Podemos o Syriza pueden mejorar las cosas, pero el desafío es salir del capitalismo

A diez años de la publicación de su célebre libro, ¿sigue pensando John Holloway que es posible cambiar el mundo sin tomar el poderJohn Holloway (1947, Dublín)

John Holloway (1947, Dublín)

En el año 2002, John Holloway publica un libro de referencia: Cambiar el mundo sin tomar el poder.Inspirado por el ¡Ya basta! zapatista, por el movimiento que surgió en Argentina en 2001/2002 y por el movimiento antiglobalización, Holloway plantea en él una hipótesis: no es la idea de revolución o transformación del mundo la que ha quedado impugnada en el desastre del comunismo autoritario, sino más bien la idea de la revolución como toma del poder y la del partido como herramienta política por excelencia.

Otra noción de cambio social se insinua en esos movimientos, y en general en todas las prácticas más o menos visibles donde se sigue una lógica distinta a la del beneficio, la de agrietar el capitalismo, o sea crear, dentro de la misma sociedad que se rechaza, espacios, momentos o áreas de actividad donde se prefigura ya un mundo distinto. Rebeldías en movimiento. Vistas así las cosas, la cuestión de la organización ya no coincide con la del partido, sino que pasa por la pregunta de cómo se reconocen y conectan las distintas grietas que van descosiendo el tejido capitalista.

Pero después del “que se vayan todos” argentino vino el gobierno Kirchner y después del «no nos representan» apareció Podemos. Nos encontramos con John Holloway en la ciudad de Puebla (México) para preguntarle si, después de una década y todo lo que ha acontecido en ella, desde los gobiernos progresistas en América Latina hasta Podemos y Syriza en Europa, pasando por los problemas de las prácticas autoorganizadas para existir y multiplicarse, sigue pensando que es posible «cambiar el mundo sin tomar el poder».

 

Lo primero, John, sería preguntarte de dónde viene, dónde se sostiene, la idea hegemónica de revolución en el siglo XX, es decir, la del cambio social mediante la toma del poder. 

John Holloway. Creo que el elemento central es el trabajo, el trabajo entendido como trabajo asalariado, es decir, trabajo enajenado o abstracto. El trabajo asalariado ha sido y es la base del movimiento sindical, de los partidos socialdemócratas que eran su ala política y también de los movimientos comunistas. Ese concepto conformaba la teoría revolucionaria del movimiento obrero: la lucha del trabajo asalariado contra el capital. Pero su lucha era limitada porque el trabajo asalariado es el complemento del capital y no su negación.

No entiendo la relación entre esa idea del trabajo y la de revolución a través de la toma del poder del Estado.

John Holloway. Una manera de entender la conexión sería la siguiente: si partes de la definición del trabajo como trabajo asalariado o enajenado, partes de la idea de los trabajadores comovíctimas y objetos del sistema de dominación. Y un movimiento que lucha por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores (considerados como víctimas y objetos) se remite inmediatamente al Estado. ¿Por qué? Porque el Estado, por su separación misma con respecto a la sociedad, es la institución ideal si se busca conseguir beneficios para la gente. Así piensa la tradición del movimiento obrero y la tradición de los gobiernos de izquierda que hay actualmente en Latinoamérica.

Pero no es la única tradición para pensar la política de emancipación…

John Holloway. Desde luego que no. En los últimos veinte o treinta años encontramos muchísimos movimientos que afirman otra cosa: la posibilidad de emancipar la actividad humana del trabajo enajenado, abriendo grietas donde poder hacer de otra manera, hacer algo que nos parece útil, necesario y que merezca la pena, una actividad no subordinada a la lógica del beneficio.

Esas grietas pueden ser espaciales (lugares donde se generan otras relaciones sociales),temporales (“aquí en este evento, mientras estemos juntos, vamos a hacer las cosas de otra manera, vamos a abrir ventanas hacia otro mundo”) o relacionadas con actividades o recursos particulares (cooperativas por ejemplo o actividades que siguen una lógica no mercantil con respecto al agua, al sofware, a la educación, etc.). El mundo, y cada uno de nosotros, está lleno de estas grietas.

