PARO, PRECARIEDAD Y PÉRDIDA DE SALUD…… POR EL REPARTO DEL TRABAJO!!

Mientras el paro no disminuye, por lo menos no significativamente, a las personas con trabajo,  nos están crujiendo, y todavía tenemos que considerar que tenemos la suerte de trabajar, sencillamente porque no hacerlo es peor. El paro es un arma muy querida por la patronal con la que chantajear al conjunto de la sociedad y de forma especial a quienes estamos en activo. Y lo cierto es que están armados hasta los dientes y no parece que tengan ninguna intención de desarmarse y declarar un alto el fuego, ya que con el chantaje del paro desde hace tiempo vienen bajando los salarios y endureciendo las condiciones de trabajo a mayor incremento de sus beneficios.

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Olvidémonos por un momento de los salarios o hagamos como que nos olvidamos. Nuestras condiciones de trabajo han empeorado muchísimo, se han incrementado la flexibilidad y la productividad, cuando no directamente la jornada y, por supuesto, la salud y los riesgos laborales son temas sin importancia. O sea, trabajamos a ritmos superiores y en situaciones de mayor riesgo.

Eso quienes tenemos un puesto fijo de trabajo, para quienes están en precario (también la precariedad se incrementa con el chantaje del paro), la situación es muchísimo peor. Ahí ni cabe hablar de condiciones de trabajo o de seguridad laboral o de jornada laboral, sencillamente hay que estar a lo que te digan y como sea. Y es un planteamiento que cuadra bien. Mientras se nos chantajea con el paro, con esos incrementos de jornada, de flexibilidad, de ritmos y de productividad generamos más paro, haciendo mayor su poder de chantaje. Una especie de agujero negro que se autoalimenta.

Realmente vivimos en una sociedad enferma. En ninguna sociedad sana o normal ocurriría que un veinte por ciento de sus miembros no trabajase ni pudieran trabajar, mientras que el resto se mantuviera trabajando a jornada completa, y en muchas ocasiones prolongándola en forma de horas extras. Está claro a quién beneficia y quién provoca esta enfermedad.

Además, es una sociedad enferma que enferma a las personas. Pocas personas aguantan las actuales condiciones laborales en una cadena o en un tajo sin desarrollar en un plazo de tiempo no excesivo alguna dolencia o lesión. Otras no escaparán a algún accidente de mayor o menor consideración. Y muchas, cada vez más, caerán en depresiones, estrés y otras enfermedades psíquicas. Naturalmente, no lo tienen mejor las personas en paro. El paro de larga duración derrota a cualquiera psíquica y físicamente, aparte de privar de los recursos imprescindibles para un cuidado decente de su salud y bienestar.

Así es como se nos traslada la competitividad, como una guerra entre personas que pugnan por el empleo y/o por mantenerlo, con el resultado de un deterioro generalizado de las condiciones de trabajo y de vida en esta sociedad enferma, en la que el paro no acabará nunca, ni la precariedad, ni el chantaje. Son su opción que nos agrede hasta destrozarnos. Frente a ella tenemos que impulsar decididamente que toda persona que quiera y esté en condiciones de trabajar pueda hacerlo, mediante el reparto del trabajo, trabajando menos y en mejores condiciones. Lo normal y natural. Por eso el 26 de diciembre, a las 12 horas, en Carlos III frente a Diputación celebraremos una concentración por el reparto del trabajo, contra las horas extras, por la seguridad y salud en el trabajo y por unas condiciones laborales dignas.




Marina Garcés: “Más que una Gran Victoria, necesitamos una política paciente que sepa insistir y persistir”

Las narrativas políticas lineales (ganar o perder, ahora o nunca, viejo o nuevo) acaban siempre generando frustración.
Este texto de la filósofa Marina Garcés defiende una política sin ilusiones o promesas redentoras.

Marina Garcés (Barcelona, 1973), filósofa y miembro del grupo Espai en Blanc

Marina Garcés (Barcelona, 1973), filósofa y miembro del grupo Espai en Blanc

Una vieja consigna revolucionaria decía: “abandonad las ilusiones, preparaos para luchar”. ¿Por qué desechar las ilusiones como motor político? Porque las máquinas de ilusión son, al mismo tiempo e indisociablemente, máquinas de decepción y frustración. La novedad envejece deprisa, el gran momento pasa, el mundo nuevo no es tan nuevo como se nos había prometido, la salvación no acaba de llegar, el líder nos falla, las certezas vacilan…

Esta oscilación entre ilusión y decepción ha marcado ya dos siglos y medio de política clásica (tanto oficial como revolucionaria). ¿Es la única política posible? ¿Sólo cegándonos a la realidad, con sus clarooscuros y complejidades, nos podemos comprometer en una empresa de cambio? ¿Sólo la retórica movilizante, la arenga permanente y el triunfalismo que da seguridad nos inyectan energía para pelear? ¿Hay que jugárselo siempre todo a una carta, poner todos los huevos en la misma cesta y fiarlo todo al genio de una figura salvadora?

El 15M supuso un giro: no prometía nada, afirmaba que podríamos cambiar lo que entre todos estuviésemos dispuestos a cambiar (partiendo en primer lugar de nuestras propias vidas). Pero la política de la ilusión vuelve ahora por sus fueros, en esta fase de lucha por el poder político, imponiendo sus alternativas: ganar o perder, ahora o nunca, viejo o nuevo, todo o nada. Por eso la voz de la filósofa Marina Garcés se recibe en este contexto como aire puro. Como una voz que no niega la pelea (también en el campo institucional) y sus exigencias, pero que nos recuerda que se puede (y se debe) pelear sin abolir la complejidad de lo real, su diversidad de planos y tiempos, etc.

El artículo que puedes leer a continuación es una versión de la intervención en la Feria de Economía Social de Catalunya junto a Ada Colau y David Fernández (CUP). Ha sido traducido del catalán por Jordi Oliveres.

Dos retos: redefinir la riqueza, declinar la política en plural

En los años 80, el capitalismo creó una ficción temporal: la de su triunfo definitivo. A través de una victoria histórica sobre el comunismo, y a través de una ilusión seductora que pasaba por la ideología del progreso, del desarrollo y por tanto de la promesa de una vida mejor para todos, el capitalismo se confundió con la realidad.

