MIÉRCOLES LIBERTARIOS

 

Este año celebramos los miércoles libertarios durante el mes de Abril.  Espacio para invitar a reflexionar y a debatir sobre distintos problemas que nos afectan en el mundo en el que vivimos. Todos los actos se realizarán en el local de CGT Nafarroa en Iruñea.

 

Los actos son los siguientes:

-Una mirada geopolítica desde el antimilitarismo, con Aitor Balbás ( 10 Abril)

-Perspectiva laboral del sector de los cuidados, con Mª Isabel Calvo y Virginia Mª Martín del SAD en Madrid ( 17 de Abril).

-Presentación libro “Años de hierro. Conflicto bélico y anticomunismo vistos por un periodista libertario en el exilio”. Con Miguel Fernández (24 de Abril).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




Colectivo Malatextos: La Izquierda a Debate; 15 de noviembre, a las 19h, en Triki Traku

Extraído de: http://malatextos.blogspot.com/2019/11/la-izquierda-debate-15-de-noviembre-19h.html

Desde Malatextos queremos seguir planteando asuntos que nos incumben sobre los que pensar y debatir. En esta ocasión, hemos abordado algo tan complejo y diverso como puede ser “La Izquierda”. Para ello, hemos discutido y consensuado un documento, a modo de punto de partida de un debate que no puede sino quedar incluso, abierto permanentemente.
Para exponer el contenido del documento y para generar después un pequeño intercambio de impresiones, llevaremos a cabo un encuentro el 15 de noviembre a las 19h a Triki-Traku (C/Río Arga 36-38, Rotxapea, Iruña).
Te animamos a leer el texto y a acudir y participar en el debate, ¡te esperamos!, zatoz!
 
https://drive.google.com/file/d/1arsV4L1faQFMdsC0c1DlK6UAJX4gAOE2/view



La dimensión urbana de la desigualdad

A través de este artículo de Alicia Ziccardi pretendemos girar nuestra mirada a la grave problemática urbanística en latinoamérica, la cual guarda cierto paralelismo con dinámicas que podemos percibir en nuestro entorno. Extraído de: https://elpais.com/elpais/2015/04/05/contrapuntos/1428212831_142821.html

En el marco de una nueva oleada modernizadora del
espacio urbano – impuesta para adecuar el territorio a los
requerimientos de la economía global – las ciudades han transformado
rápida y profundamente no sólo su fisonomía, sino también las
relaciones entre la economía, la sociedad y el territorio. Se trata
de construir nuevas relaciones que sustituyan a las construidas
durante el proceso industrializador fordista característico del
siglo XX. En este contexto uno de los rasgos que signa el
espacio urbano en la región es la expansión de las condiciones de
pobreza y desigualdad
.

En este sentido, las ciudades latinoamericanas no
sólo son la expresión espacial de profundas desigualdades
económicas y sociales sino que son producto de un intenso proceso de
apropiación y uso del espacio urbano de corte neoliberal, generador
de nuevas y diferentes inequidades en el acceso a los bienes y
servicios de la ciudad. Precisamente son estas desigualdades urbanas
las que modifican y amplifican las desigualdades estructurales que
han caracterizado históricamente a nuestras sociedades.

Por ello interesa analizar particularmente las
dinámicas urbanas de las grandes regiones urbanas (como Ciudad de
México, San Pablo o Buenos Aires), en las que existen marcadas
desigualdades territoriales asociadas a procesos de
diferente naturaleza. Por un lado, se trata de particulares procesos
de pobreza urbana y segregación residencial. Por otro, de obstáculos
que persisten para el ejercicio pleno de la ciudadanía y los
desafíos que enfrentan los nuevos movimientos sociales urbanos para
hacer efectivo el derecho a la ciudad.

Desigualdades estructurales y
refuncionalización del espacio urbano

Como lo ha señalado Manuel
Castells
las ciudades son el motor de la economía y
asumen el papel de ser los principales medios productores de
innovación y riqueza. Más aún actualmente son el espacio de flujos
y redes de capital que desterritorializan la producción, el espacio
propicio para generar condiciones de competitividad urbana que logren
atraer y retener la inversión y generar empleo.

Sin duda, las ciudades albergan los sectores
económicos más modernos de la sociedad del conocimiento, generando
empleos bien remunerados para la mano de obra que posee alta
escolaridad formal y que se inserta los servicios avanzados (la
banca, las finanzas, la informática). En particular, se crean elites
gerenciales que viven en barrios o zonas exclusivas de la ciudad
acordes a sus altas expectativas de vida.

También viven en las ciudades los sectores medios
de la población, conformados por heterogéneos conjuntos sociales
que se insertan predominantemente en las actividades propias de los
servicios a la producción y los servicios personales. Estos sectores
logran obtener remuneraciones adecuadas, seguridad social y acceder a
múltiples opciones habitacionales en función de su capacidad de
ingreso. Sin embargo, la principal es la adquisición o la renta de
una vivienda en conjuntos habitacionales.

Pero en un contexto modernizador el hecho
socio-económico más contrastante de las grandes regiones urbanas es
su evidente desindustrialización y la expansión de actividades del
terciario de su economía. Se trata de diferentes formas de empleo
precario e informal, muchas veces íntimamente vinculadas a la
economía global, pero de muy baja productividad, propias de los
servicios personales y del comercio popular pero que permiten obtener
un ingreso que en ocasiones es mayor que el de la industria
manufacturera. Este es el principal mercado de empleo de los
trabajadores con baja o nula calificación que en el caso del
comercio popular de calle se apropian de espacios y que confronta
cotidianamente el derecho al trabajo con el derecho a la ciudad
generando condiciones de conflictividad social y poniendo en tensión
el ejercicio de gobierno y de administración urbana de las
autoridades locales. Para estos sectores populares la principal forma
de habitación es en barrios populares que han tenido distintas
denominaciones en las diferentes ciudades de la región (favelas,
villas miseria, colonias populares o barriadas) y que se caracterizan
por ser el resultado de masivos procesos de auto-producción de
viviendas, en terrenos baratos o invadidos, los cuales gradualmente y
muchas veces a partir de la lucha social son dotados de
infraestructuras y equipamientos básicos.

El resultado de este mosaico de intensas
transformaciones económicas y territoriales registradas en muchas
ciudades latinoamericanas, en las tres últimas décadas, lleva a que
estos espacios urbanos pierdan su principal función de ser un
mecanismo de integración social, tal como lo había observado el
sociólogo italo-argentino Gino
Germani
en sus tempranos análisis sobre el populismo.
A cambio de ello, surge una nueva morfología urbana, grandes
regiones urbanas, dispersas y fragmentadas, en las que persisten o se
profundizan las desigualdades socio-económicas y territoriales.

Pobreza urbana y desigualdad territorial

Las relaciones entre las condiciones de pobreza y
desigualdad de ingreso que se registra en las ciudades de la región
son complejas y su evolución no muestra necesariamente el un
comportamiento o tendencia únicos. Un
estudio reciente de ONU-HABITAT y la Corporación Andina de Fomento
(CAF)
, realizado en nueve ciudades, indica que la
disminución de la población pobre no necesariamente significó una
disminución la desigualdad de ingresos. Se observa que en
Montevideo, Lima y Panamá la brecha del ingreso se redujo; en el
Alto y en Santiago se incrementó; en Santo Domingo, La Paz, Quito y
Buenos Aires se mantuvo estable. Por ello puede afirmarse que no
existe una tendencia única entre la evolución de la pobreza y la
desigualdad de ingresos en las ciudades latinoamericanas
.

Ahora bien muchos académicos han señalado ya
que, tanto la pobreza y como la desigualdad, son fenómenos muy
complejos cuyo análisis no puede restringirse a la dimensión
económica; requieren adoptar una perspectiva multidimensional
utilizando indicadores tales como: educación, salud o a los bienes
de la ciudad cuyo acceso, calidad y distribución suele ser muy
inequitativo. 

Por ello conviene definir los límites
conceptuales que existen entre la pobreza y la desigualdad urbana ya
que son conceptos que aunque suelen usarse indistintamente y están
interrelacionados son sustancialmente diferentes. La pobreza es un
complejo proceso de privación y escasez de recursos económicos
sociales, culturales, institucionales, políticos y también
territoriales que afecta a los sectores populares y que está
asociado principalmente a las condiciones de inserción que
prevalecen en el mercado de trabajo: inestabilidad, informalidad,
bajos salarios, precariedad laboral. En cierta medida a diferencia de
la pobreza rural, que es principalmente pobreza alimentaria
y de capacidades, la pobreza urbana es patrimonial, está
vinculada a las dificultades para acceder a los bienes básicos de la
ciudad, principalmente vivienda, equipamientos y servicios urbanos,
transporte o espacios públicos. Por ello como apuntó Townsend en
los años setenta del siglo pasado, la pobreza urbana es una pobreza
relativa
al estándar de vida que es aceptado en una sociedad y
un tiempo dado, que está más vinculada a la distribución de los
recursos que ofrece la ciudad que a los ingresos de cada ciudadano,
que debe vincularse con los patrones y las trayectorias de vida, las
costumbres y las actividades particulares que se realizan en el medio
urbano. Esto lleva a afirmar que el alto porcentaje de los hogares
urbanos pobres en nuestras ciudades es principalmente consecuencia de
las bajas remuneraciones que perciben grandes mayorías que se
insertan de manera precaria en el sistema productivo, del desempleo
puede afectar a varios miembros de una familia, del peso de los
hogares para mujeres que son jefa de familias y que se incorporan en
el mercado de trabajo de manera desventajosa, recibiendo menores
remuneraciones y del elevado número de jóvenes que no logra dar
continuidad a sus estudios de nivel medio superior ni incorporarse
plenamente al sistema productivo.

Pero también es cierto que a este proceso de
acumulación de desventajas sociales que deben aceptar estos
colectivos sociales se agregan las desventajas urbanas que genera la
localización de las viviendas que habitan, ya sea en zonas centrales
degradadas o en masivas periferias urbanas cada vez más lejanas,
donde autoproducen precarias viviendas en terrenos de muy bajo
precio, carentes de infraestructuras y equipamientos adecuados. En
otros casos se trata de viviendas completas en grandes conjuntos
habitacionales que son adquiridas a través del financiamiento que
otorgan organismos públicos. Se trata de los financiamientos que
otorgan los organismos responsables de administrar los ahorros de los
trabajadores que acceden a la seguridad social y que forman parte de
las políticas de vivienda diseñadas y aplicadas por los gobiernos
nacionales. Lo cierto es que estamos en presencia de un proceso de
urbanización de la pobreza, es decir, que el peso de la población
urbana pobre en el total nacional de los pobres es cada vez mayor
respecto a la población rural. 

