Por un SAD municipal de calidad en Iruñea, no a su externalización

El ayuntamiento de Pamplona, a través de su concejala de Servicios Sociales María Caballero, ha hecho pública su intención de volver a crear una empresa pública a la que externalizar el Servicio de Atención a Domicilio (SAD).

Hay que recordar que el anterior ayuntamiento publificó el servicio y unificó las plantillas de la empresa pública Asimec y la privada Sarquavitae.

Han esperado un poco. Habría quedado muy feo anunciarlo en la primera ola de la pandemia, cuando el SAD fue considerado un servicio esencial y su plantilla siguió asistiendo y acompañando a nuestras personas mayores y dependientes cuando ni las propias familias podían acudir a sus domicilios.

No podía faltar en este nuevo atropello el inestimable apoyo de Maite Esporrín, el perejil de las salsas en las que UPN cocina sus maltratos a los servicios públicos.

Algo tendrá que decir al respecto un PSN al que deben resonarle las palabras de su líder Pedro Sánchez anunciando cambios en la Ley de Dependencia para evitar los problemas que se han producido en las residencias en la primera ola del Covid. ¿A esto se refiere? ¿A privatizar servicios que son públicos? No olvidemos que las empresas públicas son en realidad sociedades anónimas que se rigen por la legislación laboral ordinaria, aunque su capital sea en parte o totalmente público.

Hablan de que el servicio se ha encarecido sin explicar los motivos, más allá de acusar a la plantilla de no trabajar todas sus horas. En este sector trabajar todas las horas (es decir, que todas las personas usuarias que una trabajadora familiar atiende estén en su domicilio todos los días, que no haya ingresos, visitas médicas…) es algo que no depende de la trabajadora y difícil de cumplir al cien por cien, dado el sector de población que atendemos. Pero una trabajadora que tiene ese espacio libre no está sin trabajar sino a disposición del ayuntamiento para aquellas eventualidades que puedan surgir. Está “de guardia”.

No se comenta, sin embargo, que en la situación anterior, las trabajadoras que prestaban servicio en la empresa privada eran obligadas a devolver esa hora fuera de su horario habitual. Por supuesto eso abarata el servicio, pero ¿alguien imagina que el personal de urgencias o del servicio de bomberos que una tarde no tiene mucho trabajo se vea obligado a devolver las horas no trabajadas? ¿Esa optimización que buscan se va a traducir en empeorar las condiciones de la plantilla?

Tampoco se comenta que la ineficacia de un sistema informático lento y obsoleto dificulta la resolución con eficacia de éstas y otras muchas eventualidades. O que la organización del propio servicio en un bloque en lugar de en pequeños equipos (como muchas trabajadoras hemos venido defendiendo y se vio tan necesario en la pandemia), dificulta un funcionamiento ágil.

Los grupos políticos del ayuntamiento de Pamplona, la ciudadanía y la plantilla debemos hacer una apuesta firme por mantener este servicio de forma enteramente pública y el ayuntamiento ha de hacer su trabajo, que no es otro que estudiar junto a las trabajadoras las mejoras necesarias y ponerlas en marcha sin privatizarlo.

Marisa Olite y Pili Erro, trabajadoras del SAD

 




EL BIEN YA ESTÁ HECHO

Equipos preventivos

Equipos preventivosEl Equipo de gobierno del Ayto de Pamplona quiere hacer desaparecer de un plumazo años y años de trabajo comunitario con la infancia, la adolescencia y las familias en 8 barrios de Pamplona, proponiendo un cambio de modelo llamado Coworkids que no respeta los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, retirando para ello las subvenciones a los equipos comunitarios que llevan haciendo este trabajo desde hace más de una veintena de años. Un trabajo nacido desde abajo, desde la calle y los barrios, desde el contacto con las personas y las redes vecinales. Todo esto para que sea efectivo a 1 de enero de 2021.

Ante esta situación, y como ya hicimos en junio, desde CGT mostramos nuestro apoyo y ofrecemos nuestro acompañamiento a estos equipos y familias para colaborar en que vuelva la normalidad también a nuestros barrios y que la pandemia no se aproveche para fagocitar lo público, la red social, lo comunitario. No es baladí que lo hagan en estos momentos de agotamiento y miedo de la ciudadanía, lo cual demuestra lo ruin y sucio de sus maneras de actuar. La educación de los y las menores está en juego, una educación inclusiva, igualitaria, basada en el diálogo, en el fomento del pensamiento propio, en la coeducación, la libertad, la cooperación, el fomento de la cultura y el deporte y donde el dinero no centraliza las relaciones.

