Sin vida no hay futuro, así titulaba el artículo publicado este domingo en la prensa burgalesa bajo la firma de Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, en la que compara las cifras de muertes de la guerra mundial con las del aborto junto a la foto de un recién nacido.
Que la Iglesia se posicione en contra del aborto no es nada nuevo,cada poco tiempo saca su campaña apoyada por los grupos pro-vida, bastante cínica por cierto, ya que la misma iglesia que esta promoviendo la campaña tiene o ha tenido parte de sus fondos invertidos directa o indirectamente en empresas, entre ellas farmacéuticas que comercializan con medicamentos abortivos.
Parece que la iglesia ya no se conforma con las inmatriculaciones, las cesiones gratuitas y propiedades que obtiene a cambio del sudor de otros/as y ahora quiere una nueva propiedad, el cuerpo de la mujer.
El arzobispo se atreve a catalogar el aborto como violencia hacia la mujer, curioso atrevimiento que se lanza desde una institución jerárquica y patriarcal por excelencia donde las mujeres son desplazadas a un segundo plano.
Tomar decisiones sobre la mujer y su cuerpo es la verdadera violencia , y digo mujer porque es la responsable de su cuerpo y por lo tanto de decidir sobre el mismo, al margen del debate social que se genera entre Estado y Iglesia sin respetar su propia decisión. La cuestión no debe centrarse sobre el aborto si o no, esta claro que cuando no se desea un embarazo hay que buscar los medios para evitarlo , y si aún así esto llega a suceder, podrá ser un fracaso en la planificación, pero no por ello habrá que condenar a la mujer a desposeerla de su propio cuerpo y decisión.
Abortar no es agradable para nadie, es más , es una dura decisión que a nadie le gustaría tomar , y como sociedad no podemos más que respetar y garantizar la plena libertad en la toma de esas decisiones tanto para abortar ,como para no hacerlo,cubriendo las garantias del proceso elegido, sin entrar en juicios de intenciones entre los derechos de vivos y no nacidos.
DIARIODEVURGOS.