El mercadeo del voto

20111104125406-campana-2Es lo que tiene ser dependientes de este sistema representativo. Inmersos en la quincena circense no hay quién nos salve del mercadeo por el voto. Los mercaderes de esta gran pantomima llevan tiempo trabajando en el estudio de mercado con el que captar la ansiada papeleta que les permita seguir manteniendo sus estructuras autistas y así, cual mercado medieval vociferando sus excelencias, nos vuelven a introducir en la espiral de promesas y de discursos vacíos, olvidadizos de gestiones presentes y pretéritas. Discursos identitarios absurdos en un contexto de pérdida de libertad, avalado por la elitista pléyade demócrata, que tratan de ocultar que esa pérdida de identidad y de libertad es ya una realidad en si misma. El contexto económico y político de globalización nos constriñe irremediablemente y nos sitúa al albur de los virus financieros y macroeconómicos que minusvaloran la idiosincrasia local.

Corría el año 2011 cuando a mediados del mes de mayo Las principales plazas de las ciudades del Estado comenzaron a ser ocupadas por personas de toda condición que bajo el eslogan de “no nos representan” pretendían llamar la atención sobre el inconformismo y el hastío instalado en la sociedad reclamando un cambio de rumbo en las políticas. De forma inmediata y casi siguiendo el guión de Saramago en su “Ensayo sobre la Lucidez”, la maquinaria del poder se activó, con sus herramientas habituales se dedicaron a buscar responsables de tamaña afrenta apostando por la desactivación de la injuriosa algarabía nacional. Lo lamentable es que quienes componían el arco parlamentario entonces no entendieron nada y peor aún, siguen sin hacerlo. El fenómeno del 15 M puso en jaque a la vida parlamentaria, fue un revulsivo mediante el cual, algunos despertaron de su letargo y a todos les erizó el bello. Aquello supuso un antes y un después, se estableció el punto de inflexión mediante el cual la partitocracia era obligada a mirar a su alrededor. Miraron, y les dio miedo.

Ningún partido político del llamado arco parlamentario, salvando algún caso, ha sido capaz de interesarse de verdad por tomar el pulso a una sociedad diezmada por la jauría capitalista, a una sociedad que ha visto como se derrumbaban sus esperanzas de futuro. Al contrario, se han visto obligados a encerrarse en sus laboratorios de marketing con el fin de diseñar estrategias de limpieza y transparencia de forma que cambiando algo, el objetivo de no cambiar nada sea posible. Así vemos como el estandarte socialdemócrata se luce en primarias buscando caras amables, confiando el destino de sus votantes en el equipo joven y renovado que ya formó parte del anterior y nefasto bloque contribuyendo a una política antisocial para luego recular. Un equipo sin capacidad de decisión supeditado al centralismo e intereses espurios.

Baile de máscaras general y caras amables también en el espectro del centro derecha que tampoco quieren perder el tren «del cambio». Anclados en el más vacío de los discursos donde una fina línea separa la promesa de la ficción, el candidato abre el saco de los caramelos ofreciendo bajar la tasa de desempleo por debajo del 10%, pero no apunta cómo y en que condiciones. Utiliza la educación en libertad como elemento de seducción. O la reducción de las listas de espera en la sanidad. No, no hay discurso político. Apelar una vez más a la pérdida de identidad es una tomadura de pelo por parte de quienes son socios de la moncloa. Es una falta de respeto a la inteligencia de quienes pretende gobernar. Pero lo es más apelar a la perdida de libertad si gobiernan otros cuando desde la bancada conservadora se viola sistemáticamente este principio básico.

No se trata de hacer un repaso de los candidatos ni de las candidaturas, es perder el tiempo. Lo ilustrativo es abundar en esa vacuidad de los discursos, de la escasez de ideas principalmente entre quienes han tenido la oportunidad de llevarnos, en connivencia con el capital, a este histórico crack. El vacuo espectáculo está repleto de promesas y eslóganes estudiados surgidos desde la necesidad de alternancia gubernativa antes qué una no menos necesaria alternativa a la actual política, puesto que esta, calificada por algunos como ciencia, abandonada hoy a su suerte hay que recuperarla. Se quiera o no es la herramienta mediante la cual y a través de su mecanismo principal, el dialogo y el consenso, una sociedad es capaz de avanzar, lo contrario significa continuar con el estrangulamiento social del capitalismo.

El sistema ha puesto en marcha el engranaje del sufragio universal y poniendo en valor los textos de Malatesta al respecto, sigue siendo la herramienta mediante la cual los mercaderes del voto se arrogan la representatividad absoluta mediante el juego de las mayorías, para garantizar «su» derecho democrático. Sin embargo no debieramos perder la referencia de 2011 y años posteriores, donde la brecha social ha crecido considerablemente, la base social ha sido ninguneada y los grandes beneficiarios del estado no han dudado en aprovechar su oportunidad. La sociedad necesita recuperar espacios participativos, ejercer el derecho de voto no implica delegar, en el resultado de las urnas, cuestiones máximas que hipotecan el destino de la ciudadanía. Resulta grave que el futuro inmediato y el de generaciones venideras este lastrado por la famosa deuda de la que nadie se hace responsable ahora.

Quizás tengan un atisbo de razón quienes defienden la participación electoral, y ven en ella la oportunidad para desalojar a las élites. Sin embargo, objetivamente, desde dentro tan solo se podrá lograr adaptar nuestra realidad a la imposición, central y local, lo que de facto no cambia nada. Por ello y ante el hecho de que cada cual debe actuar en libertad y ejercer el derecho de voto si le apetece, no debemos ni deben olvidar que el único ejercicio democrático válido, lejos de remitirse al derecho cuatrienal del mercadeo del voto, es el de activar los mecanismos necesarios de máxima participación desde el municipalismo.

Joseba Santesteban

Afiliado a CGT-LKN Nafarroa




Contra el TTIP: pasos hacia el 18 de abril

El prmuestra TTIPóximo 18 de abril es el segundo día internacional de lucha contra el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP). En Attac Navarra-Nafarroa consideramos una de nuestras peleas principales contribuir a dar a conocer las implicaciones de este agresivo tratado. Son las grandes multinacionales y los lobbies quienes están desarrollando las claves de un acuerdo que tiene como fin acabar con el estado del bienestar que nos queda, y convertir todos los aspectos de la vida en negocio mercantil.

En Navarra, la Iniciativa contra el TTIPren kontra ekimena quiere convertir ese 18 de abril en un éxito de participación, con el fin de que la información sobre los riesgos de este tratado alcance a cuanta más gente mejor. Y en ello colaboraremos desde Attac Navarra–Nafarroa.

El TTIP y el trabajo

Para explicar los motivos que nos llevan a rechazar el TTIP, las personas que nos movemos en el mundo laboral y los sindicatos quizás deberíamos echar una mirada hacia otros tipos de acuerdos que se han ido firmando en EEUU y en la UE.

El 1 de enero de 1994 entró en vigor el acuerdo NAFTA, firmado dos años antes por los gobiernos de EEUU, Canadá y México. Antes de su firma se dijo que se crearían de 20 millones de puestos de trabajo. Sin embargo, se perdieron un millón de empleos, la mayoría en EEUU, como consecuencia de las deslocalizaciones a México de las empresas estadounidenses. Se podría pensar que las condiciones de vida y de trabajo en México habrían mejorado, pero desde entonces el 60% de los/as trabajadoras están en el sector informal. Trabajo en precario, pobreza y desigualdad social son el resultado del NAFTA.

En la documentación filtrada sobre el TTIP se habla de una forma genérica de la defensa de los/as consumidoras, de los servicios públicos, sanidad, educación o derechos laborales. Pero si hay un tema que se repite de forma intensiva y clara es que hay que respetar y garantizar los derechos fundamentales de la libre circulación y establecimiento de capitales. En este mundo globalizado la competitividad es el motor de la economía y para lograr ese objetivo es imprescindible la flexibilidad laboral, la movilidad de la fuerza de trabajo y la capacidad de ajuste de las transnacionales, sin injerencias externas. Dicho de otra forma: les sobran las legislaciones nacionales, europeas y los acuerdos internacionales firmados para la defensa del mundo laboral, las consumidoras y las personas. A más desregulación, más beneficio para las multinacionales.

