LO QUE CONTINÚA OCULTÁNDOSE EN LA COBERTURA MEDIÁTICA DE UCRANIA

Cuando se escriba la historia de lo que está ocurriendo en Ucrania, espero que se documente claramente la enorme manipulación que los medios de mayor difusión en España están realizando sobre lo que está ocurriendo ahora en aquel país. La versión oficial, sin ninguna voz alternativa que la desmienta, es que la población en Ucrania desea la libertad, lo que significa integrarse en la Unión Europea, frente a unas fuerzas prorrusas que están lideradas y manipuladas por el dirigente ruso Vladímir Putin, que desea la escisión de las partes del este y del sur de Ucrania y su integración en Rusia. La guerra que estamos viendo en aquel país se está llevando a cabo también a nivel mediático, ocultando hechos, exagerando otros y mintiendo a mansalva.

Fascismo en Ucrania

 

A los que sean escépticos respecto a la credibilidad de los medios les aconsejo que, además de leer mis artículos (“Lo que no se está diciendo sobre Ucrania”,Público, 18.03.14; “Lo que no se está diciendo sobre Ucrania. Parte II”, Público, 31.03.14; “Las falsedades de los mayores medios españoles en su cobertura de Ucrania”, Público, 24.04.14), lean la entrevista a Volodymyr Ishchenko (a partir de ahora VI), director de la revista de izquierdas ucraniana Spilne, publicada en el último número (nº 87) de New Left Review (pp. 7-33). La Ucrania que este autor, sociólogo de formación, describe y la que usted conoce a través de los rotativos de mayor difusión no se parecen en nada. Está claro que una de las versiones de Ucrania –la de VI o la de los medios españoles de mayor difusión– no responde a la realidad. La evidencia, fácilmente contrastable, señala claramente que son los mayores medios de información los que han falsificado la situación.

VI indica que Putin es un oligarca ruso carente de sensibilidad democrática. Hasta aquí nada nuevo. Ahora bien, la gran diferencia es que la evidencia existente, mostrada por VI, no avala la postura promovida por los medios de información de que Putin desea integrar a Rusia las partes sur y este de Ucrania. Como VI indica, tal integración le supondría un enorme coste económico a Rusia, y lo que es igualmente importante, no tendría ni las garantías ni la seguridad de que pudiera controlar al movimiento pro ruso que ya existe en estas partes de Ucrania. En realidad, estos movimientos pro rusos están muy inspirados por la experiencia ocurrida en Ucrania durante la II Guerra Mundial. Su memoria y punto de referencia histórico es más la Unión Soviética que Rusia. La memoria histórica viva en esas partes de Ucrania es la que recuerda la lucha de las clases populares, como parte de la Unión Soviética, contra el nazismo, incluyendo el fascismo ucraniano, cuyos herederos están hoy muy bien representadas en el gobierno ucraniano, controlando puestos estratégicos, tanto en el gobierno actual de Ucrania como en el movimiento nacionalista ucraniano y en el movimiento Maidán, que desean hoy la integración de Ucrania en la Unión Europea.

VI señala que los símbolos y la narrativa de la mayoría de movimientos prorrusos del sureste de Ucrania son los del lado soviético durante la II Guerra Mundial. De ahí que VI subraye que lo último que desea Putin es, precisamente, recuperar el proyecto soviético en Rusia. Es más, la notable simpatía que estos movimientos están generando en Rusia está poniendo a Putin en una situación muy incómoda. Putin pagaría un coste político elevado si se presentara como anti movimiento pro ruso en Ucrania (que tiene un importante componente pro soviético). Este movimiento originalmente no era secesionista, pero se está transformando en tal, en respuesta a la postura antirusa del nacionalismo ucraniano, que ha ido adquiriendo un tono fascista más y más acentuado, con actitudes nazis, alabando y considerándose sucesor de las tropas ucranianas pronazis que lucharon contra la Unión Soviética. Esta actitud se mostró en su máxima expresión cuando se quemaron vivos a treinta manifestantes prorrusos en el incendio provocado por los pronazis en el edificio central de los sindicatos donde estaban refugiados tales manifestantes. Tal como ha indicado el Profesor Stephen Cohen, uno de los mayores expertos en temas soviéticos en EEUU, se está reviviendo la II Guerra Mundial en el territorio ucraniano (Stephen F. Cohen “Kiev’s Atrocities and the Silence of the Hawks”, The Nation, 04.08.14).

La enorme influencia de la ultraderecha en el gobierno ucraniano y en la dirección de algunos movimientos anti rusos se debe, en gran parte, a su capacidad organizativa y medios proveídos, en parte, por las oligarquías ucranianas, así como el apoyo recibido del gobierno federal de EEUU y de la Unión Europea. No refleja la opinión del pueblo ucraniano que reside tanto en el este como en el oeste (la mayoría de la población ucraniana no apoya la integración de Ucrania en la OTAN, deseo sí expresado por el gobierno de Ucrania), aun cuando el nacionalismo, sin alcanzar las expresiones pronazis de la ultraderecha, está extendido entre la mayoría de la población del oeste de Ucrania.