No obstante, empezaremos por agradecer al actual equipo de gobierno del ayuntamiento de Pamplona el que muestren tan a las claras lo que son. Los aires que vienen del Estado, las alas que está cogiendo el fascismo en él, han envalentonado a la derecha navarra y ya no les hace falta esconder lo que son. En un acto de sobreactuación extrema han dado un golpe en la mesa, como les gusta a ellos y ellas y han dejado bien a las claras la forma que quieren darle a nuestra ciudad. Pero cuidado, sus votantes deberían saber que así, ellos y ellas, también perderán la esencia de lo que significa ser de aquí, seremos más americanos, no hay más que ver el video de presentación del nuevo proyecto que quieren sustituya al actual modelo. Proponemos al equipo de Maya que en lugar de llamarle coworkids le llamen claramente “coVOXkids” se acercará más a lo que realmente es, un modelo diseñado para gente que no es real. Hablarles de solidaridad, de generosidad, de entrega, de voluntariado, de participación, de libertad de pensamiento, etc…es como hablarles en arameo, así que huelga decir, todo lo que se pierde con su propuesta, ¡no lo van a entender!

En esa presentación, María Caballero, dejó patente cómo la política navarra se va “ayusizando”; fue evidente cómo no hace falta conocer de lo que se habla para presentarse delante de un micrófono y decir cosas sin ningún fundamento, algo tan de aquí eso de “tener fundamento …”

Pero no solo es desconocimiento, también es una gran falta de respeto hacia la ciudadanía y hacia los propios servicios que el Ayto lleva años ofreciendo, trabajando con la infancia y adolescencia, sí los que el propio Ayto. ofrece. Su propio personal técnico les ha sacado los colores a través de un comunicado que invitamos a leer, se agradece enormemente que así lo hayan hecho. Navarra + dice querer ofrecer algo que lleva años existiendo, eso sí, atendiendo muchas veces a los y las que más lo necesitan, quizá este sea el matiz que lo cambia todo y esto sea lo que no les interesa.

Pero como señalamos en el título, “el bien ya está hecho”, son muchos los años que, en esta ciudad, gracias a los equipos de acción preventiva comunitaria, se ha venido funcionando, trabajando en, con y para los barrios, con sus gentes, las que están y las que vienen, las que tienen sus propias redes y las que no. Estableciendo un símil con el mundo de la navegación diríamos que un pequeño cambio en el rumbo al principio de un viaje supone con el tiempo llegar a un lugar muy diferente del que se parte. Son muchos los años que los equipos preventivos de los barrios establecieron su rumbo, hicieron ese pequeño gran cambio y el viaje ya se está haciendo, desgraciadamente para ustedes en 4 años de “gobierno”, no van a poder cambiar el destino del viaje.

Apelamos a la responsabilidad social y comunitaria de los partidos políticos. También ellos y ellas estuvieron en los orígenes de estos equipos de trabajo comunitario con los que ahora quieren acabar. Seguramente tienen mucho que decir y pueden con su voto poner en su sitio a quienes sin tener una mayoría absoluta gobiernan como si la tuvieran.




