Este Abril canalla se ha llevado también a Conchita Liaño. Fundadora de Mujeres Libres.

Aurora Molina, Conxa Perez, y tambien Conchita Liaño. El pasado 19 de Abril nos dejó en Caracas Conchita Liaño, una de las fundadoras de Mujeres Libres. Quienes tuvimos la fortuna de conocerla, pudimos ver en ella a una persona rebelde, vivaz y «eternamente por civilizar». Era una prueba viva de porque el movimiento libertario ibérico alcanzó las cotas que alcanzó. Gente capaz de conjugar acción y reflexión al mismo tiempo.

Conchita en Valencia en Junio de 2011, su ultima visita a la península ibérica.

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Articulo de Llum Quiñonero.

Conchita Liaño, la vida efervescente

Hoy, 2 de mayo, lo he sabido. Dicen que Conchita Liaño murio el 19 de abril,  en Venezuela.  Tal vez sea cierto. Nacio en Paris, en 1916. Y vivio con la intensidad de quienes se sienten capaces de cambiar el curso de la historia.

Conchita Liaño, Rio Chico, Venezuela, 2004.

Se acabó lo que se daba. Ya no habrá nada a la que prenderle fuego.

Ya no habrá pasado, ni sol, ni horizonte de luz teñido de amargura, ni te amanecerás acompañada de ti misma.

Se acabaron las fronteras,  los calabozos, los caudillos que no se mueren nunca.  Los años que pasan sin sentido.

Se acabaron los amores imposibles, los dioses que no existen, el brillante sabor de la aventura. Se acabó, Liaño la hoja en blanco, las ganas de saber, el gusto por los cuerpos entregados.

Se acabó lo que se daba. Se acabó la esperanza negra que cubrió de nieve aquel enero,  los sueños rotos, vestidos de colores, las revistas, las pruebas de que era verdad lo que contabas.

Se acabó la dinamita que te pusieron dentro. Las ganas de no perderte nada, de mandarlos a todos a la mierda. De sentarte de cara a la pared y disfrutar de cada travesura. Se acabó, por fin, la vida efervescente.

Se acabó para siempre, Liaño la fuerza de tu aliento, el agua tibia lloviendo a borbotones en Rio Chico sobre tu cuerpo entero. Tu voz al otro lado, tu locura, tu tierna desmedida, tú luminosa y fértil  impotencia, tu belleza inabarcable.

En Zaragoza, 2007

Se acabó el hambre, el sueño y la torpeza. Los ojos que no ven el corazón que extraña, la mano que acaricia. El olor a mar, la prisa lenta, los mosquitos, el calor audaz de Maracaibo. Las cuentas que no cuadran, el caos, la canela en rama, la madre renegada.

Se acabaron las carcajadas, la historia enrevesada en el silencio,  los tambores espantando el calor de madrugada.

Se acabó por fin la duda que se fue con la certeza a beberse un ron al otro barrio.

Se acabó la primavera, se terminó y no me gusta nada.

Me pongo aquel vestido que me diste y miro de nuevo el horizonte.  Ya, ya sè que estas en otro plano. Una luz zigzagueante  y para siempre en los cerros de Caracas.

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Contxita aparecia en el documental co-producido por CGT/LKN Euskadi «Indomables. Una historia de Mujeres libres».

Asi como en el proyecto » …y al otro lado la esperanza» donde aparecerá junto a Aurora Molina. 

Que la tierra te leve leve querida amiga.




Ha muerto Aurora Molina Iturbe

El 10 de abril murió en Gijón la compañera Aurora Molina Iturbe, hija de Lola Iturbe militante de CNT y de «Juanel» destacado miembro de la FAI. A los trece años empuñó un fusil para defender los logros revolucionarios en la BCN  del 36. Junto a Lola y Juanel y mas tarde con su compañero Ramón Alvarez «Ramonin» vivió las penurias del exilio y la ilusión de la lucha revolucionaria, cuando el termino anarquista, anarcosindicalista, o libertari@ era un sustantivo y no simplemente un adjetivo.  

Que la tierra te sea leve.

 




Lo que no puede ser barrido bajo la alfombra

La cultura de la impunidad, nacida al calor del olvido de los crímenes del franquismo, es la misma que no se escandaliza si un manifestante pierde un testículo y otro la vista en un ojo 
Este miércoles se celebra un acto en defensa de la extradición de Billy el Niño, acusado de torturas durante el franquismo, ante la imposibilidad de sus víctimas de declarar en un tribunal español 

Olga Rodríguez 

Portada del New York Times con un reportaje destacado sobre la querella argentina que investiga crímenes del franquismo

Portada del New York Times con un reportaje destacado sobre la querella argentina que investiga crímenes del franquismo

 

Mientras buena parte de los medios de comunicación españoles, siguiendo la cultura de la impunidad, ignoran la querella argentina que investiga los crímenes del franquismo, de nuevo han tenido que ser medios extranjeros los que concedan a la misma la dimensión informativa que merece. Este lunes el diario estadounidense The New York Times publicaba en su portada, como una de sus noticias más destacadas en su edición en papel, una información dedicada a la querella argentina, a víctimas de la dictadura y a la impunidad del franquismo. 

 “Hoy en día, la política, los negocios y la ley en España están salpicados de personas con vínculos directos o indirectos con el régimen de Franco”, escribe el autor del reportaje en el diario estadounidense, que también informa de que “los tribunales españoles han rechazado oír estos casos [de las víctimas] durante cuarenta años”. 

Además, incluye testimonios de víctimas, así como del portavoz de la Fundación Francisco Franco o del exministro y diputado Ramón Jaúregui, que considera que romper el pacto de amnistía para juzgar a responsables de crímenes del franquismo “no sería bueno para el país”. 

Hablar de 1939, de 1950 o de 1976 no es hablar del pasado. Como dice José María Galante, víctima de las torturas de Billy el Niño durante el franquismo, abordar aquello es hablar también de 2014. La cultura de la impunidad en este país es tal que desconocemos nuestra propia historia. La impunidad del franquismo ha facilitado la consolidación de otras impunidades: si matar, encarcelar o torturar a alguien por sus ideas salió gratis, también puede pasar desapercibido robar, abusar, discriminar. 

La cultura de la impunidad que defiende olvidar a los más de cien mil desaparecidos del franquismo aún enterrados en fosas comunes es la misma que ampara los desahucios de más de 500.000 familias mientras hay más de tres millones de casas vacías. Es la misma que ampara los 120.809 despidos en las empresas del Ibex 35 en el segundo semestre de 2013, mientras éstasaumentaron sus beneficios y ganaron 17.770 millones de euros. 

Es la misma dispuesta a estigmatizar manifestaciones multitudinarias mientras defiende la violencia institucional. Es la que está dispuesta a decirnos que si nos pegan, es para protegernos. Que si recortan nuestros derechos y libertades, es por nuestro propio bien.

Es la que no se escandaliza si un manifestante pierde un testículo y otro la visión de un ojo. Es la que no pone límites a la infamia. La que da rienda suelta a la extrema derecha en algunos debates televisivos. La que aplaude que a alguien se le llame gordita, a falta de otros argumentos para arremeter contra quien defiende derechos fundamentales. La que ahora establece que la Reina y los Príncipes de Asturias sean aforados ante el Supremo.

Es la que protege a Billy el Niño, prohibiendo que se grabe su imagen durante la vista de su extradición este jueves, mientras permite que se publiquen fotografías de manifestantes a los que criminaliza. La que no se avergüenza cuando Naciones Unidas establece que España “se quedó atrás” para hacer frente a su pasado reciente. La que no mueve un dedo cuando la ONU recomienda retirar la ley de amnistía para que los juicios puedan celebrarse.

Cuando alguien dice que imputar a presuntos responsables de crímenes franquistas no sería bueno para el país, cuando añade que “no sabemos dónde comienza y dónde termina, ¿dónde establecemos los límites?” lo que está haciendo es echar mano de esa cultura de la impunidad. Los límites son claros. Otra cosa es que haya voluntad de aplicarlos. 

La justicia, con su carácter ejemplarizante, pondría a este país patas arriba porque son pocos los rincones donde la impunidad y la corrupción no campan a sus anchas. Y, lamentablemente, son muchos quienes siguen beneficiándose de ello.

Acto sobre la extradición de Billy el Niño

Este jueves la justicia española decide si extradita a Argentina al expolicía franquista Juan Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, acusado de haber practicado terribles torturas durante la dictadura española y reclamado ahora por la justicia argentina que investiga los crímenes del franquismo.

El fiscal, Pedro Martínez Torrijos, se opone a la entrega, alegando que los hechos estarían prescritos y que se pueden investigar en nuestro país. Resultan cuanto menos llamativos estos argumentos, ya que es de conocimiento público que los delitos de lesa humanidad no prescriben, y que, por lo demás, en España ha quedado más que clara la nula voluntad de investigarlos. 