La guerra civil en Ucrania: quién es quién

Es también interesante subrayar que la intervención militar de lo que se llama “ejército ucraniano” es más una intervención de grupos armados próximos a la ultraderecha que no de unidades del ejército ucraniano. El generalato no se fía del comportamiento de los soldados regulares del ejército. Y los grupos armados son grupos altamente ideologizados pertenecientes, en su mayoría, a la órbita de la ultraderecha (tal como ha señalado The New York Times, 10.08.14, p.7). Es un error creer (como así hacen los firmantes del manifiesto de apoyo a los movimientos ucranianos a favor de su integración en la UE, y que incluyen a Ulrich Beck, Claus Offe, Slavoj Zizek o Saskia Sassen, entre otros) que la mayoría de la población del oeste favorable a la integración en la UE son fuerzas progresistas, “cuya integración en la UE contribuirá a hacer tal unión más justa” (ver el manifiesto “Support Ukrainians and they can help us build a fairer Europe”,The Guardian, enero 2014). En realidad, estos movimientos apoyan un Estado jacobino que prohibió el ruso como lengua oficial ucraniana (su visión del Estado es parecida a la de los jacobinos españoles) y favorecen las políticas neoliberales impuestas por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo), como hacen las derechas en España. En cuanto a las fuerzas prorrusas, que en sus inicios eran más federalistas que secesionistas, son milicias armadas, en su mayoría de origen civil, que tienen también el apoyo de ciudadanos rusos pertenecientes en su mayoría a movimientos nacionalistas rusos, así como de otros países que se identifican con su causa. Su programa, por cierto, no es un programa de nacionalización de los principales medios de producción (con notables excepciones), con escasa incidencia en las coordenadas de poder existentes en estas partes de Ucrania.

Las supuestas elecciones democráticas en Ucrania

Las elecciones a Presidente de Ucrania, presentadas como necesarias para recuperar la credibilidad democrática del Estado, registraron la mayor abstención que se haya producido en Ucrania después del colapso de la Unión Soviética. El ganador fue el Sr. Petro Poroshenko, un billonario (la sexta persona más rica de Ucrania, según Forbes) que controla algunos de los medios de información más importantes del oeste de Ucrania. La gran mayoría de la población del este y sur de Ucrania se abstuvo en las elecciones, habiendo indicado que su abstención se debía a causas políticas: su distanciamiento con el resto de Ucrania. En realidad, el movimiento Maidán, que inició las movilizaciones en las plazas del oeste de Ucrania, son, sobre todo, clases medias y estudiantes que, como subraya VI, han idealizado a la UE, deseando entrar en ella, incluso a costa de las enormes medidas de austeridad que la UE y el Fondo Monetario Internacional están poniendo como condición para la integración de Ucrania en la UE. El movimiento Maidán no son los “indignados” de Ucrania, como erróneamente han presentado y descrito los medios españoles. Sus propuestas son de claro tinte neoliberal, y entran en conflicto con los deseos de las clases populares. Tales propuestas económicas, sin embargo, no tienen gran visibilidad mediática, enfatizándose más su nacionalismo que su neoliberalismo. En realidad, la revuelta del este y sur de Ucrania es no solo una protesta frente al nacionalismo ucraniano ultraderechista, sino también una protesta frente a su neoliberalismo. Uno de los lugares donde esta protesta ha sido mayor es la región de Donetsk, redefinida por los prorrusos como la República Popular de Donetsk. Ahora bien, tampoco hay que idealizar a las fuerzas pro rusas, algunas de las cuales incluyen nacionalistas rusos próximos a la Iglesia Ortodoxa rusa que desean prohibir el aborto en la nueva república. En este contexto, la influencia extranjera, en ambos lados, complica la situación enormemente, creando las bases para una nueva Guerra Fría que puede convertirse en caliente en caso de que no haya un movimiento internacional de protesta.

 

Vicenç Navarro

Extraido de la web




La tercera edad de oro de la autogestión

Al calor del 15M vuelve con fuerza el espíritu del “hazlo tú mismo”.

La Feria del Mercado Social de Madrid es una de las iniciativas recientes para difundir y dinamizar la economía social. / MERCADO SOCIAL DE MADRID

Las empresas que se convierten en cooperativas para evitar la quiebra son una muestra de lo que el abogado José Luis Carretero llama la “tercera edad dorada de la autogestión”. La primera, como no podía ser de otra forma, se produjo durante la Guerra Civil, señala este integrante del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA). Tras el inicio del conflicto, en las zonas republicanas, las organizaciones obreras tomaron cientos de establecimientos productivos, en especial los que pertenecían a empresarios de­safectos a la República. “Las colectivizaciones abarcaron a millones de personas y pusieron en manos de los campesinos y trabajadores buena parte de los medios de producción”, cuenta Carretero.

Tras el paréntesis del Franquismo, la Transición marcó una nueva edad dorada de la autogestión, dice Carretero. En 1978, el recién creado Sindicato de Obreros del Campo (SOC) realizaba la primera ocupación de tierras, que duraba más de dos días, tras el final de la Guerra Civil. “En la Transición hay una recuperación de todo lo que representa el movimiento obrero de base y asambleario, las Comisiones Obreras –al menos en su origen– y expresiones del movimiento autónomo, sobre todo en Catalunya. Y en el seno de todo este movimiento, se producen tomas de fábricas”, cuenta Carretero. Noticias de empresas recuperadas por sus trabajadores tras largas luchas, como Mol-Matric, que actualmente produce chasis para el metro de Barcelona, la imprenta Gramagraf o la empresa de electrodomésticos Numax, a la que el director Joaquím Jordádedicó dos documentales, fueron habituales hasta mediados de los 80.