Poder Judicial y miseria democrática


Ilustración de Angel Boligan

El nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial que corresponden al Parlamento por mayorías cualificadas (tres quintos) es un problema pues conlleva que un determinado partido pueda bloquear su renovación, como en la actualidad ocurre, lo que es indicativo de que esos partidos no defienden nada más que sus intereses y en absoluto la calidad democrática, en este caso la calidad e independencia del Poder Judicial.
En la actualidad esta capacidad de bloqueo es un problema, pero es un problema coyuntural, que tendrían que resolver prestando más atención a criterios de competencia que a sus intereses. Resolverlo suprimiendo el requisito de mayoría cualificada, reduciéndola a mayoría absoluta podrá resolver la actual coyuntura, pero creando un problema mucho mayor y de más largo alcance. ¿Qué pasará cuando PSOE, o PP, o …, tengan mayorías absolutas, como las han tenido? A todos los miembros del Poder Judicial se les podrá exigir carnet del partido y juramento de fidelidad y acatamiento, como ahora lo hacen con sus parlamentarios y parlamentarias. Y pudiendo hacerlo lo harán, dado su habitual comportamiento de no mirar más que sus propios intereses.
Separar esos nombramientos del Parlamento sería necesario. Pero tampoco se puede dejar exclusivamente en manos de juezas y jueces, quienes también llevarían a cabo dinámicas de acumulación de poder que utilizarían en su propio interés. El que ese órgano sea nombrado y renovado por sorteo entre los jueces y juezas que cumplan los requisitos exigibles puede parecer absurdo, pero sería la solución menos mala y la que más garantizaría una independencia del Poder Judicial.
Pero más allá de este nombramiento y la solución que puede alcanzarse, la situación evidencia la escasa calidad democrática que padecemos y su permanente degradación. El que no haya en PSOE o Podemos ninguna voz en contra de esta arbitrariedad despótica –como no la hubo en su día en el PP, por ejemplo, en el apoyo a la Guerra (invasión) de Irak- resulta indicativo de la calidad de nuestra democracia partitocrática. Tenemos un Parlamento vacío de parlamentarios y parlamentarias, ocupado tan solo por un reducido número de marcas electorales. Los parlamentarios y parlamentarias sobran, no sirven más que para incrementar el gasto, y el bochorno. Un representante por marca electoral con el porcentaje de voto que le corresponda sería suficiente y evidenciaría la situación en que nos encontramos. Parlamentarias y parlamentarios no sirven más que para disfrazarla, para dar apariencia democrática a una realidad que de democracia tiene cada vez menos.
Lamentable, por otra parte, que el trabajo reformista del Gobierno se centre en la manera en la que protegerse a sí mismo de las embestidas de la oposición cuando afrontamos una dura crisis que no es solo sanitaria sino social, económica y ecológica y que hunde sus raíces mucho más allá que en el Coronavirus.
Hoy que las proclamas del 15M parecen viejas y olvidadas tendremos que tratar de rescatar su potencial de denuncia y transformación pues, definitivamente, no nos representan.

Chema berro, afiliado a CGT/LKN-Nafarroa




Corinnavirus, jeque y mate al rey

16 de marzo: de la cuarentena a la cincuentena. Mi cumple, ni tarta, ni regalos, mi día.

Días después me entero que Juan Carlos I el “Campechano”, entregó años atrás una maleta llena de dinero negro en Suiza. Con guante blanco se protege el rey demérito y se lava las manos frente a la amenaza del Corinnavirus. Mientras, morimos por falta de recursos sanitarios, con comercios cerrados y funerarias abiertas por defunción.

Más sabe el diablo por Villarejo que por diablo, la fortuna del bribón se cuenta por entregas pero no se entrega, huye el cobarde pecador tras sus chanchullos con los tiranos del petróleo y los empresaurios del IBEX que nos dejan en ERTE. El “Campechano” se las pira a una república, nada de anacronismos, República Dominicana, de turismo sexual con el Burdel King abierto 24 horas, a cuerpo de rey y pernada, huye antes de que le implanten el microchip de la vacuna.

Mientras por aquí, los monárquicos anti-felipistas se arman para la guerra Juancarlista, las republicanas exigen referéndum entre república o corona para Froilán y Leticia Sabater, los y las anarcosindicalistas luchan por la autogestión obrera de Nissan con planteamientos ecológicos.

Mi cumple, ni tarta, ni regalos… espero que esta Navidad los Reyes me traigan la abolición de la monarquía y una tarta para estampar a ya saben quién, el día después de su cumple.

Goio Gonzalez, afiliado a CGT/LKN-Nafarroa




Un virus o las personas, ¿quién salvará el planeta?

La rápida propagación del COVID-19 por todos los rincones del globo se debe exclusivamente a la acelerada globalización capitalista, huida hacia adelante que precisa de una frenética circulación de personas y mercancías, saqueo armado y tráfico de las escasas materias primas, descomunal consumo energético, contaminación y calentamiento global que hace de la Tierra un escenario cada vez más dantesco, a la que sumar una desbocada precarización laboral que impone el cortoplacismo financiero, germen de desigualdades que crecen exponencialmente al dictado de la algoritmocracia.