La desigualdad, en cambio, es un concepto
relacional, de diferencias y dispersión de la distribución del
ingreso y de los recursos en una sociedad. Es claro entonces que la
desigualdad está fuertemente relacionada con la pobreza, pero
también con la riqueza. Esto es así aun cuando se pueda constatar
que dado un ingreso medio, cuanto más desigual es la distribución
del ingreso mayor será el porcentaje de la población en situación
de pobreza. Pero a ello se agrega que en las grandes ciudades es
donde las formas diferenciadas de acceso y calidad de la vivienda y
los bienes y servicios colectivos – agua, drenaje, equipamientos,
espacios públicos o transporte de calidad- son indicadores
inequívocos de grandes desigualdades que existen en el territorio.

Desigualdades urbanas y segregación
residencial

En el estudio de ONU-Habitat
y la CAF
al que ya se hizo referencia se afirma que
cuando los procesos de desigualdad de ingresos se acentúan, los
ricos se auto-segregan en condominios y los pobres en la periferia
.
Cuando esto ocurre se agudiza la condición de ciudades divididas,
fragmentadas y segmentadas. Pero lo importante es reconocer las
diferencias que existen entre estos dos tipos de procesos de
segregación residencial aún cuando lo común de ambos es la
amplificación de las desigualdades estructurales que se observa en
nuestras sociedades.

En el caso de los procesos de segregación de los
sectores populares es el acceso a suelo barato lo que ha determinado
la concentración de amplios segmentos de trabajadores de más bajo
ingreso en barrios de autoproducción social de viviendas, carentes
de equipamientos y servicios, los cuales se han ido consolidando con
el trabajo colectivo y familiar realizado por sus habitantes y por su
capacidad de lucha y negociación frente a los gobiernos locales,
responsables de la provisión de estos bienes colectivos de la
ciudad.

Pero en el caso de México, más recientemente, se
asiste a procesos de segregación residencial de naturaleza diferente
producidos por la política de vivienda impulsada desde principios de
las década del 2000 por el gobierno federal para lo cual se creó la
Comisión Nacional de la Vivienda. La misma se funda en procesos de
desregulación del uso del suelo de origen ejidal o comunal y en la
disponibilidad de los recursos de los fondos de vivienda de los
trabajadores que pasan a ser administrados privilegiando criterios
financieros y no de política social. Debe decirse que la ambiciosa
meta cuantitativa de producir cientos de miles de viviendas anuales
fue alcanzada gracias la existencia de una industria de la
construcción en la que se advierte la presencia dominante de un
pequeño número de grandes grupos de desarrolladores inmobiliarios
que poseen mucha experiencia en el submercado de la vivienda popular
y que pudieron expandir su producción recibiendo subsidio
gubernamental. Sin embargo, el objetivo de abatir el déficit
cuantitativo de la vivienda no alcanza a cubrir la demanda de los
sectores de menores recursos, sino a cubrir en el mejor de los casos
logra atender las necesidades de los sectores medios bajos. La oferta
es principalmente de masivos conjuntos habitacionales ubicados en la
periferia cada vez más lejana, en terrenos baratos y en conjuntos
constituidos por casas de muy pequeño tamaño que condenan a las
familias al hacinamiento; sus diseños y materiales son de baja
calidad y muchas veces de la infraestructura, los equipamientos
básicos y de recreación que debe ofrecer cualquier ciudad.

Por ello puede decirse que la presencia de estos
nuevos y masivos barrios periféricos acrecienta las desigualdades en
las ciudades del siglo XXI ya que se construyen muchas vivienda y muy
poca ciudad. Ante esto la respuesta de las familias trabajadoras que
adquirieron una de estas viviendas, principalmente con la intención
de mejorar su calidad de vida y construir un patrimonio familiar, ha
sido abandonarlas masivamente lo cual trae como consecuencia el
deterioro de ese parque habitacional y la creación de condiciones
para que prolifere en estos espacios el vandalismo y la violencia.

En el lado opuesto están los procesos de
suburbanización producidos por una oferta de vivienda en enclaves
periféricos de clase alta, que pretenden materializar valores como
la privacidad, la exclusividad, el medio ambiente saludable, la
seguridad privada y las actividades sociales. Estas nuevas formas
urbanas, que son formas de autosegregación de las clases altas,
también constituye una oferta de vivienda segregada, productora de
un enclave urbano sin conexión con estructura urbana consolidada ni
con la ciudad central, debilitando el sentido de pertenencia y
exigiendo que se inviertan muchas horas de traslado en carro
particular lo cual genera efectos ambientales negativos. Lo cierto es
que éstos y otros procesos de periferización de la
vivienda constituyen fuentes de grandes desigualdades urbanas y
sociales.

Ambos procesos están presentes en la mayor parte
de las grandes ciudades latinoamericanas y son considerados por la
ciudadanía como las principales causas de las marcadas desigualdades
urbanas actualmente existentes. Según una
encuesta de percepción realizada por ONU-HABITAT
la
localización de los barrios de la ciudad es considerada el principal
componente de la desigualdad urbana. Así, el 37% de los
entrevistados consideró que son los barrios pobres y el 34% que eran
las urbanizaciones cerradas, producto de la autosegregación de las
elites. 

Pero no es sólo la vivienda y su localización
sino el acceso a los equipamientos servicios básicos otros de los
indicadores que expresan claramente el vínculo entre pobreza urbana
y desigualdad terrritorial. Mientras que en las grandes regiones
urbanas los sectores populares que viven en la periferia pasan por
todo tipo de penurias cotidianas para acceder al agua en los barrios
de las clases altas la dotación está ampliamente garantizada y los
excesos en su consumo suelen ser penalizados sólo a través tarifas
más altas. Por ejemplo, en la Ciudad de México, el acceso al agua
por día por habitante es marcadamente inequitativo. El promedio del
Distrito Federal es de 327 litros por habitante y por día. Una de
sus divisiones administrativas internas, denominada Cuajimalpa,
dispone de una dotación es de 525 litros, porque allí se localiza
un enclave de modernidad denominado Santa Fe, que es el espacio de
trabajo y de vida de las elites gerenciales y las clases altas.
Mientras que en otra denominada Tláhuac, una de las demarcaciones
más pobre que aun conserva actividades rurales de la ciudad, sus
habitantes sólo cuentan con cuenta con 177. Es decir la diferencia
entre estas zonas de la ciudad es casi de 3 a 1 e indica las
dificultades que tienen los sectores populares de la capital para
hacer efectivo su derecho al agua. 

Pero además otros indicadores tales como
hacinamiento y calidad de los materiales de las viviendas, la
existencia de espacios públicos abiertos o el acceso a los servicios
de basura, transporte público o alumbrado público, tienen
comportamientos particulares. Sin embargo, cada uno nutre el proceso
de acumulación de desventajas urbanas que comparten ciertos
colectivos pobres de la ciudad y que, como afirmamos, amplifican las
desigualdades socio-económicas y ponen en evidencia el cúmulo de
obstáculos que existen para el ejercicio pleno de los más
elementales derechos ciudadanos.

Ciudad, ciudadanía y gobernanza local
democrática

Debe decirse que a pesar de que América Latina es
la región más desigual del mundo, en la última década se registra
una disminución de la desigualdad del ingreso, medida según el
coeficiente de Gini. Sin duda, estas mediciones presentan
dificultades ya que sus resultados son altamente sensibles a la
unidad de análisis territorial considerada, puesto que no es lo
mismo medir la desigualdad de la ciudad central o sus divisiones
internas que de la gran región urbana donde se registran
principalmente los procesos de segregación residencial que
describimos. Pero además de estas primeras mediciones puede
corroborarse que ha habido un paulatino mejoramiento de la calidad de
vida de los barrios populares más centrales, principalmente por
tener actualmente una mejor dotación de infraestructura social y
equipamientos básicos. 

Sin embargo, es mucho lo que resta por hacer para
que existan espacios urbanos en los que prevalezcan condiciones
materiales y ambientales dignas, haciéndose efectivos los derechos
ciudadanos para todos los habitantes de nuestras ciudades,
transitando por el camino de construir ciudadanía, de hacer de los
habitantes de las ciudades, ciudadanos con derechos cívicos,
sociales, culturales, políticos y urbanos.

En un contexto en el que se acrecientan
las desigualdades y la pobreza no cede terreno, es difícil lograr la
democratización de la gestión urbana y, por el contrario, existen
las condiciones propicias para que persistan las viejas prácticas
clientelísticas de intercambio de bienes básicos por votos lo cual
no permiten avanzar en la construcción de una gobernanza local
democrática. 

Esto se traduce en cierto desencanto por la
democracia representativa como forma de gobierno capaz de garantizar
una mejor calidad de vida para el conjunto de la ciudadanía.
Asimismo, supone aceptar la existencia de una ciudadanía fragmentada
que expresa las grandes desigualdades del ingreso y el acceso
diferenciado a los bienes y servicios básicos. Una realidad en la
que los derechos son plenamente ejercidos sólo por algunos
ciudadanos, mientras que un amplio conjunto dela población vive en
condiciones precarias y para acceder a los mismos debe crear
organizaciones y movimientos sociales con capacidad de transformar no
sólo el espacio urbano sino la institucionalidad del aparato
gubernamental y la misma vida social.

Por ello, en años recientes, han surgido nuevos y
originales movimientos sociales en varias ciudades de la región,
particularmente de Brasil, los cuales reivindican a través de
diferentes formas de lucha y negociación el derecho a la ciudad. Se
trata de movimientos que apelan a que una parte del excedente, que se
genera principalmente a partir de las actividades inmobiliarias, sea
redistribuido en zonas populares de la ciudad que requieren de
inversión pública para mejorar su calidad de vida. Cuando estos
movimientos logran su objetivo alteran sustancialmente las
condiciones de desigualdad urbana que caracteriza a nuestras ciudades
y avanzan sustancialmente en el ejercicio del derecho a la ciudad.

Alicia
Ziccardi




Malatextos pone a debate las “Identidades”

Extraído de: https://malatextos.blogspot.com/2019/01/las-identidades-debate-24-de-enero-las.html

En Malatextos hemos debatido sobre las “Identidades”. Hemos escrito mucho, hemos discutido mucho, también. Hemos pedido ayuda externa para desencallar. Hemos dado varias vueltas al tema y, finalmente, aquí presentamos un escrito en el que tratamos de desgranar el debate a través de 3 ejes y dos posturas confrontadas para cada uno de ellos. El objetivo es estimular respuestas en quien lea este documento y poder recoger nuevos puntos de vista en el encuentro que te proponemos el 24 de enero de 2019, en Triki Traku (C/Río Arga 36-38, Rotxapea), a las 19:30h. ZATOZ!

Accede al documento:

https://drive.google.com/file/d/1LOIKXTv1hKX42GWpe6i42DwoWq0X4zLy/view




Chalecos amarillos: cuando las masas entran en acción

Extraído de: https://info.nodo50.org/Chalecos-amarillos-cuando-las-masas-entran-en-accion.html

Por Daniela Cobet

La movilización masiva de los “Chalecos Amarillos” sacude Francia. ¿Quiénes son? ¿Qué reclaman? ¿Cuál tiene que ser la política del movimiento obrero y la extrema izquierda? En este artículo, algunas respuestas iniciales.

