Precariedades: Concentración 26 diciembre

El modelo económico en el que nos hemos instalado es generador de una creciente desigualdad e injusticia. La precariedad es una de las formas de aumentarlas.

Como todo, nos venden la precariedad como un factor corrector provisional, como un mal necesario para salir de la “crisis”, para generar empleo y acabar con el paro. Pero La precariedad no genera de por sí empleo; la mayoría de los empleos precarios se corresponden a puestos de trabajo normalizados y estables. La precariedad es una decisión “política”, es la opción elegida por los poderes económicos y políticos para mantener su dominación y su capacidad de imposición. Una persona con un empleo eventual estará en una posición mucho más débil para defender derechos y condiciones laborales. Esa decisión convierte en norma lo que aparentemente era provisional.

La precariedad laboral no es solo eventualidad en la contratación: las dobles escalas salariales, son precariedad; las externalizaciones de parte de la producción y todos los procesos de subcontratación, son precariedad; la facilidad de despido y las sucesivas Reformas Laborales, son precariedad. Hoy todxs somos un poco más precarixs y buena parte del trabajo con contrato indefinido ha caído en la precariedad extrema, con consecuencias drásticas en la condiciones laborales y salariales.

Valgan un par de ejemplos: la Administración y las empresas auxiliares del entorno de VW. En la Administración casi la mitad del empleo es eventual, y no por las condiciones de los puestos de los trabajos a cubrir sino por decisión del empleador, una situación que no se palia con las sucesivas ofertas de empleo público anunciadas a bombo y platillo. Y es cierto que en la Administración, con unas condiciones laborales y de contratación más blindadas, los efectos de la precariedad se amortiguan, pero esa precariedad ayuda a su trasvase a la empresa privada, donde sus efectos son más drásticos. En las empresas auxiliares del entorno de VW, el eslabón más débil de la fabricación del VW POLO, entre otras cosas, están peleando por la SUBROGACIÓN de las plantillas y condiciones, en caso de pérdida de las adjudicaciones de la obra y servicio.

Tampoco la precariedad es algo que solo afecte al campo laboral, se extiende a todos los ámbitos de la vida. Dada la centralidad que el trabajo tiene como factor de normalización social y generación de derechos, esa precariedad laboral repercute directamente en otros ámbitos vitales que, además, también van generando sus propias dinámicas precarizadoras: las concertaciones y descapitalización de los sistemas sanitarios y educacionales, pese a que sean campos todavía garantistas, son factores de precarización; lo son los recortes en pensiones y subsidios de desempleo; también el encarecimiento de la vivienda, facilitado por la especulación permanente del sector y la desregularización legal de los alquileres son factores generadores de precariedad; como el incremento de precios de los suministros básicos (agua, gas y electricidad) y los incrementos de los precios de los alimentos.

Por eso cuando hablamos de precariedad no podemos pensar solo en lo laboral, la precariedad afecta a todas las facetas de nuestras vidas y se traduce en una especie de recorte vital, nuestras vidas quedan reducidas en sus posibilidades, instaladas en el corto plazo de la mera supervivencia, con menor capacidad de consolidar un proyecto de vida autónomo, no dependiente de entornos familiares o de la beneficencia. La precariedad es el quedar instalados en una situación de imprevisibilidad y provisionalidad, de riesgo, de debilidad. En ese sentido, es un paso en el camino a la exclusión, como si nos soportaran provisionalmente para acabar por decirnos con rotundidad que sobramos.

¡Precarixs nos quieren!, falta ver si nosotros nos resignamos a esa situación o si, por el contrario, estamos dispuestxs a combatirla, sin centrarnos solo en su aspecto laboral/sindical, sino procurando abarcar lo social y todos los campos vitales.

Y tampoco basta con intentar paliar cada uno de los efectos. Trabajar contra la precariedad significa hacerlo por otro modelo de sociedad: en el que nuestras necesidades no estén sometidas a la libre especulación de los mercados, sino que haya medidas políticas que los regulen; significa creernos e impulsar que el trabajo esté destinado a satisfacer nuestras necesidades y no a la competitiva obtención de beneficios, y, a la vez, impulsar un reparto del empleo necesario; significa recuperar unas políticas de impuestos progresivas y suficientes para que lo público, lo de todxs, sea capaz de ejercer ese papel paliativo y corrector de los mercados y la especulación; sobre todo, requiere caminar hacia una sociedad menos desigual, la desigualdad es el problema principal de nuestra sociedad, es la riqueza de unxs la que encarece todo y hace imposible la vida de todas las personas.

Y todo eso no lo lograremos sin romper nuestra comodidad y sin una intervención sindical y social colectiva, sin la participación de cada unx de nosostrxs. Es por eso que la CGT el día 26 de diciembre se concentrará a las 19:00 frente a la Diputación (Avd. Carlos III) porque sin hacer nada, no podemos esperar que nada cambie.




Polígono de tiro de las Bardenas, segunda carta al Papa Francisco

Su Santidad:

En razón a que no contestó a la misiva remitida hace casi un año, tenga a bien leer esta parábola de la estirpe de Noé.