Por si fuera poco, expertos y expertas nos alertan de que la pérdida de funciones importantes de los ecosistemas y la biodiversidad incrementa la posibilidad de que enfermedades como el COVID-19 se propaguen rápidamente, y nos advierten que de seguir así, mutilando los ecosistemas, el riesgo de brotes más letales de virus será un hecho irremediable, que hasta podría sentenciar a muerte a toda la humanidad (sin contar con otras amenazas del cambio climático), vista la escasa capacidad sanitaria y de cuidados que disponemos, tal como dicta y gusta la economía financiera. Insisto que de esto nos avisan personas expertas, nada de “tertulianos” de esos que muestran sus conquistas sexuales mientras nos ocultan la realidad en plena conexión televisiva.

¿Nuestra extinción? Tal vez sea la solución para salvar el planeta de su mayor parásito, pero nos cabe otra: tomar conciencia de la situación en este contexto histórico, porque no es un catarro pasajero a olvidar, no. Quizás sea nuestro último cartucho. Hagamos de este confinamiento el momento de poner en su sitio nuestras contradicciones morales, nuestra forma de entender y defender la vida, de enriquecernos socialmente, de aprender de experiencias comunitarias como las de Rojava o Chiapas, de aprender de los apuntes de ecología social que nos dejó Murray Bookchin, de las aportaciones del ecofeminismo. Se trata de aprender a vivir en igualdad con nuestros semejantes, en equilibrio y armonía con el planeta del que somos invitadas e invitados, no sus amos.

Goio Gonzalez,

grupo de Comunicación de CGT/LKN-Nafarroa

 




No es coronavirus, es capitalismo

Hubo un poeta que trabajó en un matadero. Nunca se duchaba al salir de la fábrica. Olía a sudor y sangre. El sudor se perdía pero el olor a sangre cobraba fuerza. Cuando subía al autobús con las almas de todos los animales muertos que viajaban con él, las cabezas volteaban discretamente, la gente se levantaba y se alejaba de él.Hubo un poeta que trabajó en un matadero. Nunca se duchaba al salir de la fábrica. Olía a sudor y sangre. El sudor se perdía pero el olor a sangre cobraba fuerza. Cuando subía al autobús con las almas de todos los animales muertos que viajaban con él, las cabezas volteaban discretamente, la gente se levantaba y se alejaba de él.

Pero él quería oler a sangre, porque degollar a los animales y lavarse las manos le era impropio, tan impropio como lo es privatizar la sanidad, recortar y lavarse las manos.

“Si paseáis por las avenidas de la muerte, lavaros las manos”, nos dicen, “que los hospitales huelen a sangre y los vertederos se llenan de tumbas”.

Como este virus no entiende de clases, nuestro confinamiento, sobreexposición laboral, no son por nosotras y nosotros. Es por quienes nos roban protegidos con guantes blancos, por quienes se lavaron las manos. 

Cuando los cuerpos armados dejen de amenazarnos al final de este encierro, vamos a dejar de portarnos bien con el capitalismo, el genocida más respetado del mundo, el big data que no para de observarnos y controlarnos, se acabó, vamos a salir a la calle en masa para desparasitar a esta sociedad, para que devuelvan lo robado al bien común, nos llevaremos las rosas de las avenidas de la muerte, para que se repartan por todos los rincones del mundo, entre las personas más desposeídas, construyendo una red global de apoyo mutuo para recuperar un planeta al que el subdesarrollo le devuelva la vida.

Goio González, afiliado a CGT-LKN Nafarroa




27 de septiembre

A causa de una serie televisiva de moda, el desastre nuclear de Chernóbil ha vuelto a tomar alguna relevancia pública en nuestra sociedad. Décadas después, sabemos que la gestión de aquella tragedia que produjo gravísimos perjuicios humanos, sociales y medioambientales estuvo atravesada por la negación, la ocultación y las mentiras. Pues bien, todo apunta a que es idéntica la manera en la que nos están gestionando la actual crisis climática, si bien sus consecuencias pueden ser mucho mayores, de magnitudes superlativas.