Los orígenes

La emergencia del movimiento de los Chalecos Amarillos, hoy en el centro de la situación política, tiene sus raíces en la situación de crisis orgánica profunda que atraviesa Francia y frente a la cual el macronismo aparece más que nunca hoy como respuesta muy coyuntural, en modo alguno a la altura de sus promesas ni de las expectativas que lo llevaron al poder. Más aún, la arrogancia del poder “jupiteriano” y su política de liquidación de los cuerpos intermediarios, de cortocircuito de los mecanismos habituales de concertación, no hizo más que agravar los elementos de “crisis entre representantes y representados”. Esto es lo que el propio Macron ha tenido que reconocer durante su alocución surrealista sobre el puente Charles de Gaulle, el 14 de noviembre.

El agotamiento precoz del macronismo, cuyo bonapartismo débil volvió más evidentes aún los primeros síntomas, se aceleró enormemente con el affaire Benalla y las renuncias de Hullot y Collomb. Ante la ausencia, en contraparte, de toda política ofensiva por parte de las direcciones sindicales, es en esta brecha que se colaron otras formas de protesta. Frente al bloque burgués que está detrás del gobierno de Macron, a su estrecha base social, y a falta de un bloque de oposición estructurado en torno de las organizaciones del movimiento obrero, asistimos a la irrupción de un “bloque populista” compuesto fundamentalmente por asalariados y capas medias pauperizadas de la Francia suburbana. La ironía de la historia, sin duda, es que lejos de expresarse en un terreno electoral o alrededor de un líder carismático, como habrían podido creer algunos, de Francia Insumisa a Chantal Mouffe, es en la calle donde emergió este bloque.

[Te puede interesar: “Barricadas, represión y más de 180 detenciones de ‘chalecos amarillos’ en París“]

Esta Francia suburbana o de las pequeñas y medianas ciudades arruinadas, que se encuentra en el corazón de la movilización, constituye el “lado perdedor” de una fractura social y geográfica profunda entre las metrópolis y la “provincia”. El problema no es, bien entendido, geográfico, en la medida en que en esta misma zona suburbana habitan a la vez los miembros de las clases medias superiores que forman parte del bloque burgués macroniano, los sectores obreros y populares, los habitantes venidos de la banlieue de las grandes ciudades, etc. Lejos de todo determinismo geográfico u oposición mecánica entre metrópolis y periferia, vehiculizada por algunos ensayistas cercanos a la extrema derecha, son las dinámicas de las clases subalternas en este espacio geográfico las que son centrales. Los procesos de gentrificación en las metrópolis, pero también en las ciudades de las afueras, el estallido espacial de la estructura productiva y la desindustrialización relativa después de los años ‘80, al igual que la destrucción del sistema ferroviario de proximidad en beneficio del tren de alta velocidad interurbano (TGV), crearon una situación en la que un número muy importante de asalariados son forzados a recorrer largas distancias en auto para poder llegar a su lugar de trabajo y donde las cuestiones geográficas y sociales se terminan superponiendo, evidentemente con un primado de las segundas.

A esto hay que agregar la “desertificación” de los servicios públicos de todo tipo en esos territorios que obliga, allí también, a emprender largos trayectos por un simple trámite administrativo o por atención médica. Esta cuestión de la destrucción de los servicios públicos es crucial en la medida en que el “Estado de bienestar” de los años de crecimiento, hasta los años ‘80, se presentó como una especie de justificación, también, de los impuestos, tanto directos como indirectos, recaudados por el Estado como tal. Es por esta razón que históricamente las reivindicaciones o las movilización en torno al “ras-le-bol fiscal” [expresión que hace referencia al “hartazgo” frente al “exceso de impuestos” cobrados por el Estado, N. de T.] tienen a menudo un contenido social de derecha, liberal. Habiéndose roto este “pacto” en torno del “Estado de bienestar”, los impuestos aparecen cada más a los ojos de esta Francia suburbana como una suerte de “doble castigo”. Ella se ve obligada a pagar más y más impuestos por servicios que cada vez la benefician menos. En este contexto, sobre el fondo de un desempleo creciente en algunos territorios, económicamente menos “dinámicos”, agravado por una baja general del poder de compra (alrededor de 440 euros en los últimos diez años) y los ataques contra los jubilados, el aumento de los precios de los combustiles y las tasas impuestas por el gobierno son vistos por esta Francia que-necesita-el-auto como una última provocación, como la gota que rebalsa el vaso y hará precipitar la ira.

Qué no es el movimiento de los Chalecos Amarillos

El movimiento que deriva de esta situación se forma a la imagen de esa Francia suburbana “desde abajo”, profundamente heterogénea, social y políticamente, al punto en que es aún difícil tener una caracterización precisa y afirmativa. Algunos hablan de una forma de “jacquerie”, en alusión a las revueltas campesinas que atravesaron Francia bajo el Ancien régime, fundamentalmente espontáneas, violentas y que agrupaban diferentes capas sociales. Uno pude también pensar en esos movimientos explosivos, que retomaron los métodos de lucha del campesinado, que tuvieron lugar en Francia a principios de los años ‘60 y que adelantaron el ‘68. Pero si es demasiado pronto para hacer definiciones precisas y establecer pronósticos, al menos hoy sí es posible y necesario establecer, en relación con los temores que se han expresado en el seno del movimiento obrero, qué no es el movimiento de los Chalecos Amarillos.

Independientemente del modo en que el gobierno, frente a los Chalecos Amarillos y de cara a las próximas elecciones europeas, juega la carta del “progresismo” contra “los extremos” y los “populistas”, no se trata de un movimiento hegemonizado por la extrema derecha. El Frente Nacional y los grupúsculos identitarios intentan montarse sobre él, pero en razón de su naturaleza masiva y espontánea. Los actos racistas y xenófobos, homófobos o islamófobos, absolutamente innobles e intolerables, han sido muy marginales si uno tiene en cuento el número de barricadas y piquetes que se realizaron durante los últimos siete días. En su conjunto el movimiento no expresa ninguna reivindicación en ese sentido.

Tampoco se trata de un movimiento anti-impuestos de derecha como los que dieron lugar al Tea Party en los Estados Unidos, es decir, un movimiento orientado por la ideología ultra-liberal y que predica una reducción del rol del Estado en la economía, la destrucción de los servicios públicos, etc. Los Chalecos Amarillos denuncian más bien una forma de injusticia fiscal y se oponen en sus discursos a la “desertificación” de los servicios públicos en los territorios rurales o suburbanos.

No es un movimiento instrumentalizado por un sector de la patronal transportista o ligado al sector petrolero, por ejemplo, como habríamos podido temer al comienzo, y como fue el caso del último movimiento de camioneros en Brasil, en mayo pasado, o el caso del movimiento de los “Forconi”, la movilización anti-fiscal que desestabilizó fuertemente el gobierno de Letta, en Italia en 2013.

No es un movimiento compuesto o estructurado fundamentalmente en torno a sectores de la pequeño-burguesía y las clases medias (artesanos, profesiones liberales o cuentapropistas) sino compuesto de una fracción consistente de trabajadores y trabajadoras, jubilados, empleados tanto en el sector privado como en el público o, por el contrario, condenados al desempleo. El número de mujeres, y en especial de jóvenes mujeres en los piquetes y barricadas es la prueba, por otra parte, no solamente del carácter excepcional sino también de la profundidad de la movilización.

Se trata entonces de un movimiento de masas ciertamente interclasista pero de ninguna manera reaccionario que además constituye hoy el principal desafío al gobierno de Macron y en el que participan decenas de miles de trabajadores. Es por lo tanto un deber de las organizaciones del movimiento obrero y la izquierda hacer todo lo que esté su alcance para desarrollar y dotar de una perspectiva de clase el proceso en curso, aportando sus demandas y sus métodos de lucha.

A propósito de eso, una reflexión de Lenin en 1916 que circula desde hace unos días en los medios de la extrema izquierda es particularmente clarificadora:

Quien espere una revolución social “pura” no la verá jamás. Será revolucionario de palabra, que no comprende la verdadera revolución […] La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que una explosión de la lucha de masas de todos y cada uno de los oprimidos y descontentos. Los elementos de la pequeño-burguesía y de los obreros atrasados participarán inevitablemente: sin esa particpación, la lucha de masas no es posible, ninguna revolución es posible. Y también, inevitablemente aportarán al movimiento sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y sus errores. Pero objetivamente, atacarán al capital y la vanguardia conciente de la revolución, el proletariado avanzado, expresando esta verdad objetiva de una lucha de masas despareja, discordante, abigarrada, a primera vista sin unidad, podrá unirla y orientarla, conquistar el poder, apropiarse de los bancos, expropiar los trust odiados por todos (¡aunque por motivos diferentes!) y realizar otras medidas dictatoriales que en su conjunto tendrán por resultado el derrocamiento de la burguesía y la victoria del socialismo” (Lenin, “Balance de la discusión sobre autodeterminación”).

Si parafraseamos a Lenin, habría que decir que el movimiento de los Chalecos Amarillos expresa precisamente esta masa de pequeño-burgueses pauperizados y de asalariados que componen la gran masa social del mundo del trabajo y no de los sectores más avanzados, por ende con sus prejuicios y sus ideas: a menudo no sindicalizados, pero no siempre, a veces base electoral del Frente Nacional o de la Francia Insumisa, sin duda en gran parte abstencionistas por despecho, poco acostumbrados a la huelga y menos aún a la confrontación con la policía, con mil ilusiones sobre la forma en que la situación podría mejorar si la “morsa fiscal” se aflojara, etc. Sin embargo, su movimiento hoy entra en contradicción objetivamente con la orientación de la patronal y choca de frente con Macron y su gobierno.

Clases medias y extrema derecha

Todo esto no quiere decir que no exista el peligro de capitalización por la extrema derecha del proceso en curso, al contrario. Es lo que por otra parte subraya Cécile Cornudet en Les Echos:

Hablar a esos franceses, Chalecos Amarillos y simpatizantes, más que acercarse al movimiento mismo. Marine Le Pen conoce el motor antipolítico y sabe también que los accesos de fiebre pueden bajar repentinamente. Más que el movimiento, es lo que este revela y las huellas que dejará lo que le interesa: el “sufrimiento”, la “angustia” que expresa el 75 % de los franceses cuando piensa en el mañana, más que la “bronca” de un momento. Sobrevivir a los chalecos amarillos. Dieciocho meses después del debate entre las dos vueltas, ella asegura que esas imágenes desaparecen y que ahora disfruta de un “alineamiento de los planetas”: caída de Macron en las encuestas, imposición de la cuestión social cuando una parte de sus tropas le reclaman concentrarse sobre la inmigración (“combato igualmente el desclasamiento y la desposesión”), impulso populista en Europa y por último la proximidad de las elecciones europeas que a menudo le son favorables.

Más globalmente, la situación se caracteriza por una aceleración brusca de la situación política, con tendencias crecientes a la acción directa y a las formas de radicalización, incluidos los sectores menos politizados. Siguiendo la lógica de Trotsky durante los años ‘30, incluso si el movimiento actual tiene un fuerte componente obrero, este tipo de proceso puede reforzar las tendencia a la revolución tanto como a la contra-revolución fascista.