Tras el diluvio universal como castigo por nuestra maldad, cuenta la leyenda, Noé envió a una paloma mensajera, que regresó con un ramo de olivo en el pico como señal de conciliación de la Diosa con las personas, como símbolo de la Paz universal.

Tiempo después en el Monte de los Olivos de Jerusalén, como fue convenido cuenta la leyenda, Judas besó a Jesús para señalarlo entre la muchedumbre, 30 piezas de plata a cambio.

Tiempo después en Carcastillo, durante la guerra de religiones, un rey navarro murió en batalla bajo un olivo silvestre, cuenta la leyenda, donde se erigió el Monasterio de la Oliva, con privilegio congozante, que tiempo después se vendió a la maldad de las personas a cambio de otras 30 monedas de plata, sellado por otro cerdo beso en el Monasterio de Defensa que, de no enmendar, nuestros recuerdos se perderán como lágrimas en la tempestad, como migrantes se pierden en el mar. No se puede mezclar el agua con aceite.

Pero volvamos hacia atrás. Poco después del diluvio universal, Tubal, nieto de Noé, emigró a los Pirineos, cuenta la leyenda, fundando la ciudad de Tudela, sembrando la estirpe de Aitor por esas tierras, uno de cuyos descendientes fue Teodosio, cuenta la leyenda, quien imploró a San Miguel para derrotar al dragón, representación de la decadencia y la herejía, herejía contra el dogma que hoy se repite con los monjes del Monasterio de la Oliva, que alimentan las guerras a cambio de dinero, decadencia por la hipocresía de presumir que parte de ese capital lo destinen para ayuda humanitaria. Le rogamos Santísimo Padre, que implore con nosotros el 18 de noviembre domingo a las doce en la manifestación que se celebrará en Tudela ciudad de Tubal, contra el polígono de tiro de las Bardenas. En Ararat se posó el arca y en Aralar San Miguel mató al dragón, pero tenga presente, ambos lugares amenazados por el río Araxes, que según cita Nostradamus, regará los campos con la sangre de tres cruentas batallas. Que así no sea, le rogamos su Santidad, se una a nosotras contra las guerras y el repugnante negocio que llevan consigo.

Al concluir la manifestación, su Santidad, celebraremos una comida en la Peña Beterri, a la que está invitado, eso sí, reserve con tiempo, gracias.

Pili Erro, Joseba Amenedo y Goio González,

compañeras/os de “Bardenas Libres”




La Espiral (Hordago): Hipocresía, mentiras y migraciones

Extraído de: https://www.elsaltodiario.com/laespiral/hipocresia-mentiras-y-migraciones-marruecos

Mujeres, homosexuales, sindicalistas, activistas políticos, rifeños, saharauis… nadie se escapa a la represión del monarca Mohamed VI. Estos últimos meses las costas marroquíes se han convertido en el principal punto de partida de las personas migrantes para llegar a Europa —de 41.594 personas que llegaron a España desde Marruecos hasta el 30 de septiembre, tan sólo 6.400 eran marroquíes—. Recientemente, la marina marroquí abrió fuego contra una embarcación que intentaba llegar a las costas españolas, hiriendo a un menor. La mayoría de la tripulación eran mujeres marroquíes y menores, un nuevo ejemplo del carácter “democrático” del régimen marroquí. No es la primera vez que se dispara contra las pateras, parece ser que esta es la nueva herramienta de Marruecos para parar controlar la emigración.

Personas que migran, personas que sueñan con un futuro mejor y que solo encontrarán trabajos precarios, salarios de miseria, marginalidad, explotación, racismo, xenofobia y a veces la muerte. Más de 10.000 personas han perdido la vida en el Mediterráneo desde el 2014.

Pedro Sánchez, a su llegada al gobierno, prometió acabar con las concertinas de Ceuta y Melilla. Los grupos sociales que trabajan en favor de las personas migrantes siguen esperando que se cumpla esta promesa, pero los días pasan y la valla sigue igual. No es arriesgado cavilar que el gobierno español y Europa están pensando en externalizar la frontera española y llevarla a Marruecos, como ya se ha hecho con Turquía y Libia. El desierto del Sahel puede ser un buen lugar, lejos de las cámaras y de los periodistas para crear centro de internamiento desde donde enviar a su país de origen a los y las migrantes. Hay que parar los flujos migratorios antes de que lleguen al Mediterráneo, de esta forma el problema ya no es europeo y podemos llenarnos la boca con palabras que reclamen los derechos humanos para todas las personas.

Algunos estados como España, Alemania o Francia critican al italiano Matteo Salvini, al húngaro Viktor Orban, o al mismo Trump por sus políticas migratorias racistas y xenófobas. ¿Con que autoridad moral lo hacen cuando Europa y Estados Unidos cierran la puerta a la libre circulación de las personas? Si dispones de dinero, fama o vienes de turismo todo son facilidades, ongi etorri, pero si eres pobre, huyes de la guerra o del hambre… no hay sitio para ti en nuestro mundo. Esta es la triste realidad que están pareciendo las personas migrantes: unos estados les disparan directamente y otros, los más democráticos, encargan el trabajo a segundos países como Marruecos.