La lucha de la editorial Bruguera, una de las más grandes de la época, ejemplifica el fin de esta época ‘dorada’ y el nexo con la siguiente. Paco Hernández vivió como trabajador el cierre de la empresa en 1986: “Ahí es cuando se plantea la batalla definitiva: CC OO y UGT se venden y dicen que no se puede hacer nada. Mientras estaban firmando esto en las cocheras de Sants, nosotros, un grupo de 80 trabajadores, ocupábamos la fábrica”. Después de más de un mes de resistir en las instalaciones, los trabajadores ganaron un juicio en el que se les reconocía parte de sus demandas. “Los sindicatos pactaron 20 días con un tope de 12 años, aunque una persona llevara 40 años en la empresa. Pues a nosotros nos dieron 45 días sin tope de años. Imagínate la diferencia”, cuenta Hernández.

Como forma de agradecer todo el apoyo recibido, una buena parte del dinero que obtuvieron de las indemnizaciones lo destinaron a proyectos sociales. Una tercera parte de esos fondos fue a parar al SOC. Otra tercera parte, a la revolución sandinista. Otra tercera parte, a lo que llamaron “caja de resistencia cooperativa” para generar empleo autogestionado. “Ya por entonces habíamos decidido que nunca más íbamos a trabajar para el capitalismo, que debíamos generar nuestros puestos de trabajo a través de cooperativas, a través de la autogestión”, recuerda Hernández. En 1995, esa caja de resistencia se convirtió en la cooperativa de crédito Coop57, uno de los actuales pilares de las finanzas éticas en España.

La tercera era

Tras años de “desencanto político, de despolitización y de abandono de los movimientos de transformación social”, la crisis y el 15M han sido, para Carretero, desencadenantes de una vuelta a los repertorios de la autogestión. “Aunque nunca se perdieron del todo, en los últimos años se ha producido un auge de las luchas sociales y vecinales, con todo lo que ello conlleva. Al calor del 15M, todo esto, que nunca había de­saparecido, llega a los barrios, a sectores de población que antes no sabían nada de eso o lo habían abandonado”, dice.

Para Nuria del Río, de la Red de Economía Solidaria (REAS), ninguna de las grandes apuestas actuales de la economía social, como Coop57, REAS, las cooperativas de energía, de comunicación o los distintos mercados sociales que han surgido en Catalunya, Madrid, Valencia o Aragón, han nacido a causa de la crisis, sino que se venían gestando de antes. Precisamente, el “tener hechos los deberes” ha colocado a la economía social en una posición de ventaja: cuando explotó, la crisis “le sopló por la espalda”.

En 2010 nació Som Energía, con la intención de disputar desde la economía social un terreno antes exclusivo de los gigantes energéticos. En 2012, ya contaban con 4.000 socios. Dos años después, en 2014, ya eran 15.270 las personas que participaban en esta cooperativa. Un crecimiento que también ha afectado a las finanzas éticas. En 2007, los socios de la coope­rativa de crédito ­Coop57 habían aportado 3,4 millones de euros. En 2014, la cifra había superado los 21 millones de euros.

“El impulso del 15M ha generado que haya una reactivación de gente que está dispuesta a poner sus ahorros en la banca ética, a cambiarse de compañía, a poner su tiempo y conocimiento al servicio de estas iniciativas, a hacerse consumidora de monedas sociales, ferias, o nuevas redes tecnológicas. Ha sido como un despertar”, dice Nuria Del Río.

Ante los recortes y la gestión neoliberal de la crisis, el recurso al “hazlo tú mismo” recorre una amplia gama de modalidades: desde las empresas cooperativizadas a los cines cerrados reabiertos con cuotas de socios, como los CineCiutat de Palma, los cines Zoco de Majadahonda o el cine Variedades de El Escorial; desde los bloques recuperados por el movimiento por la vivienda para albergar a familias desahuciadas, a los centros de mayores autogestionados, como es el caso de Servimayor, en Losar de la Vega (Caceres), o de Trabensol, en Torremocha del Jarama (Madrid); desde una generación de nuevos centros sociales, a la financiación por mecenazgo de todo tipo de iniciativas sociales, la última, la reconstrucción del centro social Can Vies, que recogió más de 70.000 euros en una campaña de crowdfunding; desde la multiplicación de nuevos medios cooperativos de comunicación, como La Marea, Alternativas Económicas o TM-EX, surgidos de los ERE de grandes cabeceras, a los comedores populares autogestionados o las redes de intercambio de libros de texto.

“Al desatarse la crisis, buscamos una salida, y la salida que nos propone el sistema en su mutación, que se está construyendo, es una salida de desigualdad, de guerras, de hambrunas, de pobreza, una vejez sin pensiones, una economía totalmente volcada a lo especulativo. Frente a todo esto, la gente está buscando otro tipo de salidas”, concluye Carretero.

Martín Cúneo   Redacción



Nueva expresión de apoyo al pueblo palestino.

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El 13 de agosto, otra vez bajo la lluvia, centenares de personas se concentraron frente al Ayuntamiento de Iruña para denunciar la insostenible situación que atraviesa la franja de Gaza derivada de la política criminal que Israel impone a distintos niveles: militar, diplomático, humanitario…

PALESTINA ASKATU!!