Los derechos laborales están garantizados en la UE, pero no están “armonizados”. Cada país tiene sus normativa, hay una gran diferencia entre unos y otros, en torno a los salarios, jornada laboral, vacaciones o edad de jubilación. Desde el TTIP se propone la homogenización, pero todo apunta a que esta igualación se va a hacer a la baja: menos derechos, trabajar más y cobrar menos.

¡Que fácil hacen las promesas, y que pronto se olvidan de ellas! Sectores industriales como la industria cárnica, el sector de los fertilizantes, el bioetanol, el azúcar, bienes de equipo, y el metalúrgico van a ser los paganos directos del TTIP

De los ocho convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), EEUU solo ha firmado dos, los que hacen mención al trabajo infantil y al trabajo esclavo, pero no los que se refieren a la negociación colectiva y al derecho de organización y asociación. Tampoco ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos (incluidos los derechos laborales y de salud), sociales y culturales de Naciones Unidas. Un acuerdo como el TTIP “armonizaría” el mundo laboral a la baja, pondría en peligro los convenios colectivos y su negociación, el derecho a la huelga, a sindicarse o a la salud laboral.

Ahora que se está extendiendo el rechazo al TTIP, ya ha empezado la lluvia de promesas: se van a crear millones de puestos de trabajo (750.000 en Europa), va a aumentar el producto interior en la UE de entre 1% y 0,5%, la producción de riqueza crecería en 120.000 millones en Europa. ¡Que fácil hacen las promesas, y que pronto se olvidan de ellas! Sectores industriales como la industria cárnica, el sector de los fertilizantes, el bioetanol, el azúcar, bienes de equipo, y el metalúrgico van a ser los paganos directos del TTIP. ¿Cuántos empleos se van a perder en estos sectores económicos? Poner la libertad de mercado y la defensa incondicional de la libre competencia por delante de los derechos humanos, sociales y laborales solo puede traer más pobreza, marginación social, pone en juego nuestros derechos laborales, la educación y sanidad pública todo lo conseguido en décadas de luchas sociales, nos niega el futuro y una vida digna. Por todo eso nos oponemos al TTIP y animamos a la ciudadanía a decir ¡NO al TTIP!

Iñaki Justes, Iniciativa contra el TTIP-Iruña




White riot edo merienda de negros

Si bien el mañana androides soñarán con ovejas eléctricas y bestialistas yacerán con ovejas hinchables, quien hoy sueña un guía, un líder hoy de la oposición española, se niega a condenar el asesinato de otro adolescente negro perpetrado por la policía del régimen de los Estados Unidos. Otro más. ¿Por qué le cuesta tanto condenar? Se lo vamos pidiendo a gritos y se nos va por las ramas o al encuentro del embajador de los Estados Unidos para una foto fetén.

De forma sistemática el régimen norteamericano lleva varios meses sembrando el terror contra la etnia afroamericana de clase trabajadora, mientras el líder de la oposición española calla frente a las presiones del resto de los partidos que es enérgica y digna. El líder de la oposición española calla y les responde que ellos tampoco condenan al régimen teocrático de Arabia Saudí, qué rabia.

Envidia nos produce que estados “encomiásticos” como el venezolano anuncien sanciones contra los EEUU como medida de presión contra su nulo respeto a los derechos humanos, declaración que poco confiamos salga de la boca del líder de la oposición española.

Una condescendencia tal hacia el totalitarismo gringo siembra dudas en lo referente a la financiación del principal partido de la oposición española, que se yuxtapone al aval de la foto con James Costos embajador, menos mal que al menos, el resto de partidos dan la cara e incluso alguno o alguna que las hay, que hasta pensaría en quemarse a lo bonzo por la causa, lo pensaría y al recrearse en ello hasta entraría en combustión espontánea, panegírico.

G.G. del Colectivo Malatextos




8 de marzo: un envite a la transformación social

Aproximándose el 8 de marzo, surgen los diferentes informes institucionales, sindicales, que vienen a adornar los días previos a tan referente fecha. Documentos cuyas tipografías aportan cifras y  porcentajes sobre el papel ó pantalla de plasma, que constatan año tras año el agravio comparativo que para la mujer supone pertenecer a esta sociedad del bienestar.

No es por casualidad, ciertamente, hablar de sociedad. No sirve echar balones fuera, no sirve culpabilizar en exclusiva al empresariado. Que la mujer, en este País de países tan Europeos, modernos y adelantados, en el camino de la segunda década del “futurista siglo XXI” continúe infravalorada no es de recibo. Es hora, y como siempre, vamos tarde, de abordar seriamente y con compromiso resolutivo, qué modelo de sociedad necesitamos, queremos, anhelamos. Porque en el contexto de estafa que esta sociedad mercantilista se ha encasillado,  en el que por defecto el conjunto de la ciudadanía ha sido necesariamente arrollada; donde se proclama el rol emprendedor, como el paradigma benigno en el desarrollo personal y desde el quimérico prisma de la igualdad: “todas las personas tienen la misma oportunidad a la hora de desarrollar un proyecto de vida”. Se constata el grave desequilibrio de género afianzado a través de los siglos en las distintas sociedades y del que aún hoy esta de la innovación, de la robótica, de la tecnología no es capaz de renegar.

branguli maquinas prestadas

Esta discriminación social, enraizada y permitida desde las instituciones igualitarias de género, impulsoras de fraudulentos programas de igualdad, se afianza y enfatiza en el mundo laboral. En la Sociedad del futuro, a la mujer,  las empresas le siguen poniendo piedras en el camino en el acceso a puestos de responsabilidad, y quienes llegan lo hacen después de haber superado infinidad de obstáculos sexistas. La Navarra del futuro e igualitaria, lidera el afiche de comunidades con una importante brecha salarial; los salarios que las mujeres perciben por el mismo trabajo realizado es un 30% inferior al que percibe un varón, fracturando la máxima de: a igual trabajo igual salario.

En la conmemoración del día internacional de la mujer, quince años después de haber ingresado en el siglo XXI, se pone de manifiesto que la mujer es la gran damnificada en esta estafa capitalista. La temporalidad, en la moderna navarra, tiene un elevado protagonismo entre las mujeres, como lo tiene en la contratación de la jornada parcial. Pero entre los datos que son de dominio público destaca el sangrante sobre el trabajo no remunerado y el no declarado, donde la mujer lidera el ranking de la desigualdad y el atropello. El trabajo doméstico y atención a personas, feudo femenino por imperativo social, es donde más irregularidad laboral se da. El tradicional y masculinizado mercado laboral sumerge a la mujer en la segregación, estableciéndose roles laborales concretos y definidos que al mismo tiempo feminizan la precariedad y por supuesto, la pobreza, puesto que es un realidad palmaria que la precarización del empleo engulle en la penuria a quien la padece. Supeditada en su gran mayoría al miniempleo precario en la supervivencia diaria, la mujer se encuentra en estas circunstancias sin un espacio para el desarrollo personal. Lo que viene a certificar, en clave femenina, la esclavitud moderna de la igualitaria sociedad del futuro de la que somos partícipes.

Tiempos de cambio político auguran las encuestas tejidas desde los grupos de poder y acólitos. Vientos renovadores que se presuponen, falsamente, aireadores y oxigenadores de este espacio gris y contaminado por la sociedad del consumo por el consumo, de la especulación, de la pauperización del valor del trabajo y de la infravaloración del ser humano. Y sin embargo lo que realmente reclamamos es una transformación social, que obviamente se ha de asentar en nuevos pero conocidos valores. Alcanzar este objetivo es una tarea que no debemos delegar, no podemos confiarla. Supeditarnos al sufragio universal cuatrienal es sinónimo de abandono, de fracaso, y por tanto la conquista de un nuevo modelo social ha de ser diaria y se realiza desde cada persona, que de forma solidaria es capaz de condenar y rechazar las prácticas antisociales y laborales implantadas contra el género femenino y al hacerlo defiende, de facto, las propias.