No parece que Pedro Sánchez tenga la intención de cambiar la política migratoria española: las expulsiones en caliente siguen produciéndose, conseguir papeles es una odisea imposible, se sigue apostando por enviar más y más fuerzas de seguridad a Ceuta y Melilla para cerrar con candados las fronteras y los medios económicos y humanos para aliviar esta tragedia humana no crecen, sino que el dinero se destina a la represión.

Para solucionar toda esta problemática, en primer lugar, hay que acabar con las causas que obligan a migrar involuntariamente como la destrucción de la naturaleza, el expolio del mal llamado tercer mundo y las guerras neocolonialistas. No es tarea fácil, pues hemos permitido que en estos fenómenos descansen y así sean posibles nuestros “estados del bienestar”. En tanto en cuanto vamos dando pasos hacia ese horizonte de justicia internacional, blindemos el derecho a la libre circulación de las personas, tal y como exige la carta de derechos humanos de la ONU, y exijamos la abolición la ley de extranjería por injusta, inhumana y antidemocrática.




Los discursos de odio y la Renta Garantizada (SOS Arrazakeria Nafarroa)

Extraído de: http://kaosenlared.net/los-discursos-de-odio-y-la-renta-garantizada/

Les recordamos que los derechos sociales son fundamentales y hay que blindarlos, no condicionarlos, nunca cuestionarlos. La Renta Garantizada no es una ayuda, es un derecho, por el que tenemos que seguir luchando hasta garantizar que todas las personas que aquí viven y lo necesitan, tengan un acceso igualitario.

El pasado viernes el sindicato UAGN se refería a la Renta Garantizada como “freno brutal a la hora de contratar trabajadores”, permitiéndose además señalar el origen extranjero de un gran porcentaje de los mismos, entremezclando conceptos como fraude y efecto llamada, consiguiendo elaborar un discurso peligroso y perverso. Un discurso asentado ya en parte de la sociedad y que es alimentado constantemente por mensajes de este índole, que siguen criminalizando a una parte de la población, como si el empobrecimiento, la precariedad laboral o la exclusión social, fuesen algo individual y no lo que son: estructurales, consecuencia lógica del actual modelo desarrollo económico-social insostenible, que expulsa a las personas a los márgenes para seguir experimentando con los límites normativos y la exclusión.

Asistimos a la rabieta, a través de un discurso simplista, que pone de manifiesto fobias y prejuicios de quienes ostentan y ven amenazado su poder económico y necesitan una mano de obra barata y explotable.

Ignoramos si conocen el decreto que regula la Renta Garantizada, plagado de requisitos y condiciones, ignoramos si saben el examen y control social al que son sometidas las personas que perciben cualquier tipo de prestación, ignoramos si han hecho el ejercicio de comparar las cantidades que se perciben con lo que cuestan aquí los alquileres y los servicios. Lo que sí conocen, como así mencionan, son las cuantías percibidas, insinuando que son demasiado altas, que son “dinero gratis”, haciendo referencia a un supuesto fraude en el cobro de las prestaciones. Como colofón, comparan el presupuesto destinado a Renta Garantizada con el destinado a su sector. Entendemos estas declaraciones como un ataque a la credibilidad de nuestros servicios sociales y a toda la sociedad.

La respuesta institucional fue rápida, argumentando desde las cifras y los porcentajes, y durante estos días se han sucedido las réplicas desde distintos partidos y desde el propio sindicato. Desde las calles seguimos reclamando, en medio de este fuego cruzado de cifras e insinuaciones, la defensa y blindaje de una prestación social básica como es la Renta Garantizada, que por cierto, no se da “gratis” ni “a todo el que lo necesite”, sigue condicionada, le recordamos al Departamento de Derechos Sociales que muchas personas se siguen quedando excluidas de la misma.

Les recordamos que los derechos sociales son fundamentales y hay que blindarlos, no condicionarlos, nunca cuestionarlos. La Renta Garantizada no es una ayuda, es un derecho, por el que tenemos que seguir luchando hasta garantizar que todas las personas que aquí viven y lo necesitan, tengan un acceso igualitario.

Para acabar, nos gustaría explicar porqué nos parece peligroso su discurso de odio: porque agranda grietas en la sociedad y las abona desde el rechazo y la discriminación, para fracturar la convivencia, sembrando la duda de si estaremos haciendo bien o no como sociedad garantizando derechos, volviendo a cuestionar quien merece qué y hasta cuándo. Pero afortunadamente, eso no lo deciden ustedes, nosotras seguiremos exigiendo desde las calles el reconocimiento a vivir dignamente.

SOS Racismo Nafarroa




Más allá de los accidentes laborales (Plat. Navarra de Salud)

Extraído de: http://nafarroakosasunplataforma.blogspot.com/2018/09/mas-alla-de-los-accidentes-laborales.html
Los días 13 y 14 de septiembre se han desarrollado en Alzuza y en Pamplona unas jornadas bajo el título de Avanzando en el Integración de la salud laboral y la salud pública organizadas por el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra y financiadas por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud del Estado a las que fue invitada esta Plataforma. A la misma vinieron responsables de salud pública y de las consejerías de trabajo de Comunidades Autónomas y de los Ministerios de Sanidad y de Trabajo del Estado.