Ante la elevada sospecha de que la extradición de Billy el Niño sea denegada, este miércoles se celebra un acto en Madrid, impulsado por diversos colectivos contra la impunidad del franquismo,bajo el título: “Exposición de motivos: ¿por qué Billy el Niño debe ser extraditado?”. La entrada será libre.

En él varias víctimas relatarán las torturas a las que fueron sometidas, algo que les niega la justicia española, ya que hasta ahora no han podido ofrecer testimonio ante un tribunal de este país. Participarán integrantes de diversos sectores de la sociedad, se informará de las novedades en torno a la querella argentina, y se cerrará con música y poesía.  

El Estado español sigue negando verdad, justicia y reparación a las víctimas de los crímenes de la dictadura. Ante ello, como recordaba el domingo el relator de Naciones Unidas en el New York Times, “algunos problemas no desaparecen. No pueden ser barridos bajo la alfombra. La gente, como es lógico, no olvida”.

fuente: Publico.es




Adolfo Suárez: otra necrológica posible (e históricamente necesaria)

Donde la mayor parte de las biografías sobre Suárez, y especialmente aquellas narraciones institucionales sobre la transición, flaquean es a la hora de adentrarnos en el papel que jugó el expresidente en el proceso de reestructuración del modelo capitalista español así como en la sistemática represión de los movimientos contestatarios en el comienzo de la Transición.

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Hace ya mucho tiempo que la biografía oficial y oficializante de Adolfo Suárez González, Duque de Suárez (1932-2014), está escrita. Incluso, a buen seguro, las necrológicas que ahora se están publicando con presura llevaban ya meses, años, guardadas en la “nevera” de los grandes medios de comunicación. Así funciona la “prensa libre”.

La gran representación de lo esperado y esperable funcionó a la perfección desde el primer momento en que uno de sus hijos, Adolfo Suárez Illana, comunicó la noticia del “inminente” desenlace. La reacción fue inmediata. El aparato propagandístico no tardó en ponerse en marcha. Imágenes conocidas, esperadas, lugares comunes donde los haya, empezaron a difundirse a la velocidad a la que hoy nos tienen acostumbrados. Sí, los portavoces de las políticas de la memoria oficial/institucional reaccionaron al instante. No faltó detalle en la puesta en escena.

Pero esa misma representación que forma parte de la escenificación de ese relato lineal, uniforme, acrítico, que constituye la sustancia esencial de la narración canónica de la transición postfranquista –como discurso que todo lo ha impregnado para al menos tres generaciones de ciudadanos–, sonaba a vieja, a caduca. Aunque el esperable “babeo” de los biógrafos oficiales de Suárez era de suponer, se ha llegado a tan altas cimas, en esta ocasión, que no deja, al mismo tiempo, de representar el final predecible y cercano de este mismo relato agonizante. Ya lo dijo Beltrolt Brecht cuando afirmó que la “crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”. Nada nuevo se ha dicho, ni se pensaba decir, acerca del predecible fallecimiento de Suárez. En estos eventos mediáticos-propagandísticos la crítica es superflua. Y, por supuesto, no se ha desaprovechado tan magnífica ocasión para remarcar los dogmas de aquella edulcorada transición: que si fue modélica, que si fue pacífica, que si fue extrapolable… Sin olvidarnos de otros sonados éxitos de esa misma musiquilla: reconciliación, conciliación… ¡Todo tiene un aroma tan rancio!

Como en toda biografía de político de primer nivel que se precie, el triángulo de corrupción-especulación-impunidad está presente

Y pese a todo, la trayectoria personal de Adolfo Suárez es tan compleja, tan poliédrica, que debería ser objeto de un análisis riguroso y sosegado. Pues hablamos no sólo de la imagen proyectada, o pretendidamente proyectada, sino de algo más relevante en términos históricos: el origen de la teórica legitimidad del régimen político-económico actual. Un asunto demasiado importante para ser cautos o cuanto menos estar atentos ante las habituales mistificaciones. De hecho, rastrear históricamente en la biografía del presidente Suárez, más allá de esos mismos lugares comunes, puede permitir proyectar no sólo lo que pudo ser o no ser la transición –aspecto que se escapa a los historiadores– sino también, ante todo, ayudar a internarse por otros lugares no habituales –eso sí, cada vez más habituales– que reflejan las luces y sombras de la otra transición a la democracia, como un discurso que a medio-largo plazo reemplazará, mediante reforma o ruptura, al actual.En esta breve necrológica, al menos, nos gustaría destacar tres cuestiones que nunca se resaltarán debidamente en estos días de luto nacional.

La metamorfosis y el modelo económico

La primera cuestión sobre la que cabría discutir es la propia conversión hasta la metamorfosis total del Suárez franquista a demócrata convencido en un tiempo récord. Uno de otros tantos casos “milagrosos”. Y no es baladí lo anterior. No esperen oír ni menos leer voces críticas, en estos días de tristeza nacional, de aquellos biógrafos ya no críticos –y aquí el ejemplo, por antonomasia, es Gregorio Morán– sino de sus declarados enemigos que los hubo y siguen existiendo con más o menos fundadas razones. Nada va a perturbar la puesta en escena. No se está aquí ante un juicio ético o moral, sino simplemente histórico. Pues resulta que internarse en la trayectoria biográfica de Suárez –hasta donde lo permite la muy escasa documentación disponible, que es otra cuestión sobre la que cabría discernir largamente– desde su infancia, su apresurada escalada por los centros de poder franquistas –sin ningún tipo de escrúpulo o mala conciencia incluido corrupciones varias de diferente índole– hasta ser nombrado presidente del segundo Gobierno de la Monarquía (julio de 1976), nos conduce a la misma esencia de los “límites infranqueables” de la llamada transición a la democracia.

De la misma forma, dicha senda vital nos refleja cómo se las ingeniaron las fuerzas vivas del franquismo para que todo cambiara sin que nada cambiara.Toda una obra de ingeniería político-mediática sin precedentes. Con una nota añadida, constituye el mejor camino para conocer al Suárez político al 100% en donde los medios justificaron los fines. O dicho de otra forma, Suárez fue un político, ante todo, pragmático. Son tantos los ejemplos que se podrían exponer de cómo se construyó aquella biografía empezando por cómo supo sacar el debido provecho de la tragedia de la urbanización de los Los Ángeles de San Rafael en Segovia, en junio de 1969. Como en toda biografía de político de primer nivel que se precie, el triángulo de corrupción-especulación-impunidad está presente… Y con todo, es cierto, es verificable en términos históricos –más allá de esa invención del pasado de la que nos previniera Hobsbawm– que Suárez se terminó por creer su papel de salvador de la Transición, de la Patria. Por convicción o por pragmatismo –a gusto del lector– no se le podrá achacar sus no pocos sacrificios políticos pero también personales en busca de ese “fin común” de que, al menos, se superara la dictadura franquista de cara a avanzar a un sistema democrático de mercado con todas sus limitaciones. ¡Qué difícil tarea la de separar en este caso lo individual de lo colectivo!

 

Pero donde la mayor parte de las biografías sobre Suárez y especialmente aquellas narraciones institucionales sobre la transición flaquean, es a la hora de adentrarnos –en ocasiones hasta el punto de tratarnos como súbditos antes que ciudadanos– en el papel que jugó nuestro protagonista en el proceso de reestructuración del modelo capitalista español. Es hora ya de adentrarnos en una historia de clase de este tiempo histórico. La mistificación, la simple edulcoración más elaborada o burda, sobre la necesidad imponderable de los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977) ha sido tal que ha difuminado casi por completo las otras vías de desarrollo que se pudieron llegar a dar. No sólo fueron los Pactos de la Moncloa –sin adentrarnos en otros asuntos tan espinosos como la Ley de Amnistía también de octubre de 1977– sino toda una pléyade de normativas a posteriori que instrumentalizaron la crisis económica de los setenta, para integrarnos en la nueva división internacional del mercado con las consecuencias del todo sabidas.

Pero no termina aquí la posible crítica histórica. Fuera por convencimiento o por pragmatismo, el proyecto político-económico que encarnó la UCD y el mismo Suárez durante la primera legislatura (1977-1979) con rasgos, en ocasiones, netamente progresistas quedarían eliminados muy pronto. Secuestrada económica y presupuestariamente UCD por la CEOE y otros centros de poder financieros –como relató el poco sospechoso periodista Mariano Guindal en El declive de los dioses– su programa de actuación quedó prontamente limitado en aspectos de no poca trascendencia. Un secuestro mediante vías formales o forzadas que, en cualquier caso, no modifica el resultado final.