La conmemoración del 8 de marzo, que con toda probabilidad la gran mayoría social desconoce su origen, tanto o más que el 1º de mayo, pues aquel régimen llamado del movimiento se encargó muy bien de ello, debe servir para impulsar ese mecanismo de sedición interior y contracultural que nos lleva a las personas a modificar aquello que no nos sirve, que nos daña; la violencia de género, la discriminación laboral de la mujer, la esclavitud por la supervivencia, son síntomas de una sociedad enferma que es necesario intervenir decisivamente. La primavera está a las puertas y el día de la mujer es un buen comienzo para la transformación social.

Joseba Santesteban

CGT-LKN Nafarroa




8 de marzo: nos sobran motivos

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Son innegables los avances que la lucha de las mujeres ha ido forjando a través de la historia. Grandes hitos o pequeños logros, grandes figuras del feminismo o mujeres anónimas, todo un camino de transformaciones en los ámbitos público y privado. No obstante, para nada es un camino concluido. Hoy la pobreza tiene de forma predominante en todo el planeta, como no, rostro de mujer, las “nadie” que padecen dobles y triples discriminaciones. Así mismo, se habla de mujeres que alcanzan puestos de poder político, empresarial o financiero pero perduran otros muchos y cotidianos techos de cristal: a igual trabajo igual salario, las mismas opciones de salir del paro, no recibir tratos degradantes ni acoso por parte de sus jefes y/o compañeros, lograr un reparto justo de los trabajos de casa para recuperar el tiempo que les pertenece, no ser agredidas por sus compañeros, respeto a decidir sobre sus propios cuerpos, su sexualidad…No nos engañemos, aún queda mucho por hacer.

A día de hoy, los medios se escandalizan de los roles de género que dicen los estudios, tiene la juventud. Impacta que a pesar de los años de lucha y reivindicaciones del movimiento feminista, una parte importante de las nuevas generaciones nos sorprenden con planteamientos que perpetúan los roles de género, en los que el varón es el agente dominante y la mujer el sujeto dominado. Así, todo lo aprendido y exteriorizado en forma de conductas machistas, más o menos visibles, más o menos intensas, siguen cayendo sobre las espaldas de las mujeres jóvenes, perpetuando yugos ancestrales.

El poder, el patriarcado, es sutil y hábil cuando se trata de perpetuar su credo. Cuando accede la mujer al trabajo remunerado, se crea una nueva mujer que tiene que ser excelente profesional, perfecta madre y compañera, y además tener un aspecto impecable, cuerpo de vértigo, tacones de espanto, en definitiva, nuevos yugos y mordazas.

Y no es posible ver la tele, escuchar la radio, ojear una revista convencional o mirar un escaparate de tienda de ropa o de juguetes sin sentir esas omnipresentes patri-arcadas, que no son sino la reacción virulenta de nuestros cuerpos al patriarcado. Maldita dolencia crónica que se extiende, maligna, por todos nuestros sistemas y aparatos. El machismo está en las instituciones, está en el lenguaje, en la calle, en el “insti”, en el curro, en el sindicato y en el bar, el patriarcado es estructural.

De todos modos, hay momentos en los que me siento mejor, mi estómago está contento y relajado cuando veo la dignidad de tantas mujeres que luchan de muchas formas por sus derechos. Por ello, sigue teniendo sentido que el 8 de marzo sigamos saliendo a la calle para expresar de forma colectiva, mujeres y hombres, nuestra voluntad de alcanzar una igualdad real, tratando de socavar las bases del patriarcado y de la opresión. Nos vemos a las 12 h en la Plaza del Castillo. Salud!

Firman el artículo:
Pili Erro y Maura Rodrigo, del Area de la Mujer de CGT-LKN Nafarroa




Gestión privada de servicios públicos: Más de lo mismo

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¿Desde cuándo los servicios públicos tienen que ser rentables económicamente, obtener beneficio económico? ¿Cómo puede reducir los costes -pieza clave en la obtención de beneficios económicos- la asistencia hospitalaria, la domiciliaria, una residencia de discapacitados intelectuales o un centro de día, de forma que dicha reducción no afecte directamente a la calidad de los servicios prestados?
Sin embargo, es lo que se nos dice constantemente desde las autoridades competentes, demostrando, o bien una necedad impropia de sus responsabilidades o bien, la desfachatez propia del que se sabe protegido por sus compañeros de andanzas.

Todos sabemos que este asunto de la «rentabilidad de los servicios», las externalizaciones, la gestión privada frente a la pública… son una gran mentira, que los impuestos que recaudan o que nos roban, y decimos roban porque el pueblo, la ciudadanía, tiene unas prioridades antagónicas a la de los gobiernos, se los gastan en pagar a la banca deudas ilegítimas, en elaborar macropoyectos de toda índole ejecutados por amigos empresarios o empresarios amigos -que no es lo mismo pero se lo llevan crudo igual- en formar aguerridos cuerpos de policías que nos metan en vereda, en gastos militares para meter en vereda a otros,… lo distribuyen en un sinfín de despropósitos que a pesar de serlo, siempre enriquecen a algún listo que si no manda, ronda al poder.

Anunció hace unos meses el consejero de Políticas Sociales, Iñigo Alli, que el Gobierno de Navarra destinaría en los próximos cuatro años más de 63,3 millones de euros para la atención de personas con discapacidad intelectual en residencias, tanto para residentes como para la atención diurna en cuatro residencias: Infanta Elena (Cordovilla), Valle de Roncal (Pamplona), La Atalaya (Tudela) y Las Hayas (Sarriguren).
De paso, se obsequió con unas merecidas palmaditas en la espalda por ser Navarra la comunidad más mejor del estado y por «dedicar todos los recursos posibles para mantener esta red de centros, pese a la crisis, a unos niveles muy superiores a los del conjunto de España». Gracias Iñigo, te llevamos en el corazón.

Sin embargo, la gestión de los centros y de los «dineros» está adjudicada a SARquavitae (¿Incapacidad de la Administración o el abc del «Manual del desmantelamiento de lo Público?»), cuyo Presidente de Honor Higinio Raventós, es un gran defensor de la necesidad de que se regulen los seguros privados de la  dependencia como dejó claro en una entrevista publicada el 27 de noviembre de 2013, en la publicación «Redacción Médica»:
«Es tremendamente necesario, pero para diseñar estos productos hay que saber qué es lo que se articula […] ¿Hasta dónde llega la posible ayuda pública? ¿Van a ser todos los españoles los que recibirán una ayuda o va a ser en función de la renta o el patrimonio? Se debe decidir claramente y se acuerde entre los partidos políticos hasta dónde hay dinero para ayudar a las personas, y si esto se define, queda muy claro el marco para el que el mundo financiero y asegurador pueda diseñar productos de financiación ligados a la jubilación, a las pensiones, a la salud, para cubrir estos riesgos.»

Y ahora hay que comerse que SARquavitae va a mejorar un servicio que tiene que dar la Administración con toda la capacidad recaudatoria que ésta posee, que lo va a hacer mejor, que lo va a llevar a cabo de forma más económica, que las condiciones laborales de las trabajadoras no se van a ver afectadas (podríamos preguntar a las ex-trabajadoras eventuales del SAD del Ayuntamiento de Iruña, a ver qué dicen sobre el anuncio de que no serán contratadas en el futuro por parte de Quavitae, por resultar “caras”, desdeñando la experiencia que atesoran), que el servicio a los dependientes tampoco y además, debemos dejar un espacio en nuestras almas pervertidas para la gratitud que debemos a tanto empresario y gobernante filántropo, que vela por nuestro bienestar y su propio beneficio económico.