Reflexiones sobre la guerra, en el Centenario del inicio de la 1ª guerra mundial

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El 28 de Junio de 1914 el nacionalista serbio Gavrilo Princip asesinó al archiduque Francisco Fernando de Austria. Este magnicidio fue la escusa para el inicio de la que luego sería conocida como La Gran Guerra, la 1ª guerra mundial. Aquel crimen fue la escusa perfecta para los que hacía tiempo que buscaban y alentaban el conflicto armado. Desde finales del siglo XIX y principios del XX jóvenes superpotencias (Alemania, Japón y EEUU junto con las viejas potencias europeas, Francia, Reino Unido y Rusia), se disputaban los mercados internacionales y el continente africano había sido repartido entre los distintos estados europeos. El imperialismo, la rapiña económica, una clase política incompetente y militares sedientos de gloria y medallas  no iban a reparar en el costo de vidas humanas. Durante décadas habían cocinado las condiciones para un gran enfrentamiento armado a escala planetaria. 70 millones de soldados fueron movilizados y la gran sangría humana dejo un balance cercano a los 9 millones de soldados muertos, 7 millones de desaparecidos y 13 millones de civiles asesinados en nombre de las diferentes patrias. El ideario de la 1ª internacional que no reconocía más que una patria común, la del mundo del trabajo y de los/as pobres, salto por los aires y gran parte de la izquierda haciendo dejación de los valores de la solidaridad humana se alió con sus respectivos gobiernos; el movimiento anti-guerra y los objetores de conciencia fueron perseguidos, encarcelados, los que se negaban a ir al frente eran fusilados por desertores.

Esta guerra aportó mucho en el desarrollo de la humanidad, por primera vez se utilizaron lo que hoy llamamos armas de destrucción masiva, la aviación para bombardear las posiciones enemigas y objetivos civiles, el carro de combate, el submarino y el arma estrella de esta guerra, diversos gases tóxicos (la guerra química). Si una población se interponía en el avance de las tropas, se reducía a escombros y se sacrificaban vidas civiles para mayor gloria de los ejércitos.

4 de Agosto del 2014, dentro de las diversas celebraciones institucionales del centenario de aquel conflicto armado se han reunido en Lieja (Bélgica), representantes de 50 países y, como es costumbre, los gobernantes han leído discursos grandilocuentes, ensalzando el valor de los jóvenes que dieron su vida en defensa de los ideales de la gran Europa. Todo palabras vacías que nada dicen para evitar tener que reconocer que el único discurso posible es la renuncia a la guerra como medio de solución a los problemas que tenemos las personas, que casi nunca son coincidentes con los que tienen los gobiernos. Nos dicen que gracias a la 1ª y a la 2ª guerra mundial hemos aprendido a gestionar las crisis políticas internacionales de otra forma, que ahora la diplomacia funciona y gracias a eso ya no hay conflictos armados en Europa, y una vez más nos mienten, lo que hemos hecho ha sido externalizar las guerras, llevarlas del mal llamado primer mundo al resto del planeta. La guerra de Corea, Vietnam, Indochina, las guerras endémicas en África, las silenciadas guerras que sufren el pueblo saharaui y las comunidades zapatistas, Irak con su ración de muertes a diario, la interminable guerra de Afganistán, la masacre que del pueblo Palestino, y ahora en la misma Europa, el último conflicto alimentado por las potencias mundiales, Ucrania. La lista puede ser más larga pero estos ejemplos son suficientes para darnos cuenta que poco ha cambiado la lógica de las superpotencias, de las multinacionales y de los ejércitos.

Si queremos recordar la Gran Guerra, denunciemos todas las guerras como ilegitimas, prohibamos el comercio de armas y desmantelemos la industria armamentística, hagamos objeción fiscal,… Y si queremos levantar un monumento, que sea al desertor, al antimilitarista, porque la lucha antimilitarista es la única guerra que merece la pena.

Colectivo Malatextos – Iñaki Justes

 

 

 




Mercadona: Cuando lo barato sale caro…… para la clase trabajadora

 

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Debemos pararnos a reflexionar sobre el éxito que las grandes superficies consiguen rebajando el precio de sus productos a costa de atentar contra cuestiones básicas para las personas. Bajan y rebajan sueldos y condiciones laborales, amenazando con el despido, destruyendo de paso las relaciones entre personas. Y no solo lo hacen en sus empresas, someten a fuerte presión a los proveedores que luego ellos descargarán sobre sus trabajadoras. Con ello todas nos vamos acercando al modelo de relaciones laborales de Bangladesh.

Casi todos los consumidores creen que no les afecta pero la realidad es que todos somos trabajadores y giramos en la misma espiral ya que, básicamente, todas las empresas se basan en lo mismo: para que otro se beneficie del precio del producto debemos jodernos los de siempre.

Para que una marca como Mercadona tenga éxito, sus trabajadores habrán tenido que trabajar horas sin cobrar y sin cotizar, habrán tenido que trabajar a ritmos inalcanzables con la presión del siguiente escalón (que cobra 2 céntimos más y recibe su presión del siguiente), habrán tenido que firmar compromisos de venta de X productos que de no cumplir se descontarán de su propio bolsillo, habrán tenido que sufrir amenazas con no cobrar o con el despido, habrán tenido que trabajar enfermos, habrán tenido que……Este es el  modelo “Juan Roig” (dueño de mercadona) que se caracteriza por “chinizar” las relaciones laborales y sociales. No oculta su prepotencia y chulería de “señorito de la finca” a la hora de vender dicho modelo para salir de la crisis-estafa: “cada vez hay más bazares chinos porque tienen la cultura del esfuerzo que no tenemos en España”; “estoy completamente de acuerdo con la reforma laboral, yo habría ido mucho más lejos”; “cada uno de los españoles tiene que preguntarse qué puede hacer por el país”; y añade aún más, amenazando directamente a la población asalariada “o sube la productividad o baja el nivel de vida”.

¿Todo esto para qué?

No nos damos cuenta, pero la obsesión de crecer de quienes se reparten los beneficios (no solo económicos),  nos esta llevando a reducirnos como personas, nos lleva a ver a las personas como competidores en ésta burbuja del mundo laboral, nos lleva a una destrucción total de valores.

El paso del tiempo no mejora nada de todo esto, al contrario, cada minuto que aguantamos estas situaciones nos arrastramos más adentro del pozo.