El rechazo del trabajo enajenado y enajenante implica al mismo tiempo una crítica de las estructuras institucionales, organizativas y de pensamiento que surgen de él. Así se puede explicar el rechazo de los sindicatos, de los partidos y del Estado que podemos observar en tantos movimientos contemporáneos, desde los zapatistas hasta los indignados griegos o españoles.

Pero no se trata de la oposición entre vieja y nueva política, me parece, porque lo que vemos en los movimientos de la crisis es que surgen las dos cosas al mismo tiempo: grietas como las plazas y también nuevos partidos como Syriza o Podemos.

John Holloway. Creo que es un reflejo de que nuestra experiencia en el capitalismo es contradictoria. Somos víctimas y a la vez no lo somos. Buscamos mejorar nuestras condiciones de vida como trabajadores y también ir más allá, vivir de otra manera. Por un lado, somos efectivamente personas que tienen que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Pero, por otro, cada uno de nosotros tenemos sueños, comportamientos y proyectos que no caben en la definición capitalista de trabajo.

Lo difícil, ayer como hoy, es pensar la relación entre los dos tipos de movimientos. Cómo esa relación puede evitar la reproducción del sectarismo de siempre, cómo puede ser una relación fructífera sin negar las diferencias fundamentales entre las dos perspectivas.

Argentina en 2001 y 2002, los indignados en Grecia y España más recientemente… En cierto momento los movimientos por abajo se detienen, entran en crisis o impasse, se desvanecen… ¿Dirías que la política de las grietas tiene límites intrínsecos para durar y expandirse?

John Holloway. No hablaría de límites, sino de problemas. Hace diez años, cuando publiquéCambiar el mundo sin tomar el poder, se veían más los logros y las potencias de los movimientos de abajo, mientras que ahora somos más conscientes de los problemas. Los movimientos que citas son faros de esperanza de una importancia enorme, pero el capital sigue existiendo y es cada vez peor, implica cada vez más miseria y destrucción. No podemos limitarnos a cantar las glorias de los movimientos, no es suficiente.

¿Podría pasar una respuesta entonces por la opción que enfoca hacia el Estado?

John Holloway. Se entiende por qué la gente quiere ir para allá, se entiende muy bien. Han sido años de luchas feroces, pero no ha habido ninguna respuesta positiva por parte de las instituciones. Espero sinceramente que Podemos y Syriza ganen las elecciones, porque eso cambiaría el caleidoscopio actual de las luchas sociales. Pero mantengo todas mis objeciones con respecto a la opción estatal. Cualquier gobierno de este tipo implica una canalización de las aspiraciones y de las luchas dentro de conductos institucionales que necesariamente tienen que buscar la conciliación entre la rabia que estos movimientos expresan y la reproducción del capital. Porque la existencia de cualquier gobierno pasa por fomentar la reproducción del capital (atrayendo inversión extranjera o de otra forma), no hay otra. Esto implica inevitablemente participar en la agresión que es el capital. Es lo que ya ha pasado en Bolivia o Venezuela y será también el problema en Grecia y España.

¿Se trataría tal vez de complementar los movimientos por abajo con un movimiento orientado hacia las instituciones de gobierno?

John Holloway. Es la respuesta obvia que se repite. Pero el problema de las respuestas evidentes es que suprimen las contradicciones. Las cosas no se pueden conciliar tan fácilmente. Desde arriba se puede tal vez mejorar las condiciones de vida de la gente, pero no me parece que se pueda romper con el capitalismo y generar otra realidad. Y sinceramente creo que estamos en una situación donde no hay soluciones a largo plazo para la humanidad entera dentro del capitalismo.

No descalifico la opción estatal porque yo tampoco tengo ninguna respuesta que ofrecer, pero no me parece que sea la solución.

¿Por dónde estás buscando esa respuesta?

John Holloway. Sin considerar a los partidos de izquierda como enemigos, que para mí desde luego no es el caso, yo diría que la respuesta hay que pensarla en términos de profundización de las grietas.