Higinio Raventós, presidente de Honor de SARquavitae, antes de llevarse tanta adjudicación por estas corruptas tierras, tenga a bien aclararnos el propósito de algunos de los correos que hemos visto circular por ahí entre usted y el Iñaki en relación con el caso Nóos. A la espera de sus aclaraciones, nuestro apoyo solidario para trabajadoras y usuarias, que falta les va a hacer.

Texto: Manuel Velasco Valladares (Secretario General de CGT-LKN Nafarroa y CGT-LKN Euskal Herria).




Marina Garcés: “Más que una Gran Victoria, necesitamos una política paciente que sepa insistir y persistir”

Las narrativas políticas lineales (ganar o perder, ahora o nunca, viejo o nuevo) acaban siempre generando frustración.
Este texto de la filósofa Marina Garcés defiende una política sin ilusiones o promesas redentoras.
Marina Garcés (Barcelona, 1973), filósofa y miembro del grupo Espai en Blanc

Marina Garcés (Barcelona, 1973), filósofa y miembro del grupo Espai en Blanc. Fotografía de Julio Albarrán.

Una vieja consigna revolucionaria decía: “abandonad las ilusiones, preparaos para luchar”. ¿Por qué desechar las ilusiones como motor político? Porque las máquinas de ilusión son, al mismo tiempo e indisociablemente, máquinas de decepción y frustración. La novedad envejece deprisa, el gran momento pasa, el mundo nuevo no es tan nuevo como se nos había prometido, la salvación no acaba de llegar, el líder nos falla, las certezas vacilan…

Esta oscilación entre ilusión y decepción ha marcado ya dos siglos y medio de política clásica (tanto oficial como revolucionaria). ¿Es la única política posible? ¿Sólo cegándonos a la realidad, con sus clarooscuros y complejidades, nos podemos comprometer en una empresa de cambio? ¿Sólo la retórica movilizante, la arenga permanente y el triunfalismo que da seguridad nos inyectan energía para pelear? ¿Hay que jugárselo siempre todo a una carta, poner todos los huevos en la misma cesta y fiarlo todo al genio de una figura salvadora?

El 15M supuso un giro: no prometía nada, afirmaba que podríamos cambiar lo que entre todos estuviésemos dispuestos a cambiar (partiendo en primer lugar de nuestras propias vidas). Pero la política de la ilusión vuelve ahora por sus fueros, en esta fase de lucha por el poder político, imponiendo sus alternativas: ganar o perder, ahora o nunca, viejo o nuevo, todo o nada. Por eso la voz de la filósofa Marina Garcés se recibe en este contexto como aire puro. Como una voz que no niega la pelea (también en el campo institucional) y sus exigencias, pero que nos recuerda que se puede (y se debe) pelear sin abolir la complejidad de lo real, su diversidad de planos y tiempos, etc.

El artículo que puedes leer a continuación es una versión de la intervención en la Feria de Economía Social de Catalunya junto a Ada Colau y David Fernández (CUP). Ha sido traducido del catalán por Jordi Oliveres.

Dos retos: redefinir la riqueza, declinar la política en plural

En los años 80, el capitalismo creó una ficción temporal: la de su triunfo definitivo. A través de una victoria histórica sobre el comunismo, y a través de una ilusión seductora que pasaba por la ideología del progreso, del desarrollo y por tanto de la promesa de una vida mejor para todos, el capitalismo se confundió con la realidad.

Actualmente, esta ficción, como las otras burbujas que produce el capitalismo, ha pinchado. La promesa seductora ha mostrado sus límites, cuando constatamos que el crecimiento ilimitado toca techo y que, por tanto, la desigualdad no es lo que el desarrollo capitalista había de dejar atrás, sino que es hoy la consecuencia directa de su funcionamiento, también en los países más ricos. Por otra parte, la victoria del capitalismo sobre el comunismo, después de la guerra fría, no ha traído la paz. La victoria del capitalismo es la de una guerra permanente. La crisis, por tanto, no es un accidente sino una condición del capitalismo y de su funcionamiento, que ya sólo puede seguir manteniéndose desde su imposición, cada vez más descaradamente brutal y autoritaria, como demuestra en este momento la contraofensiva del TTIP (Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión).

Esta situación de quiebra y de ruptura plantea dos retos ineludibles para cualquier proyecto de transformación social y política que quiera cambiar realmente algo. El primero es redefinir el sentido de la riqueza. La cuestión ya no es producir más riqueza y decidir, políticamente, sobre los modelos de su redistribución (liberal, socialdemócrata, socialista, comunista, etc). Lo que está en juego es desvincular riqueza y crecimiento. Hace tiempo que se defienden estas ideas desde las posiciones éticas y económicas del decrecimiento, pero incluso hay que ir más allá de este término. Más que crecer en positivo o en negativo, lo que todavía nos deja atrapados en la disyuntiva entre la riqueza y la pobreza, hay que dar el salto a la desvinculación de riqueza y crecimiento, desde una apuesta clara por la riqueza como valor a defender y compartir. ¿Qué sentido tiene la riqueza si el valor no se mide por el crecimiento?

Esta pregunta no puede ser respondida más que desde un espectro de formas de politización diversificadas y al mismo tiempo articuladas, capaces de vincular autoorganización económica y reapropiación de la decisión política a diferentes niveles y escalas de la vida social. Ésta es la segunda exigencia ineludible para cualquier nueva propuesta política. Lo que está en cuestión ya no es hoy la relación dual y binaria entre los movimientos sociales y las instituciones o entre la sociedad civil y la política. Si actualmente hablamos seriamente de desbordamiento institucional y de crisis de representación es que esta dualidad ya no nos sitúa ni nos orienta. El dentro y fuera de la política han saltado.

La política, en singular, ya no es lo que tiene lugar en los parlamentos o en determinadas formas de organización como los partidos o los sindicatos. La política es lo que expresa el conjunto de la vida colectiva, en sus diferentes formas de organizarse, de manifestarse, de decidir, de protestar, de reivindicar y de crear. La pregunta no es como recoger y representar todo eso, sino cómo articularlo, teniendo en cuenta que la política institucional sólo puede ser uno de los momentos y funciones de esta articulación viva.

Si algún sentido tiene hablar hoy de nueva economía y de nueva política tiene que ver con este doble reto: redefinir el sentido de la riqueza y articular formas de politización diversificadas y autónomas, capaces de superar hoy la clausura institucional de la política y el determinismo de la dictadura económica.

Una alerta, o sobre la insistencia en la novedad

No debemos confundir, sin embargo, la novedad de la situación con la novedad del producto. Desbordar las instituciones políticas desde una politización de la sociedad distribuida y diversificada no es un ideario nuevo y hay muchas experiencias antiguas en el tiempo que son la base de las propuestas actuales. Lo mismo ocurre con las prácticas de la economía cooperativa, social y solidaria: retoman viejas experiencias y aprendizajes para tiempos y realidades nuevas. La resistencia al capitalismo no es nueva, pero necesita inventar y concretar respuestas para coyunturas que cambian en cada lugar y para cada tiempo histórico.

Curiosamente, sin embargo, tanto el pensamiento revolucionario como el capitalismo, que son igualmente hijos de la Modernidad, comparten el culto a la novedad y a la juventud. La revolución busca hacer un mundo y una humanidad nuevos. El capitalismo, que es su cara perversa, destruye la sociedad antigua para producir y vender más y más novedad, en forma de mercancías y de experiencias. Lo que la modernidad convierte en un valor político, estético y mercantil es la novedad en sí misma. Y es que ella misma, la Modernidad, se define como un tiempo nuevo.