Desde aquí, queremos hacer frente a este modelo de explotación, de vida laboral sin derechos, de condiciones de trabajo miserables, de ausencia total de libertad, donde la “voluntad única del padre” determina quien vive y como vive.

Únete y hagamos frente a este atropello que pretende pasar como una apisonadora sobre la clase trabajadora.




POR NUESTRA SALUD, NO AL ANTEPROYECTO DE REFORMA DE LA LEY DE MUTUAS

Desde CGT-LKN rechazamos el anteproyecto de reforma de la ley de mutuas ya que el objetivo de esta nueva batería de medidas es única y exclusivamente reducir las bajas médicas y los periodos de las Incapacidades Temporales de los y las trabajadoras, privatizando el servicio médico, en detrimento de nuestra salud y las más elementales medidas de prevención de riesgos laborales.

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Hoy en día más de la mitad de trabajadores y trabajadoras estamos asegurados en Mutuas patronales para las contingencias comunes, y las drásticas medidas aprobadas por el gobierno español el pasado 18 de julio acentúan la ampliación de sus posibilidades de acción en los siguientes aspectos:

1- Posibilita el control de la situación médica y poder hacer propuestas de altas médicas por Enfermedad Común desde el primer día. La nueva ley permite a las Mutuas inspeccionar la situación médica y realizar propuestas de alta desde el primer día, con obligación de respuesta por parte de la Seguridad Social. Esta competencia acentúa las posibilidades de control e inspección de las Mutuas en contingencias comunes, con el objetivo declarado de reducir los periodos que necesitamos los y las trabajadoras para recuperarnos de una enfermedad.
2 – Se estandariza la duración de cada enfermedad, según edad y profesión. Este nuevo mecanismo busca intentar presionar los médicos para dar altas médicas automáticas.
3 – Se amplía la potestad de las Mutuas de declarar justificadas o no las no asistencias a las revisiones médicas, aumentando así las posibilidades de alta médica incentivada por parte de estas entidades privadas.

 

Esta nueva vuelta de tuerca  va a suponer que los trabajadores y trabajadoras sacrifiquen su salud a favor de los beneficios empresariales… Además, la prestación de servicios realizada sin una total recuperación médica es causante (entre otros factores) del aumento de los riesgos laborales y de múltiples accidentes de trabajo, en un contexto en el que en los primeros 5 meses del 2014 ha habido un aumento del 7,3% de los muertos en accidentes laborales, a pesar de haber menos trabajadores y trabajadoras en activo. Este intento de reducir por real decreto las bajas, profundiza todavía más en la dramática situación laboral actual, privatizando la sanidad pública y vinculando a los intereses empresariales la gestión de la salud laboral. Es, por lo tanto, una grave agresión a los derechos de los y las trabajadoras.

Desde la Confederación General del Trabajo (CGT-LKN) apostamos por una sanidad pública y de calidad, al servicio de los y las trabajadoras, y denunciamos esta nueva actuación que da más competencias a las Mutuas, al servicio únicamente de los vergonzosos beneficios de la patronal, y a expensas de la integridad física y de bienestar psicosocial de la clase trabajadora.

 

¡O sus beneficios o nuestra Salud!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




Mutuas, otro paso atrás

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Chirrían las escalerillas que llevan del taller a las oficinas, sube el jefe sudoroso. Este emprendedor acaba de poner en práctica no se qué artículo de la reforma laboral que le ha permitido despedir a una empleada por acumulación de bajas en un tiempo determinado. No suda por ello, suda porque el sobrepeso le causa fatiga al subir las escaleras.

Al llegar, entra en un despachito, parpadea la fluorescente, y cambia su americana por una bata blanca, ¡el siguiente!. Ha empezado a pasar visita. En fila, esperan, con caras largas, unos cuantos asalariados que enferman por encima de sus posibilidades. Agarrando con fuerza su cartera con una mano, con la otra, comienza a pautar sus remedios en un folio con membrete de la Mutua: … necesita desconectar, pensar en otras cosas, ya verá que bien le sienta volver al trabajo para olvidar esta depresión, … le vendría bien el reposo, descansar lo máximo, por eso cuando salga del trabajo procure dormir y comer sano, ¿cómo dice que se llama lo que tiene en las tripas?, … alta!, … alta!, … alta!!!!

 

El pasado 18 de julio, fecha de tantos malos recuerdos, el gobierno aprobó un Real Decreto que da más competencias a las Mutuas (asociaciones empresariales que gestionan fondos públicos), a la hora de decidir sobre los procesos de incapacidad temporal por contingencias comunes. Es un paso más en una estrategia que pretende otorgar un poder cuasi-absoluto a estas entidades en lo que a la salud de las plantillas se refiere. Nadie nos pondríamos en manos de nuestros jefes para abordar procesos sanitarios pues sabemos que tienen otros intereses que podrían priorizar, por ello utilizan las Mutuas, para poner un ornamento sanitario a esta afrenta a nuestra salud.

 

Esta medida que se ha tomado con nocturnidad y veranosía es de las que puede pasar inadvertida o ser entendida como inocua pues los titulares y declaraciones de responsables institucionales rebosan de términos como agilidad, eficiencia, ahorro, … No obstante, en breve comenzarán a darse casos de rebajas con altas prematuras y de indefensión, tal y como ya se dan hoy en día con los procesos de baja por enfermedad profesional o accidente de trabajo.