Actualmente, esta ficción, como las otras burbujas que produce el capitalismo, ha pinchado. La promesa seductora ha mostrado sus límites, cuando constatamos que el crecimiento ilimitado toca techo y que, por tanto, la desigualdad no es lo que el desarrollo capitalista había de dejar atrás, sino que es hoy la consecuencia directa de su funcionamiento, también en los países más ricos. Por otra parte, la victoria del capitalismo sobre el comunismo, después de la guerra fría, no ha traído la paz. La victoria del capitalismo es la de una guerra permanente. La crisis, por tanto, no es un accidente sino una condición del capitalismo y de su funcionamiento, que ya sólo puede seguir manteniéndose desde su imposición, cada vez más descaradamente brutal y autoritaria, como demuestra en este momento la contraofensiva del TTIP (Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión).

Esta situación de quiebra y de ruptura plantea dos retos ineludibles para cualquier proyecto de transformación social y política que quiera cambiar realmente algo. El primero es redefinir el sentido de la riqueza. La cuestión ya no es producir más riqueza y decidir, políticamente, sobre los modelos de su redistribución (liberal, socialdemócrata, socialista, comunista, etc). Lo que está en juego es desvincular riqueza y crecimiento. Hace tiempo que se defienden estas ideas desde las posiciones éticas y económicas del decrecimiento, pero incluso hay que ir más allá de este término. Más que crecer en positivo o en negativo, lo que todavía nos deja atrapados en la disyuntiva entre la riqueza y la pobreza, hay que dar el salto a la desvinculación de riqueza y crecimiento, desde una apuesta clara por la riqueza como valor a defender y compartir. ¿Qué sentido tiene la riqueza si el valor no se mide por el crecimiento?

Esta pregunta no puede ser respondida más que desde un espectro de formas de politización diversificadas y al mismo tiempo articuladas, capaces de vincular autoorganización económica y reapropiación de la decisión política a diferentes niveles y escalas de la vida social. Ésta es la segunda exigencia ineludible para cualquier nueva propuesta política. Lo que está en cuestión ya no es hoy la relación dual y binaria entre los movimientos sociales y las instituciones o entre la sociedad civil y la política. Si actualmente hablamos seriamente de desbordamiento institucional y de crisis de representación es que esta dualidad ya no nos sitúa ni nos orienta. El dentro y fuera de la política han saltado.

La política, en singular, ya no es lo que tiene lugar en los parlamentos o en determinadas formas de organización como los partidos o los sindicatos. La política es lo que expresa el conjunto de la vida colectiva, en sus diferentes formas de organizarse, de manifestarse, de decidir, de protestar, de reivindicar y de crear. La pregunta no es como recoger y representar todo eso, sino cómo articularlo, teniendo en cuenta que la política institucional sólo puede ser uno de los momentos y funciones de esta articulación viva.

Si algún sentido tiene hablar hoy de nueva economía y de nueva política tiene que ver con este doble reto: redefinir el sentido de la riqueza y articular formas de politización diversificadas y autónomas, capaces de superar hoy la clausura institucional de la política y el determinismo de la dictadura económica.

Una alerta, o sobre la insistencia en la novedad

No debemos confundir, sin embargo, la novedad de la situación con la novedad del producto. Desbordar las instituciones políticas desde una politización de la sociedad distribuida y diversificada no es un ideario nuevo y hay muchas experiencias antiguas en el tiempo que son la base de las propuestas actuales. Lo mismo ocurre con las prácticas de la economía cooperativa, social y solidaria: retoman viejas experiencias y aprendizajes para tiempos y realidades nuevas. La resistencia al capitalismo no es nueva, pero necesita inventar y concretar respuestas para coyunturas que cambian en cada lugar y para cada tiempo histórico.

Curiosamente, sin embargo, tanto el pensamiento revolucionario como el capitalismo, que son igualmente hijos de la Modernidad, comparten el culto a la novedad y a la juventud. La revolución busca hacer un mundo y una humanidad nuevos. El capitalismo, que es su cara perversa, destruye la sociedad antigua para producir y vender más y más novedad, en forma de mercancías y de experiencias. Lo que la modernidad convierte en un valor político, estético y mercantil es la novedad en sí misma. Y es que ella misma, la Modernidad, se define como un tiempo nuevo.

La novedad, sin embargo, es un valor temporal por definición: la novedad caduca cuando envejece o cuando entra en el terreno de lo conocido. Al final, la novedad, revolucionaria o capitalista, siempre resulta ser un producto de temporada. No nos podemos presentar, por tanto, como novedad, sin condenarnos, necesariamente, a caducar o decepcionar. ¿Qué pasará cuando los jóvenes de ahora sean viejos, cuando las caras nuevas de ahora sean conocidas y cuando lo que parecen propuestas nuevas muestren que no nos han llevado ni a un mundo ni a un país tan nuevos como prometían?

“Nuevo” es un adjetivo vacío, que vacía de otros valores lo que queremos vivir, compartir o proponer. Tenemos muchos otros adjetivos, heredados y para inventar, con los que llenar de ideas, de indicios y de referencias la economía y la política que queremos: social y solidaria, decimos cuando hablamos de una economía que se sustrae al dictado del beneficio particular. Podemos añadir: y justa, y digna, y decente, y honesta, y libre, y cooperativa, y común, y autónoma y… y… y…

Los adjetivos comprometen, pero es un compromiso que no podemos eludir. Actualmente, tendemos a esquivar los que la historia del último siglo nos ha legado más marcados: comunista, socialista, anarquista… Pesan, porque van ligados a experiencias históricas y relaciones de poder que, en muchos de sus aspectos no queremos repetir y porque sus -ismos predeterminan lo que podemos hacer, vivir y proponer. Tergiversemos y llenemos estos adjetivos de nuevos sentidos y experiencias, si se puede, y busquemos otros, todos los que nos hagan falta para desarrollar propuestas colectivas y organizativas abiertas a lo que aún no sabemos y a los retos concretos de nuestro tiempo. Pero no caigamos en el vacío y en la trampa de la novedad como valor. Nos durará dos días y cuando el tiempo pase inexorablemente nos caerá encima, implacable, su lógica: nos habremos hecho viejos, nosotros y nuestra política.

Una inquietud, o sobre los tiempos de la política y sus oportunidades históricas

Nos sentimos, de repente, en una situación de emergencia. La crisis económica que desde 2008 marca el paso de las políticas económicas de las sociedades más ricas, ha introducido en nuestras casas y en nuestras vidas lo que la ficción de la promesa capitalista de una vida mejor para todos nos permitía ignorar: los límites humanos, sociales y ambientales del actual régimen de explotación del mundo global. Estos límites ya no llegan en forma de denuncia o de discurso abstracto, sino en forma de precariedad, nuestra precariedad. Pero la desigualdad, la guerra por los recursos y la violencia económica sobre poblaciones enteras no habían desaparecido nunca del planeta.