La novedad, sin embargo, es un valor temporal por definición: la novedad caduca cuando envejece o cuando entra en el terreno de lo conocido. Al final, la novedad, revolucionaria o capitalista, siempre resulta ser un producto de temporada. No nos podemos presentar, por tanto, como novedad, sin condenarnos, necesariamente, a caducar o decepcionar. ¿Qué pasará cuando los jóvenes de ahora sean viejos, cuando las caras nuevas de ahora sean conocidas y cuando lo que parecen propuestas nuevas muestren que no nos han llevado ni a un mundo ni a un país tan nuevos como prometían?

“Nuevo” es un adjetivo vacío, que vacía de otros valores lo que queremos vivir, compartir o proponer. Tenemos muchos otros adjetivos, heredados y para inventar, con los que llenar de ideas, de indicios y de referencias la economía y la política que queremos: social y solidaria, decimos cuando hablamos de una economía que se sustrae al dictado del beneficio particular. Podemos añadir: y justa, y digna, y decente, y honesta, y libre, y cooperativa, y común, y autónoma y… y… y…

Los adjetivos comprometen, pero es un compromiso que no podemos eludir. Actualmente, tendemos a esquivar los que la historia del último siglo nos ha legado más marcados: comunista, socialista, anarquista… Pesan, porque van ligados a experiencias históricas y relaciones de poder que, en muchos de sus aspectos no queremos repetir y porque sus -ismos predeterminan lo que podemos hacer, vivir y proponer. Tergiversemos y llenemos estos adjetivos de nuevos sentidos y experiencias, si se puede, y busquemos otros, todos los que nos hagan falta para desarrollar propuestas colectivas y organizativas abiertas a lo que aún no sabemos y a los retos concretos de nuestro tiempo. Pero no caigamos en el vacío y en la trampa de la novedad como valor. Nos durará dos días y cuando el tiempo pase inexorablemente nos caerá encima, implacable, su lógica: nos habremos hecho viejos, nosotros y nuestra política.

Una inquietud, o sobre los tiempos de la política y sus oportunidades históricas

Nos sentimos, de repente, en una situación de emergencia. La crisis económica que desde 2008 marca el paso de las políticas económicas de las sociedades más ricas, ha introducido en nuestras casas y en nuestras vidas lo que la ficción de la promesa capitalista de una vida mejor para todos nos permitía ignorar: los límites humanos, sociales y ambientales del actual régimen de explotación del mundo global. Estos límites ya no llegan en forma de denuncia o de discurso abstracto, sino en forma de precariedad, nuestra precariedad. Pero la desigualdad, la guerra por los recursos y la violencia económica sobre poblaciones enteras no habían desaparecido nunca del planeta.

Percibirnos en situación de emergencia nos lleva a confundir, sin embargo, la urgencia con la prisa y la necesidad de reaccionar con la oportunidad histórica. Es una confusión que en nuestro país tiene que ver con una coyuntura local. La emergencia global se solapa aquí con un fin de ciclo histórico y generacional. Así, tendemos a interpretar el impasse actual como una oportunidad histórica única en la que sólo se puede perder o ganar. Es un escenario excitante y movilizador, porque enfoca todas las energías en una jugada, aquí y ahora, ahora o nunca. Pero en el terreno de la transformación social y política, no hay que creer en el “ahora o nunca”. Si las novedades caducan, las oportunidades pasan. ¿Y después qué? Después, o la victoria total, que ya sabemos que no existe, o la frustración y el fracaso. Las narraciones lineales, como las películas, sólo tienen dos opciones: acabar bien o mal. En la lucha por defender y construir una vida digna para todos, no hay final ni después. Hay un ejemplo insistente, persistente y paciente que hace de cada día un reto y una exigencia.

Más que “ventanas de oportunidad”, necesitamos aprender a ver y valorar la potencia de cada situación desde una visión histórica. Más que a un gran momento, es necesario prestar atención a la multiplicidad de tiempos de vida que juntos podemos sustraer al dominio político y la explotación capitalista. Y más que una victoria, necesitamos paciencia, insistencia y persistencia, que son las virtudes con que realmente nos podemos reapropiar de los tiempos de la política, sin ser víctimas de una cruel e implacable política de los tiempos. Una de las cosas más importantes que muchos aprendimos en los centros sociales okupados de los años 90 fue que la mejor manera de abrir espacios de vida y de intervenir desde ellos en los conflictos reales de nuestra ciudad era generar calendarios y agendas propias. Esto no quería decir ir “a nuestra bola”. Era entender que el tiempo de la historia, cuando es único, siempre lo dirigen ellos.

Un desafío, la relación con el poder

Desde ahí se plantea el elemento clave que define la novedad de nuestra situación política actual: la relación con el poder. Esto sí que es nuevo, para nosotros. Y para nosotros significa para una generación muy concreta, nacida y crecida durante la Transición española, lejos de cualquier relación directa con el poder, ya sea económico o político.

En estos 30 años de victoria material y simbólica del capitalismo, en sus diferentes versiones, neoliberal o socialdemócrata, no es que no se haya combatido el poder, como a veces se quiere hacer creer. Hemos luchado, hemos resistido y hemos creado formas de vida alternativas. Pero estas formas de vida, de lucha y de resistencia han crecido en los márgenes. Márgenes incómodos, en muchos casos, porque ha habido mucha represión, destrucción y marginación. Y márgenes también cómodos, porque también ha habido muchas formas de tolerancia, de integración y de folklorización de las alternativas y las diferencias. En todo caso, esta marginalidad nos ha permitido desentendernos del problema del poder. Del poder institucional, como tal. Pero también del hecho de lo que significa tener poder sobre o desde la vida colectiva y ejercerlo.

Reapropiarnos de nuestras vidas colectivamente exige, pues, plantear la cuestión: ¿cómo tomar el poder (el poder de hacer y de decidir), sin ser tomados por el poder? Se dice que el poder corrompe. Demasiado fácil: parece un hecho natural. El poder seduce y destruye. O una cosa o la otra, o las dos a la vez. Salir de los márgenes de la vida social para ocupar el centro, como hemos ocupado las plazas, pide mucha honestidad sobre nuestros límites y mucha inteligencia colectiva para aprender a relacionarnos juntos con este poder del poder: su poder de seducción y su poder de destrucción.

En este sentido, un elemento de preocupación y una dosis de confianza: la preocupación viene del hecho de percibir un nuevo deseo de autoritarismo entre nosotros y en amplias capas de la sociedad. La situación de emergencia se traduce a menudo en un deseo de salvación y, por tanto, de figuras salvadoras. El autoritarismo, a menudo, es solicitado por quienes creen que necesitan ser salvados. Pero cuando la salvación entra en el lenguaje de la política, la política muere y entran en juego otros fenómenos que también organizan la vida colectiva, como la religión, los movimientos de masas o los discursos redentores del tipo que sean. Y esto ocurre a derecha e izquierda. El autoritarismo, hoy, se disfraza de realismo y el nuevo dios, implacable, es la realidad: funciona así y no puede ser de otra manera. Palabra de Dios. Pero no queremos ni salvadores, ni tecnócratas de la realidad: necesitamos compañeros capaces de compartir sus tiempos, saberes, afectos y lenguajes para articular estas formas de vida rica, autónoma y recíproca que queremos construir.

Desde aquí, una dosis de confianza: aunque la bestia humana es antropológicamente incorregible y aunque la historia tiende a repetirse, hay cosas que hemos aprendido porque las hemos vivido hace muy poco. En este país, por suerte o por desgracia, la historia siempre es muy reciente. Y actualmente, todavía tenemos dirigiendo la política, la economía y los medios de comunicación a muchos de aquellos que un día fueron caras nuevas que querían hacer un mundo nuevo. No hay que hacer arqueología. Podríamos hacer un pesebre viviente con estas figuras.