Es en este sentido que la situación desarrolla cada vez más rasgos pre-revolucionarios. En uno de los escritos de 1934 que componen ¿Adónde va Francia?, Trotsky describe así el estado de ánimo de la pequeño-burguesía:

La pequeña burguesía, las masas arruinadas de las ciudades y del campo, comienza a perder la paciencia […] El campesino pobre, el artesano, el pequeño comerciante, se convencen en los hechos de que un abismo los separa de todos esos intendentes, de todos esos abogados, de todos esos arribistas políticos […] que, por su forma de vida y por sus concepciones, son grandes burgueses. Es precisamente esta desilusión de la pequeña burguesía, su impaciencia, su desesperación, lo que explota el fascismo. Sus agitadores estigmatizan y maldicen a la democracia parlamentaria, que respalda a los arribistas […] pero que nada da a los pequeños trabajadores.

Pero lejos de sacar la conclusión de que el pasaje de la pequeño-burguesía hacia el campo del fascismo es inevitable, Trotsky insistirá durante todo el período sobre la necesidad de disputar para el proletariado la influencia sobre esta capa de la sociedad:

La pequeña burguesía es económicamente dependiente y está políticamente atomizada. Por eso no puede tener una política propia. Necesita un “jefe” que le inspire confianza. Ese jefe individual o colectivo (es decir, una persona o un partido) puede ser provisto por una u otra de las clases fundamentales, sea por la gran burguesía, sea por el proletariado. […] Para atraer a su lado a la pequeña burguesía, el proletariado debe conquistar su confianza. Y, para ello, debe comenzar por tener él mismo confianza en sus propias fuerzas. Necesita tener un programa de acción claro y estar dispuesto a luchar por el poder por todos los medios posibles.

Si algunos pueden acusar a la extrema izquierda o algunos de sus componentes de no ver más que las posibilidades y no los peligros de la situación como la que vivimos, es interesante enfocarse en los análisis de los especialistas de la extrema derecha, que no podrían ser calificados de “izquierdistas”, por ejemplo el de Jean-Yves Camus, director del Observatorio de Radicalidades Políticas (ORAP):

La recuperación –subraya en una entrevista– no está escrita para Marine Le Pen. Que los militantes de RN vayan a una barricada no significa que sen recibidos con los brazos abiertos ni todos los que estén en ella vayan a votar a RN. Este movimiento parece haber escapado al conjunto de los representantes políticos. Marine Le Pen incluida. Entonces me pregunto si este discurso antisistema tan presente no es precisamente una señal de que la época de Marine Le Pen y de Rassemblement National (nombre actual del Frente Nacional, N. de T.) quedó detrás nuestro. Puede ser el signo de que ya hemos pasado a otra cosa.

El rol nefasto de las direcciones sindicales y las tendencias por abajo en el movimiento obrero

Estas son las razones por las que es crucial que el movimiento obrero tenga una política hegemónica frente al movimiento de los Chalecos Amarillos y por las que la política de las direcciones sindicales juega hoy un rol de división nefasto: basta pensar en las declaraciones de Laurent Berger, por la Confederación Francesa Democrática del Trabajo , las del nuevo patrón anti-chalecos amarillos de Fuerza Obrera o aún en la CGT, con su comunicado que no osa nombrarlos, más que de manera alusiva, y que llamó a una jornada de acción “alternativa” a la movilización de los Chalecos Amarillos el 1 de diciembre, desconectada de la dinámica en curso, como de todo plan de batalla serio.

Ahora, la tarea del momento es precisamente luchar contra esta división y hacer que el movimiento obrero organizado ocupe su lugar, con su programa y sus métodos, en la movilización actual. Durante estos días, algunos elementos demuestran que este objetivo es posible. Pensemos en los llamados de muchas estructuras intermedias de la CGT, como la Federación Química de la Unión Departamental 13, o de los camioneros de FO a las jornadas de huelga por salario, en relación con la movilización de los Chalecos Amarillos. Hay también un principio de unidad entre los Chalecos Amarillos y el sector de la CGT que entró en huelga en la refinería de la Méde, cerca de Marsella, después con los estibadores en Habre y Calais. Pensamos también en el caso de Perpignan, donde una delegación de Chalecos Amarillos fue a tocar la puerta de la Unión Departamental de la CGT para proponerles unirse a ellos. La confluencia entre los ferroviarios combativos de Intergares, así como del Comité por verdad y justicia por Adama Traoré [joven negro asesinado por la policía, NdT], colectivos antirracistas y LGTB y de sectores del movimiento estudiantil con los chalecos amarillos en la movilización de este sábado 1 de diciembre muestra también que esta unidad es posible.

Más en general hay una evolución palpable sobre el terreno en los dos sentidos. De un lado, el apoyo al movimiento progresa más entre los simpatizantes de la izquierda radical que entre los de la extrema derecha, 83 % de los simpatizantes del FN apoyan la continuidad del movimiento contra un 92 % de Francia Insumisa. Del lado de la derecha anti-impuestos, Los Republicanos [partido de Macron, N. de T.] encuentra aún así demasiada anarquía. Si el movimiento real de los Chalecos Amarillos comienza a enfriar una parte de sus apoyos de la primera hora, parece también sacar conclusiones de su propia experiencia.

Después de la exitosa jornada del 17, frente a una negativa a ceder de un gobierno debilitado pero siempre determinado a reformar el país cueste lo que cueste, la pregunta de cómo continuar el movimiento se planteó abiertamente para los Chalecos Amarillos. Frente a la imposibilidad muy concreta de sostener los bloqueos durante la semana, la idea de convocar a otros sectores comenzó a circular muy rápidamente, a veces con una propuesta de “calendario” para que los choferes de ambulancias, choferes de remises, ferroviarios, etc., tomaran el relevo por turnos. Vemos así emerger una reflexión y una evolución al nivel de los métodos, a menudo con una apreciación crítica del bloqueo a los automovilistas, en favor de un método que privilegie como blanco las grandes empresas y los símbolos del Estado.

¿Y ahora?

Son tiempos de dejar atrás toda tergiversación y pasar a la acción para que el movimiento obrero y el movimiento estudiantil y de la juventud se unan con sus propias banderas al movimiento en curso, la que será la mejor manera para que los anticapitalistas y revolucionarios estén en condiciones de aportar una estrategia y un programa a la movilización en curso para hacer retroceder a Macron. Luchando contra contra toda deriva racista u homófoba en el seno del movimiento, así como contra la represión y en primer lugar la de la gendarmería francesa en La Réunion, se trata de formular de la manera más audible posible un “programa obrero contra la carestía de la vida” que pase por la constitución de comités de acción, reagrupando a escala local a los Chalecos Amarillos, pero también a otros trabajadores en lucha, sindicalistas combativos y estudiantes, y que debería plantear:

• un aumento general de salarios, pensiones y “mínimos sociales” [prestaciones sociales no contributivas, N. de T.] que como mínimo permita recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos diez años (¡400 euros para todos!) y su indexación según la tasa de inflación;

• la abolición de la TIPP (Taxes Intérieure sur les Produits Pétroliers) y de todos los impuestos indirectos como el TVA [equivalente al IVA, N. de T.], abolición de los peajes y establecimiento de una fiscalidad realmente progresiva que grave las grandes fortunas y el capital;

• la nacionalización bajo control obrero de Total y todos los grupos petroleros;

• la contratación masiva de trabajadores en las escuelas, hospitales, transportes, la construcción de nuevas estructuras de proximidad en la zona suburbana, la anulación de la reforma ferroviaria que suprime las pequeñas líneas.

Para amplificar el nivel más político del movimiento de los Chalecos Amarillos, que cristalizó en parte en la consigna de “Macron, dimisión”, y que expresa una desconfianza respecto de las instituciones y de la casta política más en general:

• contra la V República, supresión de la función “monárquica” del presidente, disolución del Senado aristocrático en favor de una cámara única que una los poderes legislativo y ejecutivo, donde los diputados serían elegidos por sufragio universal sobre la base de asambleas locales, revocables permanentemente por sus electores y que perciban el salario medio de un obrero especializado.

Medidas como estas no pueden más que hacer avanzar la lucha por un verdadero gobierno de los trabajadores y sectores populares, que constituiría una verdadera salida revolucionaria contra esta dictadura de una minoría de ricos y de grandes capitalistas que nos gobiernan. Ellas se hacen eco de los aspectos más “antisistema” y radicales del movimiento de los Chalecos Amarillos a los que los revolucionarios deben dar una respuesta, programática y en la acción, a la altura del desafío.

Este artículo fue publicado el 25 de noviembre en Révolution Permanente Dimanche. Aquí se reproduce con algunas actualizaciones de la autora.

Traducción: Juan Dal Maso




CompARTE Zapatista: exposición y café-tertulia

El Zapatismo representa la injusticia y la dominación capitalistas como la figura de una Hidra, monstruo acuático de múltiples cabezas contra el cual la lucha es francamente dificultosa. Si logramos cortar una de sus cabezas, en su lugar surgen dos, más fuertes, haciendo que la Hidra se rehaga una y otra vez, más poderosa y sanguinaria.

Cada una de sus cabezas representa una forma de opresión y, como hemos apuntado, no vale con enfrentarlas una a una, pues se multiplican y adaptan. Pues bien, en una clara apuesta por afrontar a la Hidra, siendo capaces de transcender de la propia geografía y de las propias problemáticas, aunando los esfuerzos ante una de sus cabezas más mortíferas hoy en día, que son las políticas migratorias y fronterizas, en el mes de febrero de 2017, desde el Zapatismo se llamaba a la campaña mundial “Frente a los muros del Capital: la resistencia, la rebeldía, la solidaridad y el apoyo de abajo y a la izquierda”.

En este contexto decidieron que las obras artísticas creadas por los y las indígenas zapatistas en el festival CompArte del año 2016, viajaran por el mundo, para que “se realicen actividades artísticas y culturales para concretar el apoyo y la solidaridad con los migrantes y desplazadas que, en todo el mundo, ven amenazadas su vida, libertad y bienes por las campañas xenofóbicas promovidas por los gobiernos y la ultra derecha en el mundo”.

Ahora, esta exposición de bordados y telas pintadas, en su viaje por la Europa de abajo, ha llegado a Iruña con el objetivo de mantener abiertas las grietas en los muros, muros que con mil caras separan a las personas y dan cobijo al privilegio y a la acumulación. Se trata de, a través del canal que nos ofrece el arte popular chiapaneco, suscitar reflexión y rebeldía ante una realidad que se manifiesta cruda en nuestro contexto más cercano para quienes buscan un mejor destino en otras tierras: muertes en el Mediterráneo, CIES, expulsiones, abandono institucional, irregularidad, xenofobia,…

La exposición se podrá visitar desde el 24 al 31 de agosto, en el local de CGT-Nafarroa (Santa Alodia 7, bajo). Además, el jueves 30, las 18 h en el mismo lugar tendrá lugar un café-tertulia en el que hablaremos sobre migraciones, la situación política en México y las maneras de ir colando alternativas por las grietas del muro. Y si no hay grieta, tal y como diría el Subcomandante Insurgente Galeano, “bueno, pues a hacerla arañando, mordiendo, pateando, golpeando con manos y cabeza, con el cuerpo entero hasta conseguir hacerle a la historia esa herida que somos. (El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista I)”.