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Azote de los movimientos obreros y sociales

Ahora bien, si hay un lugar por el que los biógrafos y los relatos oficializantes han pasado de largo, es el relativo a la obra y venturas de Adolfo Suárez en su papel clave en la represión, vigilancia y espionaje contra el movimiento obrero y los entonces llamados “nuevos” movimientos sociales. Existe ya la suficiente evidencia empírica y bibliografía consolidada –pese al bloqueo sistemático en el acceso y consulta a la documentación histórica de este tiempo– para hablar en estos términos que tan mal casan con esos adjetivos grandilocuentes de reconciliación, consenso, pacífica siempre que aparece el vocablo “Transición”. Y hablando de lecturas malditas –siempre ignoradas en estos días– recordamos que a día de hoy ningún investigador o especialista ha puesto en cuestión los datos en su día esgrimidos por Alfredo Grimaldos –La sombra de Franco en la Transición – o Mariano Sánchez –La transición sangrienta– y de otros tantos investigadores que nos hemos dedicado a la tarea. ¿Nadie recordará, algún día, la memoria de los estudiantes José Luis Martínez y Emilio Montañés ametrallados un 13 de noviembre de 1979 por la fuerzas del “orden público” en una manifestación de estudiantes y trabajadores contra el Estatuto de los Trabajadores? Y lo anterior no deja de ser un caso aislado entre los centenares que pudieran ser expuestos, en un tiempo histórico en que la violencia política institucional se combinó con el amparo por parte de los organismos estatales en lo referido a una extendida política de terrorismo de Estado.

No estamos hablando solamente de que, por ejemplo, los sindicatos mayoritarios entonces –desde CCOO, incluso la renacida CNT o hasta UGT u otros tantos casos– fueran vigilados, sometidos a todo tipo de espionaje o de infiltraciones, sino es que se puede afirmar que existió toda una política de control y represión contra el movimiento obrero. No valen aquí ni los argumentos de la lucha anti-terrorista de ETA ni otros tantos lugares comunes ya citados. Ni siquiera cabe hablar aquí de esa siempre citada correlación de fuerzas. Se está hablando, sencillamente, de una política institucional –y suponemos que el presidente Suárez algo sabría– en donde tan sólo en el año 1979 –en el que se dio uno de los últimos repuntes de la lucha de clases en la España contemporánea, alcanzándose niveles récord de conflictividad obrera– se emplearon todos los medios con el fin de derrotar a quien siempre se consideró el enemigo principal: el movimiento obrero. Un episodio, entre otros tantos revisables, con nombres, datos y cifras. No son suspicacias ni críticas no fundamentadas, sino hecho reales, tan reales como el hecho de que nunca Suárez tuvo voluntad real de cuestionar ni menos tocar el aparato de los grupos terroristas de extrema derecha cuando no se les amparó por omisión o acción… ¡Que difícil resulta siempre referirnos a la violencia cuando quien la ejerce es el Estado!

Estos pequeños episodios aquí narrados, y otros tantos que se pudieran exponer –desde los porqués reales de la legalización del PCE o hasta el nodo fundacional del siempre citado frustrado Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981– resultan y resultarán siempre lugares incómodos no de memoria sino de historia en los relatos hagiográficos de Suárez. De este modo, nada nuevo se va decir como conclusión: el trabajo de los historiadores profesionales –sí aquellos con una teoría y un método científico que rastrean en esos siempre incómodos papeles que ni siquiera Martín Villa pudo destruir– se enfrentan a un primer gran reto de enormes dimensiones: desmitificar a Adolfo Suárez como persona y político.

No de cara a una crítica estructural y frontal. No. Nuestra labor y trabajo es otro, pues de lo que se trata es de reconstruir esa misma biografía personal y política desde las bases del conocimiento histórico. Un reto que se aparece en una perspectiva a medio-largo plazo de muy complicada realización. Se trata ya no de confrontar, cuestionar, la representación heroico-institucional del binomio transición-Suárez, con Museo ad hoc, sino de algo más sustancial: ¿Dónde están los papeles del archivo personal pero también institucional del primer Presidente de la Transición? ¿Dónde están los papeles de la UCD o incluso del CDS? ¿Por qué todavía hoy sigue cerrado el acceso y consulta la documentación de la Brigada Político-Social, del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil, los diferentes archivos militares y de los centros de inteligencia antes y después de esa “modélica transición”? Y aquí está el posible punto de arranque para que los historiadores podamos en su día realizar una biografía política y social de Suárez en condiciones y con todas las garantías. Mientras tanto, el mito, la memoria institucional/oficial prevalecerá en el próximo inmediato. Y con ella el hoy cada vez más cuestionado “modelo español de impunidad”.

MartinVillaMovimiento

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Nadie recordará, algún día, la memoria de los estudiantes José Luis Martínez y Emilio Montañés ametrallados un 13 de noviembre de 1979 por la fuerzas del “orden público” en una manifestación de estudiantes y trabajadores contra el Estatuto de los Trabajadores?

fuente: Diagonal




Emboscada de Pasaia, treinta años en la memoria colectiva

Se cumplen treinta años de la muerte a manos de la Policía española de cuatro militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Tres décadas de un hecho que en la memoria colectiva ha quedado grabado como «la emboscada de Pasaia». Recopilamos varios artículos publicados en Naiz sobre esta masacre y algunos enlaces para ampliar información.

TESTIMONIO DE JOSEBA MERINO, UNO DE LOS DOS SUPERVIVIENTES

Se cumplen treinta años de la muerte a manos de la Policía española de cuatro militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Tres décadas de un hecho que en la memoria colectiva ha quedado grabado como «la emboscada de Pasaia». NAIZ se ha citado con uno de los supervivientes de aquella acción policial, Joseba Merino, que nos ofrece su relato en el lugar exacto donde ocurrió la tragedia. Las rocas de Pasai Donibane se convierten en el escenario que nos lleva atrás en el tiempo, hasta el 22 de marzo de 1984.

Las 22.30 de la noche del 22 de marzo de 1984. Cuatro miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA) fallecen en una emboscada de la Policía española en la bahía de Pasaia. José María Izura ‘Pelu’ y Pedro María Isart ‘Pelitxo’ mueren durante la operación policial. Rafael Delas ‘Txapas’ y Dionisio Aizpuru ‘Kurro’, caen tiroteados pocos minutos más tarde. Joseba Merino, único superviviente –junto con Rosa Jimeno–, rememora lo sucedido cuando se cumplen treinta años de aquellos hechos.

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Joseba Merino observa las cuatro siluetas dibujadas en el lugar donde ocurrió la emboscada. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)

Accede a citarse con nosotros en Pasai Donibane, en el lugar exacto donde cayeron muertos sus cuatro compañeros. Observa las rocas sobre las que aún siguen dibujadas las siluetas que recuerdan a las cuatro víctimas mortales. Comienza su relato como si hubiese ocurrido ayer.

‘Pelu’, ‘Pelitxo’, ‘Txapas’, ‘Kurro’ y el propio Merino, junto con su perra Beltza, salieron del puerto de Ziburu en una zodiac rumbo a Pasaia. Permanecían en Ipar Euskal Herria, en un ambiente muy marcado por la guerra sucia y la actividad de los grupos parapoliciales. «Hacía mala mar, había niebla, y a la altura de Hondarribia estuvimos a punto de darnos contra las rocas. Decidimos que si en diez minutos no veíamos el faro, nos daríamos la vuelta. Entonces vimos luces de dos mercantes que estaban atracados fuera de Pasaia. Justo a la entrada de la bocana nos quedamos sin combustible, rellenamos la zodiac, y cuando entramos vimos a Rosa con una linterna que nos hizo unas señales que nos indicaban que todo estaba bien».

En Pasaia les esperaba Rosa Jimeno, compañera que días antes fue secuestrada por la Policía española y obligada bajo torturas y amenazas a establecer una cita con ellos. Fue el cebo de la emboscada. Ellos jamás sospecharon de nada.

«Llegamos con la embarcación; la llevaba yo. Vimos las señales de la linterna y pusimos aquí la proa (junto a las rocas). No veíamos nada. Le eché un cabo a Rosa para que sujetara la embarcación».

«Primero desembarcaron ‘Kurro’ y ‘Pelitxo’. Yo le pasé después una bolsa con material a ‘Pelitxo’ y le dije a ‘Kurro’ que cogiera a Beltza. Cuando me encontraba agachado cogiendo a la perra y la segunda vez que le dije a ‘Kurro’ que la cogiera, se escuchó un ‘¡Alto! ¡Policía!’ y un disparo suelto. Y de seguido, cientos de disparos».