Se podría decir que es la deriva del capitalismo la que nos ha traído hasta este punto de difícil retorno y en gran medida es así, pero no se puede obviar la manera en la que hemos participado y participamos de este voraz y destructor modelo. Hemos confundido progreso social con opulencia, bienestar con consumo. Hemos aceptado como si de necesidades se tratara todo lo que nos han ofrecido: coches, viajes, tecnología, grandes infraestructuras… Por ello, para que la búsqueda de un nuevo modelo económico y social tenga un mínimo de credibilidad, se hace necesaria una previa transformación personal y colectiva que sea nuestro mejor argumento a la hora de extender su defensa y de exigir las necesarias medidas a quienes más responsabilidad tienen. Y no nos estamos refiriendo, únicamente, a que debamos tomar mayor conciencia con el reciclaje o con la eficiencia energética de nuestros electrodomésticos, estamos hablando de poner en cuestión la piedra angular de nuestro tiempo, la idea de crecimiento económico constante.

Lo cierto es que nos encontramos en un momento clave, en el que todavía es posible ejercer algún tipo de presión sobre la senda a tomar respecto al afrontamiento del cambio climático, la escasez de recursos y el deterioro del medio. Una vez superada la fase de negación del problema, ya se nos están presentando falsas soluciones de la mano del llamado capitalismo verde que con toda su geoingeniería e introducción de tecnologías energéticamente más eficientes sólo pretende que la máquina no se detenga, que aumente el consumo, que crezca la economía en un mundo que no es capaz de soportar el actual ritmo de explotación del medio. Que la orquesta siga tocando mientras el barco se hunde y sigamos bailando al compás del réquiem más animado y colorido que en toda la historia se ha conocido. Por ello, el ecocapitalismo, cualquier forma de capitalismo, únicamente nos puede llevar al incremento de la catástrofe y no es sino la mera antesala del ecofascismo que ya podemos entrever a través de algunas de sus ya graves manifestaciones tempranas, tales como un criminal control de fronteras o el auge de partidos de extrema derecha.

El rechazo a sus malas soluciones tiene que venir acompañado de nuestras propuestas y de nuestra voluntad transformadora. Debemos mostrar un nivel de convicción en relación a nuestras exigencias y decir no al crecimiento y al desarrollismo asumiendo el decrecimiento y el antidesarrollismo. Vivir mejor con menos. Garantizar la cobertura de las necesidades de cuidados, salud o educación. Poner la vida en el centro como promulga el ecofeminismo. Para ello, necesitamos cambiar modos de vida, recuperar espacios colectivos, reavivar la participación social y generar solidaridad así como relaciones justas y respetuosas entre personas y comunidades a través del tiempo (quienes vendrán) y del espacio (quienes están en otras latitudes y/o en otras circunstancias). Esto supone un reto increíble pero sólo podemos abordarlo empezando a andar y algunos pasos ya se están dando. Por ello, tratando de impulsar el avance en esta senda, este artículo termina reproduciendo el último párrafo del manifiesto que se está difundiendo en torno a la Huelga mundial por el clima del próximo 27 de septiembre:

En defensa del futuro, de un planeta vivo y de un mundo justo, las personas y colectivos firmantes nos sumamos a la convocatoria internacional de Huelga mundial por el clima, una movilización que será, huelga estudiantil, huelga de consumo, movilizaciones en los centros de trabajo y en las calles, cierres en apoyo de la lucha climática,… e invitamos a la ciudadanía y al resto de actores sociales, ambientales y sindicales a secundar esta convocatoria y a sumarse a las distintas movilizaciones que sucederán el 27 de septiembre.”

 

CGT/LKN-Nafarroa




Banatu Taldea: De la indignidad del paro y del reparto del trabajo

Extraído de: https://banatutaldea.blogspot.com/2019/07/de-la-indignidad-del-paro-y-del-reparto.html

En España las personas en paro son 3.015.686: estamos de enhorabuena, es la mejor cifra desde hace once años. En Navarra las cosas van mejor, las personas en paro son “solo” 30.376; también la mejor cifra desde hace once años, estamos, por tanto, doblemente de enhorabuena.

Durante esos últimos once años la totalidad de la clase política ha estado barajando los datos de paro, presumiendo de descensos o acusando de incrementos, escondiendo lo principal: la sangrante injusticia de considerar que cinco, cuatro, tres millones o una sola persona puedan ser descartadas, dejadas en la cuneta, decirles que para nuestra sociedad no cuentan, que no sirven y que, no sirviendo, estorban.

Para las personas que están en política el paro es un dato que, como otros, puede resultar malo, regular o bueno, no una realidad que debiera resultar insoportable.

