Albert Camus. Su Relación con los anarquistas y su crítica libertaria de la violencia

La Editorial Eleuterio, del Grupo José Domingo Rojas, ha editado un magnífico libro: Albert Camus. Su Relación con los anarquistas y su crítica libertaria de la violencia. Su autor es Lou Marin, que lleva desde 1980 escribiendo en la publicación anarquista Graswurzelrevolution, editada en Alemania, fundada en 1972 tras el movimiento estudiantil que defendía «una sociedad sin violencia ni dominación»; en la actualidad, afincado en Marsella, desempeña labores como periodista, escritor, traductor y editor.
 
La colección Construyente de la editorial se inaugura con esta obra sobre Camus, un autor que, tal y como se dice en las palabras preliminares del libro, «nunca ha dejado de hablarnos»; una gran cantidad de anarquistas vieron en él a un compañero. Años después de su muerte, se escribió en el periódico Solidaridad Obrera: «Camus nos enseñó a no tender los puños a la cadena; el amor a la libertad; la repulsa a todas las tiranías; no matar nunca, aunque lo mande el César; desechar el odio; ser humildes entre los humildes; abrir surcos de redención y disipar tinieblas. Y a pesar de su agonía intelectual supo decir con optimismo: ‘El día de mañana es nuestro'». Como vieron tantos otros autores como Camus, el siglo XX fue el abandono de los valores de la libertad en el movimiento revolucionario, la conversión del socialismo libertario en «socialismo cesáreo y militar». Por eso, a principios del siglo XXI es tan necesario la visión de Camus; la libertad es el camino para llegar a la libertad. Marin recoge en esta obra un conjunto de investigaciones sobre la relación de Camus con los anarquistas y analiza en ellos su sensibilidad libertaria, especialmente en los 15 últimos años de su vida.

El primer ensayo del libro, con el título «El Camus desconocido. Albert Camus y el impacto de sus contribuciones periodísticas a la prensa pacifista, anarquista y sindicalista»; se trata de una referencia al libroCamus et les libertaires (Editons Egregore, Marseille 2008), extensa obra del propio Marin en la que recopila diversos artículos de Camus en la prensa anarquista o en relación al movimiento libertario. Desgraciadamente, la actitud de Camus de condena del totalitarismo comunista le llevó a ser tildado de «ideólogo de Occidente»; nada más lejos de la realidad y Marin nos lo demuestra reivindicando al casi olvidado Camus libertario. Su pensamiento y su praxis, así como sus contactos y amistades, así nos lo hacen ver. Camus colaboró activamente con la prensa anarquista y también defendió a los libertarios en los tribunales (página 23). Otro ejemplo: el periódico anarquista Témoins, con el que Camus había colaborado activamente, tras su muerte en 1960 publica abundante material recordando los contactos libertarios del autor (página 29). Camus critica, tanto el capitalismo, como el autoritarismo comunista; se niega a formar parte de esa falaz dialéctica adoptando un punto de vista libertario y una militancia activa, lo cual demuestra que algunas acusaciones de falta de compromiso por parte de la izquierda autoritaria son absolutamente infundadas. Justicia y libertad van siempre unidas en la emancipación definitiva: «Los oprimidos no solamente quieren que se les libere del hambre, sino también de sus amos…» (página 33). El conocido «no» de Camus, de su «hombre rebelde» es inequívocamente un no anarquista a la opresión; Marin nos hace ver que se trata también de un no a la violencia en cualquiera de sus formas (página 39).

«El genio libertario. La solidaridad de Albert Camus con los libertarios españoles en el exilio» es el segundo ensayo del libro, esta vez inédito. Tras la derrota en la Guerra Civil, multitud republicanos se refugiaron en Francia, gran parte de ellos anarquistas; Camus, de origen español por parte de madre, denunció el trato que se les dio, con la reclusión en campos de concentración; también, el restablecimiento de relaciones diplomáticas de De Gaulle con Franco en el periódico Combat desde el otoño de 1944. Jamás dejó de estar implicado en la liberación de España, y consideraba que la Segunda Guerra Mundial no podía estar acabada hasta que se produjese (página 44). La colaboración de Camus con medios ácratas en el exilio fue permanente; en un prefacio para una obra colectiva de 1946, L’Espagne libre, escribió que España fue «el único país en que la anarquía logró constituirse como un partido potente y organizado» (página 48). Fue siempre un defensor de los perseguidos de cualquier régimen totalitario, fuera el franquista o el soviético, sabiendo que los anarquistas habían sido los grandes derrotados; tal y como se muestra en el libro, a través de las palabras de los que le conocieron, Camus fue de esa clase rara de hombres que no buscan publicidad ni vanagloria en sus constantes gestos de solidaridad, más bien al contrario. Los anarquistas españoles en el exilio supieron reconocer los actos solidarios de Camus, así como su convergencia en ideas políticas; así se observa en las publicaciones Solidaridad Obrera y Cénit (pagína 57).

El tercer ensayo, denominado «La recepción de la obra de Albert Camus por parte de los anarquistas en los países anglófobos y germanófobos», se publicó originalmente en «Rencontres Méditerranéennes Albert Camus», un encuentro académico realizado entre el 10 y el 11 de octubre de 2008 en la localidad francesa de Lourmarin. Marin considera, y así nos lo hace ver, que la acogida ácrata de la obra de Camus en esos países nórdicos fue más crítica y fría que en España y Francia, aunque Herbert Read hizo una crítica favorable de El hombre rebelde en 1952 (página 64) y tuviera en general una visión muy buena de Camus. En las últimas décadas, ha habido más visiones favorables de Camus  y uno de los rehabilitadores de sus posiciones en la guerra de Argelia será Colin Ward en los años 90 (página 67) en la publicación Freedom. En el mundo germano, a pesar de esa fría acogida inicial, también han existido autores que han reivindicado a Camus en las últimas décadas.
«Camus y su crítica libertaria de la violencia» es el último ensayo de Lou Marin presente en el libro, que ve la luz por primera vez en castellano después de haber conocido una versión francesa a cargo de Indigène éditions en 2010. En este artículo, se ahonda en la crítica de la violencia que realizó Camus, desgraciadamente desaparecido cuando aún era joven; se trata de una crítica con una doble dimensión, tanto al capitalismo, sustentado en el poder de la burguesía, como a la desviación revolucionaria que supuso el estatismo, algo que el propio Camus veía como una traición a la revolución por no respetar los valores de la revuelta (página 101). Esta crítica con doble intención la realizó, por supuesto, profundizando en las ideas libertarias y dialogando con el movimiento anarquista. El libro se complementa con diverso material gráfico y con un anexo con escritos de y sobre Albert Camus.