 

La Ley dice que nos jubilaremos a los 67 años pero con las cada vez peores condiciones de trabajo y con la cada vez peor atención a la salud de las plantillas, pocas personas llegarán a esta edad trabajando. Mayores y sin salud, con un despido hiper facilitado, pasaremos los últimos años de nuestra vida laboral en el paro, en detrimento de nuestras pensiones, … No podemos esperar a que este cuento de terror se materialice en nuestras vidas, debemos romper ya esta dinámica de involución social y demoledora de derechos, porque más vale prevenir que currar así, debemos oponernos a la Ley de Mutuas y defender una Sanidad Pública y de calidad que también atienda la salud de las personas trabajadoras.

 

 

 

Colectivo Malatextos – Txus Nájera Allo

 

 

 

 




Lluvia de solidaridad con el pueblo palestino

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1 de agosto, lluvia intensa en Iruña, de nuevo una nueva manifestación para mostrar nuestra solidaridad con el pueblo palestino que paga a diario con decenas de muertes su terquedad de querer seguir existiendo.

Si contenemos las nauseas y leemos las declaraciones de Margallo, ministro de exteriores, vemos que de forma perversa elimina el sujeto de todas las

oraciones: «desastre humanitario», «gravísima escasez de alimentos», «destrucción masiva de infraestructuras»…. ¿Quién está ejecutando todo este desastre? No se trata de un huracán, ni de un tsunami, es el estado sionista de Israel el responsable.

PAREMOS EL GENOCIDIO, PALESTINA ASKATU!!

Texto y foto: Iñaki Gorriz

Irudiak gehiago

TVE ordena regresar a su corresponsal en Gaza tras acusarla Israel de ser de Hamás

Yolanda Álvarez

Televisión Española ha ordenado el regreso de su enviada especial a Gaza tras las acusaciones de Israel, cuya embajada en España ha afirmado que Yolanda Álvarez actuaba como «correa de transmisión de los mensajes, cifras, imágenes y datos de Hamás».

La embajada de Israel en España afirmaba que «las crónicas dramatizadas de Yolanda Álvarez, empezando por el abuso de adjetivos y siguiendo por las muy cuidadas puestas en escena, resultado de un casting y selección de escenarios al dictado de los intereses de Hamás, son, sin más, el producto de una activista».

La dirección de TVE ha señalado que no saldrá en defensa de su corresponsal «porque no lo considera importante». El Consejo de Informativos reclama la vuelta a Gaza de Álvarez, «que salió de la Franja ayer cumpliendo órdenes de la dirección de la Corporación RTVE».

El consejo acusa a la embajada de «amordazar y coaccionar a una periodista independiente, de un medio público español», y considera que las acusaciones de Israel pueden «comprometer la seguridad personal» de la reportera. «El derecho a la libertad de expresión no puede amparar acusaciones que rayan el delito», añade el comunicado.

Comunicado íntegro de la embajada de Israel en España

«Hace ya casi un año que me incorporé como Portavoz a la Embajada de Israel en España. En este tiempo he seguido con detalle los medios de comunicación. En general, no me ha sorprendido el posicionamiento de cada uno de ellos en la cobertura de la actual crisis, excepto uno: Televisión Española.

Desde el inicio de la crisis, la corresponsal de TVE en Israel, Yolanda Álvarez, se estableció en Gaza, convirtiéndose desde el primer momento en correa de transmisión de los mensajes, cifras, imágenes y datos de Hamás. Las crónicas dramatizadas de Yolanda Álvarez, empezando por el abuso de adjetivos y siguiendo por las muy cuidadas puestas en escena, resultado de un casting y selección de escenarios al dictado de los intereses de Hamás, son, sin más, el producto de una activista. El activismo político no es, desde luego, periodismo, y transmitir propaganda no es informar. 

¿Alguien en su sano juicio puede creerse que, tras más de tres semanas en Gaza, no ha tenido oportunidad de hablar y tomar imágenes de los almacenes de armas de Hamás, del lanzamiento de cohetes desde zonas habitadas, del uso de civiles para proteger los edificios (viviendas, escuelas, hospitales, mezquitas) desde los cuales los terroristas lanzan cohetes y misiles? Lo intolerable no es que la Sra. Álvarez se dedique a la militancia y al activismo propagandístico, sino que un medio de comunicación público le dé cabida en sus informativos».

Hamutal Rogel

Extraido de El ventano




Sobre movimientos sociales y poder electoral. Notas optimistas desde el 2020

El mapa político resultado de las Elecciones europeas refleja el definitivo colapso del modelo bipartidista español y, lógicamente, del régimen que sustenta. Pero esta última parte de la afirmación ha de ratificarse en las próximas elecciones municipales, donde quedarían definidas las correlaciones de fuerza reales. ¿Qué significa lo municipal hoy, en un país fuertemente urbanizado y con buena parte de sus consistorios totalmente endeudados y arruinados? ¿Qué séntido y contenido político se le puede dar? ¿Qué margen hay para lograr mayores cuotas de democracia y justicia?

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Ya han pasado cinco años desde el 2015. Tiempo de hacer balance de la nueva configuración del tablero político en el Estado español. Tiempos marcados en el plano estatal por: una consolidación del municipalismo que va más allá de las urnas locales y propone una activación política desde barrios y pueblos; el surgimiento a partir de 2016 del movimiento “Toma las plazas y la economía” –que aunó tradiciones de mareas sindicales, de aquel 15M surgido en 2011 y propuestas de economías relocalizadas–; la quiebra del bipartidismo que no pudo gobernar en 2019, a pesar de las alianzas estables entre el PP y el PSOE; y la consolidación de Podemos como primera fuerza política y referente europeo de los partidos-ciudadanía. Todo ello se tradujo, además, en una mayoría legitimada social y electoralmente para iniciar el proceso constituyente que finalizará el próximo año.