“COMPARTE” ERAKUSKETA 2016 , KAPITALAREN HARRESIETAN ERRAIDURAK.

2017ko otsailean  “ kapitalaren harresien aurrean: sendotasuna, errebeldia, elkartasuna, eta, behetik eta ezkerretik sostengua “ deituriko kanpaina, zapatistek abian jarri zuten. Testuinguru horretan erabaki zutena, 2016ko urteko  “comparte” jaialdian, indigena zapatistek sortutako artelanak munduan zehar bidai egin zezatela izan zen. Ze helbururekin ? Gobernuek eta eskuin muturreko alderdiek, planeta osoan egindako kanpaina xenofobikoen erruz , beraien askatasuna, bizitza eta ondasunak mehatxupean dauzkaten pertsonen aldeko laguntza eta elkartasuna ekintza kultural eta artistikoen bidez helarazteko

Orain Europan barnean bidaiatzen ari den erakusketa Iruñera heldu da, kapitalaren harresian dauden arraidurak handitzeko eta berriak sortzeko asmoarekin . Hausnarketa piztu eta errealitate injustua asaldatu nahi dugu. Gure inguru hurbilean, bortizkeria, Mediterraneoan heriotzak, CIEak, larritasunezko kanporaketak , instituzioen zabarkeria, eta abar pairatzen duten pertsonen egoera  salatu nahi dugu. Bizi modu hobea bilatzea ez da krimen bat!

Hemen erakusten diren artelan hauek zure gustukoak izango direlakoan, zure ardura hartzea eta gune honetara hurbiltzea eskertu nahi dizugu




Colectivo Malatextos (debate): Libertad de expresión y formas de expresarnos (Sept 2017)

Este texto servirá para una reflexión conjunta y posterior debate, el 28 de septiembre, a las 19:30 h, en Triki Traku (C/ Río Arga 36-38, Rotxapea-Iruña). Te esperamos, eskerrik asko!!

Extraído de: http://malatextos.blogspot.com.es/2017/09/p-margin-bottom-0.html

Introducción

Vivimos una realidad marcada por la fragmentación social, la precariedad de los itinerarios vitales, la compartimentación de las luchas y la centralidad de la comunicación. Los viejos sujetos (como la clase obrera, en su día) y las viejas verdades (ahora despreciadas como ideologías) ya no tienen lugar. En este contexto, existe un pseudorreconocimiento formal de la libertad de expresión, aunque totalmente mediatizado por relaciones de poder y por la dominación social y/o económica (capitalismo, patriarcado…).

En los últimos años, este reconocimiento formal de la libertad de expresión se ha ido poniendo en cuestión progresivamente. Son de sobra conocidos los ejemplos de persecución explícita por este motivo. Partiendo de esta realidad, conscientes del debate existente en la sociedad y de su complejidad, trataremos de abordar la libertad de expresión en nuestra sociedad en un sentido amplio, más allá de lo antirrepresivo. Hace falta que ampliemos el marco y que busquemos también la autocrítica. Por ello proponemos los siguientes puntos, en los que el análisis y la propuesta de soluciones van de la mano.

1. Cómo expresar lo esencial, en un mundo complejo, sin simplificar o banalizar.

Estamos en un mundo complejo, que no podemos abordar con un pensamiento simple. Sin embargo, esto nos lleva a complejizar nuestro mensaje, un mensaje que se vuelve múltiple, y parcial, y disperso. Esa multiplicidad de causas se plasma en multitud de propuestas e iniciativas. Todas ellas ciertas y difíciles de jerarquizar sin que parezca que alguna queda secundarizada. En este reino de la opinión, cada uno tiene sus verdades, siempre múltiples. La multiplicidad y la dispersión dificultan la llegada de nuestros mensajes y la parcialidad los enturbia todavía más. Cuando lo que decimos es solo una parte (la que creemos que nos conviene), la verdad se convierte en verdad a medias, por aquello que calla. Este es el caos en el que nuestro mensaje está condenado a ser uno más, indistinguible e incapaz de prevalecer.

Para salir de esta parcialidad es necesario reencontrar lo “sencillo”, que no es lo “simple”. Hay que enunciar y hacer valer la capacidad crítica de ciertos pensamientos “sencillos” que pueden arraigar en cualquier persona, independientemente de aquellas circunstancias vitales que nos alejen de una comprensión íntima de los mecanismos que rigen la sociedad actual.

2. Los nuevos medios. Nuestros medios.

Respecto a los medios de expresión, resulta evidente su acelerada evolución y tecnologización. Los nuevos medios relativizan la utilidad de los antiguos, a veces hasta la obsolescencia. Cada uno de los nuevos medios está más tecnologizado lo que le confiere más componente de capital. La posibilidad de hablar con todo el mundo equivale a no hablar con nadie y/o hablar con la parte más externa o más banal de cada quien. Empeñamos demasiados esfuerzos en competir en el terreno de los medios (“nuestro” periódico, revista, radio, televisión…), un terreno muy hostil. Aunque necesitemos algún medio emisor, nuestros esfuerzos y competición hay que plantearlos en el terreno del contenido de nuestros mensajes y las formas de presentarlos.

3. Cómo romper la disyuntiva libertad/seguridad.

En la relación evidente del dueto libertad/seguridad, colectivamente nos hemos dejado inducir para aceptar una merma en nuestras libertades a cambio de una supuesta mayor seguridad. No obstante, frecuentemente tratamos con un excesivo desprecio el término “seguridad”, discurso que puede satisfacernos, pero nos aleja de la mayoría. Nos hallamos ante otra cesión de términos al capitalismo, que ha desfigurado la idea de seguridad, basándola en lo militar-policial y no en la búsqueda de escenarios de justicia social, educación, cultura… Todo ser humano busca seguridad, lo cual no tiene nada que ver con el control social sino con el afianzamiento de unas condiciones materiales de vida. Se trata de la consigna de “Pan, trabajo (digno), techo e igualdad”, a la que habría que añadir acceso a la educación, a la sanidad, a un ocio enriquecedor, etc. Esta seguridad posibilita un crecimiento personal y colectivo y no supone una restricción de nuestras libertades, sino al contrario.

4. ¿Vive la “izquierda” presa de la corrección política? ¿Es mojigata?

Dentro de lo que llamamos “izquierda” existen numerosos clichés que configuran una corrección política u otro pensamiento único, cuyo cuestionamiento choca con una hostilidad ambiental. De esta forma, en ocasiones, negamos de facto la libertad de pensamiento y de expresión, creando una dinámica similar a la que criticamos del poder. Además, partimos de la convicción apriorística de ser adalides de los valores (moral, solidaridad, ética…), una posesión que al ser dada por hecho no invita a buscarla y ganársela en cada tema y situación. Así, nuestra capacidad de escandalizarnos ante ciertas expresiones más o menos provocativas, va aumentando, lo que podría significar cierto enmohecimiento y conservadurismo dentro de la izquierda. Sin embargo, de nada servirá garantizar la libertad de expresión sin ser capaces de generar pensamiento libre, libre de la colonización del capitalismo y de los clichés y la corrección del ser de izquierdas. Por ello, debemos favorecer y consolidar espacios y dinámicas generadoras de pensamiento crítico que nos permitan superar las censuras y prejuicios que anidan en nuestras cabezas.

5. ¿Cuándo perdimos la calle? ¿Cómo recuperarla?

El espacio público tiende a ser cada vez más aséptico, política y socialmente (lo cual tiene un sentido político muy claro a favor de lo establecido). Cada vez queda menos espacio para la libre expresión de ideas. La calle no es un espacio amigo en el que nuestras expresiones políticas sean bien acogidas, ya no. Tal vez, esta situación la hemos provocado con determinadas formas de actuación y sólo podemos superarla con esa recuperación de frescura, la cual se definiría en dos vertientes. La primera, mayor aceptación a la expresión de diferentes ideas sin sentirnos vulnerables por ello. La otra, buscar fórmulas por las que se entienda, acepte e incluso se valore nuestra presencia en la calle.

Algo de esto supuso el 15M que llevó a compartir espacio a gentes de movimientos sociales con gentes menos politizadas, a la vez que resultaba ser un movimiento que experimentó y trató de buscar vías de expresión alternativas al ruido, a la imposición… El llamado “aplauso silencioso”, más allá de la opinión que nos merezca a cada cual, fue sin duda, una búsqueda.

Así, recuperar frescura y recuperar el espacio público significan recuperar un discurso reconocible, no excesivamente secundarizado ni despegado del sentido común (sin dejar caer a éste en sus elementos acomodaticios y retardatarios). Esto es fundamental para no quedar fuera de tiempo y lugar, tanto por los temas abordados como por la forma en que lo hacemos.

6. La vorágine nos relega a los márgenes. ¿Es el silencio una opción?

Nos atrapa la vorágine de información, opinión y propaganda, formamos parte de ella, en competencia. El poder genera una dinámica que nos interpela todo el tiempo, en la que nos invita a participar, buscando que no callemos ante el acontecer acelerado. El espacio de lo opinable queda claramente marcado: somos libres de expresar lo que no tiene ningún interés que expresemos. Es una incitación a ser nosotras mismas, a construir nuestro estilo personal (aunque nos vendan productos producidos en serie para ello), pretenden que desarrollemos nuestra propia marca, que seamos un sujeto corporativo individual entre millones que compita en un amplio abanico de inocuas ofertas que consumir. Mientras nos encierra en esa marca, tanto individual como colectivamente, entramos en lo previsible. Este contexto hace que cualquier mensaje que lancemos sea uno más, al mismo nivel que cualquier otra tontería u opinión personal. Nos sitúa, por tanto, en una marginalidad en la que no tenemos ningún atisbo de capacidad.

En este escenario, debemos defender un espacio para el silencio, el reposo y la reflexión, logrando que nuestro silencio esté hecho de presencia y que se sume y se deje oír. Solo desde ahí podemos salir de la vorágine. No tenemos la obligación de tener que manifestarnos ante toda interpelación del poder. En la inmensa mayoría de los casos, nuestra posición no va a ser necesaria y en el caso en que creamos que podemos aportar, hacerlo con toda la intensidad y en todas las formas que tengamos a nuestro alcance. Nuestras posibilidades no están en la cantidad de mensajes que seamos capaces de emitir sino en los contenidos y en la capacidad de llegada.