Percibirnos en situación de emergencia nos lleva a confundir, sin embargo, la urgencia con la prisa y la necesidad de reaccionar con la oportunidad histórica. Es una confusión que en nuestro país tiene que ver con una coyuntura local. La emergencia global se solapa aquí con un fin de ciclo histórico y generacional. Así, tendemos a interpretar el impasse actual como una oportunidad histórica única en la que sólo se puede perder o ganar. Es un escenario excitante y movilizador, porque enfoca todas las energías en una jugada, aquí y ahora, ahora o nunca. Pero en el terreno de la transformación social y política, no hay que creer en el “ahora o nunca”. Si las novedades caducan, las oportunidades pasan. ¿Y después qué? Después, o la victoria total, que ya sabemos que no existe, o la frustración y el fracaso. Las narraciones lineales, como las películas, sólo tienen dos opciones: acabar bien o mal. En la lucha por defender y construir una vida digna para todos, no hay final ni después. Hay un ejemplo insistente, persistente y paciente que hace de cada día un reto y una exigencia.

Más que “ventanas de oportunidad”, necesitamos aprender a ver y valorar la potencia de cada situación desde una visión histórica. Más que a un gran momento, es necesario prestar atención a la multiplicidad de tiempos de vida que juntos podemos sustraer al dominio político y la explotación capitalista. Y más que una victoria, necesitamos paciencia, insistencia y persistencia, que son las virtudes con que realmente nos podemos reapropiar de los tiempos de la política, sin ser víctimas de una cruel e implacable política de los tiempos. Una de las cosas más importantes que muchos aprendimos en los centros sociales okupados de los años 90 fue que la mejor manera de abrir espacios de vida y de intervenir desde ellos en los conflictos reales de nuestra ciudad era generar calendarios y agendas propias. Esto no quería decir ir “a nuestra bola”. Era entender que el tiempo de la historia, cuando es único, siempre lo dirigen ellos.

Un desafío, la relación con el poder

Desde ahí se plantea el elemento clave que define la novedad de nuestra situación política actual: la relación con el poder. Esto sí que es nuevo, para nosotros. Y para nosotros significa para una generación muy concreta, nacida y crecida durante la Transición española, lejos de cualquier relación directa con el poder, ya sea económico o político.

En estos 30 años de victoria material y simbólica del capitalismo, en sus diferentes versiones, neoliberal o socialdemócrata, no es que no se haya combatido el poder, como a veces se quiere hacer creer. Hemos luchado, hemos resistido y hemos creado formas de vida alternativas. Pero estas formas de vida, de lucha y de resistencia han crecido en los márgenes. Márgenes incómodos, en muchos casos, porque ha habido mucha represión, destrucción y marginación. Y márgenes también cómodos, porque también ha habido muchas formas de tolerancia, de integración y de folklorización de las alternativas y las diferencias. En todo caso, esta marginalidad nos ha permitido desentendernos del problema del poder. Del poder institucional, como tal. Pero también del hecho de lo que significa tener poder sobre o desde la vida colectiva y ejercerlo.

Reapropiarnos de nuestras vidas colectivamente exige, pues, plantear la cuestión: ¿cómo tomar el poder (el poder de hacer y de decidir), sin ser tomados por el poder? Se dice que el poder corrompe. Demasiado fácil: parece un hecho natural. El poder seduce y destruye. O una cosa o la otra, o las dos a la vez. Salir de los márgenes de la vida social para ocupar el centro, como hemos ocupado las plazas, pide mucha honestidad sobre nuestros límites y mucha inteligencia colectiva para aprender a relacionarnos juntos con este poder del poder: su poder de seducción y su poder de destrucción.

En este sentido, un elemento de preocupación y una dosis de confianza: la preocupación viene del hecho de percibir un nuevo deseo de autoritarismo entre nosotros y en amplias capas de la sociedad. La situación de emergencia se traduce a menudo en un deseo de salvación y, por tanto, de figuras salvadoras. El autoritarismo, a menudo, es solicitado por quienes creen que necesitan ser salvados. Pero cuando la salvación entra en el lenguaje de la política, la política muere y entran en juego otros fenómenos que también organizan la vida colectiva, como la religión, los movimientos de masas o los discursos redentores del tipo que sean. Y esto ocurre a derecha e izquierda. El autoritarismo, hoy, se disfraza de realismo y el nuevo dios, implacable, es la realidad: funciona así y no puede ser de otra manera. Palabra de Dios. Pero no queremos ni salvadores, ni tecnócratas de la realidad: necesitamos compañeros capaces de compartir sus tiempos, saberes, afectos y lenguajes para articular estas formas de vida rica, autónoma y recíproca que queremos construir.

Desde aquí, una dosis de confianza: aunque la bestia humana es antropológicamente incorregible y aunque la historia tiende a repetirse, hay cosas que hemos aprendido porque las hemos vivido hace muy poco. En este país, por suerte o por desgracia, la historia siempre es muy reciente. Y actualmente, todavía tenemos dirigiendo la política, la economía y los medios de comunicación a muchos de aquellos que un día fueron caras nuevas que querían hacer un mundo nuevo. No hay que hacer arqueología. Podríamos hacer un pesebre viviente con estas figuras.

Respecto a ellos hay un corte, y de ahí el elemento de confianza: es un corte cultural y generacional, que es también un corte económico y político. El corte es lo que el mismo sistema, mostrando sus límites, ha impuesto: quienes venimos detrás, como generación, ya no nos podremos colocar. Somos los hijos de la crisis, aquellos que dicen que ya no viviremos nunca mejor que nuestros padres. Pero también somos los hijos de la red, y del deseo de transparencia y de una educación poco disciplinaria y relativamente igualitaria que nos ha permitido aprender a vivir desde nuestros vínculos e interdependencias. Esto nos pone en otra situación: o nos lanzamos cínicamente a la competitividad más desaforada o desarrollamos las diferentes caras de la cooperación necesaria. O el poder de unos contra otros, o la apuesta para descubrir lo que juntas podemos. No hay un término medio. Estamos en una bifurcación donde el deseo de poder económico y político se desnuda y muestra sus cartas. Son cartas feas, pero a veces la fealdad, cara a cara, es lo que puede inspirar más confianza. Nos enseña descarnadamente el rostro de lo que nunca querremos llegar a ser.