Si no vamos a aceptar la aniquilación de la humanidad, que es algo que me parece que está en la agenda del capitalismo como posibilidad real, entonces la única alternativa es pensar que nuestros movimientos son el nacimiento de otro mundo. Hay que ir construyendo grietas y buscando formas de reconocerlas, potenciarlas, extenderlas, comunicarlas. Buscar la confluencia o, mejor, lacomunización de las grietas.

Si pensamos en términos de Estado y elecciones nos estamos desviando de eso, porque Podemos o Syriza pueden mejorar las cosas pero no crear otro mundo por fuera de la lógica del capital. Y creo que de eso se trata.

Por último, John, ¿cómo piensas la relación entre las dos perspectivas de que venimos hablando?

John Holloway. Es necesario mantener un debate constante y respetuoso y que a la vez no suprima las diferencias y las contradicciones. Pienso que una base del diálogo podría ser la siguiente: nadie tiene la solución.

Nosotros por el momento debemos reconocer que no tenemos la fuerza suficiente para abolir el capitalismo. Y por fuerza me refiero aquí a construir maneras de vivir que no dependan del trabajo asalariado. A poder decir: “realmente no me importa si tengo empleo o no, porque si no lo tengo puedo dedicar mi vida a otras cosas que me interesan y que me dan el sustento suficiente para vivir dignamente”. Ahora mismo no es el caso. Quizá tengamos que construir eso antes de decir: “váyase al carajo, capital”.

En ese sentido, pensemos que una precondición de la Revolución Francesa fue que en cierto momento la red social de relaciones burguesas ya no necesitaba a la aristocracia para existir. De igual modo, debemos llegar trabajar para alcanzar el punto en que podamos decir: “no nos importa que el capital global no invierta en España, porque hemos construido una red de apoyo mutuo suficiente para vivir con dignidad”.

Hoy, la rabia contra los bancos se extiende por todo el mundo, pero me parece que el problema no son los bancos, sino la existencia del dinero como relación social. ¿Cómo pensar la rabia contra el dinero? Creo que ésta pasa necesariamente por construir relaciones sociales no monetizadas, no mercantilizadas.

Y hay muchísima gente dedicándose a eso, por deseo, convicción o necesidad, aunque no salga en los periódicos. Construyendo otras formas de comunidad, de socialidad, de pensar la tecnología y las habilidades humanas para crear otra vida.

 Extraído de ElDiario.es




La izquierda foral vuelve a salir a la calle por el pueblo palestino

palestinaOtra nutrida concentración, llevada a cabo en el Paseo Sarasate de Iruña,
frente al Parlamento navarro, volvió a poner de manifiesto el pasado 24 de
julio, la solidaridad y el apoyo que suscita en estas tierras el
sufrimiento del pueblo palestino, azotado de nuevo por el estado sionista
de Israel. A destacar, la presencia y protagonismo de la comunidad árabe
de Iruña.
Sólo la presión popular, a nivel internacional, podrá forjar un nuevo
escenario de mayor respeto a los derechos de este pueblo.
NO ES UNA GUERRA, ES UNA MASACRE, PALESTINA ASKATU!!

foto y texto: Iñaki Gorriz

galeria de fotos ekinklik




La franja de caza

Irun_eaMe repugna la exposición día tras día de cuerpos de niños sin vida desfigurados por la metralla. Me repugna que los cazadores de esta franja la hayan transformado en su Coto Privado de Gaza. Me repugna cómo estos culpables desalmados disfrutan del temblar de las bombas que les hace temblar a inocentes desarmados, encogidos bajo una mesa, esperando que cese el ruido de los proyectiles.

Tras el ruido el silencio. El silencio cómplice de la comunidad internacional, me repugna que miren para otro lado, a la billetera, que callen únicamente por acuerdos e intereses económicos de gran alcance, como el de las bombas exterminadoras de las que son cómplices, me repugna la solución final.

Me repugna que haya muertos de primera y muertos de segunda también, según dicte su billetera. ¿Pero es que no se puede hacer nada? Quizás nos quede la esperanza de Aguirre para que ponga firmes a los mandamases y les ordene que se pronuncien en público: Los gobernantes de Israel son unos asesinos.