7. Cómo recuperar la credibilidad: (I) contenidos y coherencia

Tenemos que hablar desde lo cercano, desde lo que las personas concretas viven, no desde lo que los medios cuentan. Adquirir veracidad, acercarnos a la verdad y la razón, que no sean las nuestras sino las que pueden hacerse comunes; que no se dirigen a nuestros entornos y son dichas para reafirmarnos, sino que buscan la cercanía con quien es diferente. Desde lo cercano y concreto hemos de transcender a lo general, que es el capitalismo como sistema injusto y desigual. Sin embargo, de nada sirve justificarnos considerándonos anticapitalistas, ya que el capitalismo se compone de competitividad, de desarrollismo, de despilfarro y de individualismo, elementos de los que participamos. Nuestra razón no es una razón para desarmar y vencer, sino que desde el reconocimiento de nuestras sinrazones ha de convertirse en invitación.

Hay que restañar la ruptura de la cadena entre conocimiento (o información) con convicción (o criterios) y con comportamiento (o actuación): Anteriormente la realidad era lo que veíamos y vivíamos, hoy es lo que los medios nos cuentan, la información es absolutamente banal, la convicción se reduce a mera opinión, y más que movernos a reaccionar nos vacunan para no hacerlo. Para revertir esta dinámica, de lo primero que debemos tomar conciencia es de que la presencia es más convincente que la verborrea. Por ello, el mensaje de fondo tiene que estar presente y explicitarse en la lucha concreta (sindical, en la de los desahucios, en la de género…), unificándolas a todas. De poco vale el estar contra (algo o alguien) si ese estar en contra no nos saca de nuestra participación en eso.

8. Cómo recuperar la credibilidad: (II) Criterios de comunicación.

Es necesario manejar algunos criterios a la hora de expresarnos:

-Nunca denigraremos ni difamaremos. Se pueden y quizás se deban hacer acusaciones, pero siempre tienen que ser claras y concretas, dejando claro quién las hace y permitiendo que quede lugar para la defensa.

-Somos personas que nos dirigimos a personas, no siglas o bloques sociales que pugnan entre sí. Trabajamos por contenidos, sin entrar en guerras partidistas. Una parte de nuestra tarea es no agrandar esa fragmentación social producida por el juego político. -Nunca damos lecciones, lo que decimos nos lo decimos en primera persona y por extensión, a los y las demás. Somos conscientes de que la mayor participación de otros agentes en la perversidad mundial no nos exime de la nuestra.

-Debemos creernos la libertad de expresión y no enarbolarla sólo cuando nos reprimen. Esto supone asumir riesgos, otorgar permisibilidad a la expresión de ideas que nos nos gustan. Debemos interiorizar que la defensa de la libertad de expresión no es aceptación ni siquiera asociación con el contenido expresado, tiene que ser independiente de la opinión vertida, alejada de gustos o simpatías. Mantengamos la aspiración de convencer frente a la de vencer.

ANEXO para el Debate:

A- Necesidad de medidas reguladoras: Ante la disyuntiva “regulación de la libertad de expresión”, puede existir cierto debate. Por una parte, nuestra forma de entender un mundo más libre y más justo nos lleva a rechazar cualquier tipo de regulación externa. No nos referimos a una regulación auto-aplicada que responde exclusivamente a una educación mínima por la cual, en virtud de no ofender o dañar, limitamos la propia libre expresión.

Pero por otra parte, una libertad expansiva, sin límite fue el campo más propicio para hacer evidente la necesidad de regulación. La libertad de expresión como todo derecho, es limitada, en la medida en que choca con otros derechos o con derechos de otras personas, lo que hace necesaria cierta regulación, interna y externa que tenderá siempre a convertirse en poder separado y autónomo. Poder separado y libertad son términos antitéticos que siempre se mantienen en pugna. En todo caso, esta regulación no tendría nada que ver con la legitimidad que trata de otorgarse el poder para aplicar limitaciones para defendernos de la radicalidad, la obscenidad, etc.

Defender la libertad de expresión pasa por dignificar lo expresado, impidiendo su caída en lo banal y estúpido. La pregunta de Lenin, ¿libertad para qué?, no es estúpida, aunque no podamos aplicárnosla más que a nosotros y nosotras mismas. Un tema mal planteado no puede alcanzar una respuesta acertada. El que se me permita cagarme en el rey (o en Alá o en la CNT) es tan regresivo como el que se me prohíba. Cuando el debate se sitúa en ese terreno no tiene solución. Si nos hemos dejado llevar hasta ahí, cualquier cosa que pase será para mal.

B. Sobre el principio de autoridad: Nos podemos mover entre concepciones distintas de autoridad. La más negativa es la que otorga a cierta figura la capacidad de emitir juicios que automática y acríticamente se asuman por el resto. Evidentemente, esto choca con la más elemental defensa del pensamiento crítico.

Pero existe otra concepción del principio de autoridad. Hablamos de una autoridad no autoadjudicada, que el resto otorga libremente a determinada figura por reconocer su experiencia o su capacidad. No es razonable dar el mismo peso a cualquier opinión. Tampoco que el hecho de que se reconozca la autoridad de alguien en algo le asigne ciertas prebendas o la extensión de su autoridad a otras esferas de forma injustificada.

“La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro.

Si se concede esto, todo lo demás vendrá por sí solo.”

George Orwell, 1984




Inauguración del nuevo local de CGT/LKN-Nafarroa e inicio de la Semana Libertaria 2017

TIEMPO Y ESPACIO

Afrontar día y lugar, calendario y geografía que diríamos al modo zapatista.

Entender estas dos cuestiones que nos atraviesan y que se interrelacionan, ha sido algo central en todas las civilizaciones humanas a lo largo de su devenir en el planeta. Nuestra historia, aún llena de insurgencias, es también la crónica de la victoria de la dominación. Dominación mutante y multifactorial, con forma de Hidra de siete cabezas como diríamos al modo zapatista.

En el pasado año 2016, por primera vez se ha podido detectar de forma experimental la existencia de ondas gravitacionales, expresión de cataclismos a nivel estelar capaces de deformar el espacio-tiempo. Signos de algo tremendo como los que nos anuncian la tormenta que viene, como diríamos al modo zapatista.

Pero esta plasticidad de las cuatro dimensiones bien pudiera encerrar resquicios de respuesta, posibilidades de actuación a través de las grietas que abrimos en el Muro de la Historia, que diríamos al modo zapatista.

Actuar en el tiempo y en el espacio, algo ineludible. Combatir todas las formas de dominación, algo necesario. En esta Semana Libertaria de 2017 pretendemos reflejar esa pugna con el mapa y el reloj, a través de la presencia de distintas luchas. Por ello, no encontramos mejor momento para inaugurar nuestro local en la calle Santa Alodia de la Rotxapea, un nuevo espacio que nos ofrece nuevas posibilidades, que parece querer simbolizar nuestra aspiración a desenvolvernos de forma útil y liberadora en el espacio-tiempo, “sabiendo que una tormenta, además de tempestad y caos, también hace fértil la tierra de donde nace siempre un nuevo mundo”, que diríamos al modo zapatista.

Te esperamos.

DENBORA ETA ESPAZIO

Denbora eta espazio. Eguna eta lekuari aurre egitea, egutegia eta geografia zapatista eran esango genuke bezala.

Zeharkatzen eta elkarlotzen gaituzte bi zera hauek ulertzea izan da planetan eratu diren zibilizazio guztien nahia eta kezka. Gure historia erreboltak osaturik baldin bada ere, pobreen porrotaren kronika izan da. Menpekotasun aldakor eta anitza, Huntz zazpi buruduna, zapatista eran esango genuke bezala.

Joan den urtean, 2016an, esperimentu baten ezker,  lehendabiziko aldiz hauteman dira uhin grabitazionalak , espazio-denbora itxuragabetzen gai den unibertsoaren kataklismo adierazpena. Zapatista eran esango genuke bezala, hurbiltzen ari zaigun ekaitza harrabotsa ikaragarriak.

Baina lau dimentsioen plastikotasun honen barruan, aurki ditzakegu erantzunaren zirrikituak, Historiaren harresian irekitzen ditugun erraduretan zehar ekintzarako aukerak, zapatista eran esango genuke bezala.

Denboran eta espazioan eragitea, zera saihestezina. Menpekotasun eite guztiak borrokatzea, ezin besteko beharra. 2019ko Aste Libertario honetan mapa eta erlojuaren lehia islatu nahi dugu, borroka desberdinen lekukotasunean. Hori dela eta, Errotxapeako Santa Alodian kalean zabalduko dugun egoitza berriaren inaugurazioa egiteko ez dugu une egokiagorik aurkituko, aukera berriak emango digu lokal honek, espazio-denboran askatzaile eta baliagarri izan nahi duen adierazpena, “ Jakin, jakiten dugu, ekaitza batek erauntsi eta kaosa ekarriz gain, mundu berri baterako lur emankorra sortzen duela” zapatista eran esango genuke bezala.

Izan zaitez ongi etorri.

PROGRAMA:

·3 de Feb. 19 h. INAUGURACIÓN DEL NUEVO LOCAL DE CGT/LKN-NAFARROA. Apertura con Maura Rodrigo, Secretaria General. Música con Iparfolk y pikoteo.

·4 de feb. 17:30 h. CAFE-TERTULIA con el Colectivo Malatextos. Intervendrá Chema Berro, que presentará el cuaderno “151 Malatextos”

·7 de feb. 19:30 h. CHARLA. “Guerra y migración forzada, la lógica del capitalismo”. A cargo de Iñaki Justes, Acción Social de CGT-Nafarroa.

·9 de feb. 19:30 h. CHARLA. “Marea azul: las escaleras siguen en lucha”. A cargo de Paco Selas, de la Fed. del Metal de CGT-Catalunya.

·10 de feb. 19:30 h. PRESENTACIÓN DEL LIBRO “Luchaban por un mundo nuevo. Lucía Sánchez Saornil y Sara Berenguer”. Contaremos con su autora, Yanira Hermida.

·DEL 3 AL 10 DE FEB. EXPOSICIÓN“MUJERES LIBRES”. Horario: de lunes a viernes,

de 10h a 13h y de 17h a 20h.

-TODAS LAS ACTIVIDADES TENDRAN LUGAR EN EL LOCAL DE CGT/LKN-NAFARROA: CALLE SANTA ALODIA 7, BAJO, ROTXAPEA-




En contestación al artículo “Poso del anarquismo violento”

El pasado día 28 de enero, en Diario de Noticias (cartas al director), se publicó el artículo “Poso del anarquismo violento”, de Alberto Ibarrola Oyón (http://www.noticiasdenavarra.com/2017/01/28/opinion/tribunas/poso-del-anarquismo-violento). Su contenido ha motivado a dos compañeros de CGT-Nafarroa a hacer sendas réplicas:

Chema Berro:
Llevo muchos años, desde el 78 en la CNT primero y luego en la CGT, no me considero anarquista, y veo en la historia de la CNT anterior a 1939, así como en la posterior a la transición en la que he participado, luces y sombras, muchas luces y muchas sombras.