«Nos pilló totalmente de sorpresa», relata Merino. Rosa tenía los pies atados con una cuerda, y cuando comenzó la ráfaga, tiraron de la misma, por lo que cayó al suelo y no resultó herida. ‘Pelu’ y ‘Pelitxo’ murieron a consecuencia de esos disparos, mientras el resto de compañeros intentó sobrevivir.

«Yo me encontraba agachado cogiendo a la perra y actué por instinto. Solté a la perra y me eché por la borda al agua. Di unas brazadas por debajo del agua; notaba cómo pasaban las balas muy cerca de mí, incluso una me rozó la nariz», rememora.

«No tardaron más de minuto y medio en encontrarme», dice Merino. «Me obligaron a subir a las rocas. Estaba todo lleno de policías y la situación era muy tensa, con insultos y amenazas por parte de ellos. «No te muevas que te mato»…. Los policías estaban histéricos».

Merino fue colocado junto a ‘Kurro’, ya detenido por los policías, ambos con las manos en la cabeza, mientras seguían buscando al resto de compañeros. Hallaron a ‘Txapas’ y «le obligaron a subir junto con nosotros. ‘Txapas’, ‘Kurro’ y yo, los tres estábamos desarmados y con las manos en la cabeza». ‘Pelu’ y ‘Pelitxo’ ya habían muerto.

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Merino, apostado en la placa que recuerda a los cuatro fallecidos

La Policía española les pidió que se identificaran. Así lo hicieron. Merino fue apartado de sus compañeros a una corta distancia. «Con insultos y amenazas me indicaron que me alejara un poco. Tres policías se acercaron –armados con una Ingram 10 y una UZI– y bajaron hasta donde nosotros. Preguntaron a mis compañeros los nombres y estos se los dijeron». Entonces se escuchó: ‘Vais a morir’. «Abrieron fuego a una distancia muy corta, a menos de un metro».

‘Txapas’ y ‘Kurro’ yacían ya sobre las rocas de la Bahía de Pasaia. «Cuando ves que les fusilan no reaccionas. ¿Es verdad?, ¿es real lo que estas viendo?», se pregunta.

Un mes después de la muerte de Enrique Casas

Joseba Merino asegura que la emboscada de Pasaia está directamente relacionada con la muerte de Enrique Casas, exsecretario de Organización del PSE, fallecido en un atentado de los Comandos Autonómos Anticapitalistas un mes antes, el 23 de febrero de 1984. Y esa es, a su juicio, una de las razones por las que no murió en aquella operación.

«La Policía no contemplaba entre sus análisis que una ‘ekintza’ como la realizada contra Enrique Casas hubiera sido llevada a cabo por un grupo tan minoritario como los Comandos Autónomos Anticapitalistas, ni que se hubiera hecho sin el visto bueno de ETA Militar. Entonces se les presentó la oportunidad de sacar información sobre lo que ocurrió», dice Merino, quien permaneció 17 años en prisión por su presunta relación con el atentado contra Casas.

Considera que la emboscada de Pasaia suponía «un éxito propagandístico» para el entonces presidente del Gobierno español, Felipe González. «Era un éxito propagandístico poder presentar ante la opinión publica a uno de los dos que presuntamente había participado en la ‘ekintza’ contra Enrique Casas».

Por otra parte, recuerda que él era el responsable de «infraestructuras» dentro de los CAA. Afirma que pocas horas antes dos compañeros escaparon de un piso de Eibar, donde la Policía española acudió a detenerlos. «Hubo incluso disparos, pero consiguieron escapar». Merino cree que, a través de él, la Policía también tenía oportunidad de lograr información sobre los pisos donde podrían haberse refugiado estas personas.

Robo-adquisición de coches; «ahí nació la tragedia»

Merino explica que la emboscada de Pasaia «fue fruto de nuestros excesos de confianza y equivocaciones». Los CAA, asegura, robaban coches para sus acciones, «con un riesgo muy alto» de terminar en un «desastre». Asegura que decidieron cambiar de modus operandi para adquirir vehículos. «Íbamos a los concesionarios y los ‘comprábamos’. Nos comprometíamos a hacer la transferencia para el pago, pero luego no la hacíamos. Así teníamos un coche que ante la Policía no constaba como robado», dice.

La captura de Rosa Jimeno llegó a través de uno de esos coches. «Había un coche que no utilizábamos y le dimos las llaves a Rosa para que lo moviera. Para la Policía era una tarea fácil. Apuntar todos los coches que se habían vendido en los últimos meses, llamar a Tráfico, y enseguida sabían qué coche estaba sin pagar. Localizaron el coche enseguida».

El 18 de marzo, cuatro días antes de la emboscada, Rosa Jimeno acudió a mover el coche y fue capturada por la Policía. «Le cogen un número de teléfono y unas llaves. La torturan y descubren que el teléfono era de un contacto de Iparralde y las llaves también. Y eso acabó en tragedia. Fue fallo nuestro, se lo pusimos en bandeja».

ROSA JIMENO, EL «CEBO» DE LA EMBOSCADA

Rosa Jimeno, la segunda superviviente de la emboscada de Pasaia, fue secuestrada por la Policía española cuatro días antes del operativo contra los militantes de los Comandos Autonómos Anticapitalistas (CAA). Bajo torturas y amenazas, fue obligada a establecer una cita con ellos, quienes accedieron a acudir sin tener sospecha alguna de lo que iba a ocurrir.

Todo comenzó el 18 de marzo de 1984, cuando Rosa Jimeno era arrestada por la Policía española. La captura se produjo en Donostia, en la plaza Pío XII, cuando la joven oriotarra se aproximaba a un vehículo de los CAA que debía mover de su ubicación. La Policía tenía el coche controlado de antemano. Nadie supo de su arresto.

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Rosa Jimeno ofreció su testimonio a GARA en una entrevista realizada en 2008. (Gari GARAIALDE/ARGAZKI PRESS)

Recuperamos su relato del texto «Bahía de Pasaia, la emboscada impune», publicado en GARA en el año 2008. En el mismo detalla cómo mediante torturas, y colocándole una pistola en la nuca la obligaron a telefonear a su casa y a su trabajo para indicar que no aparecería en unos días. Los agentes la obligaron a argumentar que tenía que ayudar a una amiga embarazada, por lo que pasaría unos días fuera de casa.

Sus padres conocían demasiado bien a su hija, por lo que sospecharon de la llamada. Incluso acudieron a comisaría a preguntar por su hija, pero la detención fue registrada con una identidad falsa, por lo que el nombre de Rosa Jimeno no figuraba allí. «Querían mantener el arresto en secreto… al fin y al cabo fue un secuestro», explicaba.

En el momento de la detención, la joven portaba un número de teléfono que pertenecía al domicilio de Ziburu en el que se encontraba su compañero Dionisio Aizpuru, ‘Kurro’. Jimeno explicaba que las torturas de la Policía española no cesaron hasta que lograron que concertara una cita con él.

Todo estaba a punto ya para la emboscada. La cita había sido fijada para el 22 de marzo a las 22.00, en unas rocas cercanas al puerto de la bahía de Pasaia. Tres destellos de una linterna serían la señal acordada para indicar que el lugar «estaba limpio».

Ese día, hacia las 19.00, los cinco integrantes de los CAA, junto a la perra Beltza, emprenden el camino desde Ziburu en una lancha tipo Zodiac. Casi al mismo tiempo, Rosa Jimeno es trasladada por la Policía al sitio concertado. Antes, sin embargo, al salir de comisaría puede observar los preparativos del operativo. «Había mucho movimiento y los policías, todos con chalecos antibalas, cogían armas y más armas… Yo me puse muy nerviosa y les preguntaba, inocente de mí, para qué querían esas armas, a la vez que les gritaba que me habían prometido que solo los iban a arrestar», relataba conmocionada por el recuerdo.

«Todo parecía normal»

Justo cuando comienza a oscurecer, los agentes la trasladan hasta el lugar concertado. La bajan hasta las rocas y allí le atan las piernas con una cuerda. El policía que portaba el otro cabo de la cuerda y que debía tirar de ella permanece escondido.

Llega la hora y la barca aparece por la bahía pasaitarra. Sus cinco tripulantes ven de lejos a Rosa Jimeno y la linterna que porta realiza la señal convenida. «Todo parecía normal y nos acercamos», recordaba Merino.

En pocos segundos la tranquilidad de la noche va a desaparecer, la oscuridad se disipará ante los potentes focos de la Policía y el mar se teñirá del rojo de la sangre.

Tras la emboscada y durante la misma, Jimeno no puede ver nada, ya que permanece retenida a punta de pistola, boca abajo. Sufre un grave estado de shock nada más escuchar los disparos y rompe a gritar. Cerca de donde se encuentra se van amontonando los curiosos. La oscuridad y la situación lejana del enclave no les permite ver los hechos, pero sí pueden advertir la situación en que se encuentra la oriotarra. Los vecinos piden incluso a los policías, que tienen cortado el acceso, una ambulancia para que la joven sea asistida.