G.G. Colectivo Malatestos




¿Balanza? La que tienen los ricos en la panza

Las balanzas fiscales publicadas ayer por el Gobierno son una serie de cálculos los cuales muestran cuánto paga cada territorio en impuestos y cómo se reparte el gasto de la administración del Estado en cada uno de ellos, estos datos supuestamente objetivos son analizados en este articulo por Isidro Lopéz del Observatorio Metropolitano de Madrid.
Producción neta de electricidad en España / RED ELECTRICA ESPAÑOLA

Ayer se publicaron las balanzas fiscales de las relaciones que miden las relaciones monetarias entre Comunidades Autónomas. Para ser exactos “unas” balanzas fiscales, porque hay unos cuantos métodos de cálculo. Por ser claros, me importan un bledo las reclamaciones de Cataluña y de Madrid de ser los “paganos” de la fiesta y su consecuencia, la petición de un nuevo régimen de financiación, del que saldrían beneficiados, me parece despreciable en ambos casos. Uno de los grandes avances de la ciencia social crítica de los últimos años ha sido descubrir, redescubrir más bien, que las estructuras de poder y el control del proceso de acumulación no son neutrales territorialmente sino que se empotran en distintas formaciones territoriales que vienen a conformar el paisaje real de la explotación, la dominación y la desposesión. Un proceso aparentemente neutro como es la formación de divisiones espaciales del trabajo, de especializaciones, en realidad encubre las posiciones de las partes ganadoras en este proceso. No hay posibilidad alguna de redistribución “de clase” sin que haya redistribución territorial, esto vale tanto para Madrid y Barcelona como para demandar a Alemania que los beneficios masivos que obtuvo, y en menor medida sigue obteniendo, de nuestra burbuja inmobiliaria son obligaciones redistributivas. También es el núcleo de razonamiento que hay detrás de la impresión de que son las potencias coloniales y poscoloniales las que deben algo al resto del mundo y no al revés.

Por lo demás, en este país, ya desde que José Manuel Naredo escribiera “Extremadura saqueada” en 1978 en la mítica editorial Ruedo Ibérico, quedó claro que la riqueza de sus principales nodos económicos es correlativa a la desposesión de los territorios periféricos. Desde luego lo es en términos de recursos naturales y energía por los que el capital jamas paga su verdadero precio, si es que admitimos que, a partir de cierto umbral de consumo, el precio de los recursos, y no sus cantidades físicas, es lo que cuenta. En el mapa de abajo, elaborado por Red Eléctrica Española, aparecen las balanzas de producción de electricidad pero podrían ser de cualquier otro recurso, las zonas hundidas son sumideros de energia y las elevadas, las zonas de producción. Un mapa que casi invierte perfectamente las balanzas fiscales. Se podría añadir que los vertidos, los deshechos, la contaminación de aguas y aire suelen volver a estos territorios supuestamente deficitarios. Y también lo son en términos del trabajo explotado, ya sea en forma de migración de sus jovenes a los polos de producción o de explotación de los salarios más bajos de estos territorios, cuando lo que se produce son “inversiones”. Cómo siempre la pregunta es ¿Quién debe a quien? y, más allá, que significa “deuda”, especialmente la monetaria, sino dominación.

Articulo originalmente publicado en el blog Las armas de Brixton




19 de Julio: Denunciando la ignonimia

La Avenida Carlos III de Iruña está presidida por un icono del crimen totalitario franquista, el «monumento a los caídos». No se trata sólo de un espacio físico, en su interior, de forma periódica, se realizan oficios religiosos en memoria y culto a los protagonistas del alzamiento, a pesar de que se trata de un lugar de titularidad pública.

Para denunciar esta ignominia, la Coordinadora Interpueblos por la Memoria Democrática de Navarra, el pasado 19 de julio llevó a cabo una concentración a las puertas de este edificio, exigiendo al arzobispado que deje de colaborar con estas actividades que sólo contribuyen a hacer más daño a las familias y a la memoria de miles de personas muertas en Navarra a causa del proyecto fascista del alzamiento.