Una tienda de disfraces

Aprobado el proyecto de ley orgánica para la protección de la seguridad ciudadana, Juan Lanas se vio abocado a bajar persiana (toldo que ahora suben unos chinos por aclamación popular hacia el patrón mandarín), cerró su comercio por mor del artículo 35.17 capítulo cinco, ese que nos prohíbe a las personas civiles disfrazarnos de policías, cuando la demanda de tricornios y capas era la que mantenía últimamente a flote su tienda de disfraces.

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Fue un largo pesar, pasar del jamón a la mortadela, de la mortadela a la nada, pesar que costó digerir, pasando copiosas hambrunas para hacer frente a la hipoteca, Juan, Juana, Juanita y Juanito, los cuatro miembros la familia Lanas Lanas, resolvieron un día ponerse tras la pancarta: «Más hambre que Carpanta», así rezaban también las pegatinas alusivas que pusieron en una marquesina de la villavesa, siendo multados por un agente del orden y la ley: «por falta de deslucimiento leve» sentenció, en correspondencia con otro artículo más del capítulo cinco de esa ley orgánica, siendo multados con mil euros del ala y por cabeza, que de leve nada.

 

Así pues, sumando mil euros por aquí, mil euros por allá y otros mil por acullá, así se explica que en el estado español se haya disparado el gasto en material antidisturbios en casi un dosmil por ciento en un año, pues mejor que matar dos pájaros de un tiro lo es derribar uno de dos o tres o los que hagan falta, y más si es un perroflauta, uno más de aquellos que cuando niños de la “transición” fuimos forzados a soplar en el cole y sin tregua el himno de la alegría con la flauta dulce mientras, en la calle, se libraban amargas batallas entre las víctimas de la reconversión industrial y los verdugos del cambalache democrático: «demócratas de toda la vida», rezan hoy sus epitafios que alimentan nuestro alzhéimer histórico.

 

Un alzhéimer como la amnesia en boga de no pocos periodistas, reporteros y gacetilleros demócrata-cambalacheros, que no cejan en dar lecciones de moralidad por el miedo que pasaron quienes dan miedo el pasado 22 de Marzo en Madrid, ellos que ocultaron los crímenes de Ceuta porque esos negros, piensan y dicen, son los que roban el trabajo a españoles de bien como Juan Lanas, son los negros quienes pretenden despojarnos de los pocos derechos por sucesión que todavía conservamos los siervos del Borbón cazador.

 

Y así fue por la caza del siervo que, Juan Lanas ahora, viste un traje de rayas que no es disfraz porque, desde aquel su arrebato, duerme en Alcalá Maco, por pretender asaltar un bazar chino que antes lo fue de disfraces, con el agravante de hacerlo en paños de picoleto (léase el artículo 35.17 del capítulo cinco del proyecto de ley orgánica para la protección de la seguridad ciudadana), siendo apresado por un policía enmascarado de perroflauta (la ley se lo permite), cayéndole la de san Dos lustros cuatro meses y un día al pobre badanas. Asimismo Juana, viste ahora de látex que tampoco es disfraz, es su nuevo oficio el más antiguo oficio. Por otro lado los niños ahora visten de harapos, siempre en cuaresma no en carnavales mientras el poli, ese se viste de poli bueno y el político que no se quita la máscara de persona íntegra e insobornable ni en sus citas con el señor del maletín, el del lobby de los disfraces.

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 Goio Gonzalez (Malatextos kolektiboa)




La Dignidad y la Desvergüenza

“La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos”. Con esta consigna arrancaba hace más de dos siglos, en las calles de París, una de las Marchas por la Dignidad que mayor huella dejaría en la historia de la humanidad. La semana pasada, esas palabras volvieron a resonar, en diferentes lenguas, entre las miles de mujeres, hombres y niños que, desde diferentes rincones del Estado, ocuparon las calles de Madrid para alzarse contra el despojo de sus derechos más elementales. Dignidad, dignidá, dignitat, dignidade, duitasuna.

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Esta exigencia de dignidad, de respeto, es la respuesta a una política que pretende convertir el miedo en una categoría central de la vida cotidiana. El miedo al endeudamiento, al desahucio, al exilio forzoso, a la pérdida de unos ahorros o de un empleo cada vez más miserables. Esta política del miedo, de la ignorancia y del desprecio por los derechos, tiene dos caras. Una, la de los antisociales decretos leyes de los viernes, la de las contrarreformas laborales, la de la conversión de la vivienda en un lujo para pocos, la del asalto privatizador a la sanidad y a la educación, la de los 200.000 millones de euros para la banca. La otra, la represiva. La que arma a la policía hasta los dientes y la lanza como un mastín desbocado, babeante, contra una ciudadanía indefensa. La que siempre tiene a mano una reforma amenazadora del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, de las infames leyes de Seguridad Ciudadana y de Seguridad Privada, de la Ley del Aborto.

Quienes impulsan esta política del miedo son gente creyente, como el Ministro Fernández Díaz, que encomienda a Santa Teresa la resolución de la crisis mientras recibe a los desesperados en Ceuta y Melilla con vallas cortantes y disparos. También son gente piadosa, como el Ministro Ruiz Gallardón, artífice de una justicia para ricos y del enésimo intento de controlar el cuerpo de las mujeres, comenzando por las más pobres, por las que nunca podrán burlar la ley en clínicas privadas de pago.