En ellas se debatió por vez primera el papel de la Administración sanitaria en la protección de la salud del colectivo trabajador. Se presentaron datos sobre el coste en daños y muertes de unas malas condiciones de empleo y de trabajo a nivel internacional. Se puso de manifiesto cómo a nivel mundial la muerte por accidente de trabajo no llega a suponer el 15% de todas las muertes derivadas del trabajo asociadas al cáncer, los problemas cardiovasculares, intoxicaciones etc.

Los y las ponentes denunciaron el empeoramiento de las condiciones de empleo y de trabajo producidas a consecuencia de la última crisis financiera y de las reformas laborales, se reclamaron políticas de salud que tengan en cuenta el trabajo escaso y mal pagado como fuente de desigualdad social y de salud, y se pidió considerar los efectos en salud en todas las políticas sean estas laborales, urbanísticas, medio ambientales, educativas, etc.

Las exposiciones pusieron de manifiesto campos de actuación que desde la salud pública se están desarrollando o se deben realizar en materia medioambiental (olas de calor), investigación (brotes infecciosos), vigilancia de la salud (conocer la dimensión real de los daños derivados del trabajo), promoción de la salud (entornos de trabajo saludables) u otras.

Se señalaron también las limitaciones de la actual normativa de prevención de riesgos pensada para grandes empresas y los riesgos clásicos de accidentes o enfermedades profesionales que deja de proteger a cada vez más amplios colectivos de trabajadoras y trabajadores como son las pequeñas empresas, el sector de dependencia, el trabajo autónomo, la economía sumergida o daños infra-reconocidos (trastornos de salud mental) o infradeclarados (cáncer). Por no hablar de las mujeres que desarrollan los trabajos domésticos y atienden a las personas dependientes sin reconocimiento salarial alguno.

Se pusieron de manifiesto cómo los cambios en la contratación y la organización del trabajo, la subcontratación, la desregulación, la flexibilidad, el aumento de la productividad etc. constituyen fenómenos que obligan a repensar los modelos de atención a la salud laboral.

Posteriormente desde las Comunidades Autónomas de Cataluña, Comunidad Valenciana, Comunidad Autónoma Vasca y Navarra, se explicaron sólidos y otros novedosos programas de atención a la salud de las y los trabajadores desarrollados desde Institutos o servicios independientemente de que se ubicaran en las respectivas consejerías de salud o de trabajo. Las personas ponentes de los ministerios estatales felicitaron la oportunidad del debate abierto por Navarra.

No obstante hubo importantes carencias. No se desarrolló apenas la crítica, que la hubo, a un sistema preventivo como el español, privado e ineficiente y un sistema de atención a los daños derivados del trabajo constituido por las mutuas en manos de la patronal. A una pregunta nuestra el representante de la Organización Internacional del Trabajo calificó de anomalía en el panorama mundial el hecho de que la gestión de los fondos públicos de la seguridad social se lleve a cabo por unas entidades privadas como son las mutuas empresariales. Tampoco nos parece de recibo que no fuera invitado a la jornada el personal de Atención Primaria de Salud.

Desde esta plataforma creemos que la protección de la salud de las y los trabajadores pasa por la creación de servicios de prevención públicos como única forma de garantizar la independencia profesional de su personal y atender a los colectivos más vulnerables así como, por la desaparición de las mutuas integrando sus actuales recursos en el sistema público de salud.

El Departamento de salud también puede tomar decisiones. Puede integrar la información sobre exposiciones laborales a reclamar desde el Instituto de Salud Pública y Laboral a los Servicios de Prevención, en la historia clínica informatizada de las y los usuarios del SNS-O. Ello permitiría enlazar los daños con los factores de riesgos laborales para poder reconocer su origen y también programar intervenciones preventivas en las empresas

En un futuro próximo comprobaremos en los programas electorales de los distintos partidos si estas demandas son recogidas y la preocupación por la deteriorada salud de las y los trabajadores va algo más allá de la palabrería interesada de la actual oposición y sus agentes económico sindicales, ausentes por cierto en estas Jornadas.




¡No más accidentes laborales! La precariedad mata

Acción unitaria ante la CEN llamando a la manifestación del sábado 29 de sept, 18:30h, desde la antigua estación de Autobuses

En Navarra, la siniestralidad laboral se ha agravado de manera sustancial, y en lo que llevamos de año ya han fallecido más personas en accidente laboral que en todo 2017. El verano ha sido especialmente trágico en lo que a víctimas mortales se refiere, con once personas fallecidas en estas circunstancias.

Desde los sindicatos firmantes no nos cansamos de denunciar las condiciones laborales a las que se enfrenta la clase trabajadora en medio de una teórica recuperación económica. Unas condiciones de precariedad que no solo afectan económicamente a las plantillas sino que repercuten en su salud y ponen en riesgo su vida.