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Texto y foto: Iñaki Gorriz




La izquierda foral con Palestina

A pesar del calor y de la atonía generalizada que caracteriza a Iruña en la segunda quincena de julio, la ciudadanía de esta ciudad mostró ampliamente su solidaridad con el pueblo palestino que padece, una vez más, el crimen genocida de manos de Israel.

El vergonzoso silencio y complicidad a nivel internacional tan sólo da alas a los perversos planes del estado sionista por ello, es necesario romper ese silencio y esa complicidad desde el movimiento popular, algo a lo que el pasado 17 de julio pudimos contribuir.

 

Palestinarekin elkartasuna!!!

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texto y foto: Iñaki Gorriz




Concentración pro Palestina en Sanfermines

Larunbat honetan, uztailak 12, Askapena eta Internazionalistak Auzolanean taldeek egindako deialdiari 250 lagun inguruk erantzun diote eta 13:00etan Iruñeko Gazteluko Plazan bildu dira, Israelgo estatua Gazan lasai asko egiten ari den triskantza salatzeko. Erregimen horren soldatapeko sikarioek adin eta egoera guztietako 127tik gora palestinar erail dituzte egun gutxitan. Estatu Batuek zuzenean babesten dute sarraskia, eta Europako Batasunak eta beste erakunde batzuek baimentzen dute, baita irismen izugarri handiko hainbat hedabide boteretsuk ere. Gure agintariak isilik daude oraindik, erasoak gaitzesteko eskatu bazaie ere, eta bitartean muturreko talde sionisten jarduera baimentzen dute, baita Euskal Herrian ere. Talde horiek okupazioaren, apartheid erregimenaren eta honen hilketa guztien apologia egiten dihardute, inolako arazorik gabe.

 

Hau guztia aldatzea nahi badugu, herritarrok eta gizarte mugimenduok elkartasuna areagotu, BDZ (Boikot, Desinbertsioak eta Zigorrak) kanpaina sendotu eta presioa egin behar dute Estatu sionista okupazioa bukatzera behartzeko eta Palestinako herriak bere eskubide guztiez gozatu ahal izan dezan. Herritar guztiei dei egiten diegu datorren ostegunean, uztailak 17, Iruñeko autobus geltoki zaharretik 19:00etan aterako den manifestazioarekin bat egin dezaten. Sarraskia geldiaraz dezagun!

Palestina aurrera!

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Alrededor de 250 personas han respondido al llamamiento de Askapena y de Internazionalistak Auzolanean y se han concentrado a las 13:00 de hoy sábado 12 de julio en plena Plaza del Castillo de Pamplona para denunciar la matanza que está llevando a cabo impunemente el Estado israelí en Gaza.

Más de 127 palestinas y palestinos de todas las edades y condiciones han sido aniquilados en apenas unos días por sicarios a sueldo de ese régimen.

La masacre es apoyada explícitamente por Estados Unidos y consentida por la UE y por otras instituciones, así como por diferentes y poderosos medios de comunicación de alcance masivo. Nuestros gobernantes guardan silencio a pesar de que se les ha instado a condenar los ataques, al mismo tiempo que permiten la actividad, también en Euskal Herria, de grupos extremistas sionistas que hacen apología de la ocupación, del régimen de apartheid y de todos sus crímenes con absoluta impunidad.

Si queremos que esto cambie, la ciudadanía y los movimientos sociales deben incrementar la solidaridad, reforzar la campaña BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) y presionar para que el Estado sionista se vea obligado a terminar con la ocupación y el pueblo palestino pueda disfrutar de sus derechos. Así, llamamos a la ciudadanía a sumarse a la manifestación que el próximo jueves 17 de julio a las 19:00 saldrá desde la antigua estación de autobuses de Iruñea. ¡Paremos la masacre! Palestina aurrera!