Cuando todo acaba, los cuerpos sin vida de los cuatro jóvenes son transportados a la Comandancia de Marina, donde permanecen hasta ser llevados al depósito de cadáveres del cementerio donostiarra de Polloe. De esta forma se saltan el procedimiento judicial regular, que establece que el levantamiento de los cadáveres debe realizarse en el lugar de los hechos por un juez forense para esclarecer, mediante un proceso de investigación, los motivos del fallecimiento.

A Jimeno la llevan directamente a la comisaría de la Policía española en Donostia. Al día siguiente es trasladada a Madrid, y tras once días incomunicada pasa por la Audiencia Nacional española. Todo el periodo de incomunicación lo pasa preguntando por el estado de sus compañeros. Le aseguran que están vivos. No sabría la verdad hasta llegar a prisión, donde permaneció más de tres años.

VERSIÓN OFICIAL CONTRADICTORIA, FUNERALES Y RESPUESTA SOCIAL A LAS MUERTES DE PASAIA

La emboscada de Pasaia tuvo lugar la noche del 22 de marzo de 1984 y los días posteriores se sucedieron las protestas y se celebraron los funerales de los cuatro fallecidos en Azpeitia e Iruñea. Salió a la luz la versión oficial del Gobierno español, que fue desmentida por testigos presenciales.

Tirando de hemeroteca, encontramos los textos de las noticias a través de las que aquel año el diario ‘Egin’ realizó el seguimiento de la «emboscada de Pasaia». Tras el ametrallamiento, el Gobierno español se apresuró a divulgar una versión que fue desmentida por varios vecinos de la zona.

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Silueta dibujada en las rocas donde ocurrió la emboscada. (Andoni CANELLADA/ARGAZKI PRESS)

Entre el 23 y 25 de marzo se celebraron los funerales de los fallecidos y se sucedieron las protestas en la calle. NAIZ ha recopilado algunos de los extractos de las noticias publicadas en el clausurado diario.

‘Egin’, 24 de marzo

Los testigos desmienten la versión oficial sobre el ametrallamiento de Pasaia

Las versiones recabadas entre la población de Pasaia desmienten todas ellas el desarrollo de los hechos del ametrallamiento policial de un comando de los CAA en dicha localidad narrado por el gobernador civil de Gipuzkoa. Julián Elorriaga mantuvo en varia emisiones radiofónicas que los disparos policiales en Pasaia se produjeron en respuesta de la reacción que los presuntos miembros de los CAA ofrecieron a la voz de ‘alto’ de la Policía. Según el gobernador civil, los presuntos militantes de los CAA ocupantes de la embarcación dispararon contra la Policía. Testigos presenciales de los hechos, vecinos de Pasaia, coincidieron, sin embargo, en señalar que los ocupantes de la embarcación atacada en ningún momento realizaron disparo alguno.

Una extraña llamada telefónica anunció la muerte de Rafael Delas

A las doce y media de la noche del pasado jueves (noche de los hechos), cuando aún no se conocía oficialmente la identidad de los muertos en el puerto de Pasaia, se recibió en el domicilio paterno de Rafael Delas una llamada telefónica a través de la cual una voz masculina preguntó a un hermano de Rafael «si estaba viendo la tele». Preguntado sobre quién era, el comunicador afirmó: «Ya ves que lo que nosotros prometemos lo cumplimos». Al insistir el hermano de Rafael sobre su identidad, le contestó que de momento «no le interesaba saber quién era», por lo que el hermano optó por cortar la comunicación. El hermano de Rafael Delas, según manifestó a ‘Egin’, creyó reconocer en la voz del comunicante anónimo a un inspector de policía de la última vez que estuvo detenido. Se daba la circunstancia de que, en aquella ocasión, la mayoría de los policías que interrogaron al hermano de Rafael le amenazaron repetidas veces que «iban a matar a Rafael».

La muerte de Izura se conoció a través de una llamada desde Baiona

Por su parte, la familia de José María Izura conoció su muerte a través de una llamada telefónica desde Baiona sobre las diez de la mañana (del día siguiente a los hechos). Durante bastantes horas, la familia vivió momentos tensos por una serie de noticias contradictorias que se estaban produciendo y por la falta de información de los estamentos gubernativos. Durante horas se pensó que Izura podría ser el quinto joven, herido y detenido tras la emboscada.

Conmoción y protestas en Azpeitia, pueblo natal de ‘Pelitxo’ y ‘Kurro’

En Azpeitia, localidad natal de Pedro Mari Isart ‘Pelitxo’ y Dionisio Aizpuru ‘Kurro’, se registró una huelga en dos de las empresas más significativas y el cierre total de bares y comercios.

‘Egin’, 25 de marzo

Jáuregui: «La del gobernador, verdadera y única descripción de lo ocurrido»

El delegado del Gobierno español en la CAV, Ramón Jáuregui, criticaba la petición hecha por el lehendakari, Carlos Garaikoetxea, a la Consejería de Interior del Gobierno de Lakua para que abriera un investigación en torno a lo sucedido en Pasaia.

Jáuregui manifestó que la petición de Garaikoetxea «no es congruente con los hechos, porque su consejero de Interior está perfectamente informado del desarrollo de la operación policial, entre otras razones por haberlo hecho de forma personal y extensamente en la mañana del viernes por el gobernador civil de Gipuzkoa». «Esa es la verdadera y única descripción de los acontecimientos», dijo.

Enterrados en Iruñea y Azpeitia los cuatro abatidos en Pasaia

Iruñea y Azpeitia fueron escenario de los entierros de los cuatro jóvenes abatidos en Pasaia. En Azpeitia, miles de personas se congregaron en los funerales y el posterior entierro de Pedro Mari Isart ‘Pelitxo’ y Dionisio Aizpuru ‘Kurro’. Horas antes, a mediodía, cientos de personas rindieron homenaje en los soportales del Ayuntamiento a los cadáveres de los presuntos miembros de los CAA. Los traslados de los féretros a los domicilios de las víctimas se convirtieron en manifestaciones..

En Iruñea, el recibimiento a los cadáveres y los entierros produjeron escenas altamente emotivas entre los familiares y amigos. Los funerales, sin embargo, dieron lugar a diversos incidentes.

Indignación por la homilía en el funeral de Rafael Delas

La homilía del cura que ofició el funeral en memoria de Rafael Delas provocó la indignación de una gran parte de los asistentes a este acto religioso, dando lugar a diversos incidentes dentro del templo. Las protestas se originaron al final de la homilía, en la cual el sacerdote no hizo ningún tipo de referencia a las circunstancias en las que murió Delas, insistiendo en frases como «todos tenemos las manos manchadas de sangre» y «tenemos que pedir perdón por nuestros pecados». Al finalizar la homilía, desde la parte posterior del templo comenzaron a oírse susurros en señal de desagrado y continuación gritos contra el cura Francisco Lizarraga.

‘Egin’, 26 de marzo

Miles de personas en las calles contra la Policía y el GAL

Convocadas por HB, KAS y las Gestoras pro-Amnistía, miles de personas se movilizaron en pueblos y ciudades de Euskal Herria en protesta por las muertes de los cuatro integrantes de los CAA en Pasaia y del refugiado Xaber Pérez de Arenaza, muerto en Biarritz en una operación del GAL.

Según los CAA, la Policía utilizó a una detenida de su organización

Los Comandos Autónomos Anticapitalistas manifestaron en un comunicado que, el pasado día 18, la Policía detuvo a una de sus militantes «que era la persona indicada para recoger el Comando en Pasajes». Los CAA parecen referirse a la detención en Orio de la joven Rosa María Jimeno, hecho del que solo se tuvo conocimiento varios días más tarde y cuando ya se había producido la emboscada de Pasaia.

«El hecho de que el comando no supiera de su detención, así como que la Policía, por medio de la tortura, le hiciera mantener contacto telefónico con el comando para decir que todo estaba bien y que ultimasen la hora, etc.», posibilitó, según los CAA, la emboscada de Pasaia que costó la vida a cuatro de sus militantes.

‘Egin’, 28 de marzo

Los cadáveres presentaban entre 21 y 36 orificios de bala

La autopsia realizada a los cuerpos de los cuatro jóvenes muertos en la operación policial de Pasaia determina que las causas de los fallecimientos fueron las «lesiones mortales de necesidad por los proyectiles que alcanzaron los cuerpos».

