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Los bancos, las grandes multinacionales, en especial las tecnológicas, nos abruman todos los días con una desvergüenza sin límites de los multimillonarios beneficios que obtienen, incluso durante la pandemia del coronavirus, en que hablan de que tenemos que sacrificarnos y remar todos juntos.
Estos días atrás, las grandes potencias económicas mundiales que componen el G-7, anuncian haber llegado a un preacuerdo para que al menos las grandes multinacionales paguen en impuestos el 15 % de sus beneficios y se afloren diversos paraísos fiscales. Ahora van a tratar de que ese preacuerdo pase por la aceptación de otras potencias menores con quienes componen el G-20. En la Unión Europea, calculan que se podrían recaudar 50.000 millones de euros, con la aplicación de esa medida. Ya veremos en qué queda todo esto.
En Euskal Herria el no pago de impuestos debidos y el fraude fiscal también en muy grande. Estos días ha salido a la luz que mientras las grandes empresas “apenas pagan impuestos, sólo uno de cada diez euros de sus beneficios”, “tres de cada cuatro euros que reciben las Haciendas proceden de impuestos directos de los sueldos”. Si a esto añadimos lo que pagamos por IVA y otros impuestos, los que constituimos la mayoría de la sociedad, es decir las y los asalariados, es fácil deducir que el grueso de los ingresos para los presupuestos públicos cargan sobre nuestras espaldas.
Sin la complicidad, en mayor o menor grado, del Gobierno Vasco, del Gobierno de Navarra y de las Diputaciones Forales, esas grandes empresas, las rentas y grandes fortunas.. no podrían eludir pagar lo que les corresponde, lo que permitiría que una buena parte de las necesidades sociales de la mayoría de la ciudadanía fueran debidamente atendidas. Aflorar y denunciar los privilegios fiscales de esos sectores y exigir una profunda reforma fiscal es imprescindible para disponer de unas condiciones de vida justa y de unos servicios públicos de calidad.