Galeria de fotos: Ekinklik

 

 




«La autogestión viva» de J.L: Carretero ya en PDF gracias a Queimada ediciones

Aunque el término autogestión se ha extendido entre nosotros de forma relativamente reciente -hay quien habla al respecto de un legado, principal, del mayo francés de 1968-lo cierto es que la presencia del concepto correspondiente es muy antigua. Basta con echar una ojeada, y es un ejemplo entre muchos, a las resoluciones de los sucesivos congresos celebrados por la CNT antes de la guerra civil para percatarse de que la idea en cuestión ya estaba presente, y claramente, allí. Y lo estaba de la mano de una apuesta en la que se daban cita la defensa de la democracia y la acción directas, la de la no delegación y la de la coordinación desde abajo, en un marco de reivindicación de la desmercantilización de las relaciones y de contestación cabal del capitalismo, lejos del Estado y de sus tentáculos.
Así las cosas, no puede dejar de sorprender la dramática pérdida de eco de los proyectos autogestionarios que caracteriza la situación actual entre nosotros. Recuerdo que no hace mucho, en un acto público, un asistente me preguntó qué era eso de la autogestión, no sin agregar que intuía que se trataba de una forma más de dirección empresarial. Obligado estoy a subrayar, también, que la propuesta correspondiente falta llamativamente en los programas de los partidos, unas veces -supongo- de resultas del acatamiento del sistema de representación-delegación, otras por entronización de la institución Estado, que debería ser copada a través de alguna suerte de golpe o revolución; en los hechos siempre parece sobreentenderse que los problemas los habrán de resolver otros, desde arriba, desde su presunta sabiduría. Para cerrar el círculo, nada más lamentable que la desaparición de cualquier huella autogestionaria en el mundo de nuestros sindicatos mayoritarios, que luego de disponer de centenares de miles de afiliados, y de recursos ingentes, no han sido capaces de perfilar otro proyecto de ese cariz que el que aporta una modesta agencia de viajes. Qué diferencia con respecto a lo que sucedía antes de la guerra civil, cuando de mil maneras diferentes la autogestión florecía, y lo hacía no sólo en el mundo libertario.

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Taibo autor del prólogo de «La autogestión viva»

 

De todo esto, y de mucho más, nos habla el libro de José Luis Carretero que el lector tiene en sus manos. En sus páginas encontrará una consideración teórica de lo que es la autogestión, un amplio repertorio de experiencias prácticas desplegadas, en el medio urbano como en el rural, en los órdenes más dispares, una adecuada consideración de los antecedentes de los actuales espacios de autonomía o, para que nada falte, y también, un recordatorio del relieve alcanzado por las iniciativas autogestionarias en otros lugares del planeta. Me parece, por añadidura, que el libro de José Luis tiene una singular actualidad en un momento como éste en el que se antoja urgente buscar alternativas frente a la crisis. Al respecto el texto combina de manera inteligente el pasado y el presente, hace uso de una notable capacidad de pedagogía y de síntesis, proporciona una información práctica sobre cómo desplegar proyectos autogestionarios y en modo alguno elude, en fin, la consideración de los problemas -la eventual gestación de pequeñas instancias aisladas, el riesgo de reproducción de la lógica del sistema o la necesidad acuciante de expandir las redes y de mantener una confrontación activa con el sistema- que aquéllos acarrean.
Debo subrayar, y acabo, que a mi entender la necesidad y la actualidad de la autogestión no se fundamentan tanto, que también, en los argumentos que el pasado puede proporcionarnos  al respecto como en la conciencia de lo que se nos echa encima. Hablo de la corrosión terminal del capitalismo y de la perspectiva acuciante del colapso: una y otra reclaman del concurso de la autogestión, en su doble condición de objetivo y de método, y en su calidad de proyecto que hace frente de manera cabal a las miserias que han arrastrado la socialdemocracia y el leninismo. A duras penas puede ser casualidad que, de manera en buena medida espontánea, un movimiento como el del 15 de mayo haya abrazado, en buena parte de sus asambleas populares, una apuesta consistente en provecho de la construcción de espacios autónomos como los que ejemplifican los grupos de consumo, las cooperativas integrales, las ecoaldeas, las formas de banca ética y social o, en fin, y por dejarlo ahí, el incipiente movimiento de trabajadores que, en régimen autogestionario-cooperativo, se hacen con la dirección de empresas que están al borde de la quiebra. Creo que esa defensa de espacios autogestionados y desmercantilizados es mucho más inteligente que la que aportan quienes, a estas alturas, siguen esperando de partidos, parlamentos e instituciones una respuesta creíble a nuestros problemas.