Esta gente creyente, esta gente piadosa, autorizó a la policía a irrumpir en Madrid con balas de goma y gases lacrimógenos mientras las integrantes del Coro de la Solfónica, dirigida por Sonia Megías, gritaban “estas son nuestra armas”, enseñando sus instrumentos y las partituras. Esta gente creyente, esta gente piadosa, toleró infiltraciones, cargas desmesuradas y permitió que decenas de detenidos tuvieran que permanecer siete horas contra una pared y con los brazos en alto en los calabozos de Moratalaz, sin poder ir al servicio, sin beber ni comer hasta el día domingo. Y esta misma gente ordenó a la policía que disolviera la concentración legítima de apoyo y de solidaridad con quienes, en la más absoluta impotencia, habían visto avasallados sus derechos.

Da igual que el Comisario Europeo de Derechos Humanos, Nils Muiznieks, haya pedido, hace solo unos meses, el fin de la impunidad con la que las autoridades españolas suelen tratar los abusos policiales en manifestaciones y comisarías. Da igual que desde el Consejo General de Poder Judicial se hayan confirmado muchos de los vicios de inconstitucionalidad que las asociaciones de derechos humanos señalaron en la llamada Ley Mordaza. Da igual también que hasta los sindicatos policiales cuestionen la política irresponsable de unos altos mandos empeñados en presentar todo acto de protesta como una conspiración terrorista o filonazi.

Esta imperturbabilidad, esta incapacidad para rectificar, es consustancial al Régimen del miedo, del desprecio por los derechos, tan necesario cuando lo que se pretende es blindar privilegios que solo pueden prosperar en las alcantarillas del poder, sin luz pública alguna. De ahí el sutil pero efectivo golpe mediático que se ha producido en los últimos meses. El que permite a los grandes periódicos y televisiones silenciar y ridiculizar la protesta social. La de ahora y la de siempre. La hipócrita e interesada recuperación de la figura Adolfo Suárez como emblema de un “Consenso sin conflicto” tiene ese propósito. Borrar la memoria de la presión en la calle que forzó al Régimen franquista a abrirse más de lo que hubiera querido, y evitar, claro, que esta presión pueda llegar a imponer hoy la ruptura democrática que entonces no se consiguió.

En un momento de desasosiego social muy profundo, la Marcha por la Dignidad ha espoleado la esperanza de miles de personas que asistían impotentes, atemorizadas, a la expropiación de sus derechos y de la capacidad de decidir sobre sus vidas. Ese grito de esperanza tendrá continuidad en decenas de manifestaciones y actos, como los que tendrán lugar esta semana en Barcelona para denunciar las políticas represivas y apoyar a quienes, hace más de dos años, rodearon el Parlament de Catalunya para impugnar los presupuestos más anti-sociales aprobados desde tiempos del franquismo. Cada uno de estos actos, cada una de estas manifestaciones, será una confirmación, modesta pero irrevocable ya, del viejo aforismo de Lichtenberg: cuando los que mandan pierden la vergüenza, los de abajo pierden el respeto. No se trata más que de eso: de exigir dignidad, de plantar cara, a una gente que lo ha hecho todo por convertirse en la encarnación más acabada de la desvergüenza.

fuente: Publico.es




SERVICIO DE ATENCIÓN A DOMICILIO PÚBLICO Y DE CALIDAD EN PAMPLONA

El ayuntamiento de Pamplona desde que asumió las transferencias de SAD, ha venido prestando la atención directa en los domicilios mediante dos formulas: una pública, en un primer momento con Trabajadoras Familiares municipales y posteriormente hasta la actualidad por una empresa pública, y la otra parte mediante contratación privada. En todo este tiempo el SAD, ha sido gestionado por distintas empresas privadas, menos en un primer momento que lo  hizo una empresa social, Gaztelan.

Estas empresas privadas han cumplido su objetivo principal, que se resume en uno solo, la obtención por encima de todo de beneficios económicos. La mayoría de las veces estos han aumentado, disminuyendo la calidad del servicio y precarizando las condiciones laborales de sus trabajadoras. La actual empresa SARquavitae que lleva trabajando desde el año 2013 para el Ayuntamiento de Pamplona, se comprometió como así se marca en el pliego de condiciones, en su artículo 18  Derechos y Obligaciones de las partes, en el apartado de obligaciones del contratista, a la subrogación de sus trabajadoras.

Pero esta empresa lejos de cumplir con los compromisos del contrato y bajo el beneplácito de la dirección del Área de Bienestar Social e Igualdad del ayuntamiento de Pamplona, ha despedido por el momento a unas 20 trabajadoras, algunas de las cuales llevaban trabajando más de 7 años, e intuimos que esto va a seguir ocurriendo. ¿Cuál es el motivo de estos despidos?, están muy claros, contratar nuevo personal a menor precio. Esta claro que no importan las personas usuarias del servicio, que lo que necesitan en su atención es una estabilidad de las trabajadoras que les atiende, ya que como servicio personal se establece entre ellas un espacio de confianza y buen hacer.

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Por otra parte queremos denunciar también las deficiencias que están ocurriendo en la empresa pública que gestiona la otra parte del SAD, y que son visibles para las personas que trabajan en este campo y para los propios usuarios/as. Esta empresa nació hacia el año 2008, con el objetivo de recolocar de gerente a un antiguo sindicalista de la UGT y afiliado a PSN, eso sí a costa de despedir a las Trabajadoras Familiares municipales.

 Es urgente la unificación de la atención directa que se presta en los domicilios, a las personas que presenta problemas de dependencia o discapacidad. En primer lugar, exigimos que las trabajadoras despedidas se reincorporen a la plantilla del SAD. Además, reivindicamos la prestación directa de este servicio por parte del Ayuntamiento de Pamplona, y la desaparición de la empresa pública ya que este tipo de gestión solo ha servido para recolocar a personas determinadas y pagar suculentos sueldos como es el caso del gerente actual.