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Articulo extraido de El Diario.es 




La ‘tarifa plana’ potencia que los empresarios usen la figura del falso autónomo

Los compañer@s de CNT Artes gráficas de Madrid han iniciado una campaña de información y denuncia de esta practica empresarial

Santiago López en una entrevista para La Sexta Columna.
¿Por qué esta campaña ahora?

Desde CNT Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos de Madrid detectamos que el uso de la figura del falso autónomo, lejos de ser anecdótico, era una figura en auge, especialmente en el actual contexto de crisis económica. Por ello decidimos hacer visible el fraude a través de una campaña pública bajo el título de ‘stop Falsos Autónomos’, donde pretendemos dar a conocer y hacer públicos diferentes casos con ese mismo denominador común. Pensamos que ya es hora de que se conozca una realidad que existe desde hace mucho tiempo pero que nunca se ha tratado con la atención debida. Creemos que el actual clima contestatario de la población ayudará a difundir la denuncia pública, primer paso para eliminar definitivamente la figura del falso autónomo del mundo laboral, que es lógicamente nuestro principal objetivo.

¿Cómo puedo saber si soy una falsa autónoma?

«Antes de iniciar ningún paso has de cerciórate de que, efectivamente, eres un Falso Autónomo». ¿Cómo puedo saber si soy una falsa autónoma?

«Antes de iniciar ningún paso has de cerciórate de que, efectivamente, eres un Falso Autónomo». ¿Cómo puedo saber si soy una falsa autónoma?

En primer lugar, has de comprender las diferencias fundamentales entre una trabajadora por cuenta ajena y un autónomo. Pero uno de los de verdad. Éste último es, en cierto modo, dueño de su tiempo y condiciones, y tendrá libertad para establecer su horario, decidir cuándo realizar el servicio que le han encargado y fijar el precio del mismo. Por el contrario, la falsa autónoma trabajará como si de una trabajadora asalariada se tratase: con horario, condiciones de trabajo y sueldo establecidas por la empresa. Ni que decir tiene, esta figura solo beneficia a una de las partes pues en el caso de la trabajadora, se queda con lo peor de ser autónomo y de ser trabajador por cuenta ajena: Trabajas con las condiciones estrictas de un asalariado pero has de apechugar con los costes de tu seguridad social y con el riesgo de verte en la calle en cualquier momento sin prestaciones ni indemnización alguna.

El despido libre y sin obstáculos sigue siendo el principal riesgo de trabajar bajo esta figura, aunque a ello hay que sumar que no cuentas con otros derechos laborales: vacaciones pagadas, organizar secciones sindicales, etc. En definitiva, si la empresa para la que trabajas te obliga a darte de alta como autónoma en estas condiciones, está cometiendo un fraude.

La iniciativa de denunciar la figura de falso autónomo viene de CNT Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos. ¿Es este uno de los sectores más afectados?¿En qué sectores hay más falsos autónomos?

Por desgracia, esta figura ha hecho mella entre buena parte de nuestros afiliados y afiliadas. En el mundo de la televisión, el audiovisual, es un problema real; pero también en el de los actores, diseñadores, ilustradores, periodistas... Pero no sólo afecta al ámbito de nuestro sindicato. Bien conocido es el caso de los arquitectos, uno de los sectores donde más se ha generalizado la figura del falso autónomo. Pero no sólo aquí: hay bastantes casos entre comerciales, monitores de ocio y tiempo libre, etc. Recientemente, una usuaria de nuestro blog nos ha puesto al corriente del fraude que también se extiende en el sector de la fisioterapia y del que queremos hacernos eco próximamente

¿Cuántos falsos autónomos hay?¿Cuántos había antes?¿Se puede hablar de un crecimiento exponencial de falsos autónomos?

De acuerdo con el último informe de la EPA cerca de 250.000 trabajadores por cuenta propia facturaban a una única empresa o casi. En concreto, 160.000 lo hacían en exclusiva para una única empresa y sin embargo sólo 15.000 figuran como autónomos dependientes (TRADE). Medidas como la ‘tarifa plana’, por la cual un joven puede darse de alta como autónomo por solo 50 euros, no han ayudado en absoluto.

Lejos de ser así, supone un incentivo más para que los empresarios fraudulentos usen la figura del falso autónomo, pues se ahorran el dinero de las cotizaciones a la Seguridad Social. Para hacernos una idea, señalar que inmediatamente después de aplicarse esta medida, el número de autónomos nuevos ascendió, según eldiario.es, a 268.000.

¿Qué cifras maneja la CNT?¿Cuántos casos de falsos autónomos han llegado a vuestro sindicato este año?¿Y en los anteriores?¿Ha crecido el número?¿Hay algún caso denunciado?

Quizá el caso más conocido en estos momentos es el de los trabajadores de ADSLZone, quienes decidieron hacer pública su situación pero no son los únicos. El número de afiliados y afiliadas que se encuentran en esta situación va en aumento y muchos han optado por denunciar. Dada la situación de incertidumbre que lleva asociada esta figura, el temor a hacerlo es real y el empresario fraudulento, obviamente, se aprovecha de ello.

En el blog se insiste en que se denuncie, pero en el único caso concreto del que habláis, el de ADSLzone, se producen varios despidos tras el intento de renegociación de las condiciones. ¿Qué puede hacer un falso autónomo?¿Puedes contar algún caso en el que la denuncia haya acabado en la contratación del trabajador o trabajadora?

Me gustaría reformular esa premisa. Cierto, el riesgo a un despido es real, pero lo será siempre. Recordemos que motivo principal por el cual el empresario fraudulento se acoge a esta figura reside en la posibilidad de despedir a sus trabajadores sin obstáculos. No obstante, la única manera de revertir esta situación es denunciando, pues hacerlo a toro pasado, cuando el empresario fraudulento ya te ha despedido, es más complicado. Ojo, complicado para obtener la readmisión, no para que este tipo de empresarios asuman sus pagos, reciban multas y abonen una indemnización. Afortunadamente, se trata de una práctica ilegal. Los casos a favor del trabajador son numerosos, desde los más populares, como el que obligó a la Cadena SER a resarcir al periodista Carlos Carnicero por los perjuicios causados, aquel que obligó al medio El Confidencial a readmitir a un trabajador y pagar sus salarios de tramitación, u otros menos conocidos pero igual de rotundos. Si el trabajador tiene pruebas concluyentes, será fácil desenmascarar su situación. Eso sí, siempre recomendamos contar con el respaldo de un sindicato, pues será quien mejor te asesore y te ayude en un momento que sabemos es duro(a nadie nos gusta denunciar), pero igualmente necesario para preservar unos derechos y condiciones ya de por sí mermadas tras las múltiples reformas laborales que venimos sufriendo. Sin duda, la lucha merecerá la pena.