Me propongo escribir una serie de notas que ayuden a comprender qué relaciones se transformaron y transformaron este escenario durante las últimas dos décadas. Evoluciones que fueron consecuencia de dos factores, fundamentalmente: del descontento mayoritario frente a las embestidas de la agenda neoliberal y delavance de una cultura política que apunta, en sus medios y en sus fines, a una radicalización de la democracia en terrenos sociales, económicos y de la crítica política.

¿Cuál ha sido el papel de los movimientos sociales en este proceso? Los movimientos proponen nuevas gramáticas –discursos, formas de hacer y organizarse– de protesta y de reproducir nuestro mundo. Son buenos, por así decirlo, innovando cuando, frente a un descontento mayúsculo, las herramientas para su superación están caducas y no llegan a la población, están cooptadas o son serviles a un status quo. A partir de aquí construyen escenarios y herramientas que visibilizan conflictos, ganan legitimidad entre públicos descontentos y proponen nuevas articulaciones con otros sectores afectados por injusticias que son “emparentables”.

“Lo llaman democracia y no lo es” fue el principio, que partió de las protestas antiglobalización y eclosionó en el 15M. Fueron necesarias urdimbres más lentas y subterráneas para llegar a sacudir las calles y el mundo laboral en el 2016. “Toma la plaza y la economía” ocupó espacios públicos para crear asambleas y dinamizar cooperativas locales. Pero también entró en centros de trabajo y en instituciones que favorecían la aplicación de la agenda neoliberal. Permitió ser muchos y muchas, a la par que estar articuladas, desde un sindicalismo reconstruido, un revisitado 15M y un movimiento vecinal reactivado. Amplió los niveles de conflicto de manera que los reyes maquiavélicos –élites, monarcas, gestores de la política autoritaria–) no pudieron persuadirnos de que iban vestidos, de que obraban “por nuestro bien”. La fusión, descentralizada y autónoma, de estas renovadas mareas, que eran reinventados 15Ms para, a su vez, reconstruir un nuevo sindicalismo, dió una potencia y un sostenimiento a los cambios operados en la parte más institucional del ciclo político.

Previamente, los años que van del 2000 hasta el 2014, particularmente, son destacables como un saludable entendimiento entre quienes reclamaban más derechos sociales y más protagonismo político. Los nuevos movimientos globales, desde su autonomía conquistada a finales de los 90, sirvieron de herramientas de indignación –conflictivas y atrayentes del descontento– a la vez que de vasos comunicantes –articuladoras– entre estrategias que iban en la misma dirección: el reforzamiento del municipalismo asambleario, la emergencia de Podemos como partido-ciudadanía capaz de arrastrar a otras formaciones hacia la radicalización democrática, la indisoluble relación entre la cuestión económica –enfocada a necesidades desde la sustentabilidad– y la cuestión social –participación, deliberación y realización de otras sociedades–.

Pero los movimientos sociales, siendo condición necesaria de toda transformación rupturista (son innovadores, su horizonte es ético o espiritual y por tanto inspirador y no reducible a tres o cuatro demandas), tienen sus límites para sostener cambios profundos en el tiempo. Con excepciones, como el movimiento campesino actualmente o las sociedades alternativas desplegadas por el movimiento obrero entre el XIX y el primer tercio del siglo XX, su actitud conflictiva les lleva a tener dificultades para afianzar procesos amplios –que pasen de necesidades sentidas a necesidades generales– y largos –que instalen otra cultura, otras instituciones– de manera que sean referencia deseable para la ciudadanía, más allá de minorías muy politizadas y activas. El miedo al cambio –aferrándose a retener migajas o beneficios decrecientes– y la demonización del “enemigo populista” –presentados como portadores de utopías monstruosas e irrealizables– son la baza psicológica primordial que siempre juegan los de arriba para defenderse. Se trata de convencer a los de abajo de lo benigno de seguir confiándoles el poder, la capacidad de decidir y de hacer política desde su dominación: los ideales y las necesidades de los dominados son posibles y “concuerdan” con los planes y valores de las élites autoritarias. Y si no son “convencidos”, entonces sí, entrarían en juego, con redobladas fuerzas, otras dinámicas como: el aislamiento social –estás fuera del “sistema”–, la sanción –el cambio no es “rentable”– o la represión –aniquilando o cortocircuitando la capacidad autónoma de acción, relación y empoderamiento de las personas críticas y descontentas–.

Por otro lado, las instituciones son parcas en la creación de conflicto, ya que en dicho juego las cartas están marcadas por la banca, la deuda o los grandes medios de comunicación. Aparte apoyan, a través de las elecciones y políticas encasilladas –según modelos de desarrollo convencional, en gastos presupuestarios por partidas, atendiendo a reformas sólo “reformistas”– dinámicas de competencia y sectorización de demandas, en lugar de auspiciar paraguas de procesos de cambio global que vienen desde abajo. A lo que hay que añadir la menor capilaridad y la menor vitalidad –creatividad, intervención en lo político o más cotidiano– que presentan los movimientos sociales.

Pero entre el 2015 y el 2019 se lograron dos cosas importantes. Primero, congeniar poder electoral próximo –urnas municipales– y poder social –movimentista– para lanzar un órdago al poder electoral estatal –urnas generales– como antesala de la construcción de otro poder político –nuevas agendas desde nuevas instituciones–. Las candidaturas municipales se transformaron, en sí mismas, en ejercicios de participación y de pedagogía política crítica, a través de diversas iniciativas electorales abiertas, que relegaron a un segundo plano los liderazgos mediáticos, la construcción desde siglas pre-existentes y la idea de sustituir los votos por la construcción de otras sociedades.

