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En contestación al artículo “Poso del anarquismo violento”

por CGT-LKN Kalean
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El pasado día 28 de enero, en Diario de Noticias (cartas al director), se publicó el artículo “Poso del anarquismo violento”, de Alberto Ibarrola Oyón (http://www.noticiasdenavarra.com/2017/01/28/opinion/tribunas/poso-del-anarquismo-violento). Su contenido ha motivado a dos compañeros de CGT-Nafarroa a hacer sendas réplicas:

Chema Berro:
Llevo muchos años, desde el 78 en la CNT primero y luego en la CGT, no me considero anarquista, y veo en la historia de la CNT anterior a 1939, así como en la posterior a la transición en la que he participado, luces y sombras, muchas luces y muchas sombras.

Estoy de acuerdo con la inutilidad político transformadora de la violencia, en su perversidad moral y en las nefastas consecuencias sociales; acepto que en ocasiones la CNT histórica contribuyó a su incremento, pero el artículo, “Poso del anarquismo violento” de Alberto Ibarrola Oyón, escritor, me ha sorprendido y enfadado. Es tan sesgado que puede considerársele de mentiroso y calumniador. Sobre todo me ha enfadado porque he conocido a buen número de militantes de aquella CNT histórica y he admirado en ellas personalidades excelentes, muy superiores a las que acostumbro a ver a mi alrededor, cuy memoria no se merece el trato que les depara el citado artículo, mucho menos el tono despreciativo (“jovenzuelos anarquistas”, “su deslealtad, su indisciplina y su ilusorio utopismo”…) que usa abundantemente.

Me ha sorprendido el hilo mal llevado de su discurso, el que para acabar dando unos consejos a Podemos haga todo un ejercicio de cocear a la CNT, atribuyéndole hasta las matanzas de Paracuellos, “no fue obra sino de grupos incontrolables de anarquistas violentos”, sin tener en cuenta a autores como Gibson, De la Cierva, Payne y tantos otros que apuestan por otras responsabilidades. Reconozco que el tema de la violencia es peliagudo y que su responsabilidad acaba salpicándonos, por activa o por pasiva, a todas las personas a las que nos ha tocado convivir con ella, pero es que el Sr. Ibarrola obvia, y me temo que no por desconocimiento, que fue precisamente un miembro de la CNT, Melchor Rodríguez, quien acabó con esa práctica de sacas y matanzas.

Aun volviendo a reconocer prácticas perniciosas en su trayectoria, de las que estaría dispuesto a renegar, reducir el legado de la CNT a su práctica de la violencia es falsear absolutamente su historia, ocultando multitud de otras prácticas encomiables en los terrenos de la cultura y la formación y en el más específicamente central de su lucha sindical contra la injusticia.

También es falsear esa historia el atribuir toda la responsabilidad de la violencia de esa época al “anarquismo violento” como si no hubiera habido otros agentes violentos o como si esos otros solo hubieran sido violentos por reacción a la violencia original de la CNT. La CNT fue víctima, aunque también de sus propios errores, de una violencia sistemática y programada. De hecho el número de miembros de CNT muertos es muy muy superior a los que ésta o sus “afines”.

“Poso del anarquismo violento”. Si todo el lodo impregnado de violencia lo hubiera depositado el anarquismo, nuestra sociedad sería un remanso de paz. No es así, la historia de la humanidad está impregnada de violencia, de violencia directa de enfrentamiento abierto y de violencia, menos directa pero de resultados no menores, de imposición y de condena al otro (a muchos millones de otros) a situaciones de muerte. Sin intentar justificar ninguna de ellas y mucho menos aquella a la que haya podido contribuir.

Hay un aspecto que me gustaría plantear, porque es actual y aun sabiendo que mi postura al respecto es discutible. Habla el artículo de la actitud de hostigamiento frente a gobiernos progresistas o reformadores o como quiera que se les llame, sea la República, Azaña o el mismísimo Frente Popular y cita los ejemplos de Casas Viejas y más vagamente a “huelgas injustas”, de las cuales la más significativa pudo ser la del sector de la construcción de Madrid, planteando así el tema de la relación entre la política institucional y la actuación en el nivel más social o de participación popular o de calle.

Es un tema muy de aquí y de ahora. Las condiciones o parámetros en los que hoy se nos plantea son muy distintos a los de la época de la que habla el artículo. Entiendo que la actuación de la política institucional no tiene recorrido en la actualidad, que el poder político está secuestrado por el poder económico y que el ejercicio de la política solo juega en los márgenes mínimos de las formas de adaptarse a eso que le viene impuesto. Por eso apuesto por la necesidad de ese tipo de actuación más “social”, sea cual sea el color de quienes gobiernan. Lo que importan son las medidas y los contenidos de las política, no quiénes los llevan a cabo. No veo salida ni solución desde el juego político y la alternancia. Veo necesario que toda la sociedad, cada una de nosotros y nosotras nos mantengamos activos, alcancemos una muy amplia mayoría (frente a la fragmentación que genera la política) y ejerzamos nuestras responsabilidades. Las formas y los ritmos de hacerlo, así como los contenidos de esa decisión amplia es lo que tenemos que ir fraguando.