 Con la reversión del servicio y su gestión directa conseguiremos un doble objetivo, la prestación de un SAD de calidad y pensando en las personas no en los beneficios empresariales, y la estabilidad así como la dignificación de las trabajadoras, que todo hay que decir la mayoría son  mujeres.




Hacia el reparto del trabajo: puntos negros, puntos verdes

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A estas alturas de la crisis, la clave temporal resulta fundamental para enfocar la solución al problema del paro. ¿La postergamos hasta que llegue una incierta reactivación económica? ¿Al cambio institucional de políticas de empleo? Las perspectivas económicas más optimistas no son nada esperanzadoras, ni las políticas que se proponen parecen claras ni determinantes a corto o medio plazo. Y la realidad inmediata es que las 51.488 personas en paro, el 18%  de esta Navarra de la prospera corrupción, no puede esperar al futuro para comer y vivir dignamente. Ni las personas en paro, ni la ‘generación precaria’ de la juventud, ni el colectivo de personas migrantes, ni las mujeres, por no hablar de las familias que malviven de una pensión o que se ven amenazadas por un desahucio. Los sectores más vulnerables, cada vez más amplios, han entrado ya en una espiral de desesperación que nuestra sociedad no se puede permitir.

Ha llegado la hora de la solidaridad real, que incluso en nuestro contexto capitalista, pueda abrir una primera brecha contra el paro estructural y contra la estructura del paro. Ahora toca ser responsables y coherentes: dar ejemplo con prácticas solidarias que generen empleo, con o sin mediación de sindicatos, agentes sociales o instituciones. Es por ello que Banatu Taldea, iniciativa decrecentista por el reparto del trabajo y la riqueza, ha emprendido una campaña de visibilización del reparto del trabajo, una de las medidas que más impacto pueden tener en este esfuerzo, señalando tanto los puntos positivos como los negativos que en este aspecto advertimos en Navarra. En 2014 hemos marcado dos puntos negros –la empresa Volskwagen y la Administración pública, los buques insignia de nuestra economía- y uno verde, REAS Navarra.

VW-Navarra es una empresa en la cual se trabaja una enorme cantidad de horas extras, habiéndose llegado a pagar en un solo año y en plena crisis hasta 15 millones de euros, cantidad equivalente a los salarios de alrededor de 400 personas que nunca se contrataron. Además, en el actual convenio (recientemente firmado por UGT y CCOO) se potencian las medidas destructoras de empleo, pues lejos de reducirse la jornada individual anual de la plantilla, se incrementa ésta en 4 días; y de la misma manera, se incrementa la flexibilidad organizativa y en la jornada laboral, que en estos momentos alcanza ya la posibilidad de trabajar hasta 81 días por encima de la jornada individual anual -establecida ahora en 215 días de trabajo-, lo que supone la pérdida de una gran cantidad de empleo estable, a cambio de la generación de una menor cantidad de empleo precario. Por ello el pasado14 de enero le otorgamos  a sus puertas un merecidísimo Punto Negro.

Por su parte, la Administración Pública de Navarra está reduciendo los puestos de trabajo, recortándolos directamente, aumentando la jornada, disminuyendo la sustitución de las ausencias y externalizando numerosos trabajos. En los dos últimos años se han perdido centenares de puestos de trabajo, mientras, con la intención de edulcorar un poco las cifras del paro, nos plantean medidas de (supuesto) reparto que tan sólo recaen en la voluntariedad y el compromiso de la plantilla, sin ningún esfuerzo por parte de una poco ejemplar Administración. Todo ello sólo puede ser tildado de “antirreparto”. El Punto negro a la administración, que le otorgamos el 21 de enero frente al edificio de Conde Olitevo, es todavía más merecido porque esa destrucción de empleo redunda en una merma de la calidad de los servicios públicos.

Frente a estos modelos de insolidaridad escandalosa, la experiencia de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS Navarra), abre una vía hacia el futuro.  REAS Navarra tiene como ejes transversales la autonomía como principio de libertad, la autogestión, la cultura liberadora, el desarrollo personal en todas sus dimensiones, la compenetración con la naturaleza y la solidaridad humana y económica. Los diferentes colectivos que forman REAS Navarra desarrollan proyectos y actividades laborales de producción y de servicios, caracterizados por prácticas internas alternativas, desde valores contrapuestos al modelo capitalista. Prácticas comprometidas que dan credibilidad al discurso transformador y posibilitan un camino hacia un mundo más humano y respetuoso con la naturaleza.

Dentro de estas prácticas el reparto de trabajo sobresale con especial relevancia. Cabe destacar a los grupos Tierra, Medicus Mundi, Mugarik Gabe Nafarroa y Traperos de Emaús, cuyas prácticas de reparto constituyen la vía más sólida para luchar contra el paro a través de reducciones salariales equitativas y creación de empleo equivalente. El lema “Trabajar menos para trabajar todos” está asumido en sus estructuras como ejercicio de genuina justicia social. Esta es la razón por la que hemos otorgado a REAS Navarra y concretamente a los colectivos mencionados el primer SELLO VERDE, por integrar dinámicas de reparto de trabajo que abren una perspectiva esperanzadora: no todo está perdido, es posible trabajar, repartir y soñar con un mundo diferente.