La eventualidad, la contratación a tiempo parcial, los ritmos excesivos de trabajo… son el caldo de cultivo perfecto para los accidentes laborales. La mitad de ellos se produce en los dos primeros meses de contratación, y un tercio de las muertes en subcontratas. Sin embargo, muchos de estos siniestros ni siquiera constan en las estadísticas, como sucede en el caso de personas autónomas, cooperativistas, transportistas, o siniestros in itinere. Tampoco es extraordinario que las empresas, intenten encubrir u ocultarlos con complicidad de las mutuas. En otras ocasiones, son las propias personas trabajadoras en situación precaria las que se ven imposibilitadas de efectuar denuncias.

A estas muertes hay que sumarle la cuestión de las enfermedades profesionales. Por cada persona fallecida en accidente de trabajo, mueren 35 a causa de enfermedades profesionales. Sin embargo, y a pesar de estos datos, curiosamente en Navarra tan solo se han contabilizado siete casos de cáncer relacionados con la actividad laboral en los últimos cinco años. Es evidente por lo tanto que los datos “oficiales” poco o nada se parecen a la realidad, algo que se hace aún más patente en los sectores feminizados.

Al parecer, toda esta situación y el escandaloso goteo de muertes que estamos viviendo en los últimos tiempos no son suficientes para que se haga algo al respecto. Ni las empresas ni las instituciones parecen dispuestas a abordar esta cuestión para que podamos ir al trabajo sin preguntarnos si volveremos o no.

Las empresas se niegan a adoptar medidas que atajen esta situación, es obvio que sus beneficios económicos priman frente a nuestra salud. No hay inversión suficiente en materia de seguridad laboral, se perpetúan modelos precarios de contratación y se hace caso omiso de las demandas de la representación sindical. La patronal continúa incluso rechazando un acuerdo que garantice la formación a delegadas y delegados de prevención. Las instituciones por su parte, con su inacción, plantean medidas insuficientes que permiten que la siniestralidad vaya en aumento y que empresas incumplidoras campen a sus anchas obviando la seguridad.

Del presupuesto total de Navarra solo un 0,03% se destina a políticas públicas de salud laboral, y de ello más de la mitad se destina a garantizar la actividad de determinados agentes sociales. Del mismo modo, se niegan a enfrentarse con intereses empresariales, y aun cuando las infracciones son constantes, no hay control ni sanciones ejemplarizantes. La competencia de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social sigue estando en manos del estado, y la ratio de su personal no llega a la mitad de la media europea. De esta forma, en muchas ocasiones resulta más rentable para las empresas pagar sanciones que implantar medidas eficaces.

Tenemos derecho a la salud en los centros de trabajo pero sobre todo tenemos derecho a volver con vida del trabajo. La situación que estamos viviendo es inaceptable y por eso ELA, LAB, Steilas, ESK, CGT e Hiru exigimos empleo digno y de calidad, lejos de la precariedad a la que nos someten. Es necesario un cambio radical en las políticas públicas de salud laboral, y que se dote de presupuesto a estas y por supuesto un mayor control sobre las empresas así como medidas que combatan de manera efectiva el fraude en torno a las enfermedades profesionales.

Es hora de defender nuestra salud y nuestras vidas de su avaricia, y es que la precariedad nos está matando.

Mitxel Lakuntza (ELA), Igor Arroyo (LAB), Patxi Sanz (CGT), Lourdes Cuesta (Steilas), Iratxe Álvarez (ESK) y Biktor Galarza (Hiru)




Opinión: Se convocan plazas de asesina/o a sueldo

La industria del armamento, en plena fase de expansión, convoca plazas de asesina/o a sueldo en Bardenas (Nafarroa) y Navantia (Cádiz). Las plazas que se ofertan en Bardenas son para labores de congozante, osea, vivir como un Borbón, renovándose el contrato con una subida salarial del cien por cien, comilonas de endivia cocina y vacaciones de crucero por el mediterráneo en las que hacerse selfies con los muetes y muetas que se ahogan en patera. En Cádiz por otro lado, el alcalde Chispi promete sacar a la gente de la droga que es muy mala, con seis mil plazas para los astilleros de Navantia, que en vuestro hambre no mandáis.

La industria del armamento, en plena fase de expansión, no precisa a la persona demandante ni cualificación ni inteligencia, que para eso están las bombas láser(1), ni másteres ni doctorados, que para eso está la clase política que les sirve en quehaceres de otro nivel, geoestratégico, que ahí sí que se precisan másteres, doctorados y mucha cara dura.

La industria del armamento, en plena fase de expansión, apuesta por Bardenas como laboratorio de pruebas para las bombas que se pondrán a la venta. No importa a quién: si al tirapichón de la feria o al jeque saudí pues, desde la foto de las Azores, las ventas de armas se disparan: cierra la Súper Pop y se abren armerías. El barco de Chanquete ahora luce cañones. Chanquete ha muerto. Felipe, ¡Chanquete ha muerto, como la madre de Bambi!