Según el examen externo de los cadáveres realizado por el médico forense del Juzgado de Donostia al día siguiente de las muertes, Dionisio Aizpuru presentaba en su cuerpo 36 orificios de bala, tanto de entrada como de salida; Pedro Mari Isart, 28: Juan Mari Izura, 28; y Rafael Delas, 21.

Para el Gobierno Vasco la actuación policial fue «desproporcionada»

El portavoz del Gobierno Vasco en funciones, Pedro Miguel Etxenike, dio cuenta del contenido del informe elaborado por la Consejería de Interior sobre la actuación policial en Pasaia, calificando dicha acción como «desproporcionada».

Amplia respuesta a la convocatoria de huelga general en Gipuzkoa

La respuesta a la convocatoria de huelga general en Gipuzkoa en protesta por el ametrallamiento policial de Pasaia y el atentado de los GAL contra Javier Pérez de Arenaza en Biarritz fue ampliamente secundada en las diferentes comarcas guipuzcoanas y en localidades de Bizkaia y Nafarroa.

PROCESO JUDICIAL: EL CASO SIGUE ABIERTO

El caso de las muertes de ‘Pelu’, ‘Pelitxo’, ‘Txapas’ y ‘Kurro’ sigue en manos de los tribunales aunque Joseba Merino se muestra muy escéptico sobre la posibilidad de que el proceso judicial pueda depurar responsabilidades. En las siguientes líneas, una breve cronología de lo acontecido en los juzgados.

1984: Lakua investiga

La conmoción social ocasionada tras la emboscada de Pasaia lleva a Lakua a hacer una investigación seudoprivada de los hechos. La actitud del juzgado fue beligerante y contraria a la investigación. En tan solo unos meses, el caso quedó archivado. Los abogados recurrieron a la Audiencia Provincial de Gipuzkoa y esta aceptó tomar declaración a Rosa Jimeno y Joseba Merino en prisión. Pero sus declaraciones nunca serían reenviadas al juzgado de Donostia.

1987: Segundo archivo

Cuatro años después de los hechos, el caso queda archivado por segunda vez sin que sin se depuren responsabilidades.

2000: Nuevas diligencias

Los familiares de las víctimas y la acusación particular emprenden nuevas diligencias. El abogado, Santiago González, observa entonces que falta toda la parte final del expediente, es decir, las declaraciones de los supervivientes. El juzgado decide tomar declaración a los dos presos, junto a la pareja de testigos. Asimismo, se solicita a la comisaria la identidad de los policías que participaron, consiguiendo la identidad de cuatro de ellos. En la declaración los cuatros agentes indicaron que ellos se encontraban en Pasai San Pedro, por lo que solo trasladaron a los detenidos.

Mayo de 2001:Médico forense

El magistrado del Juzgado de Instrucción Nº 2 de Donostia toma declaración al médico forense Francisco Etxeberria, que afirma que los disparos se hicieron a una distancia corta.

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Concentración frente al Juzgado de Donostia en 2007, con motivo de la declaración de policías implicados en la emboscada. (Andoni CANELLADA/ARGAZKI PRESS)

Junio de 2004: Otro parón

Un día después de identificar a un policía que podría tener relación con los hechos, el juzgado de Donostia vuelve a archivar el caso «por el transcurso del plazo de prescripción sin que exista autor conocido». El auto fue recurrido siguiendo la doctrina del caso del secuestro de Segundo Marey, que recoge el «círculo cerrado de responsables». La Audiencia de Gipuzkoa reabre la investigación de los hechos, al considerar que «no puede considerarse prescrito el delito de homicidio».

2007: Identifican a dos agentes

El juzgado de Donostia llama a declarar al agente identificado antes del cierre del caso. El policía asegura que los responsables de la organización del operativo serían el jefe de la Brigada Central de Información y el jefe de la Brigada Provincial.

19 de enero de 2009

Tras reactivarse la investigación judicial, se toma declaración al entonces jefe de la Brigada Provincial de Gipuzkoa.

2014

El proceso judicial sigue abierto, a pesar de que el juez se muestra favorable de archivarlo. La acusación, ejercida por el Ayuntamiento de Azpeitia y por los familiares de los fallecidos, interpone recursos para que no se dé carpetazo al caso. Joseba Merino ve pocas esperanzas en que los tribunales puedan depurar responsabilidades.

NI OLVIDO NI PERDÓN

 

MAS INFORMACIÓN

- Vídeo: Relato de la emboscada por Joseba Merino. Naiz, marzo 2014 
- Imágenes publicadas en ‘Egin’ en los días posteriores a la emboscada 
- Entrevista con Joseba Merino, único superviviente de la emboscada policial de Bahía de Pasaia. Diario de Vurgos 
- Libro: Emboscada en Pasaia: un crimen de estado. Librería Malatesta

Fuente: Naiz

Extraido de Nodo50




14-4-78: Recuerdo de Agustín Rueda

Uno de los crímenes de la Transición.

 

El 14 de marzo de 1978, Agustín Rueda, preso político de ideas anarquistas, fue asesinado a palos por seis funcionarios de la prisión de Carabanchel, mientras se encontraba en una celda de aislamiento del CPB (Celdas de Prevención Bajas), galería subterránea de castigo.

Morir a palos, a patadas y puñetazos es realmente desagradable. Uno no muere rápido, tienen que darte duro, con insistencia, durante mucho tiempo, romperte esto y aquello y hacerlo, para garantizar cierta eficacia, entre varios.

Poco después, y dados sus méritos y experiencia, el director de la prisión, Eduardo Cantos fue trasladado a la cárcel de Murcia en calidad de criminólogo. Criminólogo, experto en crímenes. Las autoridades de la Dirección General de Prisiones y del Ministerio de Justicia debieron considerar el asunto como el máster del buen señor.

Supe de la muerte de Agustín Rueda, por una nota que publicó la prensa y, posteriormente, por el testimonio de un amigo que, por entonces, preso igualmente en Carabanchel, fue testigo cercano. Guardo su nombre como me lo pidió en aquel momento. Poco más o menos, me dijo:

… apaleado por seis funcionarios, pateado en una celda de castigo, casi a oscuras, celda desnuda, de suelo húmedo y frío, de paredes lisas y sucias en las que su cabeza rebotó con brutal insistencia, dejando brochazos de sangre, con algo de piel y algunos cabellos pegados…

Lo dejaron agonizar durante horas, ensangrentado el rostro, partidos los labios y los dientes, rotas varias costillas, destrozado el hígado, orinando sangre en sus propios pantalones…

En las celdas vecinas hubo gritos de horror, protestas, alaridos de miedo… Los sacaron a todos y los mandaron desnudarse, cara a la pared, en posición de firmes. Cachearon sus ropas, desgarrando los bolsillos, arrojando al suelo su contenido, pisándolo con rabia disfrazada de indiferencia. Luego, un jefe de servicios y dos funcionarios, gomas en mano, castigaron las piernas, las nalgas, las espaldas, en medio de un gritería de dolor y moratones inflamados, reventados, sanguinolentos. Después, vuelta a celdas y silencio. Agustín, todavía agonizante, emitía algún lamento, bajito, pero perfectamente audible, en medio del silencio, de una parte a otra de la galería subterránea.

Por la mañana temprano, fui y pregunté; me dijeron: “Esta en la enfermería, indispuesto, no puede salir”.

Tenía veintiséis años.

Miguel Ángel Jiménez, por aquellos años, era funcionario de prisiones, en Carabanchel. La mañana del 15 de marzo, Miguel Ángel entró de servicio como jefe de centro de la prisión. Nadie le informó del crimen y sus compañeros, implicados en el asesinato, le presentaron el parte para el relevo sin incidencias. Si lo hubiese firmado tal cual, como era preceptivo, se hubiese visto envuelto en el caso, ya que tal firma significaba su aceptación de que Agustín Rueda seguía vivo.

Yo entré de servicio a la mañana siguiente, como jefe de centro. Me presentaron el parte como si nada hubiese sucedido. Tantos aquí, tantos allí, y uno más en enfermería,…

Iba a firmarlo cuando un destino me dijo que el de enfermería estaba muerto… Luego, el saliente de enfermería, amigo mío, me lo confirmó. Fue una jugada. Para ellos, cuanta más gente involucrada hubiese, mejor. Pero no se hace eso con un compañero.

Lirón de Robles estuvo de jefe de servicios la noche del asesinato. Lo procesaron y estuvo tres años en la prisión de Segovia. Murió poco después.

Lirón era un viejo conocido de los presos antifranquistas. Tras su último servicio su último crimen cabría decir) al Estado ya monárquico, ya “transicionado”, murió de muerte natural. Lo poco natural fue su vida.