La lucha contra el paro se ganará probablemente con la instauración de otro modelo productivo, una fiscalidad progresiva más justa, una renta básica de ciudadanía y una vida más frugal alejada del consumismo, pero hemos de comenzarla con el reparto de trabajo, la única medida que depende de nuestra respuesta desde abajo como ciudadanía organizada. En el siglo XXI, en Navarra, en el Estado o en Europa, el pleno empleo no sería una quimera si hubiera solidaridad plena, no mañana en una coyuntura favorable, sino a partir de hoy, en la crisis más dura que hemos conocido en los últimos tiempos. El trabajo va a ser cada vez más un bien escaso, debido al incesante aumento de la productividad que trae el desarrollo tecnológico y al colapso ecológico como consecuencia del despilfarro de recursos energéticos. No vamos a conocer la clase de reactivación económica capaz de absorber todo el paro generado y de proporcionar trabajo en las condiciones del periodo de crecimiento. Por ello te animamos a que te sumes a la campaña de Banatu, denunciando los puntos negros y destacando los puntos verdes en torno al reparto del trabajo que conozcas de primera mano y, sobre todo, practicándolo y promoviéndolo de manera colectiva. Haznos llegar tus experiencias (banatutaldea@gmail.com) para que podamos difundirlas y compartirlas. Para luchar por sociedad más justa e igualitaria y unas formas de vida más digna para todas y todos, nuestra pregunta es: ¿Qué vas a hacer tu, aquí y ahora, por el reparto?

BANATU TALDEA




Cambios de gobierno y otras zarandajas

          El tiempo de la economía de consumo, por suerte, toca a su fin por más que nos empeñemos en pintarnos una realidad más amable, más acorde a estos tiempos modernos y sobre todo, acorde con ese positivismo «progre» y bobo, que todo lo abarca y lo paraliza, que espera que todo se arregle con colorines, narices de payaso y «porque yo lo valgo». Lo estamos confiando al «todo esto es cíclico y pasará» o al «no es ésta la primera crisis que pasamos». Porqués de cura, sin ningún tipo de base real pero ciertamente reconfortantes para nuestra alma (de burgués indómito) y cómodos para nuestras rutinas.

            Atendiendo a las diferentes vertientes de esta «última crisis», podemos ver bien a las claras -quien lo quiera ver, claro está- que no es igual a ninguna de las anteriores acumulaciones capitalistas, porque ninguna de ellas, venía agravada por la actual crisis medioambiental y de recursos que hoy configuran una situación de absoluta emergencia.

            Ante la gravedad de la situación, socialmente estamos retratándonos como lo que somos: unas niñas de mamá con miedo a arriesgar lo que por otra parte, y en muy poco tiempo, nos van a acabar arrebatando. Nos van a empobrecer a pasos agigantados sustentando nuestro mayor o menor bienestar en la miseria de todos los demás, que cada vez serán más, hasta acabar siendo todos.

            Pero como la modernidad manda, hay que ser positivas y confiar en los partidos de izquierda institucional -los que lo son y los que se autodefinen como tal-, en sus poco novedosas propuestas, en sus expertos y en sus soluciones, todo ello, dentro de un sistema que creen poder controlar: el capitalismo. Es la mejor forma de seguir como hasta ahora: ni pobres, ni ricas, siempre jodidas en el tajo, pero con cuatro pesetas para comprarnos las narices de payaso y poder acceder a algún lujillo que nos eleve, aunque sólo sea de forma efímera, de clase social.

            Echando un vistazo hacia atrás, podemos comprobar que con cambios de gobierno y modificaciones fiscales no podemos ni por un momento pensar que vamos a salir de este atolladero. El sistema capitalista además, tiene una capacidad admirable para adaptarse a cualquier situación y salir airoso, pero es que en la actualidad, no parece mostrar ninguna gana de hacerlo. Ahí están China, India, Pakistán,… que son el nuevo Dorado de las grandes corporaciones. ¿Alguien cree que Inditex, Endesa, Arcelor, etc. van a avenirse a tributar al 60 ó 70%, por ejemplo, por el bien común? ¿Alguien cree que, con esas herramientas, las clases capitalistas, la santa madre iglesia y demás rapiña económica, van a aceptar una sociedad justa e igualitaria? ¿Realmente queremos una sociedad justa e igualitaria o nos basta con hablar de ella?

            La situación actual requiere «pegar a grande», pudiendo ganar o perder, pero asumiendo que debemos arriesgar. No nos tiene que bastar con maquillar la realidad manteniendo una precariedad en todos los aspectos de nuestras vidas en pro de mantener ciertas parcelas de poder. Debemos pelear por un cambio radical de políticas, por organizarnos entre diferentes creando las condiciones para que ese cambio sea posible, definiendo nuestro propio campo de juego y sus reglas. Y eso se hace en la calle, en contacto con personas (lo que hacemos a través de la pantalla de un ordenador o de un móvil, firmando un Charge.org o enviando un Güasap debería ser un elemento accesorio a la acción, no la acción en sí misma, papel que parece se le va asignando).      Hay que dedicarle tiempo, probablemente no más que el que pasamos delante de la tele o dando vueltas con los críos «por el Itaroa»;  mostrando nuestro cabreo ante tanta injusticia y no en los bares o con desfiles coloristas donde «nos damos una vuelta antes de echar un pote», donde todo está atado (el número de banderas por organización, los minutos por intervinente, el orden, los «permisos»,…). Hay que escaparse de ese ansia estético y destructivo por ver «una buena foto» al día siguiente en el periódico, mostrando de forma artificial lo que realmente somos y que queda en absolutamente nada a efectos de lucha o consecución de objetivos.

            Bienvenido pues el cambio de gobierno en Navarra aunque no sea más que por higiene mental y por enviar un mensaje claro al mundo del politiqueo: «no todo vale». Con la bienvenida una advertencia: dentro de este sistema no hay solución posible. Y con la advertencia una última reflexión: desde las instituciones del sistema no podemos acabar con el sistema mismo. Del mismo modo que cantaba Evaristo aquello de «no se han hecho los misiles para no explotar», tampoco se han hecho las instituciones para la emancipación social. Y podremos poner las excusas que queramos, pero sin hacer extensivas las luchas, sin tomar las calles y sin la determinación clara de cambiar las formas actuales de hacer política y de distribuir los recursos, lo único que nos queda es el suicidio colectivo, mucho menos cruel que el futuro que nos espera. ¡A ser positivos!