Respecto a ellos hay un corte, y de ahí el elemento de confianza: es un corte cultural y generacional, que es también un corte económico y político. El corte es lo que el mismo sistema, mostrando sus límites, ha impuesto: quienes venimos detrás, como generación, ya no nos podremos colocar. Somos los hijos de la crisis, aquellos que dicen que ya no viviremos nunca mejor que nuestros padres. Pero también somos los hijos de la red, y del deseo de transparencia y de una educación poco disciplinaria y relativamente igualitaria que nos ha permitido aprender a vivir desde nuestros vínculos e interdependencias. Esto nos pone en otra situación: o nos lanzamos cínicamente a la competitividad más desaforada o desarrollamos las diferentes caras de la cooperación necesaria. O el poder de unos contra otros, o la apuesta para descubrir lo que juntas podemos. No hay un término medio. Estamos en una bifurcación donde el deseo de poder económico y político se desnuda y muestra sus cartas. Son cartas feas, pero a veces la fealdad, cara a cara, es lo que puede inspirar más confianza. Nos enseña descarnadamente el rostro de lo que nunca querremos llegar a ser.

Estraido de Diario.es




El despotismo de los mercados

        “La ciencia de adquirir riquezas está en encontrar cierta cantidad de hambrientos, pagarles tres monedas, hacerles producir por diez, amontonar una fortuna y acrecentarla de inmediato mediante algún golpe de mano con ayuda del Estado” (P.Kropotkin)

Piotr Kropotkin nos ofrece desde la perspectiva léxica de final del siglo XIX una descripción realista del capitalismo. El sistema, heredero directo del feudalismo, se ha consolidado como generador y desarrollador de desigualdades que a lo largo de la historia no ha dado respuesta a las carencias sociales, nutriéndose de estas para la obtención de beneficios, y creando necesidades superfluas con las que acrecentar el mercado productivo de lo absurdo.

Quizás habrá quien objete argumentando que el capitalismo ha supuesto desarrollo y bienestar. Pero, detengámonos en los últimos siete años y certificaremos que este viejo y medieval sistema basado en la especulación solo beneficia a un porcentaje muy bajo de la población que se sirve del Estado de forma sustancial. Lo hemos padecido en el rescate, con dinero público, del sistema financiero en detrimento de quienes han perdido su empleo, su casa, o hemos visto deteriorarse el conjunto de  prestaciones sociales. Ese juego con el capital público ha contribuido única y exclusivamente para hacer caja, cambiar el color de los números con el fin de acreditar una subida ficticia de la economía de los grandes números.

Fue Nicolás Sarkozy quien dijo que era necesaria una “refundación del capitalismo” y como viene sucediendo entre las filas socialdemócratas se aplaudió tal exabrupto y se miró con deseo al libre mercado, en su versión liberal y “moderna”, como el mejor remedio contra esta estafa propiciada por el sistema mismo. Así encontramos flirteos con el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) o Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión, argumentando dichos apoyos en hipotéticos beneficios, políticos y económicos, para Europa. Tesis no contrastadas y asentadas sobre la conjetura de que, por ejemplo, el estado español sería el cuarto país más beneficiado del acuerdo por detrás de Reino Unido, Suecia e Irlanda con un crecimiento, dicen, del 6,55% del PIB. Aventuras neoliberales fundamentadas en el ejemplo, ahí va la andanada, del acuerdo de la cumbre Asía-Pacífico que consolida el liderazgo de China, vaya ejemplo de economía, al poner en valor su plan para liberalizar el comercio en Asia.

El espejo chino no puede ser un referente, el de EEUU tampoco. El país asiático cuya economía se basa en una combinación de “capitalismo de estado” y “propiedad privada” conculca derechos humanos básicos, medioambientales, laborales, etc.. Compite en el mercado de forma fraudulenta, puesto que en esas condiciones “feudales”, estimulantes de la esclavitud moderna objetivamente es más rentable, a corto plazo y en términos netos de beneficio, producir.

Abundan en su error al argumentar las bondades económicas de tal alianza al establecerse el mayor área de “libre mercado” del mundo, obviando que el capital chino es dueño de una parte importante de la deuda que occidente tiene contraída. Un disparate partiendo de la base de que dentro de este pretendido área, existen grandes diferencias estructurales que afectan directamente al tejido político, social, laboral, y ecológico principalmente. Un concierto en el que los estados son meras comparsas cediendo soberanía sobre “los mercados”, algo habitual y necesario para el sistema reconocido por autores como el historiador Fernand Braudel que concluye en su trabajo “Dinámica del Capitalismo”: Para que el sistema capitalista tenga éxito es necesaria cierta tranquilidad del orden social, así como una cierta neutralidad, o debilidad, o complacencia del Estado.» Lo que nos vuelve a ilustrar sobre la hipocresía del estado en la defensa del interés general.

Las diferencias sustanciales entre las potencias de occidente, no digamos ya de los países del oriente, radican en la aplicación de los preceptos marcados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En la cuestión social con diferencias importantes incluso dentro de la propia Unión Europea en el nivel de prestaciones. El control de los procesos productivos implicados en la alimentación.  En el respeto del medio ambiente con restricciones y o establecimiento de medidas protectoras del mismo en los procesos productivos industriales.

“La tierra tiene lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no las ambiciones de unos pocos.” (Mahatma Gandhi). La ambición no tiene límites y el TTIP se anuncia como un bien común; la solución a los problemas estructurales del sistema. Pero, realmente es una espada de Damocles sobre el tejido social conocido. Las grandes corporaciones financieras y empresariales desean tener el control absoluto de todo, especialmente de los recursos naturales, quieren erigirse en las encargadas de regir el destino de las personas bajo la premisa de la beneficencia y para ello no han dudado en organizar el actual desorden económico, en el que los países endeudados optan por vender de tal manera los servicios públicos básicos si no hay recursos naturales que dilapidar.

Estamos sufriendo las consecuencias directas de reformas laborales regresivas, que lejos de activar el empleo lo hunden o precarizan empujando a las personas a la miseria. Hoy quienes disponemos de un trabajo somos más pobres que hace ocho años y quienes manejan los hilos de este espurio sistema son más ricos pero como no les basta se esfuerzan en sobornar estamentos políticos y jurídicos para dar al TTIP rango mesiánico con el que, si no lo remediamos, recibiremos una nueva vuelta de tuerca, quizás la definitiva.

Nos vuelven a hablar de puestos de trabajo, de inversión, de beneficios económicos, de sociedad del bienestar y la cuestión es que hay que hacerse las preguntas ¿Realmente confiamos en quienes nos han traído hasta esta farsa económica, que diluye el valor propio del trabajo y se afianza en la economía especulativa? ¿Realmente confiamos en quienes utilizan el arma del desempleo para cercenar derechos laborales y sociales, poniendo por delante los réditos particulares estableciéndolos como único valor posible?

La única salida a esta encrucijada liberal radica en la conquista de un modelo social más sostenible e igualitario. Está en nuestra mano huyendo de la representatividad.

Joseba Santesteban

Afiliado a CGT-LKN




La huelgas que se ganaron en Iberia

Las huelgas que se ganaron en España

“Me dirán que la situación política de entonces y ahora ha cambiado sustancialmente […], me explicarán también cuestiones controvertidas referentes a la coyuntura económica y muchas cosas. Pero lo que el obrero no debe perder de vista es que nuestra sociedad está dividida en clases sociales, con intereses históricamente contrarios y que estas clases sociales generan enfrentamientos que yo y mis compañeros caracterizamos como lucha de clases, y que ni las clases sociales ni la lucha de clases las hemos inventados nosotros”.

Este texto forma parte de un intervención de un trabajador en una huelga. Podría ser de ayer mismo en la asamblea de trabajadores de barrenderos de Madrid, pero el discurso se produjo en octubre de 1976 por Angel Ayllón, un trabajador de Castella y Cía durante la segunda huelga general que se efectuó en Sabadell en ese año. Según el historiador Xavier Domenech esta intervención se realizó en un contexto de abandono de la propagación del conflicto obrero como método para conseguir el cambio político. La lucha obrera molestaba para la transición a la democracia.