* Publicado en originalmente en “La Comuna”

Más artículos del autor

· Nota de LQSomos/Redacción: Diez años después del brutal asesinato en prisión de Agustín Rueda, la Audiencia Provincial de Madrid consideró que el apaleamiento al que había sido sometido era “un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte”. Se condenó a 10 años de cárcel a Eduardo Cantos, director de Carabanchel cuando se produjeron los hechos, al subdirector Antonio Rubio y a cinco funcionarios más. Otros tres encausados fueron condenados a ocho, siete y seis años, respectivamente. Y a dos años de cárcel los médicos José Luis Casas y José María Barigow, que ocultaron el grave estado de Agustín Rueda tras la paliza.

¡¡¡ De todos ellos, ninguno llegó a permanecer ni ocho meses en prisión !!! 

ESCRITO POR MANUEL BLANCO CHIVITE*. LQSOMOS. MARZO 2014

· Más info:

– Agustín Rueda, preso anarquista asesinado en la cárcel en 1978

– La extraña muerte de Agustín Rueda

– El ultimo vagón de Agustín Rueda

 




Puig Antich, a 40 años de su ejecución

Puig Antich, a 40 años de su ejecución. El militante libertario pagó con su vida la creciente oposición al franquismo. Pesa sobre la conciencia de la oposición democrática una tibia reacción que no frenó la ejecución. El régimen franquista se ensañó con aquel joven de 25 años en un proceso irregular sin garantías.
Puig Antich, a 40 años de su ejecución

Fotografía de expediente de Salvador Puig Antich Archivo

El 2 de marzo de 1974, hace hoy 40 años, era ejecutado al garrote vil en la cárcel Modelo de Barcelona el activista libertario Salvador Puig Antich, que entonces contaba 25 años. Fue la última vez que en España se utilizó este inhumano sistema de ejecución tras una condena a muerte dictada en un Consejo de Guerra repleto de irregularidades, circunstancias que actualmente revisa un tribunal argentino a petición de los familiares de Salvador. 

Después de la renuncia a la lucha armada, a mediados de los cincuenta, por el PCE y Santiago Carrillo, así como de la desaparición de los últimos maquis, -el anarquista catalán Ramon Vila, ‘Caracremada’, abatido en Rajadell (Bages) en agosto de 1963, y del gallego José Castro Veiga, ‘Piloto’, en San Fiz de Asma (Lugo) el 10 de marzo de 1965-, la entonces emergente oposición al franquismo de principios de los sesenta fue víctima de una dura represión que evidenciaba las enormes dificultades de acabar con la dictadura por la vía pacífica. La consecuencia fue la aparición en España de diversos grupos armados, tras el asesinato del jefe de la Brigada Político-Social en el País Vasco, Melitón Manzanas, en 1968, por ETA. 

Entre estos grupos apareció en 1970 el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), formado por jóvenes militantes catalanes, en su mayoría estudiantes de instituto, entre ellos Salvador Puig Antich, los hermanos Jordi y Oriol Solé Sugranyes, que cayó muerto abatido por la Guardia Civil tras la masiva fuga de presos de ETA de la cárcel Segovia, en abril de 1976, o José Luis Pons Llobet, quien con apenas 17 años fue condenado a 57 de cárcel. Aplicando la política anarquista de la ‘expropiación’, los MIL se dedicaron básicamente a asaltar bancos para recoger fondos con los que organizar la lucha de la clase obrera y se enfrentaron en diversas ocasiones a tiros con la policía y la Guardia Civil. 

En septiembre de 1973, la detención de uno de los fundadores del MIL, Santiago Soler Amigó, propició una redada policial para detener a Puig Antich en la esquina de Girona con Consell de Cent, en Barcelona. Santiago Soler era un muchacho dotado de una prodigiosa inteligencia, pero impedido físicamente, al que la BPS de Antonio Creix torturó y empleó de cebo para la detención de su compañero.

Reducido Salvador y conducido por varios agentes al portal del número 70 de la calle de Girona, hubo un tiroteo en el que murió el policía Anguas Moreno y en el que Puig Antich resultó gravemente herido en el rostro. Las circunstancias que rodearon aquel hecho no fueron aclaradas al no rechazar el tribunal la prueba pericial de los forenses que propuso la defensa. El policía muerto tenía alojados en su cuerpo cinco disparos y no los tres que aparecen en el sumario y que se atribuían a la pistola que llevaba el detenido. Tampoco se aclaró cuáles de esos disparos causaron la muerte del desafortunado agente y por la que fue condenado a muerte y ejecutado el militante libertario. Tampoco el tribunal aceptó realizar informes balísticos y los casquillos de las balas desaparecieron. Un reciente estudio sobre el caso, obra del periodista Jordi Panyella, Salvador Puig Antich, cas obert (Angle Editorial), aporta nuevos elementos y testimonios sobre las irregularidades procesales cometidas, contra las que las hermanas de Salvador presentaron en 2007 un recurso de revisión ante el Tribunal Supremo, que fue rechazado, razón por la que finalmente han acudido a la justicia argentina. 

Se dio además la circunstancia que el 22 de diciembre de 1973 ETA asesinaba al entonces presidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco, en la calle Claudio Coello de Madrid. Se atribuye a Puig Antich la frase «ara sí que estic mort» cuando se enteró de la desaparición del número dos del régimen, un atentado que endureció aún más la represión. El miedo sobre el que se sustentaba el franquismo reapareció de nuevo en la sociedad.

Se ha escrito, y es cierto, que la oposición democrática se mostró remisa ante la condena a muerte de Puig Antich, especialmente si se compara con su actitud frente al proceso de Burgos de 1970, donde fueron impuestas seis condenas a muerte a otros tantos militantes de ETA por el asesinato de tres personas. Entonces, las movilizaciones, entre ellas el encierro de tres centenares de intelectuales en Montserrat, contra la pena de muerte lograron la conmutación de las sentencias dictadas por el tribunal militar. 

La excesiva prudencia con que actuó la oposición democrática al franquismo se debe a varias circunstancias. La primera es el rechazo de la vía armada. El MIL estaba considerado un grupúsculo violento que nada tenía que ver con la estrategia de la oposición. Por otra parte, la oposición en Catalunya se hallaba descabezada tras la caída, en octubre de 1973, de 113 miembros de la Assemblea de Catalunya en la parroquia de Maria Mitjancera. También pudo influir el endurecimiento del régimen, especialmente tras la muerte de Carrero Blanco, cuando se incrementaron las amenazas de los matones de la Guardia de Franco, lo que aconsejaba extremar la prudencia. 

Asimismo, hay que tener en cuenta la mordaza a las que estaba sometida la prensa, que se vio reforzada en aquellas circunstancias. Las visitas a algunas redacciones de las hermanas de Puig Antich y del padre de Pons Llobet, que había formado parte de la División Azul, para informar sobre las irregularidades procesales tuvieron escaso eco. No hay más que recordar la dura reacción del régimen ante la publicación de un muy reducido extracto en Tele/eXprés del manifiesto contra la pena de muerte aprobado por la Comisión de Defensa del Colegio de Abogados de Barcelona.

A pesar de ello, hubo algunas iniciativas para frenar lo que parecía -y fue- fatalmente irreversible. Hubo peticiones de clemencia a Franco por parte de algunos colectivos, como asociaciones de vecinos y colegios profesionales, entidades cristianas y grupos de intelectuales, hubo paros en algunas fábricas y facultades y se movilizó a la opinión pública internacional. Todo fue en balde. El franquismo había decidido que Salvador Puig Antich pagara con su vida la factura de la oposición. A Franco no le tembló el brazo al dar su enterado.
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Hagamos la historia, que nos la cuenten

Esa es la premisa lanzada  en Katakrak por los participantes en la mesa redonda «Memorias incomodas». Angel Bosqued de la Fundación Savador Segui de BCN, la escritora feminista Llum Quiñonero, y el activista libertario vasco Juantxo Estebaranz. Los tres insistieron en que debemos de documentar todo aquello en lo que participamos porque mañana será «La historia». Y exhortaron ha hacer incomoda la historia tanto al poder como a la «escuela marxista»

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La asistencia al acto fue numerosa aunque echamos de menos a l@s compañer@s de telefónica, a l@s de correos, universidad, ferroviari@s, banca etc. 

ver vídeos de las jornadas

 




CNT: de la reconstrucción a la ruptura (1976-1980).

El presente trabajo es un conjunto de notas sobre el periodo que va desde la reconstrucción de CNT, en 1976, hasta su ruptura en dos sectores, en 1979-1980. Quizá pueda parecer al lector que, en estas notas, prevalece una óptica catalana, limitada a las circunstancias que se producen en la organización catalana, lo que se explica por dos motivos: por un lado, porque quien esto escribe es un veterano militante de Badalona, implicado, básicamente, en la realidad orgánica catalana; en segundo lugar, porque –al menos, esa es mi opinión– ha sido en Catalunya donde se han ventilado los conflictos determinantes de este difícil período para la Confederación.