La industria del armamento, en plena fase de expansión, apuesta por Navantia para la construcción de cinco corbetas y un cateto a babor de regalo, con destino al bloqueo por mar de la castigada población yemení, suplicando Cádiz al pan como justificación moral, que si bien no es plato fácil, «tal elección atenta al derecho a morir en nuestra propia cama», como decía el aspirante a verdugo en la película de Berlanga con el piso del patronato en juego, a lo que su suegro le replicaba: «pero al existir la pena de muerte, alguien tendrá que aplicarla». O abolirla. O al menos no ser cómplices pues «Las convicciones políticas son decisivas a la hora de aceptar un trabajo», eso que decía uno de los personajes de otra película, Clerks, cuando debatían sobre la participación de personas civiles en la construcción de la estrella de la muerte en otro largometraje: El imperio contraataca.

Querido alcalde Chispi, tú que eres de izquierdas: ¿acaso no es mejor exigir a la banca armada los 61.000 millones de euros perdidos del rescate público para crear empleo decente en lugar de mendigar a los terroristas saudíes? Queridos hermanos del Monasterio de la Oliva, vosotros que sois cristianos: ¿con la técnica tan depurada que tenéis para multiplicar panes amén de peces, para qué pedís más? Hasta que el saco se rompa. Crimen de lesa humanidad simple doloso.

(1) Bombas a las que se les atribuyen niveles de inteligencia emocional

 

Goio Gonzalez Barandalla
Afiliado a CGT Nafarroa y miembro de Bardenas Libres
 

 




(Opinión) 10 años de de crisis: Es posible y necesario otra economía y otro mundo

Extraído de: http://ahotsa.info/edukia/10-anos-de-de-crisis-es-posible-y-necesario-otra-economia-y-otro-mundo

Hace diez años, el 15 de septiembre de 2008, la quiebra del gigante financiero Lehman Brothers, supuso el pistoletazo de salida a una crisis generalizada. 
Felix Zabalza, Chema Berro, Akina de la Cruz. Integrantes del Parlamento Social.

Las chispeantes burbujas nos estallaron en la cara, y de la economía inmobiliaria y financiera, meramente especulativas, la crisis se trasladó a la productiva: (no poco especuladora): cierres de empresas, incremento del paro hasta el 25%… Nuestro mundo, mullido para buena parte de la población de las sociedades ricas, se convertía en amenazante.

Desde el inicio se intuía que no era una más de la crisis cíclica: la entrada en una fase de recesión a la que sucedería una reparadora fase expansiva. Señalaba la inviabilidad de un capitalismo competitivo, necesitado de una acumulación creciente, y también la inviabilidad de su modelo de sociedad productivista/consumista en el que veníamos participando, cerrando los ojos a su naturaleza generadora de riqueza y de pobreza indignamente concatenadas. Señalaba que el crecimiento ilimitado no es posible en un planeta limitado y que el derroche estaba confrontando con el agotamiento de recursos. Ponía en evidencia que lo que nosotras llamábamos crisis no era más que el acercamiento a nuestras latitudes de la dualidad social en que el mundo estaba instalado y sobre la que se basaba nuestra abundancia.

Por eso la crisis, además de como una amenaza, aparecía como una oportunidad. Una oportunidad de rectificación del rumbo que, con la crisis, nos había revelado sus componentes amenazantes. Una oportunidad de ajustar la economía a la satisfacción de las necesidades, las nuestras y las de toda la humanidad. Una oportunidad de embridar y poner coto a un capitalismo desbocado, sin capacidad de reflexión y frenado, atrapado en la dinámica de la competitividad por él generada.

Para aprovechar esa oportunidad necesitábamos creer que una sociedad menos desigual es una sociedad más habitable, y que la calidad de vida no equivale al nivel de consumo, cuando éste ha superado en mucho el nivel de satisfacción de necesidades.

Ni el conjunto de nuestra sociedad hicimos esa apuesta, ni mucho menos la hicieron nuestros dirigentes públicos. En nosotras prevaleció el repliegue sobre el individualismo, fruto del miedo a las amenazas del paro y los empobrecimientos. La pasividad social dejó libre la opción consciente de los poderes e instituciones públicas por recuperar el capitalismo, prometiendo una nueva fase de recuperación económica. Nos ganaron la batalla ideológica.

Millones de millones de euros de dinero público se destinaron a salvar a la banca y al conjunto de la economía privada. El sistema salió fortalecido y lo público enormemente debilitado. El capitalismo, el causante de la crisis, fue su gran beneficiario, mientras que lo público y social fue lo derrotado; la prima de riesgo y el consiguiente endeudamiento público han sido sus armas para asentar su dominio desde el que ejercer sus exigencias en materia de privatizaciones, de exenciones de impuestos, de subvenciones, de legislación laboral…

El resultado es el de unos poderes públicos con menor capacidad de decisión y de actuación, y una sociedad más empobrecida y débil, suma de unas personas laboral y vitalmente más precarias.

No solo lo económico viene siendo afectado. Lo político se achica hasta su casi desaparición. Gobiernos democráticos se ven obligados a seguir las instrucciones de entidades que ninguna urna eligió. Parlamentos y gobiernos actúan al dictado de instituciones financieras y bancos centrales independizados. El estado cada vez se hace más pequeño como garante de derechos mientras que aumenta su componente controlador y represor que aminore las respuestas sociales a las injusticias crecientes. Y a nivel mundial la competitividad, que es guerra, se ejerce como guerra por los recursos cada vez más escasos y de difícil acceso.