Estoy de acuerdo con la inutilidad político transformadora de la violencia, en su perversidad moral y en las nefastas consecuencias sociales; acepto que en ocasiones la CNT histórica contribuyó a su incremento, pero el artículo, “Poso del anarquismo violento” de Alberto Ibarrola Oyón, escritor, me ha sorprendido y enfadado. Es tan sesgado que puede considerársele de mentiroso y calumniador. Sobre todo me ha enfadado porque he conocido a buen número de militantes de aquella CNT histórica y he admirado en ellas personalidades excelentes, muy superiores a las que acostumbro a ver a mi alrededor, cuy memoria no se merece el trato que les depara el citado artículo, mucho menos el tono despreciativo (“jovenzuelos anarquistas”, “su deslealtad, su indisciplina y su ilusorio utopismo”…) que usa abundantemente.

Me ha sorprendido el hilo mal llevado de su discurso, el que para acabar dando unos consejos a Podemos haga todo un ejercicio de cocear a la CNT, atribuyéndole hasta las matanzas de Paracuellos, “no fue obra sino de grupos incontrolables de anarquistas violentos”, sin tener en cuenta a autores como Gibson, De la Cierva, Payne y tantos otros que apuestan por otras responsabilidades. Reconozco que el tema de la violencia es peliagudo y que su responsabilidad acaba salpicándonos, por activa o por pasiva, a todas las personas a las que nos ha tocado convivir con ella, pero es que el Sr. Ibarrola obvia, y me temo que no por desconocimiento, que fue precisamente un miembro de la CNT, Melchor Rodríguez, quien acabó con esa práctica de sacas y matanzas.

Aun volviendo a reconocer prácticas perniciosas en su trayectoria, de las que estaría dispuesto a renegar, reducir el legado de la CNT a su práctica de la violencia es falsear absolutamente su historia, ocultando multitud de otras prácticas encomiables en los terrenos de la cultura y la formación y en el más específicamente central de su lucha sindical contra la injusticia.

También es falsear esa historia el atribuir toda la responsabilidad de la violencia de esa época al “anarquismo violento” como si no hubiera habido otros agentes violentos o como si esos otros solo hubieran sido violentos por reacción a la violencia original de la CNT. La CNT fue víctima, aunque también de sus propios errores, de una violencia sistemática y programada. De hecho el número de miembros de CNT muertos es muy muy superior a los que ésta o sus “afines”.

“Poso del anarquismo violento”. Si todo el lodo impregnado de violencia lo hubiera depositado el anarquismo, nuestra sociedad sería un remanso de paz. No es así, la historia de la humanidad está impregnada de violencia, de violencia directa de enfrentamiento abierto y de violencia, menos directa pero de resultados no menores, de imposición y de condena al otro (a muchos millones de otros) a situaciones de muerte. Sin intentar justificar ninguna de ellas y mucho menos aquella a la que haya podido contribuir.

Hay un aspecto que me gustaría plantear, porque es actual y aun sabiendo que mi postura al respecto es discutible. Habla el artículo de la actitud de hostigamiento frente a gobiernos progresistas o reformadores o como quiera que se les llame, sea la República, Azaña o el mismísimo Frente Popular y cita los ejemplos de Casas Viejas y más vagamente a “huelgas injustas”, de las cuales la más significativa pudo ser la del sector de la construcción de Madrid, planteando así el tema de la relación entre la política institucional y la actuación en el nivel más social o de participación popular o de calle.

Es un tema muy de aquí y de ahora. Las condiciones o parámetros en los que hoy se nos plantea son muy distintos a los de la época de la que habla el artículo. Entiendo que la actuación de la política institucional no tiene recorrido en la actualidad, que el poder político está secuestrado por el poder económico y que el ejercicio de la política solo juega en los márgenes mínimos de las formas de adaptarse a eso que le viene impuesto. Por eso apuesto por la necesidad de ese tipo de actuación más “social”, sea cual sea el color de quienes gobiernan. Lo que importan son las medidas y los contenidos de las política, no quiénes los llevan a cabo. No veo salida ni solución desde el juego político y la alternancia. Veo necesario que toda la sociedad, cada una de nosotros y nosotras nos mantengamos activos, alcancemos una muy amplia mayoría (frente a la fragmentación que genera la política) y ejerzamos nuestras responsabilidades. Las formas y los ritmos de hacerlo, así como los contenidos de esa decisión amplia es lo que tenemos que ir fraguando.

Gabriel Rodriguez:

Leo con estupefacción el artículo “Poso del anarquismo violento”, escrito por Alberto Ibarrola Oyón y publicado en Diario de Noticias de Navarra el pasado 28 de enero. ¿Quien puede decir que figuras como Tolstoi, el escritor pacifista ruso, Francisco Ferrer y Guardia o Melchor Rodriguez fueran unos asesinos o personas con una calificación moral execrable? Creo que nadie.

Estas figuras tienen algo en común, eran Anarquistas y, por cierto, Ferrer y Guardia fue fusilado por ello, era pedagogo y fundador de la escuela moderna. Melchor Rodriguez sufrió prisión por la misma causa, estando a punto de perder la vida, fue denominado el “ángel rojo” pues siendo responsable de prisiones durante ciertos periodos en la guerra civil detuvo y puso fin a los llamados paseos, salvando gran cantidad de vidas de enemigos/as de su causa.

Que el movimiento Anarquista ha sido y es un movimiento anti-sistema no lo vamos a negar, es más somos conscientes de ello y apostamos por ello. Como se comprenderá, la filosofía del anarquismo o del movimiento libertario es una filosofía de emancipación, de libertad y equidad pero también de paz basada en la justicia social. Ejemplos de esta manera de hacer se pueden encontrar en las colectivizaciones agrícolas, industriales y sociales tanto en Aragon, Catalunya, Valencia, etc…

Sí, nos oponemos al actual sistema que muchos/as vanaglorian y pretenden hacernos creer que sólo podemos optar entre éste y el caos, cosa que está muy lejos de ser verdad. Miremos la prensa y la televisión, no son los y las anarquistas o los y las anti-sistema quienes están provocando el calentamiento global y el desastre ecológico, el hambre y el subdesarrollo, la explotación y la miseria, las guerras imperialistas provocadas con fines económicos que tanta podredumbre y personas refugiadas abandonadas a su suerte conllevan, la precariedad, el machismo, la corrupción y el saqueo social en el cual están participando muy buena parte de los políticos y políticas que defienden este orden social, esos políticos/as y sus acólitos/as que lanzan sus diatribas contra el anarquismo y las posiciones denominadas anti-sistema y anti-capitalistas. Qué fácil es juzgar, que atrevida es la ignorancia de algunos y algunas o muchos y muchas, aún disfrazada de intelectualidad.

Sería bueno para estas personas que disfrutaran de la lectura histórica antes de ponerse a escribir y analizaran más concienzudamente los períodos históricos a los que se refieren. La guerra civil Española estuvo llena de barbaridades por parte de ambos bandos, negarlo de manera partidista sería una actitud inmoral. La CNT, el movimiento libertario, la FAI, Mujeres libres o las juventudes libertarias cometieron ciertos atropellos pero sufrieron, sin duda, atropellos mayores por parte del fascismo y, en muchas ocasiones, por desgracia, por acompañantes de viaje (las élites del Partido comunista de aquel entonces).

La España de aquella época no es la misma que la de hoy, aunque parece que llevamos el camino de volver a ella. En aquel periodo la represión contra el movimiento obrero era bestial y no había medias tintas, la situación y la vivencia de las clases populares eran indignas e injustas. El país, al igual que hoy, era de las oligarquías tanto políticas, económicas, militares y eclesiásticas. Los y las anarquistas tomaron en muchas ocasiones los senderos que pudieron y los que las circunstancias obligaron. Se les podrá juzgar, todos y todas somos susceptibles de ser juzgados/as, pero lucharon y luchamos por un mundo nuevo lleno de valores, de ética y carente de injusticia.

En este sentido, animamos a toda persona que esté leyendo estas líneas a conocer este movimiento y debatir con nosotros y nosotras, a participar en nuestra Semana Libertaria que se desarrollará entre los días 3 y 10 de febrero en el nuevo local de la CGT/LKN en Iruña, en la calle Sta Alodia Nº 7 de la Rotxapea.

Los temas tratados en el artículo que ha motivado la redacción de éste, así como la situación de la izquierda actual reproduciendo las luchas intestinales dominadas por el personalismo, darían juego para escribir gran cantidad de páginas pero aquí ahora no hay más espacio. Por ello, quiero terminar diciendo que el debate en lo político, llegando a consensos, abandonando las batallas por el poder en las organizaciones, construyendo el mañana para la libertad, la justicia y la paz, debiera ser el recorrido, el rumbo para la izquierda de hoy.




Santiago Alba Rico: Alepo, la tumba de la izquierda

Al aceptar un falso yugo geoestratégico y sin entender el nuevo desorden global, se ha entregado el pueblo sirio a un dictador asesino, a la Rusia de Putin, al Irán de los ayatolás, al Estado Islámico y a las teocracias del Golfo

Texto publicado en: http://ctxt.es/es/20161214/Firmas/10137/santiago-alba-rico-alepo-eeuu-israel-Putin-geopolitica.htm

Santiago Alba Rico 21 de Diciembre de 2016

Para matar a gran escala, lo sabemos, hay que mentir y además insultar y despreciar a las víctimas. Eso es lo que hizo EEUU en Iraq o lo que ha hecho siempre Israel en Palestina. Toda la izquierda compartió en 2003 esta denuncia al lado de la gente normal y decente; y se indignó y se condolió al lado de la gente normal y decente tras los bombardeos de Bagdad o de Gaza. Pues bien, ocurre que eso que tanto nos duele y enrabieta cuando son EEUU o Israel los verdugos se ha convertido en la rutina mental de la izquierda en su relación con Siria. Hemos aceptado mentir a gran escala para que el régimen de Asad y sus aliados ocupantes –Rusia, Irán y Hezbollah– maten a gran escala; y al hacerlo no sólo hemos abandonado y despreciado a las víctimas, sino que nos hemos separado de la gente normal y decente. Una buena parte de la izquierda mundial se ha situado, en efecto, al margen de la ética y al lado de los dictadores y de los muchos imperialismos que doblegan la zona. En una Europa en la que crece el neofascismo –y el terrorismo islamista– a velocidad acelerada, este nuevo error, sumado a tantos otros, nos puede costar muy caro.