Colectivo Malatextos




Mas de lo mismo

¿Desde cuándo los servicios públicos tienen que ser rentables económicamente, obtener beneficio económico? ¿Cómo puede reducir los costes -pieza clave en la obtención de beneficios económicos- la asistencia hospitalaria, la domiciliaria, una residencia de discapacitados intelectuales o un centro de día, de forma que dicha reducción no afecte directamente a la calidad de los servicios prestados?

        

         Sin embargo, es lo que se nos dice constantemente desde las autoridades competentes, demostrando, o bien una necedad impropia de sus responsabilidades o  bien, la desfachatez propia del que se sabe protegido por sus compañeros de andanzas.

 

         Todos sabemos que este asunto de la «rentabilidad de los servicios», las externalizaciones, la gestión privada frente a la pública… son una gran mentira, que los impuestos que recaudan o que nos roban, y decimos roban porque el pueblo, la ciudadanía, tiene unas prioridades antagónicas a la de los gobiernos, se los gastan en pagar a la banca deudas ilegítimas, en elaborar macropoyectos de toda índole ejecutados por amigos empresarios o empresarios amigos -que no es lo mismo pero se lo llevan crudo igual- en formar aguerridos cuerpos de policias que nos metan en vereda, en gastos militares para meter en vereda a otros,… lo distribuyen en un sinfín de despropósitos que a pesar de serlo, siempre enriquecen a algún listo que si no manda, ronda al poder.

 

         Nos dijo hace unos días el consejero de Políticas Sociales, Iñigo Alli, que el Gobierno de Navarra destinará en los próximos cuatro años más de 63,3 millones de euros para la atención de personas con discapacidad intelectual en residencias, tanto para residentes como para la atención diurna en cuatro residencias: Infanta Elena (Cordovilla), Valle de Roncal (Pamplona), La Atalaya (Tudela) y Las Hayas (Sarriguren).

 

         De paso, se obsequió con unas merecidas palmaditas en la espalda por ser Navarra la comunidad más mejor del estado y por «dedicar todos los recursos posibles para mantener esta red de centros, pese a la crisis, a unos niveles muy superiores a los del conjunto de España». Gracias Iñigo, te llevamos en el corazón.

 

         Sin embargo, la gestión de los centros y de los «dineros» está adjudicada a SAR quavitae (¿Incapacidad de la Administración o el abc del «Manual del desmantelamiento de lo Público?»), cuyo Presidente de Honor Higinio Raventós, es un gran defensor de la necesidad de que se regulen los seguros privados de la dependencia como dejó claro en una entrevista publicada el 27 de noviembre de 2013, en la publicación «Redacción Médica»:

         » Es tremendamente necesario, pero para diseñar estos productos hay que saber qué es lo que se articula […] ¿Hasta dónde llega la posible ayuda pública? ¿Van a ser todos los españoles los que recibirán una ayuda o va a ser en función de la renta o el patrimonio? Se debe decidir claramente y se acuerde entre los partidos políticos hasta dónde hay dinero para ayudar a las personas, y si esto se define, queda muy claro el marco para el que el mundo financiero y asegurador pueda diseñar productos de financiación ligados a la jubilación, a las pensiones, a la salud, para cubrir estos riesgos.»

 

         Y ahora hay que comerse que SAR quavitae va a mejorar un servicio que tiene que dar la Administración con toda la capacidad recaudatoria que ésta posee, que lo va a hacer mejor, que lo va a llevar a cabo de forma más económica, que las condiciones laborales de las trabajadoras no se van a ver afectadas (podríamos preguntar a las trabajadoras eventuales del SAD del Ayuntamiento de Iruña, a ver qué dicen sobre el anuncio de que no serán contratadas en el futuro por parte de Quavitae, por resultar “caras”, desdeñando la experiencia que atesoran), que el servicio a los dependientes tampoco y además, debemos dejar un espacio en nuestras almas pervertidas para la gratitud que debemos  a tanto empresario y gobernante filántropo, que vela por nuestro bienestar y su propio beneficio económico.

 

         Higinio Raventós, presidente de Honor de SAR quavitae, antes de llevarse tanta adjudicación por estas corruptas tierras, tenga a bien aclararnos el propósito de algunos de los correos que hemos visto circular por ahí entre usted y el Iñaki en relación con el caso Nóos. A la espera de sus aclaraciones, nuestro apoyo solidario para trabajadoras y usuarias, que falta les va a hacer. 

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Carlos Taibo sobre el proyecto de partido «Podemos»

TAIBO-LIBRO1.Recibo estos días muchos mensajes, y muchas llamadas de amigos, que recaban mi opinión sobre ‘Podemos’. Prefiero expresarla aquí, en público, desde el respeto por la propuesta correspondiente. Y es que en ‘Podemos’ no faltan las personas que, con una larga trayectoria de lucha, merecen ese respeto, que aquí se expresa –o quiere hacerlo– tan lejos de la alabanza aduladora como de la crítica descortés.

2. Empezaré diciendo lo que muchos saben y lo que para otros es, sin más, irrelevante: no siento ningún interés por elecciones, parlamentos e instituciones. Y me veo obligado a certificar que ‘Podemos’, por muy iconoclastas que sean sus propósitos y muy amplios que sean sus objetivos, se vincula expresamente con todo ello. Lo hace, por añadidura, a través de la intuición, desafortunadísima, de que son los líderes los que dan sentido a los proyectos. Su momento de formalización obliga a recordar, en fin, que a algunos nos parecen poco estimulantes las iniciativas que surgen en la proximidad de unas elecciones. En ese escenario ratifico mi compromiso franco con la organización desde abajo, desde la autogestión, desde la democracia y la acción directas, desde el apoyo mutuo y desde la desmercantilización. Somos muchos –conviene subrayarlo– los que no estamos en la pelea electoral. Y bastantes los que no dejamos de sorprendernos ante las ilusiones que personas respetables depositan, digan lo que digan, en aquélla.