Gabriel Rodriguez:

Leo con estupefacción el artículo “Poso del anarquismo violento”, escrito por Alberto Ibarrola Oyón y publicado en Diario de Noticias de Navarra el pasado 28 de enero. ¿Quien puede decir que figuras como Tolstoi, el escritor pacifista ruso, Francisco Ferrer y Guardia o Melchor Rodriguez fueran unos asesinos o personas con una calificación moral execrable? Creo que nadie.

Estas figuras tienen algo en común, eran Anarquistas y, por cierto, Ferrer y Guardia fue fusilado por ello, era pedagogo y fundador de la escuela moderna. Melchor Rodriguez sufrió prisión por la misma causa, estando a punto de perder la vida, fue denominado el “ángel rojo” pues siendo responsable de prisiones durante ciertos periodos en la guerra civil detuvo y puso fin a los llamados paseos, salvando gran cantidad de vidas de enemigos/as de su causa.

Que el movimiento Anarquista ha sido y es un movimiento anti-sistema no lo vamos a negar, es más somos conscientes de ello y apostamos por ello. Como se comprenderá, la filosofía del anarquismo o del movimiento libertario es una filosofía de emancipación, de libertad y equidad pero también de paz basada en la justicia social. Ejemplos de esta manera de hacer se pueden encontrar en las colectivizaciones agrícolas, industriales y sociales tanto en Aragon, Catalunya, Valencia, etc…

Sí, nos oponemos al actual sistema que muchos/as vanaglorian y pretenden hacernos creer que sólo podemos optar entre éste y el caos, cosa que está muy lejos de ser verdad. Miremos la prensa y la televisión, no son los y las anarquistas o los y las anti-sistema quienes están provocando el calentamiento global y el desastre ecológico, el hambre y el subdesarrollo, la explotación y la miseria, las guerras imperialistas provocadas con fines económicos que tanta podredumbre y personas refugiadas abandonadas a su suerte conllevan, la precariedad, el machismo, la corrupción y el saqueo social en el cual están participando muy buena parte de los políticos y políticas que defienden este orden social, esos políticos/as y sus acólitos/as que lanzan sus diatribas contra el anarquismo y las posiciones denominadas anti-sistema y anti-capitalistas. Qué fácil es juzgar, que atrevida es la ignorancia de algunos y algunas o muchos y muchas, aún disfrazada de intelectualidad.

Sería bueno para estas personas que disfrutaran de la lectura histórica antes de ponerse a escribir y analizaran más concienzudamente los períodos históricos a los que se refieren. La guerra civil Española estuvo llena de barbaridades por parte de ambos bandos, negarlo de manera partidista sería una actitud inmoral. La CNT, el movimiento libertario, la FAI, Mujeres libres o las juventudes libertarias cometieron ciertos atropellos pero sufrieron, sin duda, atropellos mayores por parte del fascismo y, en muchas ocasiones, por desgracia, por acompañantes de viaje (las élites del Partido comunista de aquel entonces).

La España de aquella época no es la misma que la de hoy, aunque parece que llevamos el camino de volver a ella. En aquel periodo la represión contra el movimiento obrero era bestial y no había medias tintas, la situación y la vivencia de las clases populares eran indignas e injustas. El país, al igual que hoy, era de las oligarquías tanto políticas, económicas, militares y eclesiásticas. Los y las anarquistas tomaron en muchas ocasiones los senderos que pudieron y los que las circunstancias obligaron. Se les podrá juzgar, todos y todas somos susceptibles de ser juzgados/as, pero lucharon y luchamos por un mundo nuevo lleno de valores, de ética y carente de injusticia.

En este sentido, animamos a toda persona que esté leyendo estas líneas a conocer este movimiento y debatir con nosotros y nosotras, a participar en nuestra Semana Libertaria que se desarrollará entre los días 3 y 10 de febrero en el nuevo local de la CGT/LKN en Iruña, en la calle Sta Alodia Nº 7 de la Rotxapea.

Los temas tratados en el artículo que ha motivado la redacción de éste, así como la situación de la izquierda actual reproduciendo las luchas intestinales dominadas por el personalismo, darían juego para escribir gran cantidad de páginas pero aquí ahora no hay más espacio. Por ello, quiero terminar diciendo que el debate en lo político, llegando a consensos, abandonando las batallas por el poder en las organizaciones, construyendo el mañana para la libertad, la justicia y la paz, debiera ser el recorrido, el rumbo para la izquierda de hoy.

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