Las huelgas y el conflicto obrero han sido a lo largo de la historia el canal por el que han fluido los derechos de los trabajadores, por ello han sido atacadas y criminalizadas desde los ámbitos conservadores cuando se producen. No es la única estrategia que existe, en una fase avanzada de la propaganda contra la lucha obrera se minimiza la vigencia de estas actuaciones y se pone en duda la efectividad de la huelga como forma de protesta.

Las huelgas ganadas

La retirada del ERE de 1.194 trabajadores de las empresas OHL, SACYR y FCC, que gestionan los servicios de limpieza viaria de Madrid, ha sido la última victoria de una huelga y de la lucha de los trabajadores cuando ven atacados sus derechos. El sábado por la tarde las empresas faltaron a la palabra dada y a la firma del preacuerdo echándose para atrás una vez que la ciudad ya estaba limpia tras la actuación de Tragsa y los contratados por una ETT. El acuerdo al que final han llegado los barrenderos con las empresas concesionarias recoge las principales demandas por las que la huelga comenzó. Han sido muchas las huelgas ganadas en la historia del movimiento obrero español en la que la huelga de los barrenderos puede mirarse.

Hace poco hablamos en La Marea de la Huelgona, una huelga de mineros en 1962 de más de un mes, que consiguió que un ministro franquista fuese a negociar con los trabajadores y publicase un decreto urgente que permitió mejorar las condiciones salariales de los mineros tal y como ellos exigían. Pero sin duda, uno de las mayores logros en la historia de la lucha obrera en España fue la Huelga de la Canadiense en 1919, que finalizó con la publicación del decreto de las ocho horas, siendo España el primer país europeo donde fue instaurada la jornada laboral de ocho horas.

La huelga de la Canadiense comenzó como lo hizo la Huelgona de 1963, por solidaridad entre trabajadores. El gerente de la Canadiense, Fraser Lawton, despidió a ocho trabajadores del departamento de facturación al exigir éstos que todos los empleados del departamento debían cobrar lo mismo si el trabajo también era el mismo. El despido de los ocho compañeros provocó que los 117 empleados del departamento se pusieran en huelga y marcharan hacia el edificio de la gobernación para hablar con el gobernador. La respuesta fue una carga policial y el despido de los 117 trabajadores.

La noticia no tardó en conocerse en toda la ciudad. Con el apoyo del sindicato anarquista CNT, la huelga de las plumas y los tinteros pasó a convertirse en una huelga general que duró 44 días. La protesta llegó a dejar a Barcelona a oscuras por la solidaridad de otros obreros de diferentes ramos, tal y como narra una crónica en el diario ABC del 27 de febrero de 1919.

situacion se agrava

“Muy interesantes noticias facilitó anoche a los periodistas el subsecretario de Gobernación respecto a la situación de la huelga de Barcelona. A las ocho estuvo en el ministerio el jefe del gobierno, y, en unión del Sr. Gimeno, conferenció con el gobernador de dicha capital. El Sr González Rothwos le informó que la huelga se iba extendiendo, habiendo parado los obreros de la Catalana del Gas, gran número de los del ramo de aguas y los encargados de las llaves de luz en las casillas, que son los que encienden el alumbrado de la ciudad. Cuando el gobernador de Barcelona comunicaba estas impresiones, le llevaron la noticia de que se había verificado un apagón casi general en la ciudad” (ABC).

La huelga de La Canadiense provocó la caída del Conde de Romanones, a pesar de que en abril cedió la mayor conquista del movimiento obrero hasta la fecha, la publicación del decreto de las ocho horas. La jornada de las ocho horas fue la culminación de 30 años de lucha obrera en España, la huelga de febrero en Barcelona fue el detonante que acabó por hacerlo posible pero que sin las huelgas de los años anteriores no habría sido más que una quimera de imposible consecución.

Jornada de 8 horas

Ni que decir tiene que la medida no gustó a todos. La cámara de comercio de Madrid redactó una instancia de protesta a la que se adhirieron todas las corporaciones mercantiles contra el decreto de las ocho horas. La cámara de comercio pedía que no se incluyera en la obligatoriedad de trabajar solo ocho horas a los empleados de los comercios y los textiles ya que no eran equiparables a los obreros fabriles.

Uno de los efectos colaterales a la huelga fue la llegada de Severiano Martínez Anido a la gobernación civil, que solo fue capaz de tratar el conflicto obrero mediante tácticas terroristas en la época conocida como el pistolerismo, que magistralmente trató Eduardo Mendoza en “la verdad sobre el caso Savolta”. La gestión de Anido provocó mucho sufrimiento en el movimiento obrero de la época al tratar de descabezar a los sindicatos anarquistas con asesinatos y técnicas de terrorismo de estado.

A lo largo de la historia del movimiento obrero no existe consecución de derechos laborales sin la lucha previa que lo hace posible. Si hoy descansamos en domingo es porque en 1904 se promulgó la ley del descanso dominical después de 10 años de proposiciones infructuosas por parte de la Comisión de la Reforma Social, un órgano creado para mejorar las condiciones sociales de los obreros que fue ignorado desde su creación en 1883, un órgano que solo funcionaba con el empuje y el impulso de las huelgas y del conflicto permanente del movimiento obrero.

La propaganda contra la efectividad de las huelgas y la vigencia de la lucha de clases ha funcionado. Al movimiento obrero le queda recuperar ese espíritu de protesta que en España se ha vivido durante muchas fases de la historia y que se ha perdido por la falsa sensación de equiparación de clases. En los años del tardofranquismo y los previos a la muerte del dictador el movimiento obrero resurgió con fuerza, formaba parte de la vida de los trabajadores y ese espíritu se impregnó incluso en los niños que copiaban el comportamiento de sus familias. En el libro Cambio político y movimiento obrero bajo el franquismo se recoge una anécdota que muestra ese espíritu de lucha también en la infancia.

“Un alumno de Lidia, durante la clase soplaba una bola de papel de plata que le había dado la forma de una especie de pájaro, que habían bautizado bajo el nombre de Pipo. Lidia se lo ha quitado diciéndole que se lo devolvería al terminar la clase. Unos minutos después el niño recogía. Mientras tanto, había construido con un trozo de papel y dos bolígrafos una pancarta con la inscripción “Amnistía para Pipo”. El niño tiene 12 años”.

Extraido de LM




Cuando el límite de x no tiende a infinito

Un día cualquiera me encontré con una pregunta de una servidora de Madrid bastante curiosa. No era de matemáticas, sino de política y en concreto son cuestiones acerca de las las limitaciones ideológico-políticas del anarquismo. Más específicamente, haciendo un balance de las distintas aportaciones teóricas a la actual coyuntura y sus limitaciones. Por un lado, estas cuestiones exigen mucho seso, pero por otro, me sabría mal dejarla plantada, dejando además, muchas cosas clave en el tintero. He aquí que me haya decidido responder, y el título precisamente es una parábola a dichos interrogantes.

Film-fest-reaches-out

Para contextualizarnos mejor, nos remontamos a los tiempos convulsos de la reestructuración del régimen franquista, llamado comúnmente como “Transición a la democracia”, allá por los años ’77 del siglo XX. En esa época, comenzó a resurgir la CNT una vez ya en la legalidad y poco a poco comenzó a asomar la cabeza otra vez el movimiento obrero y junto a éste, el movimiento libertario. Sin embargo, no estaban exentos de divisiones internas y pronto las excisiones y el caso Scala terminó por desmoronar el movimiento. Represión, cárcel, terrorismo de Estado y torturas, eso fue la cara oculta de la historia reciente de este país que no sale en los libros. Tras haber neutralizado el movimiento obrero, la historia desde finales de los ’80 hasta hoy ha sido la historia de los partidos políticos. El pueblo había dejado de ser protagonista. En ese período el anarquismo continuó como movimiento marginal, con aires nostálgicos de aquel pasado glorioso del ’36. En los años ’90, comenzó a aparecer tendencias insurreccionalistas que pretendían romper con el inmovilismo de entonces, aunque a falta de hojas de ruta y estrategia política, acabaron desentendiéndose del resto de las luchas y terminando por caer en mera literatura incendiaria. La crisis del anarquismo se hizo patente en ese momento, y se notó cuando estalló la crisis allá por el 2008 por una ausencia casi total de respuestas sociales desde el anarquismo.