Y segundo, desde el punto de vista programático, las apuestas por una democracia participativa –abrir instituciones, derechos sociales, economías endógenas y sustentables, declaración de la ilegitimidad de las deudas impuestas– partieron de un apoyo y una inclusión reales hacia las iniciativas de democracia radical –gestión directa de recursos públicos, deliberación en plazas y centros de trabajo, relocalización de economías, potenciación de redes de cuidados más cotidianos–.

Así, capilaridad y vitalidad se unieron desde el protagonismo social. Empoderamiento social a través de la experimentación de otras sociedades y de una población activa en diversas mareas políticas, decidiendo no sólo cada cuatro años, si no cada cuatro horas –directa o delegadamente, pero eligiendolo en cada momento–. Se produjo, pues, un empoderamiento convivencial –sociedades “paralelas”–, base del poder social –crítica en la calle–, que utilizó el poder electoral –urnas– para modificar el poder político –intervención institucional en bienes comunes y necesidades generales–.

La rebeldía permitió el encuentro de reformas rupturistas y revoluciones constructivas. Y desafiantes: se desplazó, y no sólo se incomodó, al poder político. El protagonismo social y la urgencia de abrir fisuras en la agenda neoliberal estuvo en el centro –no en los laterales– de una diversidad de actores, intereses y culturas políticas que operaron de forma autónoma y articulada.

 

Autor de ‘La Transición Inaplazable’



Una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra

Al parecer un 90% de la población israelí apoya la incursión militar de su primer ministro Netanyahu, ya que dicen, estar cansadosIsrael_vs_Palestine de Hamás, de que utilicen escudos humanos y de que les lancen cohetes. Visto así, todo apunta a que hay una población pacífica y tranquila asediada por una banda de locos fanáticos que no se sabe muy bien a razón de qué, les atacan y ellos claro, se defienden. Señalan a Hamás pero en realidad quieren decir palestinos, un pueblo tan semita como el suyo que vive cotidianamente sumido en el apartheid y sufre el ataque sistemático de colonos encolerizados y armados protegidos por los militares. Esto pasa en Cisjordania, donde día tras día sus pobladores se ven desplazados, sus olivos destrozados y el agua confiscada. Prueben subirse al autobús 63 que sale de la puerta de Damasco en Jerusalén y cruzar el muro que se extiende como una lengua en el horizonte, ese muro que no pueden atravesar los palestinos y que solo les permite ver Jerusalén desde la barrera. Vayan a Hebrón y comprueben si los colonos que viven encima de los palestinos arrojan basura y todo tipo de objetos a sus vecinos, ante la mofa de los militares que custodian. Vean si los negocios están marcados para dejar claro que esa tierra pertenece al pueblo elegido y sientan el miedo de no pisar la calle por las noches ante el terror que provocan los colonos armados con uzis. Caminen por sus calles segregadas y comprueben que los palestinos tienen restringido el paso por muchas de ellas por el hecho de ser palestino. Esto no sale en las noticias, esta es una violencia cotidiana y constante que socava la vida de las personas, pero claro, es que “la gente está cansada de Hamás”, los palestinos no tienen derecho a estar cansados de ser ocupados y bombardeados.

Hay algo muy perverso en la manera que tiene Israel de resolver la disonancia cognitiva que le supone bombardear a la población civil en Gaza. La causa de las muertes de tantos civiles se desplaza hacia Hamás como culpable por poner escudos humanos, de tal forma que, los asesinatos del ocupante se conviertan en negligencia del ocupado. El problema es que Gaza no te pertenece, no hay ninguna incursión militar que no sea calificada de ocupación, por mucho que se quiera desvirtuar con ese eufemismo utilizado llamado “defensa”. Justificar la muerte de miles de personas porque bombardeas un edificio en cuyo tejado hay civiles haciendo de escudo, es pensar que tienes un derecho legítimo a bombardear. El mismo derecho de alguien que entra a robar en una casa justificándose en que la puerta estaba abierta, o aquel que culpa a una mujer de ser violada por andar desnuda en la calle o vestir de una determinada manera. Nada te da derecho, haya escudos o no, a decidir sobre un territorio al que has convertido en un enorme ghetto deprimido y desesperado, que encima bombardeas.

Qué razón tenía Hannah Arendt, filósofa a la que acusaron y señalaron como “judía que se odia a sí misma”, cuando analizó el origen del nazismo y no vio más que a gente corriente haciendo cosas horribles y cumpliendo órdenes. Porque la banalidad del mal es algo muy mundano, no eran monstruos extraordinarios e irrepetibles, sino actitudes que pueden incubarse en cualquiera bajo determinadas formas sociales. Esa es la lección que todos deberíamos haber aprendido, porque casi todo el mundo a toro pasado sabe reconocer las atrocidades en los libros de historia, pero es en el presente cuando se producen. Todo genocida tiene una razón para provocar el genocidio, todos se defienden, ninguno ataca y el enemigo siempre es reducido a la inexistencia. El General Roca en la Argentina de finales del siglo XIX (por poner un ejemplo entre miles), dirigió la llamada Campaña del desierto donde se conquistó las tierras que los indígenas habitaban, completando así el trabajo de los españoles. Era un desierto, al parecer nadie vivía ahí. Hoy el Estado de Israel arrasa con la misma lógica que comparte y se repite en toda banalidad del mal que perpetra el ser humano: Una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra.

Articulo de: Jorge Moruno Danzi

estraido de : la revuelta de las neuronas