E igualmente pudiéramos hablar de quienes ostentan una responsabilidad sindical que también viven con y de esa relatividad del paro, barajándolo como mero dato pero con el agravante de saber que con esa realidad no puede ejercerse su oficio, el de hacer sindicalismo, sino en una mediocridad indigna. Detrás del paro está la debilidad hasta la anulación del sindicalismo. Detrás del paro está la precariedad como mal menor, y el retroceso imparable de todas las condiciones laborales y salariales que, en teoría, tiene o tendría la obligación de defender.

Pero además de la actuación de lo que en algún momento se llegó a denominar “la casta”, por aproximación pudiéramos hablar de una “sociedad-casta”, la de quienes estamos o creemos estar en una zona de confort, libres de la amenaza del paro, el cual afrontamos tratando que no nos afecte en lo cercano, más que buscando una forma de atajarlo socialmente.

Ciertamente, no somos la causa directa del paro. El paro lo causa un sistema económico en el que el criterio dominante y aun exclusivo es el incesante incremento de su tasa de acumulación, y que, en su fase actual, para mantenerla tiene que exacerbar su competitividad y su carácter arrasador. Decir que el capitalismo se beneficia del paro y de sus secuelas de precariedad y deterioro de las condiciones laborales y salariales es insuficiente. No solo se beneficia, lo necesita; no es una cuestión de voluntad o ética sino mecánica o sistémica.

El problema es que el capitalismo lo invade todo. La política, el sindicalismo y nuestro ser colectivo e incluso el individual, en distinto grado, están invadidos de capitalismo y de sus valores: de individualismo, de competitividad, de inmediatismo y de sacralización del consumo y de la cantidad. No siendo los causantes no dejamos de tener, en distintos grados, responsabilidad en su dominio e implantantación.

Dentro del capitalismo el paro no tiene solución y no podemos contribuir a acercarla ni como personas ni desde el sindicalismo ni desde la política, tanto en cuanto el capitalismo nos invade. Al contrario, tras el éxito de haber reducido el paro a tres millones en una fase de supuesta bonanza, en una nueva más que probable fase de recesión partiremos de estas altas tasas de paro y de precariedad hacia cotas aún mayores.

Pero el paro puede atajarse, como se haría en una sociedad normalizada, no enferma de capitalismo, sencillamente repartiendo el trabajo, el existente, poco o mucho. Reduciendo el tiempo de trabajo, no haciendo horas extra, adelantando la edad de jubilación,… Pero para ello tendríamos que dejar de hablar de lo relativo, de las cifras y los datos, por lo menos hasta haber establecido criterios en lo principal, en acabar con la arbitrariedad, con la indignidad del paro y de toda forma de exclusión.

No basta con pedir y reclamar a instancias superiores que nos solucionen el problema. No basta con exigir algo tan sensato como la inclusión de la lucha decidida contra el paro y el pleno empleo en los acuerdos programáticos de los futuros gobiernos estatal y autonómico. Si como personas y como sociedad no damos pasos en esa dirección poco podremos esperar de lo institucional, y tampoco se lo exigiremos con la suficiente rotundidad.




La Espiral (Hordago): De gorriones y el modelo

Extraído de: https://www.elsaltodiario.com/laespiral/gorriones-modelo

Según un estudio de una prestigiosa asociación ornitológica, en España, han desaparecido treinta millones de gorriones en una década. En palabras de esta asociación “hay estudios que apuntan a la contaminación, ruido, alimentos de mala calidad, falta de refugios …” Claro está, que esto no va de gorriones. Ni siquiera de derechos animales. No. Esto va de en qué tipo de sociedad estamos sobreviviendo o mejor dicho, en qué clase de sociedad estamos pereciendo.

Cuando el modelo económico se basa en un consumo desaforado de cosas y recursos, sin mayor criterio que el de mantener no me digas qué niveles de crecimiento, para mayor gloria y acumulación capitalista, la menor de nuestras preocupaciones debiera ser la población de gorriones. Pobres. Sin embargo, son un indicador de lo rematadamente imbéciles que somos, abrazando una forma de vida que ni siquiera lo es, ya que estamos contribuyendo, entre todas, más que a una forma de vida, a la forma de muerte con más aceptación jamás contada.