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A finales de 1975, la CNT del interior reproduce fielmente los problemas del exilio. Este se fracciona por segunda vez en 1965, durante el Congreso de Montpellier, en dos grupos: la tendencia más moderada o posibilista, con sede en Narbonne (también conocida por tendencia Frente Libertario, que se corresponde al título del periódico editado por ellos) y el sector supuestamente «purista» del Secretariado Intercontinental, radicado en Toulouse (denominado sector Rue Belfort, en cuya calle está enclavada su sede). Ambas fracciones pugnan por conquistar la hegemonía de la organización del interior, sacudida esta última, además, por el problema de los cincopuntistas. Así, tras la muerte de Franco, existen en Catalunya tres autodenominados Comités Regionales: uno con sede en Mataró, conectado con Narbonne; otro localizado en Tarrasa, dependiente de Toulouse; y un tercero, con sede en Barcelona, donde se agrupan los restos del cincopuntismo. Además, hay otros grupos de orientación libertaria no adscritos a ninguno de los Comités Regionales: el grupoSolidaridad, la gente del Movimiento Comunista Libertario (MCL), etc.

El día 29 de febrero de 1976, tiene lugar una asamblea en la barriada de Sants (Barcelona) donde coinciden buena parte de estos colectivos –en los que predominan elementos ligados a Narbonne con él objetivo de reorganizar la CNT. Los precedentes de dicha asamblea habían sido, ciertamente, jugosos.

Ya el día 1 de febrero de 1975, el periódico Frente Libertario, publicado, como hemos dicho, por el sector del exilio de Narbonne, lanza un editorial con tres puntos en los cuales pasa por encima de la guerra civil latente y da pautas para una posible reorganización de la CNT, una vez desaparecido el régimen franquista.

El mismo mes de febrero, en el interior, un titulado Comité Nacional de la CNT-AIT (un comité fantasma aparece en Madrid, vinculado a la facción de Toulouse, en el que pululan un tal Fernando y un tal Luque) edita un manifiesto denunciando la propuesta de los de Frente Libertario.

El 16 de enero de 1976 (casi en vísperas de la celebración de la asamblea de Sants), el periódico editado en Francia Le Combat Syndicaliste, adscrito a la tendencia de Toulouse, publica un comunicado dirigido a «todas las Regionales, Comarcales y Federaciones Locales» de una supuesta CNT en la clandestinidad –que sólo está en el caletre de un hombre ya difunto, Germinal Esgleas, compañero de Federica Montseny– poniendo en guardia ante lo que consideran es una maniobra de los de la «otra parte».

Germinal Esgleas y Federica Montseny

Paralelamente, en el interior, un grupo de viejos militantes de CNT, que no ven demasiado claro el proyecto de asamblea en Sants, sostienen conversaciones para salir a la luz pública e intentar reorganizar la Confederación. No hay pretensiones de legitimidad histórica, del tipo de las esgrimidas por los de Toulouse, pero sí hay una diferencia crucial con respecto a los organizadores de la asamblea de Sants: se busca una reorganización controlada, no un batiburrillo que nadie sabe cómo acabará. Todo está preparado para celebrar una reunión previa en un salón de reuniones del actual Hogar del Jubilado de la barcelonesa calle de Bach de Roda. Sin embargo, los organizadores de la asamblea de Sants maniobran, lanzando la calumnia de que «los verticalistas están organizando una reunión para ir a la creación de la CNT». El juego sucio ya no es patrimonio exclusivo de ningún sector concreto. No citamos nombres pero, si un día es necesario, se podrán dar.

Así las cosas, la asamblea celebrada en Sants nombra un Comité Regional y supone el relanzamiento definitivo de la organización. Con algunas coletillas curiosas, como la lucha terrible entre los dos carnets venidos de ambas facciones del exilio. Los de Toulouse acaban sumándose al carro y ya compiten por estar en el candelero de los próximos actos públicos que se organicen.

Crisis y escisión

Luego, en julio de 1977, el gran mitin de Montjuic, con una asistencia –creo que inesperada para todos­– de varios centenares de miles de personas. Se produce, entonces, el aluvión de afiliados en los sindicatos, cuya cifra iba a llegar, en Catalunya, a unos cien mil.

Jornadas Libertarias

Poco después, una convocatoria trascendental: las Jornadas Libertarias. Con prolegómenos conflictivos: el Comité Regional de Catalunya se niega a asumir la convocatoria e igual ocurre con la Federación Local de Barcelona; sin embargo, la solicitud dirigida a las autoridades gubernativas para su celebración lleva el sello del Comité Regional. El escándalo provocado por lo sucedido en el Parque Gü̈ell, donde se dio una imagen pública que nada tenía que ver con un sindicato obrero, supone el comienzo del fin.

El Scala arde tras el atentado

La resurgida FAl inicia su escalada hacia el control de la organización, en clara conexión con el sector de Toulouse del exilio. Le acompañan en sus apetencias otros grupos específicos: laFederación Ibérica de Grupos Anarquistas (FIGA), los Grupos Autónomos Anarquistas… Después, el 15 de enero de 1978, vendría la manifestación contra el Pacto de la Moncloa y lo que tras ella siguió, es decir, cuatro compañeros de la CNT, trabajadores de la sala de fiestas Scala, quemados vivos por la acción de varios provocadores a sueldo.

Los conflictos se agudizan. Los plenos de sindicatos acuerdan, en unos casos, la solidaridad con los detenidos a raíz del incendio del Scala y, en otros, resuelven desligar a la Confederación de tan terribles sucesos. Los grupos específicos hacen bandera de los detenidos.

Las reuniones, los plenos, se van vaciando de gente. La táctica de los faístas y sucedáneos da resultado; prolongar las reuniones hasta altas horas de la noche y, cuando los trabajadores de a pie –los que tienen que levantarse a primera hora de la mañana siguiente para acudir al trabajo– abandonan la reunión, votar lo que les interesa.

En el verano de 1978, todos los sectores ajenos a la FAI, se aglutinan en los llamados Grupos de Afinidad Anarcosindicalista, con el fin de frenar el auge faísta. Pero es tarde y, además, el conglomerado de los Grupos de Afinidad es enormemente heterogéneo. Poco más tarde, las cosas adoptan un color más feo: Sebastián Puigserver, Secretario de Organización del Comité Nacional y destacado impulsor de los Grupos de Afinidad, recibe una paliza de manos de unos «desconocidos». Empiezan a producirse las expulsiones de integrantes de los Grupos –los «paralelos», como los motejan los faístas–.

Cartel del V Congreso

El V Congreso de la CNT, celebrado en Madrid en diciembre de 1979, es el escenario del estallido. Estallido precipitado por el hecho de que, en el Congreso, se debían rendir cuentas económicas del exilio. La ruptura evita que los enviados de Toulouse expliciten lo acaecido con el patrimonio de la CNT llevado al exilio.

Tras este tumultuoso Congreso, la corriente antifaísta organiza comisiones impugnadoras de los acuerdos congresuales. La ruptura ya está, prácticamente, consumada. El Congreso Extraordinario celebrado, en Valencia los días 25, 26 y 27 de julio, sentencia la crisis: ya hay dos CNT disputándose las siglas, una que agrupa a la corriente faísta (CNT-AIT o CNT-V Congreso) y otra aglutinando a los partidarios de una CNT autónoma (CNT-Congreso de Valencia o, familiarmente, CNT renovada).

Publicado en Polémica. n.º 4-5, junio 1982

La Clave: Los anarquista 8 de Junio de 1984

 

 

 




El jueves 30 de enero se clausuran las Jornadas por la Memoria Democrática en Katakrak

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 El próximo jueves 30 de enero, serán clausuradas las Jornadas por la Memoria Democrática, durante las cuales se han dado varias exposiciones y charlas.

El encuentro del próximo jueves, puede ser muy interesante y sobretodo emotivo.

Pablo Ibánez, nunca defrauda en sus charlas, siempre con algún dato o comentario novedoso. Su conocimiento de los temas relacionados con el levantamiento del 36, garantizan una buena sesión.

En cuanto a La Chula Potra, todo lo que digamos es poco, siempre nos sorprende con su discurso inteligente y rebelde, su rap nos enternece, nos anima y nos hace levantarnos de las sillas.

El jueves, para clausurar las jornadas por la memoria republicana, también se ha  preparado un sencillo acto de reconocimiento a Paco Etxeberria y a todo su equipo colaborador en Aranzadi, por su labor fundamental  en el campo de las exhumaciones, sobre todo de las personas asesinada e partir de julio de 1936.

Os animamos a asistir.