A pesar de que el pensamiento sobre los funerarios siempre ha sido poco o nada agradable, es importante destacar la importancia qu
e merecen. Desde el sector lamentan que sea un trabajo “poco agradecido”. Y que los pensamientos de temor y el tabú que envuelve a todo este mundo, son los más comunes. Aunque también nos dicen que sienten que, cada vez mas, las familias de los fallecidos necesitan de corazón su trabajo. ¿La razón? Sentir qu
e su allegado, su familiar, se va tranquilo. La tranquilidad nos da paz. Y reconforta el corazón. Y si hay algo de lo que van sobrados en este sector, es de poner todo el corazón y amor en lo que hacen.
Hemos preguntado directamente a las personas que se dedican al mundo de la tanatopraxia. Desde Unión Funeral Servicios Integrales nos han hablado de cómo se trabaja en este sector, cómo es su día a día, qué es lo mejor y lo peor y cómo abordan cada reto. Además, son el único centro acreditado por l
a Comunidad de Madrid para la impartición del Certificado de Profesionalidad dirigido por Manuel Martín, responsable de la docencia y prácticas de tanatopraxia y tanatoestética para acceder a este mercado laboral.
¿Qué es la tanatopraxia?
Su objetivo principal es lograr, a través de su trabajo, traspasar la tranquilidad de una persona fallecida para que la última visión que tengamos de ella sea lo mas agradable posible y el recuerdo, sea de paz y tranquilidad.
Tal y como nos cuentan desde Unión Funeral, muchas de las personas fallecidas que llegan a una sala de tanatopraxia llegan con rostros que delatan largos procesos de enfermedad e incluso mucha tensión. El trabajo de un tanatopractor consiste en suavizar los signos de la muerte y ayudar a que la familia, en la medida de lo posible, pueda darle un último adiós con una visión de esa persona lo mas serena y tranquila posible.
Ellos ven su trabajo completo y vital porque sienten, y así es, que es una forma de arropar a la familia. Que la tranquilidad que transmita el gesto de su ser querido, les hará estar en paz.
Ser tanatopractor durante una pandemia
Los datos de defunciones aún son provisionales, pero ya hay algo de luz al respecto según las cifras publicadas por el INDEF (Índice Nacional de Defunciones), con fecha 20 de noviembre del pasado 2019, en España habían muerto 266.413 personas. Sin embargo, los documentos aportados por el INDEF en la misma fecha pero en 2020, la cifra alcanza ya los 416.602 fallecidos.
Es evidente que el trabajo en área funerario, se ha incrementado. ¿Cómo les ha afectado a los trabajadores del sector?
“La pandemia está siendo muy negativa para todos a nivel global. En la primera etapa de la pandemia, durante el pasado mes de marzo, este sector ha sufrido tanto como el sanitario. Al final, somos el último eslabón de la cadena sanitaria y nos hemos visto muy angustiados e impotentes al ver el dolor que han sufrido los familiares a la hora de no poder despedirse de sus seres queridos. Ese dolor lo hemos sufrido en primera persona. Hemos tenido que llevar equipos de protección individual a los cuáles no estábamos acostumbrados y nos han resultado muy molestos a la hora de hacer nuestro trabajo. Y conocer el sufrimiento de las familias cuando nos llamaban para ver si podían ver al tanatorio para ver a su familiar y decirles que no, nos ha hecho sufrir mucho.”
El volumen de trabajo, evidentemente, se ha incrementado. Y así nos lo relatan: “El volumen de trabajo se ha visto incrementado teniendo incluso que acondicionar no sólo espacios sanitarios, sino también otros como el Palacio de Hielo en Madrid para poder albergar la cantidad de fallecidos. Todas las funerarias se han visto desbordadas. Ahora en noviembre está mejor controlado ya que nos hemos preparado para esta nueva oleada.”
Lo más difícil
Como en cualquier trabajo, siempre hay cosas más o menos difíciles, mejor o peor llevaderas. Y en el sector tienen claro que es lo peor, para todos: “Lo más difícil de la profesión es cuando fallece una persona que no es su momento. El fallecimiento de gente joven tanto por accidente como por enfermedad. Todo el personal relacionado con la funeraria coincidimos que lo peor son los bebés y los niños de corta edad. Cuando fallece un bebé o un niño, todo el personal sufre esa pérdida. Nadie estamos preparados para poder afrontar estas situaciones. No sólo la persona que tiene que tratar con el fallecido lo sufre. También la persona que está en contacto con la familia es partícipe del dolor y la desolación.”
Lo más reconfortante
Sí, también hay un lado gratificante. “Por una parte tenemos las personas que nos llegan con heridas, laceraciones o cortes que debemos reparar.” El poder ver ese antes y ese después, es gratificante en su trabajo. Y no sólo eso, sino también la parte emocional: “También son muchas las familias que una vez terminado el servicio nos agradecen el tratamiento que hemos dado a su ser querido y entonces es cuando nos sentimos muy orgullosos de nuestro trabajo”, explican.