Para mantener nuestra forma de muerte, sobreexplotamos los recursos del planeta como si éstos fueran inagotables; contaminamos nuestro entorno, haciéndolo cada vez más invivible, como si no nos fuese a afectar; consumimos toneladas de cachivaches electrónicos que reemplazamos por otros en cada vez menos tiempo, llenando vertederos que no van a ser capaces de asumir tal cantidad de desechos (ya no son suficientes pero siempre nos quedará África, India,… como enormes contenedores); requerimos cada vez de una mayor cantidad de energía para nuestro día a día, sin hablar del consumo de plásticos y sus efectos. Hasta un millón de especies están al borde de la extinción por la acción humana. Sin embargo, aún nos llama la atención que 30 millones de gorriones la hayan espichado en 10 años. Definitivamente somos la especie más imbécil del universo conocido.

Lo somos porque abrazamos un modo de vida que no es tal. Tres cuartas partes del planeta sirven al cuarto afortunado, que dicho sea de paso, cada vez lo es menos, lo somos menos, aunque sin comparación con los lugares más empobrecidos. Y el tiempo pasa y la solución, si la hay, está cada vez más lejos de ser factible. Cada vez más alejada de nuestras manos. No es una cuestión de ver el vaso medio vacío, es una cuestión de meternos en la cabeza la absoluta emergencia que, como especie, tenemos ante nuestras narices y no queremos ver.

Estamos entregados a un modo de vida en el que nuestro bienestar individual y nuestro aspecto, priman sobre los problemas colectivos, que nos aburren y nos obligarían de alguna forma a cierto compromiso social. No tenemos tiempo o tendríamos que dejar a ir a spinning. Para evitar cualquier tentación de vivir hacia fuera, socializando este sinsentido de existencia, corremos o meditamos o tiramos con arco, eso da igual, la cosa es que nada ni nadie altere nuestra felicidad. ¡Sólo se vive una vez!

Todo esto, que no es poco, nos tendría que llevar a una reflexión colectiva, urgente, en torno a si realmente queremos cambiar este modelo absolutamente destructor de la vida -buscando una austeridad activa en nuestra cotidianidad, menos espectáculo y más solidaridad con el prójimo- o simplemente unirnos a los gorriones, e ir poquito a poco, desapareciendo. Los gorriones no pueden reflexionar, nosotras como especie, al menos deberíamos cuestionarnos esa capacidad. Hagamos al menos el esfuerzo.




Desmontando el mito del derecho al turismo

Extraído de: http://www.briega.org/es/opinion/desmontando-mito-derecho-turismo

Hace
38 años se inventó el «derecho al turismo». Lo hizo la Organización
Mundial del Turismo (OMT) integrada en Naciones Unidas. Se proclamó en
nombre del desarrollo económico, la paz y la prosperidad de los pueblos.
Si embargo, son muchas las voces críticas que cuestionan que realmente
pueda hablarse de un derecho al turismo ya que más que buscar el
ejercicio de libertades para toda la humanidad lo que pretende amparar
son los intereses económicos de este sector empresarial.

Todo proceso económico a escala mundial que conlleve la acumulación
de capital a costa de la desposesión de una parte de la población, como
es el turismo, necesita un discurso legitimador que lo sostenga. Los
estragos que causa el turismo a las poblaciones locales que lo soportan
no podría sostenerse si no se estuviera perpetrando a costa de algo tan
importante como un derecho. La gravedad de los costes humanos, sociales y
ambientales del turismo, es directamente proporcional a la solemnidad
del discurso que lo justifica, de ahí que la OMT haya coqueteado con ir
más allá y no hablar ya del derecho al turismo como un derecho social,
sino como un derecho humano. Así lo enuncian como derecho intrínseco a
la propia naturaleza humana y que goza de la máxima protección de los
ordenamientos jurídicos y de paso dan carta de naturaleza a la OMT para
formar parte de la ONU.

Cualquier incidencia que queramos hacer sobre la realidad material
en pos de un horizonte emancipador y de justicia social conlleva
desmontar los discursos con los que se justifican las desigualdades.
Desmontar el discurso del turismo como derecho urge a fin de frenar la
acumulación de riquezas de la industria del turismo a costa de los
verdaderos derechos fundamentales de las poblaciones locales que
soportan este fenómeno.