A diez años vista, la crisis se presenta, entre otras cosas, como una oportunidad perdida, y la pregunta que tenemos que hacernos es la de si esa pérdida es irrecuperable y de qué caminos tenemos que andar para hacerla posible. Parece claro que lo que no hicimos en su momento, tendremos que andarlo hoy a pocos y más trabajosamente. Que tenemos que recuperar la capacidad de actuación social, no la nuestra sino la de la mayoría, la que entre todas y todos podamos construir. Que esa recuperación social tiene que revertir en recuperación de la capacidad decisión política, la de todas y todos, y la calidad democrática. Que ambas cosas requieren de nuestra participación, de querer tomar en nuestras manos la decisión sobre nuestras vidas y nuestro mundo en la intención de hacerlo más habitable, universalmente garantista hasta que alcance y, sin límites, más libre, democrático y justo.

En el Parlamento Sozial venimos trabajando en esta dirección: en defensa de lo público, contra la deuda ilegítima, por una fiscalidad progresiva y suficiente, por unos presupuestos sociales… y, en definitiva, por unas políticas no solo paliativas sino que impulsen cambios en el modelo, que se dote de los instrumentos para acotar y poner freno a la voracidad de un capitalismo cuyo modelo de sociedad está agotado.

Sabemos que no abarcamos todas las problemáticas sociales, quizá nos dedicamos a las que consideramos bases subyacentes de todas ellas, pero a todas tratamos de sumarnos activamente, de la misma forma que animamos a sumarse a las actividades que nosotras emprendemos. Y precisamente porque estamos convencidas que otro mundo es posible, seguiremos trabajando proponiendo y activando por ese mundo en el que las personas y nuestras necesidades estemos en el centro frente al actual modelo que ha utilizado la crisis para seguir reforzando los intereses del capital .

 




Opinión: El crimental de Maravillas

Decía Camus que “el espíritu de rebelión no es posible sino en grupos en los que una igualdad teórica encubre grandes desigualdades de hecho”. Maravillas es un ejemplo. Frente al individualismo de masas, frente al respeto basado en el miedo estructural, en un presente intolerable que es el futuro escrito, se decide pasar de la contemplación a la acción, crimental de sueños que se tornan pesadillas para la institución al completo, clase anquilosada, que mide al milímetro su respuesta en un mar de acontecimientos, en una o entre dos aguas, no en función del bien común sino del voto que depositamos sin ilusión el día de la democracia, tal como lo llaman, que no sirve a la ciudadanía sino al capital, como es este escenario, alde zaharra de Iruña, en pleno proceso de gentrificación y aporofobia, que pretende expulsar a las personas más desfavorecidas a cambio de entes fu-turistas para lucro de unos pocos, miseria para muchas, que bien sufragaron todas las dotaciones del barrio mimado para el bienestar venidero de esos entes fu-turistas.

Poseer solo la fuerza como aval de la verdad anquilosa, hermano. El temor a proyectos autónomos como el de Maravillas que, con su natural frescura, con su dinamismo de construcción vecinal y horizontal cuestionan una farsa gestora, genera respuestas violentas: se ordena a la policía que actúe: no importa disparar balas de munición real contra menores que responden de forma pasiva como Gandhi de Porbandar; no importa el doblepensar: la guerra es la paz, arrojar huevos es violencia; no importa que el miniver se ocupe de borrar pruebas balísticas; no importa que la policía del pensamiento rastree las redes a la caza de mensajes de odio contra quienes dispararon. No importa que el poli bueno nos ame.

Ahora que desaparecieron las balas, si les queda un último cartucho, úsenlo con bien, libradnos de la máquina, del parásito que más terrenos okupa por su razón de existir, trenes de altas prestaciones y coches de altas emisiones, expansionistas e imperialistas por naturaleza, artificial, que se procuran reinos coloniales de servicios: proveedores, equipos operativos y personas consumidoras.

Dejad de usar las telepantallas para alertar del timo de ladrones que se hacen pasar por técnicos de la luz o mayores simplezas, actuad contra el gran parásito VW que lo sigue intentando, primero con la estafa de los 80 millones de dinero público para rejuvenecer su plantilla, para robar a pensionistas, después con el ERTE anunciado con nocturnidad estival, que abone la multinacional a sus personas paradas por unos días, que no sea el fondo para parados y paradas de larga duración. Actuad también contra el AVE de rapiña, 4.000 millones de dinero público de momento para AZVI, involucrada en “el caso Bárcenas”, también para OHL, involucrada en “el caso Lezo”, de comisiones como patada en puerta en la quimera del cambio (ojalá no sea así).

Goio Gonzalez Barandalla




La Espiral (Hordago): Ni tres ni cuatro: 5G

Extraído de: https://www.elsaltodiario.com/laespiral/ni-tres-ni-cuatro-5g

Somos una sociedad maltrecha por un infantilismo feroz que nos lleva, como a las criaturas, a quererlo todo de manera inmediata, sin pararnos a pensar en las consecuencias que esto acarrea tanto para nuestro entorno como para nuestras vidas. Estamos dispuestas a pagar unos costes tremendos, muchas veces sin tener capacidad de evaluarlos, y lo hacemos con una ligereza sorprendente. El rápido avance tecnológico alimenta esa sed de inmediatez y de progreso, sin que quede muy claro hacia dónde nos llevan las continuas “mejoras” y sus las consecuencias, ni el precio a pagar por ellas.