Carlos Taibo

 

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extraido de: Queimada Ediciones



Comisión Legal Sol interpone Recurso de Amparo ante el Tribunal Constitucional

Video de #SalDelBareto, campaña realizada por la Comisión Legal Sol en la que interpone Recurso de Amparo ante el Tribunal Constitucional para reclamar el derecho a una tutela judicial efectiva de dos personas que fueron agredidas el 29 de septiembre de 2012 por agentes antidisturbios en una convocatoria de «Rodea el Congreso».




¿Nos sonreiremos en el Salón de Plenos?

Hace pocos días estuve en Madrid, participando en las jornadas que acompañan la exposición y celebración del 40 aniversario de la fundación de la revista Ajoblanco. Visitar la exposición, sobre todo la sala dedicada a la primera etapa, arranca una sonrisa: una sonrisa ante la osadía política, estética, cultural, corporal, afectiva y económica de una época y de una gente que en el umbral de la transición se atrevieron a quererlo todo de nuevo. Quisieron cambiar la vida de arriba abajo, se auto-organizaron en las fábricas, en las escuelas, en los barrios y en las prisiones, rompieron con familias represoras y con morales culpabilizadoras, intentaron reflotar la CNT, crearon la música que sus cuerpos querían bailar, los afectos que sus cuerpos querían respirar y reencontraron las lenguas que sus versos y canciones querían volver a entonar.

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Ante una expresión tan amplia y tan transversal de creatividad y de autonomía, que cruzó el país de punta a punta, la sonrisa puede ser cómplice, nostálgica o condescendiente. Cómplice, desde la continuidad discontinua de experiencias que antes o después han retomado el mismo gesto radical de transformación de la vida. Nostálgica, desde la experiencia de la derrota que históricamente ha acompañado a éste y a otros momentos de apertura y de amplio desafío. Y condescendiente, desde aquellas posiciones que siempre vienen a cerrar estos períodos y a declararlos como muy bonitos, pero lastrados de inoperancia y ingenuidad, incapaces de asumir los verdaderos retos de la vida política y de involucrarse en la gestión y transformación de la vida colectiva de manera realista. Pero, tal como planteó Pablo Carmona en el debate que mantuvimos en CC Conde Duque el 12 de junio por la tarde, ¿estos momentos de transformación radical fueron derrotados por ingenuos o son declarados ingenuos porque fueron derrotados?

Es una pregunta histórica pero también actual, porque volvemos a encontrarnos en un punto de inflexión en el que esta partición entre el momento ingenuo de la politización de la vida y el momento realista de la política institucional se insinúa de nuevo. No sólo se insinúa, sino que es uno de los principales peligros que tenemos enfrente, cuando hay quien empieza a ver las experiencias y las luchas nacidas en torno al 15M como la ingenuidad que ahora hay que superar para poder dar un salto adelante y hacer efectivo el tránsito “de la calle a las urnas”. El problema de estos planteamientos no es que propongan la necesidad de desarrollar otras esferas y otras praxis políticas, que seguramente son necesarias en este momento, sino que puedan caer en la polarización entre un antes y un después, entre la fase inmadura y su evolución, entre el amateurismo y la profesionalización, entre el sueño y la realidad, entre el deseo y las posibilidades, entre la experimentación y las soluciones, entre la inoperancia y la efectividad, entre los desafíos y los resultados. Una vez se abre esta disyunción que separa y opone la ingenuidad y la madurez políticas, son los dos bandos, son ambas posiciones las que habrán perdido. Los “soñadores” fácilmente caerán en el lamento, en la nostalgia y el romanticismo respecto a los momentos de intensidad y de autenticidad, y en el reproche de traición hacia los demás. Los otros, los “realistas”, quedarán atrapados en los estrechos márgenes de su racionalidad política instrumental y, en algunos casos, en los peligrosos efectos de la mala conciencia.

