El presente libro, por tanto, no versa solo sobre Occupy Wall Street sino sobre la posibilidad de la democracia en Estados Unidos y, lo que es más, sobre la apertura de la imaginación radical que hizo posible Occupy.

La visión global se basa en una suerte de fe en que la democracia directa es contagiosa, sin líderes, donde las personas se escuchan de verdad unas a otras y llegan a una decisión inteligente de forma colectiva sin ninguna clase de coacción o imposición.

Toda la comunidad activista terminó coincidiendo con la idea de la política prefigurativa, en la que la forma organizativa adoptado por un grupo de activistas ha de encarnar el tipo de sociedad que se desea crear. El sueño del contaminacionismo, del contagio democrático sorprendentemente empezó a funcionar.

¿Porqué una protesta de jóvenes educados aunque endeudados tocó la fibra sensible de la clase trabajadora de EE.UU. de un modo que había sido impensable antes?

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