3. No tengo claro qué es ‘Podemos’: si una propuesta de método para solventar los problemas vinculados con unas elecciones o el cimiento de un cambio mucho más ambicioso. Intuyo, por lógica, que se trata de una combinación de ambas cosas, sin que, dicho sea de paso, la condición democrático-asamblearia de la segunda me parezca comprobable. En el estadio actual, de cualquier modo, no existe la posibilidad de juzgar un programa preciso, toda vez que el manifiesto difundido no tiene la condición de tal. Por ello no me queda otra que avisar, aventureramente, sobre lo que intuyo que está llamado a nacer de aquí y de imaginables derivas posteriores. Lo digo de otra forma: me sorprendería mucho que ‘Podemos’ se haya sacudido los vicios de análisis que arrastran por igual la izquierda que vive en las instituciones y la que dice querer romper con el régimen.

4. Algunos de los promotores de ‘Podemos’ nunca han empleado la palabra autogestión. Sus adhesiones de siempre beben de la idea, pregonada por la socialdemocracia y el sindicalismo de pacto, de que el Estado es una institución que nos protege (o al menos de que tal debe ser su condición). Así las cosas, el grueso de las propuestas que les conozco no rompe el molde keynesiano y hace uso inocultado de las herramientas de siempre –entre ellas la jerarquía y la separación– de la socialdemocracia recién mentada. No deja de producirme desasosiego comprobar cómo muchas personas que declaran rechazar de forma radical lo que significa la socialdemocracia engullen ésta a toda prisa cuando aparece ataviada con colores festivos aparentemente rupturistas y subversivos.

5. A mi entender, y en relación con todo esto, nada es más absurdo que la pretensión de regresar a 2007 para reconstruir en plenitud nuestros maltrechos Estados del bienestar. Y nada es más urgente que asumir una crítica consecuente de lo que éstos suponen. No se trata, en otras palabras, de salir de la crisis o del régimen: frente a las gestiones cortoplacistas de la primera, se trata de salir, y con urgencia, del capitalismo. Tampoco veo, por cierto, qué aporta, si le damos a la palabra emancipaciónun sentido serio, la defensa de la república —española, cabe suponer–, uno de los grandes mitos de la izquierda tradicional que prefiere ignorar que la propuesta correspondiente está en el guión del propio régimen y ya ha dado sus frutos, todos podridos, en Portugal, en Francia o en Italia. No acierto a apreciar, por lo demás, qué efecto de suma de voluntades acarrea la propuesta republicana.

6. Bien está que dispensemos la atención debida a la deuda y a los recortes. Pero, cuando hablo de la necesidad de otorgar a la autogestión un relieve decisivo me importa subrayar que no estoy pensando en viejas trifulcas del pasado. Lo estoy haciendo, antes bien, en la corrosión terminal del capitalismo, en la inmediatez del colapso y en las urgencias consiguientes. He escuchado estos días en labios de portavoces de ‘Podemos’ declaraciones, muy desafortunadas, de inocultado carácter productivista y desarrollista. No he oído hablar, en cambio –acaso he tenido mala suerte–, de centros sociales autogestionados, espacios de autonomía o cooperativas integrales. Si, como suele suceder, el proyecto que nace le da la espalda a discusiones ineludibles sobre la tecnología y la civilización industrial, sobre la desurbanización y la descomplejización de nuestras sociedades, o sobre el decrecimiento, motivos sobrados habrá para poner en cuestión su voluntad de ruptura con respecto a la miseria imperante. Aguardemos, y esperemos que vínculos con las instituciones y pactos con los iguales no hagan de ‘Podemos’ lo mismo que han acabado por hacer con tantos proyectos aparentemente rompedores.

7. Me ha parecido entender que ‘Podemos’ ha recibido un apoyo muy apreciable en la Red. Lo interpreto conforme a dos claves. Si la una es el designio, que asiste a tantos, de desnudar muchas de las carencias de la izquierda que participa en las instituciones, la otra tiene un evidente carácter de revuelta generacional. No puedo dejar de repetir que esos dos propósitos, respetabilísimos, cobran cuerpo en relación con una materia precisa, las próximas elecciones al parlamento de la UE, que a mi entender difumina su rigor. Otro tanto ocurre, desde mi punto de vista, con la condición aberrantemente personalista de la apuesta inicial. Algunas declaraciones que he escuchado o leído me han producido sonrojo. Tanto más cuanto que con frecuencia los portavoces de ‘Podemos’ se reclaman de un movimiento, el 15-M, que rechazó orgullosamente liderazgos y personalismos. Digo lo mismo del empleo, franco, de medios de comunicación que obligan a desplegar todas las cautelas. Y muestro al cabo mi perplejidad ante el hecho de que hasta donde llega mi conocimiento todo esto no provoque, dentro de ‘Podemos’, mayores controversias, como si fuese una discusión menor. Por momentos me ha parecido que acaso el nombre más adecuado para la nueva plataforma sería, más bien, ‘Posamos’.

8. Me parece llamativo que las diatribas más frecuentes, y más airadas, lanzadas contra ‘Podemos’ hayan nacido, en suma, del supuesto dinamitado que la iniciativa habría provocado en lo que se refiere a la “unidad de la izquierda”. Ni entro ni salgo en ello. Y no lo hago por cuanto me parece que todo el mundo juega las mismas cartas, de tal suerte que, puestos a cuestionar, habría que volcar la mirada en todas partes. Esto al margen, me da que la unidad que tienen en mente algunos de los detractores de la nueva plataforma, como algunos de los defensores de ésta, remite a la búsqueda de un mínimo común denominador que recuerda poderosamente a la miseria que hoy arrastramos. Me sorprenden, aun así, las críticas vertidas desde ‘Podemos’ a IU, y no porque disienta de ellas –tal vez mencionan demasiadas veces los pactos que la burocracia de la coalición de izquierdas mantiene con el PSOE y olvidan con frecuencia su relación, lamentable, con las cúpulas de CCOO y UGT, que vivirían, según el manifiesto fundacional de los que dicen poder, en el “desconcierto” (delicioso eufemismo éste)–, sino por una razón más prosaica: muchos de quienes enuncian tales críticas han trabajado años en IU. Parece que han sido un poco lentos a la hora de calibrar las dobleces de esta última.