Uno de los vectores más evidentes de la aceleración es la capacidad tecnológica para transmitir cada vez más datos a mayor distancia y en menos tiempo. En esta carrera, ahora nos encontramos frente a la implementación del 5G, que ofrecerá velocidades de conexión cien veces más rápidas que las actuales, lo que permitirá descargas de datos tan rápidas que mejorarán ostensiblemente la capacidad de ver a través de la red cualquier cosa en directo y el consumo de contenidos audiovisuales. Además, todo irá tan rápido que se podrá hasta conducir un coche u operar a un paciente “a distancia”. Coches que van solos y cirujanos operando de apendicitis desde un lejano lugar con una preciosa puesta de sol… Más personas y objetos electrónicos podrán estar “conectados a la red al mismo tiempo, sin interrupciones de señal y a una velocidad elevada”. Es lo que los expertos llaman el Internet de las cosas. Todo lo que se nos ocurra —ordenadores, consolas de videojuegos, teléfonos, electrodomésticos, vehículos, relojes, semáforos, etc— podrán estar conectados y transmitir datos constantemente. El futuro ya está aquí y nos va a pillar sin acabar de hacer las maletas.

Las mejoras son, por tanto evidentes. Pero, ¿y los costes? El primero, evidente, es la obsolescencia de todos los aparatos sin capacidad de conexión o con una capacidad de conexión más lenta. Toneladas de aparatos tecnológicos, que hasta ahora cumplían su función, tendrán que ser sustituidas por toneladas de nuevos objetos. No es necesario hablar del coste económico de todo ello (más consumo, y por lo tanto más necesidad de trabajo), ni de su coste ecológico, ni de su coste social tremendamente desigualitario a nivel global —quién produce todos esos aparatos y en qué condiciones— . Llevamos siglos con lo mismo: el desarrollo del refinamiento estético y del consumo entre las clases medias y altas occidentales en la modernidad habría sido impensable sin la producción esclavista en las colonias. Hoy, más de lo mismo, pero con diferentes distribuciones de la desigualdad.

Sin embargo, a nivel social, la única opción crítica que tiene cierto éxito es la que cuestiona la tecnología apelando al miedo y al control, a los posibles riesgos para la salud de las nuevas tecnologías y a la incapacidad de control que tenemos sobre el desarrollo tecnológico. El único movimiento en contra del 5G habla de los efectos perniciosos para la salud de las antenas —una larga historia que comenzó con la desconfianza a la radio, pasando por el wifi y las antenas para móviles—. Una desconfianza que, cuando no tiene evidencias demostrables —como es el caso de la radiación electromagnética— se agarra al principio de prudencia, y sobre todo al miedo. Al legítimo miedo que nos da vivir en este mundo gobernado por el capital y la búsqueda del beneficio. Pero, en definitiva, al miedo, a la ansiedad que despierta en nosotros y nosotras la pérdida del control sobre nuestras vidas.

Sin embargo, parece conveniente hacer un par de operaciones críticas:

La primera es analizar el miedo y la necesidad de control como dos de los pilares de la vida social actual y también del capitalismo. Las cámaras que plagan nuestras calles y comercios, la necesidad de crear entornos securitarios —que no seguros— parte de la misma ansiedad que reproducimos cuando vamos al supermercado y revisamos las calorías de cada producto y si tiene o no aceite de palma. La realidad nos es ajena, nos produce miedo, y queremos controlar sus efectos sobre nosotros y nosotras, es natural. El mundo se puede hundir, pero en mi estómago que no entren grasas trans ni elementos difíciles de digerir —según la moda del momento—.

La segunda sería intentar imaginar otra forma de ser críticos y críticas con la imposición de la realidad del capital y su necesaria innovación tecnológica. No desde el miedo, ni desde el individualismo, ni desde la necesidad de control, sino desde algo más sencillo y con menos sombras. Imaginar cómo conectar con cierto sentido común, no propio de la izquierda ni de los progresismos, sino de esta sociedad general y ambivalente, que cuestiona este continuo devenir de objetos que pueblan nuestras vidas y nos ofrecen colmar nuestros vacíos. Cómo conectar con algo general, humano, que nos permita cierta distancia con este mundo implacable que nos exige cambiar de móvil cada dos años.

El 5G —y aquí viene la noticia bomba— no nos hará más felices. Tendrá muchos elementos perniciosos y alguno positivo, pero seguiremos teniendo mucha desorientación. Querremos mandar vídeos por streaming en altísima calidad, y al mismo tiempo que no pongan antenas junto a nuestras casas. Nos quejaremos de los atascos metidos en nuestros coches. Y comeremos quinoa ecológica producida en el altiplano andino mientras nos sensibilizamos un ratito por el calentamiento global. Lo seguiremos queriendo todo.