Estraido de Diagonal Global




DOS DÍAS, UNA NOCHE. Nota de prensa de Banatu Taldea

Así es como se titula la recomendable película dirigida por los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardene, actualmente en cartelera, que nos cuenta la historia de Sandra, una trabajadora en una empresa que debe afrontar que el resto de la plantilla vote su futuro en la misma: ser despedida (lo cual conlleva un plus económico de 1000 € para el resto), o mantenerla en su puesto de trabajo. Durante dos días y una noche tratará de convencer a sus compañeros y compañeras de que es más justo renunciar a un beneficio personal que favorecer la pérdida de su puesto de trabajo. Si bien sorprende que el conflicto se nos presenta entre iguales (personas asalariadas) y la dirección de la empresa parece querer lavarse las manos en todo ello, democratizando la ejecución del despido, hay algo de real en este dilema que se refleja en la película.

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Ciertamente, en nuestra sociedad, atenazada por el paro y el riesgo de la exclusión, la destrucción de empleo proviene casi exclusivamente de políticas empresariales bien definidas o de planes de contención del déficit en el ámbito público. Es decir, desde arriba. No obstante, como en la película, existe una responsabilidad colectiva en esta situación que viene desde abajo. Si reconocemos lo sindical como reflejo de lo que las plantillas buscan en sus empresas, observamos siempre relegada a las últimas posiciones de la lista de reivindicaciones, la cuestión del reparto del trabajo o la reducción de abanicos salariales en pro de un mayor volumen de contratación y mayores niveles de igualdad.

En cierto modo, la ingente cantidad de personas en paro, aún sabiendo que el problema es estructural y que existen responsabilidades políticas y empresariales de primera línea sobre las que debemos presionar socialmente, mira al resto de personas trabajadoras (por lo menos a quienes todavía no padecen situaciones de extrema precariedad), desde la misma mirada de Sandra: ¿vais a permitir mi exclusión del mercado de trabajo porque pretendéis mantener vuestra situación individual del modo más favorable posible? Resulta muy frustrante para una persona en paro ver cómo se da el pluriempleo, la realización sistemática de horas extras, la escasa asistencia a las convocatorias que exigen medidas contra el paro y por el reparto del trabajo,…

En este sentido, nos parece muy interesante la propuesta que el Colectivo de Personas en Paro hace a las organizaciones sindicales de Navarra, la creación de una “Comisión de Empleo” en todos los Comités de Empresa con el fin de llevar a cabo una acción sindical conjunta y comprometida con el control y limitación de las horas extras, con la creación de una bolsa de trabajo, con la limitación de la eventualidad, con el reparto del empleo, con la cobertura de todas las vacantes, etc,… Es decir, que en el plano sindical-reivindicativo vayan tomando posiciones prioritarias aquellas propuestas dirigidas a responder al paro y a sus consecuencias, entendiendo que la solidaridad es el compromiso de compartir lo necesario. Compartir lo que nos sobra es caridad

Desde Banatu Taldea aplaudimos esta propuesta y además creemos que la reducción del paro fortalece a las plantillas (más numerosas, menos temerosas de la amenaza del paro), y contribuye a la conquista de otros derechos laborales colectivos. Por ello, lector o lectora de este artículo, te interpelamos como persona trabajadora a que animes y propongas esta medida en tu empresa (si tienes trabajo), dirigiéndote a la representación sindical en la misma. Hay que hacerlo ya, cuanto más tardemos, mucho peor y ya se nos van acabando estos dos días y una noche para lograrlo. Por cierto, el final de la película del cine no os lo hemos contado… Será cosa de toda la sociedad saber como acaba nuestra propia película.

Banatu Taldea




Ninguna prohibición, ningún límite de decisión, también el 9N. La CGT catalana ante la jornada del Domingo

La CGT está a favor del derecho de autodeterminación de las personas, de la libre decisión de organizarse en comunidades y de federarse bajo los principios de la colaboración, la solidaridad y la autogestión.
Estos derechos no están supeditados a ninguna constitución ni a ninguna ley formulada con el único objetivo de perpetuar el Estado-nación y la estabilidad de la dominación de las élites capitalistas. Tampoco está limitado al estrecho corral en que, únicamente, se puede decidir el cambio de un estado por otro y donde las clases dominantes locales puedan continuar ejerciendo su poder coercitivo sobre el resto de la población.

Queremos decidir. Decidir especialmente qué modelo social, qué modelos económicos autogestionados, qué formas de superación del capitalismo podemos establecer en el territorio catalán y otros pueblos de la península.

Estas decisiones no están presentes en el horizonte del 9-N y, por lo tanto, no se trata de un proceso de autodeterminación cumplido. Ahora bien, la apuesta del estado español por la prohibición de esta movilización social deja bien claro que cualquier pequeño cambio es y será atacado por los poderes oligárquicos dominantes. Las ideas no se prohíben, las manifestaciones no se prohíben, la libertad de expresión no se prohíbe.
Creemos en la autodeterminación cumplida, sin amputaciones. No queremos decidir únicamente el cambio de una estructura estatal a otra estructura estatal. Pero queremos también dejar claro que ninguna ley, ningún tribunal, ningún instrumento represor, puede impedir que la gente salga a la calle y se exprese como considere oportuno, practicando legítima desobediencia, contra aquello que considere injusto.