Para permitir a Asad matar a gran escala ha hecho falta mentir mucho: ha hecho falta negar que el régimen sirio fuera dictatorial y afirmar, aún más, que es antiimperialista, socialista y humanista; ha hecho falta negar que hubo una revolución democrática muy transversal, no sectaria, en la que participaban millones de sirios, muchos de ellos de izquierdas, que no se reconocían en una dirección o un partido (una especie de 15M gigantesco cristalizado en Consejos y Coordinadoras Locales); ha hecho falta negar la represión brutal de las manifestaciones, las detenciones, las torturas, las desapariciones; ha hecho falta negar la legitimidad del Ejército Libre Sirio; ha hecho falta negar los bombardeos con barriles de dinamita y el uso de armas químicas por parte del régimen; ha hecho falta negar o justificar los bombardeos masivos de la Rusia de Putin; ha hecho falta negar la tolerancia de todos (Asad, Rusia, Irán, EEUU, Arabia Saudí, Turquía) hacia el crecimiento del ISIS; ha hecho falta negar la ocupación iraní de Siria; ha hecho falta negar el imperialismo ruso y su excelente relación con Israel; ha hecho falta negar la indiferencia errática de EEUU, que sólo ha intervenido para dejar el paso libre al mismo tiempo al régimen sirio y a Arabia Saudí; ha hecho falta negar el embargo de armas, que ha dejado la rebelión en manos de los sectores más radicales, tan contrarrevolucionarios como el propio régimen; ha hecho falta negar la existencia de manifestaciones simultáneas contra Asad y contra el ISIS (u otras milicias yihadistas) en pueblos y ciudades destruidos y asediados; ha hecho falta negar la ausencia del ISIS en Alepo, expulsado por el ELS en 2014; ha hecho falta negar el sufrimiento y terror de la población alepina bajo asedio; pero ha hecho falta –lo peor– negar el heroísmo, el sacrificio, la voluntad de lucha de miles de jóvenes sirios que se parecen a nosotros y quieren lo mismo que nosotros; ha hecho falta –aún peor y peor– despreciarlos, calumniarlos, insultarlos, convertirlos en terroristas, mercenarios o enemigos de la “libertad”. Nunca la izquierda, frente a una revolución popular, se ha comportado de un modo tan innoble: no sólo no se ha solidarizado con ella ni –una vez derrotada– ha honrado a sus héroes y lamentado el desenlace, sino que les ha escupido en la cara y ha celebrado su muerte y su derrota. Coherentes con este negacionismo típicamente imperialista (o estalinista) se ha situado al lado de la extrema derecha europea y ha reprimido además las movilizaciones en nuestras ciudades, criminalizando para colmo a la izquierda sensata que, al lado de la gente normal y decente, ha denunciado los crímenes de Asad y sus aliados sin dejar de denunciar asimismo los de Arabia Saudí, Turquía y EEUU ni –por supuesto– el fascismo intolerable, en todo equivalente al del régimen, del ISIS o del Frente-al-Nusra.

Para permitir a Asad matar a gran escala ha hecho falta mentir mucho: ha hecho falta negar que el régimen sirio fuera dictatorial y afirmar, aún más, que es antiimperialista, socialista y humanista

Como dice el comunista Yassin Al Haj Saleh, preso 16 años en las cárceles del régimen y uno de los más grandes intelectuales vivos, Siria revela el estado de la vieja izquierda y certifica su muerte. Cuando hace seis años estalló una revolución democrática mundial cuyo epicentro fue el “mundo árabe”, la izquierda no estaba preparada ni para protagonizarla ni para aprovecharla; ni siquiera para entenderla. Hoy, cuando las contrarrevoluciones victoriosas extienden las redivivas “dictaduras árabes” a EEUU y Europa, la izquierda ha quedado fuera de juego como resistencia y como alternativa. Incomodados o molestos, todos los actores abandonaron o combatieron a las fuerzas democráticas sirias y todos –gobiernos, organizaciones fascistas y partidos comunistas– han acabado por coincidir en el relato del “mal menor” que condena a Siria a la dictadura eterna, a la región a la violencia sectaria y a Europa al terrorismo sin fin. Esta teoría del “mal menor” (¡mal menor el asesino de cientos de miles de sirios, bombardeados, torturados o desaparecidos!) ha sido la matriz histórica de esa “estabilidad” regional, opresora y mortal para los pueblos, que justificó durante la segunda mitad del siglo XX el apoyo occidental a todas las dictaduras de la zona. Tras una revolución malograda, ese modelo del siglo pasado vuelve ahora con ferocidad redoblada, embragado y lubricado por un sector de la izquierda que aplaude y se entusiasma con “la gran victoria” de Bachar Al Asad; un modelo hasta tal punto perteneciente al siglo pasado que se diría que algunos la viven –esa “gran victoria”– como si, 25 años después y gracias a Putin, la URSS hubiera ganado finalmente la Guerra Fría. Una cosa es segura: los que la han perdido también esta vez, en Siria y en Europa, y en Rusia y en América Latina, son la democracia y la justicia, las únicas soluciones posibles frente a los autoritarismos, los imperialismos y los fascismos –yihadistas o pardoeuropeos–, hermanos trillizos que van ganando terreno sin resistencia, que se reclaman recíprocamente y que, por tanto, sólo podrán ser vencidos si se los combate al mismo tiempo.

Cuando hace seis años estalló una revolución democrática mundial cuyo epicentro fue el “mundo árabe”, la izquierda no estaba preparada ni para protagonizarla ni para aprovecharla; ni siquiera para entenderla

¿Cómo definir esas “revoluciones árabes” que hoy mueren definitivamente en Alepo con la complicidad del yihadismo y la complacencia de la amplia alianza internacional, de derechas y de izquierdas, volcada contra Siria? Esas revoluciones fueron, sobre todo, una revuelta contra el yugo de la geopolítica que mantenía congeladas, como bajo el ámbar, las desigualdades y resistencias de la zona desde hacía al menos 70 años. En un mundo de relaciones de fuerza desiguales entre naciones-Estado, la geopolítica impone siempre límites a toda política emancipatoria de izquierdas. La geopolítica –es decir– no es de izquierdas y, si hay que tomarla en cuenta para hacer mínimos progresos realistas frente a los imperialismos y en favor de la soberanía, no podemos llegar al punto de contradecir los principios elementales asociados al carácter universal de toda ética de la liberación: eso que antes se llamaba “internacionalismo”, cuyo impulso es necesario recuperar en una versión no-identitaria y democrática. El llamado “mundo árabe” (que es kurdo y amazigh y bereber y tubu, etc.) es el ejemplo más doloroso de una entera región, rehén de sus propias riquezas petroleras, sacrificado al interés común de potencias y subpotencias en liza: la así llamada “estabilidad”. Cuando los pueblos de la zona se rebelaron en 2011 contra este “equilibrio” monstruoso, sin pedir permiso a nadie y al margen de todos los intereses inter-nacionales, la geopolítica les cayó encima, como una camisa de fuerza, y la izquierda corrió, al lado de sus enemigos, a anudarle las mangas y apretarle los botones de hierro.

En un contexto en el que la hegemonía de los EEUU se debilita, en el que otras potencias igualmente imperialistas se independizan de su hegemonía para imponer sus propias agendas y en el que el campismo de la 2ª mitad del siglo XX es sustituido por un avispero de intereses reaccionarios contrapuestos muy parecido al de la 1ª Guerra Mundial –también porque no hay ahí ni una sola fuerza o proyecto anticapitalista o emancipador– la izquierda, sin entender nada del “nuevo desorden global” ni de su musculatura reaccionaria, se ha precipitado a entregar el pueblo sirio, atado de pies y manos, a un dictador asesino, a la Rusia de Putin, al Irán de los ayatolás y, de paso, al Estado Islámico y a las teocracias suníes del Golfo. Es decir, a lo que muy justamente Pablo Bustinduy ha llamado “la geopolítica del desastre”. No lo hace ahora y en nombre del “mal menor” (¡Franco y Pinochet un mal menor!). Molesta y desbordada por esas intifadas populares que no entendía (salvo un puñado de “trotskistas” que eran “trotskistas” sólo porque sí las entendían y las apoyaban), la izquierda mundial reaccionó desde el principio de la misma manera que los gobiernos y la extrema derecha: apoyando a los dictadores. Para los imperialistas eso no ha supuesto jamás un problema (“nuestros hijos de puta”) pero sí debería plantear alguno a la gente que se dice “de izquierdas”, que han acabado por renunciar a comprender el mundo al tiempo que a sus principios éticos y políticos. Para abandonar a nuestros afines sobre el terreno, apoyar a sus verdugos y dejar matar a gran escala, decíamos, ha hecho falta deshacerse de la verdad y someterse a los mismos clichés culturalistas, racistas e islamófobos de la peor derecha europea.

Apostando por un esquema geopolítico superado que impide abordar el “nuevo desorden global”, la izquierda ha abandonado, en efecto, sus principios éticos a cambio de nada; o, mejor dicho, para favorecer así el regreso, en versión expandida y agudizada, de las dictaduras, los imperialismos y los yihadismos. Este gran éxito geoestratégico se ha alcanzado a costa de aceptar una triple contradicción, incompatible con la universalidad de la ética de la liberación y brutalmente occidental y orientalista.

Apostando por un esquema geopolítico superado que impide abordar el “nuevo desorden global”, la izquierda ha abandonado, en efecto, sus principios éticos a cambio de nada

Aceptar este yugo geoestratégico –por lo demás ilusorio y mal fundamentado– supone, en primer lugar, declarar sin vergüenza que un madrileño tiene derecho a combatir una monarquía insuficientemente democrática y un bipartidismo corrupto y a desear, sin arriesgar la vida, más democracia y más justicia social para su país mientras que un sirio debe en cambio soportar una dictadura que lo encarcela, lo tortura y lo asesina y renunciar a todo atisbo de democracia y de justicia social.

Aceptar este falso yugo geoestratégico supone, en segundo lugar, declarar también que es mucho más grave que encarcelen a Andrés Bódalo en España que a Yassin Al Haj Saleh o a Salama Keile o a Samira Khalil, todos comunistas, en Siria; o que es mucho más grave la detención de unos titiriteros o el procesamiento de un concejal en Madrid que el asedio por hambre y el bombardeo de un entero país.

Aceptar este falso yugo geoestratégico supone, finalmente, reclamar con toda naturalidad el derecho de los españoles (o los latinoamericanos) a decidir si y cuándo y de qué manera pueden rebelarse los “árabes” contra sus dictadores. Los sirios, al parecer, deben hacer lo que les indique desde fuera una izquierda que se ha revelado impotente, inútil y ciega en sus propios países. Eso implica, además, vivir como una amenaza, y no como una esperanza, la voluntad democrática y las luchas sociales de los otros pueblos: los que luchan en condiciones más difíciles por lo mismo que nosotros se convierten no en compañeros sino en enemigos, no en valientes afines con los que hay que solidarizarse sino en criminales “terroristas”, ese término que tan justamente denunciamos o relativizamos cuando lo utilizan nuestros jueces o nuestros gobiernos “imperialistas”.

Una buena parte de la izquierda árabe, europea y latinoamericana –en resumen– ha sacrificado el internacionalismo a un orden geoestratégico en el que los pueblos y sus luchas democráticas no tienen ya ningún amigo y en el que, fuera de juego y en claro retroceso, esa izquierda ha dejado avanzar sin resistencia, ahora en todo el mundo, los regímenes contra los que se alzaron los “árabes” en 2011. No hemos comprendido nada, no hemos ayudado nada, hemos entregado al enemigo todas las armas, incluso la conciencia. La democracia retrocede desde Siria en todo el planeta. Alepo es, sí, la tumba de los sueños de libertad de los sirios, pero también la tumba de la izquierda mundial. Justo cuando más la necesitamos.