismo más local. Exigimos la jornada laboral de 30 horas semanales. Entendemos que de esta manera avanzaremos en la lucha contra el paro e incrementaremos notablemente nuestra calidad de vida, dedicando menos de nuestro tiempo a trabajar, pudiendo emprender así, otras tantas iniciativas personales o colectivas, que dibujen un escenario social mucho más participativo y autónomo.
Por ello, distintos colectivos y sindicatos (representamos a algunos de ellos), llevaremos a cabo una concentración el 26 de diciembre a las 12 h frente al Parlamento, reivindicando: “Trabajar todas, repartir los trabajos, trabajar menos, vivir mejor.”
Manuel Velasco (CGT-Nafarroa)
Juanan Iriarte (ESK)
Andoni Romeo (KEM/MOC)
Beatriz Villahizan (SOS Racismo)
Fernando Armendariz (Dale Vuelta-Bira Beste Aldera)