Comunicado del Secretariado Permanente del Comité Confederal de CGT Catalunya

Barcelona, a 4 de noviembre de 2014




Sindicalismos

 

El mes de octubre recogía en su primera semana el llamado “acuerdo para la reactivación de la actividad económica y el empleo”, trato que gestionará 545,5 millones de €uros. El concierto, impulsado por el Gobierno de Navarra, descansa en la participación exclusiva de la representación empresarial crítica con el “infierno fiscal navarro”,  junto con los sindicatos UGT y CCOO a modo de salvavidas. No es nuevo este reparto, durante 20 años se han venido dado convenios similares con un recorrido efectivo poco conocido, dado que, como se ha puesto de manifiesto en este nefasto período supeditado a los “todo poderosos mercados”, arrogarse el desarrollo e incluso el impulso económico en estos acuerdos es cuando menos pretencioso. También la primera semana, pero de este mes de noviembre se constituye el Consejo de Diálogo Social. Órgano meramente consultivo creado al amparo de una proposición de Ley impulsada por el ya “emergente y nuevo PSN”, que además se pretende consignar con  la nada desdeñable cantidad de tres millones de €uros y que una vez más, contribuirá al pago del sueldo del “crítico” Presidente de la CEN señor Sarría, y de los Secretarios Generales de los no tan críticos y orgullosos sindicatos “más representativos”.

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Este escenario de confluencia de los habituales en el reparto de la saca pública, donde todo hay que decir, no nos han servido de gran cosa en el no tan lejano escenario de opulencia ni en este periodo de gran estafa financiera, evidenciando que fue entonces, en la época de los apretones de manos y sonrisas mediáticas respaldando políticas liquidas- recogiendo el concepto de Bauman- cuando se debieron sentar bases socioeconómicas sólidas y estables,  ha propiciado reacciones mediáticas críticas con el fondo y las formas, facilitando un nuevo impulso a los absurdos discursos que tienen como base la falaz hegemonía de la representatividad. En la defensa, no ya de su participación en dicho foro si no de la asignación que percibirán y que contribuirá a sus emolumentos, los representantes sindicales llamados al conclave, han venido a justificar el reparto en aras de los resultados electorales obtenidos, y parodiando al gallego de la barba de escala de grises se han alojado en el “Tú también” frente a la crítica de otros sindicatos.

No es objeto de estas líneas abordar el montante económico de estos “acuerdos”, más allá de que no sepamos quien supervisará y que herramientas de control se van a utilizar sobre la eficiencia de la inversión en las determinadas partidas que componen la “hoja de ruta” para la reactivación económica. Porqué está claro que quienes forman parte de la foto de la firma tanto por activa como por pasiva, no pueden ser independientes ni mostrar objetividad en dicho control. Ni que planes reales componen el desarrollo de esas generalidades expuestas para vestir mediáticamente el pacto. El énfasis, además del reparto del botín,  hay que ponerlo en el argumento esgrimido que justifica lo injustificable: La negociación y firma de convenios sin la participación de las personas que van a depender de esos acuerdos. Esta es una práctica habitual incluso en el seno de Comités de Empresa, donde en negociaciones paralelas se llegan a firmar pactos a espaldas de las plantillas tumbando cualquier plataforma unitaria. No digamos ya en cuanto a empresas que no tienen representación.

Esta responsabilidad, adquirida de motu proprio y auto otorgada bajo la sugestiva representatividad, donde se viene a justificar la participación y trabajo en organismos que debieran tener en cuenta un espectro social más amplio. Deriva en cuestiones tan importantes como el inmovilismo frente a presiones de la patronal e institucionales; en la falta de respuesta eficaz frente a la regresión de derechos laborales, propiciada por una poca combatida reforma laboral, y sociales, dinamitados por la “sacrosanta deuda”.  Una inacción que se sumerge en discursos pusilánimes enrolados en el beneplácito parlamentarismo, llamado eufemísticamente negociación. Todo ello es el triste resultado de esa responsabilidad adquirida y premiada, doblemente en esta ocasión, con la gestión de más de medio millón de €uros y el premio directo de la parte proporcional de lo que se estipule por el Órgano de consulta, que contribuirá a la financiación con la que mantenerse. Al menos esa es la sensación que queda incluso en algunas bases de estos sindicatos de clase que no sabemos en qué clase de sindicatos se han convertido.

Los pactos de la Moncloa de 1977 fueron el inicio del servilismo sindical con un resultado nefasto, recordemos tan solo las luchas de la reconversión, y  ahora la clase trabajadora viene a sufrir sus duras consecuencias. Desde entonces 37 años nos separan de aquella escena que daba paso a una pantalla de concesiones por la parte sindical, sirva como ejemplo la Ley de huelga, depreciándose paulatinamente el gran valor del sindicalismo como fuerza dinamizadora de cambio social. Sin embargo el concepto de sindicalismo, que nace en Francia hacia 1870 tomando como base los trabajos de Pierre Joseph Proudhon, sigue más vivo que nunca, y viene a recordar la premisa de que nadie tiene la potestad de reivindicar la representación de la clase trabajadora, que no sea la propia clase trabajadora.  Desarrolla su vertiente más solidaria con quienes son víctimas de primera línea de la agresión del capital. Viene a reseñar que desde la subjetividad negociadora actual poco se puede hacer si el interlocutor tiene un As en la manga; viene en definitiva a cuestionar el pactismo con el agresor. Así, el sindicalismo debiera rehuir el método representativo, puesto que este hecho abunda en las necias luchas de poder que en nada benefician al conjunto de la clase trabajadora. Recuperar el sentido de la sección sindical, el método asambleario y participativo es esencial si de verdad creemos que otro escenario  donde no se le haga el caldo gordo a los defensores de una estructuración laboral y social esclavizante, moderna le llaman, es posible. Y lo es, por supuesto que lo es.

Joseba Santesteban    

Afiliado a CGT-LKN




De los Califatos de Bankia y Volkswagen

Mal que nos pese debemos aceptar que nuestras mentes más brillantes, centelleantes y chispeantes en temas financieros, no puedan responder a cuestiones que van más allá de una titulación cum laude en económicas, cuestiones que incluso se escapan del alcance de un niño de preescolar, tan inescrutables como los caminos del Señor Barragán: ¿son las preferentes un producto ideado para estafar a venerables ancianos? ¿Tributan las transacciones llevadas a cabo con una black card? Aguanta Rodrigo, sé fuerte.

Esas mentes tan brillantes, centelleantes y chispeantes además, trabajan sin descanso en regalarnos consejos de moral social, tan filantrópicos ellos, que hasta se autoproclaman como paradigmas del buen hacer en quienes inspirarnos como no podría ser de otra forma faltaría más, enarbolando la austeridad como virtud frente a ese consumismo superfluo y a costa del inmoral saqueo de materias primas a los primos del sur que tanto nos tienta, lencerías de Bangladesh y Coltanes del Congo.