Conocemos la doble derrota que conlleva esta historia, porque es la de la Transición española y porque es también la que ha atravesado, rompiéndolos y neutralizándolos, otros momentos históricos como la Comuna de Paris, como 1937 en Barcelona, o como el periodo 1968-1977 en varios países. La pregunta que añadí a la de Pablo Carmona fue, por tanto: ¿cómo hacer, actualmente, para no vivir la misma historia, para no caer en las misma trampas y para no repetir una derrota conocida? No sabemos aún cuáles serán las derrotas y las victorias de los tiempos presentes, pero deberíamos aspirar, al menos, a no repetir las derrotas que ya conocemos.

La derrota no es que determinados sueños no se lleguen a realizar, sino que queden disociados y opuestos al dominio de lo que es posible y realizable desde las maquinarias políticas existentes. En nuestro caso, el sistema de partidos y sus instituciones. Lo posible, despojado de deseo, es una prisión y su gestión, tecnocracia policial que se ocupa de determinar lo que es pensable y lo que no, lo que es realizable y lo que es pura inoperancia. Esta demarcación es ya, por sí misma, la victoria del poder, sea del color que sea: la eficacia queda reducida a la ejecución de procedimientos, el lenguaje, al dominio de un código dentro de unos marcos de comprensión preestablecidos y la racionalidad operativa, aquella que se atreve a pensar lo que quiere hacer y hacer lo que quiere pensar, queda transformada en mera racionalidad instrumental que calcula costes y beneficios, fines y medios. Desear no es hacer castillos en el aire, como recoge nuestro lenguaje popular. O quizás sí que de alguna manera tiene que ver con esto. El deseo es político cuando abre la posibilidad de relacionarse colectivamente con dos cosas: en primer lugar, con el valor de lo que se quiere por sí mismo. Por ejemplo: la dignidad, que no se calcula ni se negocia, sino que es el punto de partida de toda política posible. Y en segundo lugar, el deseo es lo que nos permite relacionarnos con lo que no tiene forma, porque nunca es todavía del todo, porque existe sin haberse aún realizado, porque insiste sin haberse enmarcado o codificado, porque exige, finalmente, inventar respuestas que no tenemos en situaciones que no las esperan. ¿En qué medida puede hacer esto un partido político? O ¿en qué se tiene que convertir un partido político para mantener viva esta tensión indomable entre lo que tiene forma y lo que no la tiene?

La sonrisa es política cuando es la expresión de estas dos dimensiones del deseo: la alegría ante el valor de nuestras vidas cuando luchan, crean y cooperan juntas y, también, la expresión inquietante de lo que queda inacabado, indefinible, invisible a los ojos del poder y de sus categorías. Esta sonrisa alegre y desafiante es lo que les hace temblar. ¿Nos arrancaremos la sonrisa cuando lleguemos al salón de plenos? Tuviera el número de escaños que tuviera cualquiera de los partidos que consideráramos de alguna manera “nuestros”, ésta sería nuestra derrota.

Hace 20 años, cuando unos cuantos ingenuos armados se alzaron con fusiles, palabras y pasamontañas en la selva lacandona de México, empezamos a aprender y a comprender una idea tan risible, para muchos, como la de “tomar el mundo sin tomar el poder”. Desde las prisiones de lo posible, desde la tiranía policial del poder, esta idea es ridícula, marginal y romántica. A nosotros, entonces, jóvenes envejecidos por el pensamiento único y el cinismo global, nos despertó la sonrisa. A mí me parece, ahora que uno de sus rostros enmascarados ha decidido despedir a su personaje para transmutarse en otro, que esta idea no era un ideal para románticos sino un aviso y una exigencia para nuestros deseos de transformación efectiva de la sociedad. Tomar el mundo sin tomar el poder. O podríamos decir: tomar el mundo, ya sea en la selva o en el salón de plenos, sin aprender los códigos del poder, sin llegar a ser presos (y prisioneros) del poder. ¿Qué otra política más efectiva y operativa podríamos imaginar?

Articulo de Marina Garcés

Extraido de: Nativa.Cat