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Opinión: Catalunya, el nacionalismo

por CGT-LKN Kalean
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Todo sigue su curso y acontece sin que nadie se sobresalte o se sorprenda en demasía. El guión se va cumpliendo. Todo en nombre de la democracia y la ley escrita hecha y rehecha para su obligado cumplimiento, sobre todo para la gran masa social y diferente cuando les toca a las élites del poder. La batalla está servida y el toma y daca funciona sobremanera. El pueblo en la calle, no sé si todo o en buena parte, pero pueblo al fin y al cabo, ilusionado bajo su bandera. ¡La ley! ¡ hay que cumplir la ley! dicen unos y unas, otras y otros.

Y la misma se cumple, cada quien la suya, todas llenas de argumentos y basadas en concienzudos razonamientos pero las dos con distintos bagajes, siendo diferente su fuerza. Una con la vitalidad de la emoción y la ilusión cimentada en la justicia, la otra con la garantía que da la seguridad del orden establecido basado en el peso de los agentes de la legalidad. El Dios Estado amparándonos, protegiendo a su sublime manera.

Siempre he creído que la ley y la justicia no son sinónimos, cada una de ellas, a veces, muchas, llevan diferentes caminos. Lo que es legal, a menudo en estas, nuestras sociedades, no tiene por qué ser justo y viceversa. La ley está hecha, aunque suene a discurso político pero es una verdad rotunda, por y para los poderosos y los ejemplos están ahí, en la calle. La corrupción, la malversación, el abuso del Estado, la explotación, la pobreza, la desigualdad, la guerra, la destrucción de la naturaleza, … acciones de los grandes entes que nos gobiernan (algunos sin ser elegidos y cada día más poderosos), son actos que no se juzgan con el mismo ímpetu (esto es si llegan a los tribunales), que cuando el vulgo sale de sus casas a revindicar e intentar establecer avances dignos para todos y todas. En estas ocasiones el peso de los tribunales cae sobre nuestras cabezas con toda su energía.

En este sentido, afirmo, por cierto, que el derecho de los pueblos a la autodeterminación no es un crimen. Es un acto inmoral y fascista denegarlo. No me emociona la creación de nuevos estados pero así mismo tampoco me encandilan los actualmente vigentes. Soy partidario de las ideas libertarias o anarquistas, del internacionalismo, sobre todo proletario y a la vez, sin contradecirme, tengo mis sentimientos nacionales. A día de hoy, se escucha mucho la palabra nacionalista usada despectivamente por gentes que dicen no serlo, pero a fuerza de verlos y oírlos no es que no sean nacionalistas, lo que de verdad son estatistas imperialistas.

Se argumenta mucho sobre el nacionalismo y sus derivas, se habla y se farfulla y se los compara con el nazismo. ¡Hipócritas! El nazismo fue la demencia total del imperialismo. La locura absoluta de la ambición del poder definitivo por parte de unos locos y locas. Los nacionalismos nunca o mayoritariamente han sido expansionistas, siempre han revindicado su espacio, su tierra y sus anhelos. Han querido ser siempre naciones con Estado y no Estados nación, ya que son cosas diferentes.

Un Estado nación pretende ser una nación, aglutinando varias y siempre potenciando una, marginando e intentando anular a las demás. Las guerras más crueles siempre las han producido los imperios y los Estados nación y siempre por su malvado afán de dominio y sumisión del resto. Es la historia y su devenir. España, cuando no se ponía el sol en ella. Francia, con su Napoleón y luego sus colonias. Británicos y Rusos, más adelante Soviéticos y ahora, otra vez, Rusos. El Imperio Austrohungaro, el I, II y III Reich Alemán, la Italia etc etc.

Esta es la verdadera locura, la ambición en cualquiera de sus formas, sea de poder o de riqueza, que siempre, creo, van juntas. Si algo tiene de pernicioso el nacionalismo es querer emular en la organización de su estructura a los Imperios que los afligen creando nuevos Estados. Ese puede ser otro fracaso. Pero de verdad, hasta ahora donde esta realmente el desmoronamiento de este mundo es en la actual realidad capitalista y en la mayor parte de su organización del mapa mundial. Nunca dejo de pensar que otro mundo es posible.

Gabriel Rodriguez

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