El mito del derecho al turismo como método contra la pobreza

El Código ético de la OMT dice que «la actividad turística se
organizará de modo que permita la supervivencia y el florecimiento de la
producción cultural y artesanal tradicional, así como del folclore, y
que no conduzca a su estandarización y empobrecimiento». A partir de
esta premisa la industria y los Gobiernos repiten el mantra: «el
desarrollo del turismo es bueno y crea riqueza en las poblaciones
locales». Sin embargo, la OMT nunca ha presentado informes del
desarrollo real que el turismo genera en las poblaciones de destino. La
realidad se impone y en muchos países del sur el turismo genera una gran
brecha económica entre turistas y población autóctona y favorece el
racismo y la discriminación. Y tanto en el sur como en el norte se
evidencian retrocesos en los derechos sociales de la población local:
encarecimiento de la vivienda, gentrificación, recorte de dotaciones
públicas, marginalización de los sectores sociales más vulnerables,
encarecimiento del coste de la vida y sustracción de recursos naturales.

Los organismos internacionales hacen lecturas superficiales de estas
realidades y se quedan en el eslogan de «el desarrollo turístico es
bueno y genera beneficios para la población local de forma automática y
natural».

Sin embrago en Andalucía, esta tierra a mitad de camino entre el
norte y el sur, podemos ver estos procesos en sus capitales y en sus
costas a simple vista. No obstante, el sentido común imperante dice que
hay que soportar estos «daños colaterales» en beneficio del empleo que
el turismo genera en esta tierra desindustrializada.

Sin embrago, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma
que el turismo es uno de los sectores económicos donde los derechos
laborales se encuentran más vulnerados (OIT, 2010). En su propio sitio
web, la OIT afirma que

el sector tiene la reputación de ofrecer unas malas condiciones
de trabajo debido a una serie de factores: se trata de una industria
fragmentada, integrada en su mayor parte por pequeñas y medianas
empresas empleadoras con una baja densidad sindical, y el trabajo se
caracteriza por los bajos salarios y los bajos niveles de requisitos en
materia de calificaciones, por el trabajo por turnos y el trabajo
nocturno, así como por la estacionalidad
.

El sindicato Comisiones Obreras denuncia que el 95,15% de las
afiliaciones a la Seguridad Social del sector de hostelería corresponde a
contratación temporal en muchos casos fraudulentas. Las Kellys
(camareras de piso), vienen denunciando que algunas empresas hoteleras
pagan salarios de menos de tres euros la hora. Trabajar ocho horas y
estar dada de alta es algo extendido y aceptado en el imaginario común
de las trabajadoras de la hostelería. El desarrollo turístico que crea
puestos de trabajo a cambio de desposesión parece que por ahora quita
más de lo que da.

El mito del derecho al turismo como un derecho universal

Con el afán de amparar los intereses de la industria turística bajo
los Derechos Humanos y forzar la inversión pública en este sector, los
organismos internacionales sacan el siguiente razonamiento de la
chistera:

Puesto que el artículo 13 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos reconoce la libre movilidad y el 24 el derecho al
descanso y a vacaciones pagadas, el derecho a moverse en vacaciones no
puede ser más que un derecho humano.

Desde luego el derecho al descanso y el derecho a la movilidad son
derechos fundamentales fruto de conquistas sociales, pero la opción de
moverse durante el tiempo de descanso no es un derecho, es una opción.

Verdaderamente el derecho al turismo no es intrínseco al ser humano.
«Ser turista» es un estado circunstancial, delimitado en el tiempo. No
es una categoría humana, como sí lo es ser indígena o mujer, y no puede
ser objeto de derechos humanos específicos[1].

Además, para ser un derecho humano, debe ser universalizable su
ejercicio y la propia OMT reconoce que el 80% de los viajes
internacionales lo realizan personas de solo veinte países del mundo,
por lo que sigue siendo una cuestión de clase, etnia y colonialidad el
acceso a moverse en el tiempo de descanso.

Todo reconocimiento de derechos son fruto de procesos sociales,
conquistados por luchas emancipatorias. Debe hacernos dudar del carácter
de derecho del turismo el hecho de que la interesada en ello sea la
misma patronal que se beneficia económicamente de forma directa de dicho
fenómeno.

El derecho de arraigo al territorio es el único derecho de carácter
colectivo y fundamental que está en juego en este debate y debe ser el
límite a la práctica del turismo, esa movilidad en tiempo de descanso
que practican mayoritariamente lxs habitantes de los veinte países más
ricos del mundo.

[1]Deconstruyendo el derecho al turismo, Jordi Gascón. Universidad de Lleida