Un nueve de noviembre de hace cinco años AMAIA EGAÑA, vecina de Barakaldo, se suicidaba cuando iba a ser desahuciada. Más de veinte mil personas salieron a la calle denunciando los recortes sociales y la vulneración del derecho fundamental a una vivienda.
Desde entonces muchas cosas han cambiado. Ese mismo año, las PLATAFORMAS ANTIDESAHUCIOS recogían un millón y medio de firmas en todo el estado, ochenta mil en Euskadi, en apoyo de una INICIATIVA LEGISLATIVA POPULAR que cambiase de raíz la legislación que estaba amparando que miles de familias perdieran su vivienda habitual y arrastraran deudas impagables de por vida.