Estas mentes brillantes, centelleantes y chispeantes además, nos hablan de las políticas sociales como freno a la competencia, nos hablan de la competencia como motor de crecimiento, nos hablan del crecimiento como generador de un empleo que no precisa de regulación alguna, que se autorregula en un bucle sucesivo de subcontratas y subcontratas nos hablan a las de abajo, nos dicen que eso son relaciones laborales como manda el Señor Barragán y no la estafa piramidal que otras gentes de abajo y mal pelaje pregonan.

No olvidemos que también a nuestros padres estas mentes brillantes, centelleantes y chispeantes les hablaron de la desregulación financiera como solución para afrontar la crisis de producción de los años setenta. Hoy nos instruyen que la solución a la actual crisis financiera es una mayor desregulación financiera.

También por estas gañanías cómo no, los chorizos ataban a sus perros con longanizas, saquemos pues pecho también de nuestro crimen desorganizado y de sus mentes más brillantes, centelleantes y chispeantes, con la más grandes glorias del califato de Volkswagen: el circuito de Los Arcos que va sobre ruedas, las obras del Reyno de Arena, una ampliación para el aterrizaje de palomas en nuestro aeropuerto pues no íbamos a ser menos que los de Castellón, el saqueo a toda velocidad para las obras del TAV, los fraudes tributarios desde Osasuna hasta Conservas Almanaque, los regalos a carretadas para Sendaviva, Mercadona y muchos más, o el trasvase del Ebro desde la CAN hasta la Caixa.

Colectivo Malatextos, 23 de octubre de 2014

Colectivo Malatextos – Goio Gonzalez




De riesgos, negligencias y costes

Llegó, el ébola llegó, y creyéndonos (porque así lo anunciaron) a salvo de la transmisión y del contagio, este se ha producido y ya hay una primera víctima colateral, ejecutada en juicio sumarísimo. El can excalibur, entrañable mascota, convertida en protagonista de esta triste historia más propia de una tira cómica de Ibañez. La Unión Europea ha pedido explicaciones a las autoridades desautorizadas, PPolíticas y sanitarias, de la tierra de conejos, que parapetadas en sus poltronas hacen como si no fuera con ellas la responsabilidad de la pésima gestión protocolaria y comienzan a descargar aquella sobre la víctima. La auxiliar de enfermería.

La negligencia protocolaria está absolutamente clara y la conculcación de la ley de prevención de riesgos laborales es manifiesta, pues más allá del error humano que pudiera haberse cometido, lo que lo convierte en un infausto accidente, parece claro que la pantalla de protección que se supone es el EPI (Equipo de Protección Individual), no es el adecuado. Que las horas dedicadas a la formación sobre las medidas a utilizar brillan por su ausencia, o son escasas; sobre todo asalta la pregunta: ¿Cómo es posible quitarse un EPI de esas características sin proceder a su previa desinfección? Graves errores que concatenados han derivado en el accidente. Omisiones puestas ahora en evidencia, cuando en este centro por sus características, debieran existir acciones de simulacro sistemáticas, con el fin de que cada persona sepa y recuerde el modo de actuación en las salidas y entradas al recinto de seguridad, cómo ponerse las prendas y sobre todo cómo quitárselas, etc… ¿Existe un área de desinfección? ¿Cómo está dotado?

Lo ocurrido en Madrid es el fiel reflejo de lo que realmente acontece todos los días en los centros de trabajo. La legislación en materia de prevención no se aplica de la misma manera en las empresas, cuyas plantillas, en su mayoría, desconocen los riesgos que conlleva su actividad laboral y lo que es más grave: el desconocimiento de ese riesgo no exime a la persona de su responsabilidad directa en el accidente. Lo que se traduce en la más completa indefensión del propio accidentado. Para muestra un botón: ¿Qué están intentando trasladar a la opinión pública las autoridades desautorizadas, PPoliticas y sanitarias, en el caso de la auxiliar de enfermería? Su propia responsabilidad en el hecho causal. Cuando ella, cumpliendo con su obligación de sanitaria ha dado atención al enfermo terminal de la mejor forma que sabe y por supuesto que dando lo mejor de sí. Cumpliendo el protocolo establecido. Fue voluntaria.

Esto es lo  que se cuece en la realidad de la prevención de riesgos laborales. Imaginemos si esto ocurre en un protocolo con tintes de seguridad nacional, que no sucede en la empresa privada, aunque no todas las empresas están al mismo nivel, evidente y afortunadamente, pero lo cierto es que queda todavía mucho camino por recorrer, un camino en el que los sindicatos tienen una enorme responsabilidad en el seguimiento efectivo y de denuncia de estas situaciones. En ocasiones, se llega a mirar hacia otro lado cuando se modifican los protocolos de seguridad establecidos; no pasa nada mientras se haya informado puntualmente del riesgo y se tenga la documentación en regla, el resto será responsabilidad directa de la persona que desempeñe la actividad o manipule la máquina. Todo ello en aras de la sacrosanta producción, la mejor competitividad y últimamente, de la viabilidad de la empresa.

Al más puro estilo productivo asiático, es el afán del financiero, del empresariado, algunos de ellos condicionados que también los hay, de esta parte del globo. Ni códigos medioambientales, ni de prevención de riesgos, ni sanitarios, ni… humanos. La clase trabajadora, la ciudadanía, no somos más que números que conforman una ecuación cuyo resultado final debe ser siempre el beneficio, el máximo beneficio. Su máximo beneficio. Hoy asistimos al desastre que ha supuesto esta grave gestión sanitaria. Un desastre sobrevenido por la interesada gestión de lo público en aras de la rentabilidad. La sola intención de privatizar los servicios públicos nos está resultando de un alto coste. Económico y Social.

Joseba Santesteban

CGT-LKN en SCPSA




EJERZAMOS LA AUTODETERMINACIÓN, CONSTRUYAMOS LA AUTOGESTIÓN. La CGT catalana ante el 11 de semtiembre

Como cada año, desde la CGT queremos reiterar nuestro compromiso con la plena defensa del derecho a la autodeterminación. Un derecho a la autodeterminación que entendemos de manera individual y colectiva. Una autodeterminación que debe implicar la capacidad para decidir todo sobre todo, y que se ha de concretar en la práctica de una autogestión real a todos los niveles. Entendido así, es un derecho inseparable de los principios anarcosindicalistas y libertarios de nuestra organización.