Pero llegó el 15M y de allí, el punto de inflexión Si bien el 15M no supuso un impulso real al movimiento libertario, sí que preparó el terreno para la escalada de la movilización social y a la vez, en ese momento se visibilizó la inoperancia del anarquismo en general en el Estado español. Una de las mayores limitaciones dentro del movimiento libertario fue la incapacidad para transmitir nuestros mensajes al resto de la sociedad, concretamente, a gran parte de la clase trabajadora. Junto a ello, la falta de proyectos políticos y económicos claros unido al hermetismo del propio movimiento que llevamos arrastrando desde que se desmoronó tras el Caso Scala, hace del anarquismo algo opaco al resto de la sociedad, una suerte de utopía para soñadores incansables. Estos factores pueden tener raíz en la propia esencia del anarquismo: la diversidad. El anarquismo tiene multitud de interpretaciones, y hay ocasiones en que la diversidad degenera en atomización, que es la fragmentación de las ideas anarquistas en átomos en los cuales cada individuo se forja su propia concepción y se cierra en su burbuja. Por otro lado, la diversidad puede ser un punto fuerte. Para que fuese así, esta diversidad debería ser dialéctica y dinámica, que supere los viejos esquemas siguiendo el método científico y se adapte a las coyunturas donde se dan; una diversidad que admita la unidad teórica entre la diversidad de opiniones y se construya socialmente.

De la diversidad surgieron también diversas corrientes o tendencias dentro del mismo anarquismo. Así pues, podemos distinguir aquellas relativas a la finalidad: anarquismo individualista, mutualismo, colectivismo y comunismo libertario. De las cuales, han bebido las corrientes relativas a la forma organizativa o medios empleados: insurreccionalismo/anarconihilismo, anarcosindicalismo, anarquismo social, etc. Como tratar de detallar cada tendencia daría para escribir muchos artículos, voy a centrarme en aquellos relativos a la praxis inmediata que están más de actualidad y más determinante para los tiempos que corren. Aquí no trataré sobre las corrientes finalistas.

Comenzando con el insurreccionalismo, hemos de señalar que no es una tendencia exclusiva del anarquismo, sino que también puede ser del marxismo revolucionario. El insurreccionalismo no es más que un método que pretende transformar la realidad presente a través de la revuelta y con un claro discurso que apunta a la realización de un fin revolucionario en lo inmediato. Obviamente, esto tiene una gran limitación y viene dado por la omisión de dos importantes factores que determinan la posibilidad de creación y avance de un movimiento revolucionario: las comunidades en lucha y la acumulación de fuerzas. Si bien el insurreccionalismo podría ser una salida al estancamiento, si se desentiende de las problemáticas sociales y de sus procesos de movilización perdiendo así unas posibles bases que amplíen al movimiento, estará abocado al fracaso. Así lo demuestra, por ejemplo, la diferencia entre el anarquismo insurreccionalista griego y el ibérico, por mencionar las más destacadas. Resulta irónico que ciertos insurreccionalistas critiquen la idea de comunidad y de acción colectiva, cuando realmente, las tendencias insurreccionalistas que podrían tener posibilidades de ser actor revolucionario de cambio, son las que han sabido conectar con los problemas sociales inmediatos y crear comunidades. Exarchia, conocido barrio ateniense tomado por anarquistas, no está formado única y exclusivamente por anarquistas, sino también por numerosas personas que ven la autoorganización y la autogestión como alternativas factibles al sistema capitalista. Incluso la pequeña victoria arrancada por Nikos Romanós al ponerse en huelga de hambre, ha sido también gracias a las redes de apoyo y a la solidaridad del tejido social creado en Atenas (y también del resto del mundo), cosa que sin ella, no habría podido llegar hasta este punto y poder aspirar a victorias mayores. En resumen, el insurreccionalismo no tendrá éxito si no es capaz de conectar con la problemática social inmediata ni crear la base social que articule el movimiento. De hecho, es gracias a esa base social la que otorga contenido político y sentido a las luchas.

Hablando del anarcosindicalismo, aunque en el primer tercio del s. XX en el Estado español el anarcosindicalismo haya podido ser una fuerza mayoritaria, hoy no tiene mucha influencia en el panorama laboral, incluso entre el sector de la clase trabajadora sindicada. La principal limitación es su propia naturaleza de ámbito específico: el laboral. El anarcosindicalismo sirve como herramienta para la organización de la clase trabajadora, al margen de su ideología política, en los centros de trabajo en la coyuntura del sistema capitalista. En este sentido, a través del anarcosindicalismo se pretende articular una organización de clase que permita responder a las agresiones de la patronal, y que a su vez, sirva como punto de partida para la concienciación de la clase trabajadora, demostrando además, que mediante la acción directa podemos resolver los conflictos a nuestro favor y defender nuestros intereses inmediatos No obstante, el propio sindicalismo no va más allá de las luchas económicas al ser de ámbito específico y sectorial. Otro problema del anarcosindicalismo, al menos en el Estado español, ha sido la sobreideologización que ha obstaculizado y ha ocasionado que, en algunos casos, ciertos anarcosindicatos (no voy a tratar aquí ninguna sigla en concreto) se conviertan en ghettos y no en herramientas funcionales. Esto puede ser debido, en parte, a la influencia de lo que se podría llamar “anarquismo oficial”, aquella corriente nostálgica con los años ’30 y que no supo conectar con la realidad social debido a la falta de análisis rigurosos y centrado únicamente en la pureza ideológica más que en una visión estratégica y de articulación de movimiento. En resumidas cuentas, el anarcosindicalismo debería, ahora más que nunca, constituir la alternativa real al sindicalismo de concertación y volver a impulsar el movimiento obrero de carácter autónomo.

Por último, no cerraría este artículo sin analizar el anarquismo social, de reciente importación al Estado español. La entrada de esta corriente supuso un soplo de aire fresco y una posibilidad real de salir del estancamiento y del estado languideciente del anarquismo actual en este país, para volver a levantar un movimiento libertario con capacidad para impulsar las luchas sociales a través de la organización popular. Otro punto importante a tener en cuenta es la necesidad de articular un movimiento libertario multisectorial, que conecten todas las luchas, tales como en el ámbito laboral-estudiantil, a nivel de barrio, comunitario y territorial, y a nivel político-ideológico. Posiblemente, la limitación residiría en la falta de tejido social en gran parte de la población de la península, tejido social que se perdió en el franquismo y por la “cultura de la Transición“. Aunque en estos últimos años, la movilización social ha ido in crescendo y, a falta de actores políticos revolucionarios que actúen fuera de las instituciones, podrían acaban como extensiones de partidos como Podemos y terminar vaciando las calles.

En general, al menos actualmente en el Estado español, al anarquismo le faltan proyectos políticos más concretos que apunten a finalidades cercanas nuestro alcance, que permitan el avance de las luchas inmediatas fortaleciendo la organización popular en vez de apuntar a la vía institucional y crear alternativas las cuales sean el propio pueblo trabajador y las clases oprimidas quienes sean los y las protagonistas. Una de las limitaciones son las pocas herramientas de análisis de coyuntura que tenemos, cosa que sí tiene el marxismo de los cuales nos podemos inspirar, y que nos permita conocer rigurosamente las distintas fuerzas políticas y sociales en el escenario político y determinar las estrategias adecuadas para impulsar la transformación radical de la sociedad. A pesar de todo, las experiencias históricas en las cuales se pudo materializar el anarquismo, así como las experiencias en Rojava, demuestran que es la única vía para la emancipación social y superar el sistema capitalista.

Publicado por Lusbert en Regeneracion libertaria