9. Hace cien años Ricardo Mella escribió un sonado artículo en el que, en sustancia, venía a decir lo que sigue: votad lo que estiméis conveniente la jornada de las elecciones, o absteneos, pero no olvidéis nunca que lo principal es lo que hacéis, con vuestra lucha, los 364 días restantes del año. Leí ayer un comentario de alguien que afirmaba que muchos de quienes critican a ‘Podemos’ se caracterizan en esencia por no hacer nada. Es muy probable que sea así. Pero prestemos atención también a otra posibilidad: la de que muchos de quienes respaldan a ‘Podemos’ se cuenten entre esos aventajados usuarios de Facebook que le dan, valientes, al ‘me gusta’ y acuden presurosos a votar el día de las elecciones sin que sepamos nada más de ellos los 364 restantes días del año. Ése no es, claro, un problema de ‘Podemos’: lo es de todos.

10. Acabo. No nos queda otra posibilidad que aguardar noticias. No sin antes augurar, claro, que no es oro todo lo que reluce y que parece fácil intuir cuáles son las sorpresas que se avecinan. Mientras espero, anoto aquí el lema que hizo suyo, en Francia, una vieja revista libertaria: ni pastores ni rebaños.

Carlos Taibo




Mamá, yo no quiero ser como Ana Pastor

Articulo de: Cristina Barrial

Mamá, supongo que no te gustará lo que vas a leer a continuación. Sé que, a menudo, cuando estás cansada del día que cargas en la espalda y que te hace caminar cabizbaja, enciendes la televisión. Y no te culpo por ello. Yo también lo haría si tuviera. También sé que, según la época, destacan distintos ídolos mediáticos en la caja tonta que parecen los portadores de la verdad absoluta. Esos ídolos en los que toda madre querría ver reflejados a sus hijos estudiantes de periodismo, o periodistas en paro. Mamá, sé que cuando ves a esa chica que presentaba Los Desayunos de TVE y que ahora lleva un programa en La Sexta piensas en mí. Ana Pastor, la llaman. Sé que piensas en mí y se te iluminan los ojos y ronda por tu cabeza un “y sí…”. Pero no, mamá. Yo no quiero ser como Ana Pastor.

No quiero cortar a mi entrevistado en sus respuestas, no quiero robarle a él el protagonismo para colgármelo yo como trofeo. De las únicas cosas que he aprendido en la Universidad hasta ahora es que el periodista no debe ser noticia, debe dar voz. No quiero leerle al presidente de Ecuador fragmentos aislados de su Ley electoral sacados totalmente de contexto si de esta manera su significado cambia radicalmente. Tampoco poner en su boca cosas que no ha dicho (como aquello de quién financiaba Human Rights) y negarme a rectificar.

Tampoco quiero presentar un programa llamado El Objetivo que diga haber nacido sin ideología. Y esperar que me crean. Hablar de datos como representación de la neutralidad. Tampoco deseo usar términos como fascismo de izquierdas, lo que sí deseo es que, algún día, alguien me explique lo que eso significa. Dedicar un programa a la clase media no es algo hecho para mí, mamá. Yo no voy a seguir alimentando el sueño de muchos de creerse clase media mientras esperan la carta del desahucio. No voy a confundir a Gandhi con Mandela y presentar a este último como la encarnación del pacifismo. No quiero, en resumidas cuentas, mentir.

Si algún día estoy tras una cámara, o tras la mancheta de algún periódico, quiero ser radical. Entendiendo por radical, claro, el ir a la raíz del problema. Si algún día, como ella, tengo la oportunidad de tener a Juan Rosell delante, no desperdiciaré la ocasión de preguntarle por la crisis estructural del capitalismo para hablar, en su lugar, de mera transparencia. Mamá, yo no te prometo la quimera del periodismo objetivo y vacío de ideología como ella hace. Yo entiendo, que como la vida, el periodismo es tomar partido.

Fuente: LaColumna.cat




CGT/LKN Nafarroa ante la sentencia arbitraria a los tartalaris

barcina tartaDesde CGT/LKN web valoramos con gran preocupación el castigo totalmente ejemplar y arbitrario que supone la sentencia de hasta dos años de prisión por delito de “atentado”, así como los 900 euros de multa por “acción violenta” contra los tartalaris, sentencia que aplauden unas personas que acostumbran a desobedecer cualquier veredicto que no sea de su gusto, y citamos el dictamen emitido por el Tribunal Superior de Justicia contra las obras del corredor navarro de alta velocidad entre Castejón y Campanas, declarando ilegales dichas obras que se están ejecutando con total impunidad.

Se trata de un juicio meramente político, que responde a su estrategia de imposición totalitaria tal como avanza el borrador de la próxima ley de Seguridad Ciudadana. Para ellos luchar por un mundo mejor es ETA, cualquier acto de disidencia será considerado como terrorismo. La policía investiga la ideología de nuestro profesorado, pues yo me pregunto por la ideología de esta policía que a Yolanda le hace el saludo romano con ardor guerrero.

 

Tenemos un gran problema social: si un tren sale de Castejón a Campanas a una velocidad de 380 Km/h, y la tarta de un tartalari hacia la cara de la presidenta de Navarra a una velocidad de 5 Km/h, ¿qué condena será dictada por los jueces? Condenar la protesta demuestra que tenemos un gran problema social, con estos faraones y sus colosales obras, que siguen malversando e hipotecando a generaciones futuras con negro futuro.

 

 

 

Goio González Barandalla

CGT/LKN Nafarroa