 

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Cataluña es un pueblo con una historia, una lengua y una cultura propias, que tiene como ámbito un territorio físico. Una comunidad cultural común de la que también forman parte el resto de tierras de habla catalana. Esta es una realidad innegable que debe dar derecho al pueblo catalán, como al resto de pueblos del mundo, a decidir libremente sobre su propio futuro, sin otras premisas que las de su propia voluntad y sin otros condicionantes ni imposiciones.

Pero cuando hablamos de autodeterminación no nos referimos simplemente a decidir sobre la creación de un Estado independiente respecto otro, un nuevo Estado que perpetúe el orden establecido. Por el contrario, entendemos que la autodeterminación y la autogestión nos han de permitir establecer las bases de una sociedad libre de todo Estado opresor y del sistema capitalista en el que nos encontramos sometidas.

Desde la CGT de Cataluña no obviamos que el poder político catalán, una parte del cual de forma hipócrita nos quiere hacer creer que nos llevará a la liberación de un Estado déspota, quiere perpetuar el sistema capitalista establecido. Un sistema que nos hace permanecer a todas nosotros, la clase trabajadora, como precarias, porque vende nuestra capacidad de trabajo y nos da miseria a cambio. Porque privatiza los recursos básicos, la educación, la sanidad, y nos hace pagar muy cara la necesidad de vivir bajo un techo.

Desde la CGT queremos construir una sociedad libertaria, donde nuestra libertad no finalice allí donde acabe la de las otras sino que se reafirme. Una sociedad donde todas y cada una de las personas podamos autogestionarnos, podamos tomar libremente nuestras decisiones en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida. Autogestión individual y autogestión colectiva, porque vivimos en sociedad. Y autodeterminación, sí. Pero que no se limite sólo al derecho a decidir respecto a qué pedazo de territorio queremos o no formar parte.

Desde la CGT de Cataluña también nos declaramos internacionalistas, pero sin entender que este internacionalismo deba comportar la desaparición de la personalidad de cada pueblo, es decir, de su propia cultura, lengua e historia. Al contrario, entendemos que el internacionalismo significa la convivencia en paz de todos y cada uno de los pueblos respetando sus hechos diferenciales.

Por todo ello, acabamos como empezamos: Desde la CGT Cataluña, defendemos el derecho a la autodeterminación de los pueblos como manifestación del principio libertario de autogestión del individuo y de la colectividad, para que en un futuro, más cercano que lejano, todas y cada una de nosotros/as podamos ser libres en una sociedad libre y solidaria.

POR UN PUEBLO LIBRE. POR UNA CATALUÑA AUTOGESTIONARIA, SOLIDARIA Y LIBERTARIA!

CGT de Catalunya

 

 

 

 

 




Reflexiones sobre la guerra, en el Centenario del inicio de la 1ª guerra mundial

                          1ª GUERRA MUNDIAL

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El 28 de Junio de 1914 el nacionalista serbio Gavrilo Princip asesinó al archiduque Francisco Fernando de Austria. Este magnicidio fue la escusa para el inicio de la que luego sería conocida como La Gran Guerra, la 1ª guerra mundial. Aquel crimen fue la escusa perfecta para los que hacía tiempo que buscaban y alentaban el conflicto armado. Desde finales del siglo XIX y principios del XX jóvenes superpotencias (Alemania, Japón y EEUU junto con las viejas potencias europeas, Francia, Reino Unido y Rusia), se disputaban los mercados internacionales y el continente africano había sido repartido entre los distintos estados europeos. El imperialismo, la rapiña económica, una clase política incompetente y militares sedientos de gloria y medallas  no iban a reparar en el costo de vidas humanas. Durante décadas habían cocinado las condiciones para un gran enfrentamiento armado a escala planetaria. 70 millones de soldados fueron movilizados y la gran sangría humana dejo un balance cercano a los 9 millones de soldados muertos, 7 millones de desaparecidos y 13 millones de civiles asesinados en nombre de las diferentes patrias. El ideario de la 1ª internacional que no reconocía más que una patria común, la del mundo del trabajo y de los/as pobres, salto por los aires y gran parte de la izquierda haciendo dejación de los valores de la solidaridad humana se alió con sus respectivos gobiernos; el movimiento anti-guerra y los objetores de conciencia fueron perseguidos, encarcelados, los que se negaban a ir al frente eran fusilados por desertores.

Esta guerra aportó mucho en el desarrollo de la humanidad, por primera vez se utilizaron lo que hoy llamamos armas de destrucción masiva, la aviación para bombardear las posiciones enemigas y objetivos civiles, el carro de combate, el submarino y el arma estrella de esta guerra, diversos gases tóxicos (la guerra química). Si una población se interponía en el avance de las tropas, se reducía a escombros y se sacrificaban vidas civiles para mayor gloria de los ejércitos.

4 de Agosto del 2014, dentro de las diversas celebraciones institucionales del centenario de aquel conflicto armado se han reunido en Lieja (Bélgica), representantes de 50 países y, como es costumbre, los gobernantes han leído discursos grandilocuentes, ensalzando el valor de los jóvenes que dieron su vida en defensa de los ideales de la gran Europa. Todo palabras vacías que nada dicen para evitar tener que reconocer que el único discurso posible es la renuncia a la guerra como medio de solución a los problemas que tenemos las personas, que casi nunca son coincidentes con los que tienen los gobiernos. Nos dicen que gracias a la 1ª y a la 2ª guerra mundial hemos aprendido a gestionar las crisis políticas internacionales de otra forma, que ahora la diplomacia funciona y gracias a eso ya no hay conflictos armados en Europa, y una vez más nos mienten, lo que hemos hecho ha sido externalizar las guerras, llevarlas del mal llamado primer mundo al resto del planeta. La guerra de Corea, Vietnam, Indochina, las guerras endémicas en África, las silenciadas guerras que sufren el pueblo saharaui y las comunidades zapatistas, Irak con su ración de muertes a diario, la interminable guerra de Afganistán, la masacre que del pueblo Palestino, y ahora en la misma Europa, el último conflicto alimentado por las potencias mundiales, Ucrania. La lista puede ser más larga pero estos ejemplos son suficientes para darnos cuenta que poco ha cambiado la lógica de las superpotencias, de las multinacionales y de los ejércitos.

Si queremos recordar la Gran Guerra, denunciemos todas las guerras como ilegitimas, prohibamos el comercio de armas y desmantelemos la industria armamentística, hagamos objeción fiscal,… Y si queremos levantar un monumento, que sea al desertor, al antimilitarista, porque la lucha antimilitarista es la única guerra que merece la pena.

Colectivo Malatextos – Iñaki Justes