La Espiral (Hordago): Decir “que viene Vox” es llamarle

Extraído de: https://www.elsaltodiario.com/laespiral/decir-que-viene-vox-llamar-mentiras-fake-news-abascal

Tengo la impresión que Vox no debe convertirse en el centro de nuestras preocupaciones, y que no lograremos desterrarlo del escenario político y social combatiendolo, sino cumpliendo nuestro papel, esto es, haciendo nuestras tareas político-sociales.

Entiendo que Vox es el partido que dice a gritos sus grandes verdades
que son rotundas mentiras, y que apuesta por imponerlas (por imponerse)
de forma tan autoritaria como sea necesario y sus fuerzas se lo
permitan. Su terreno de juego es el del enfrentamiento frontal, verbal y
físico, necesitando de sparrings para su ejercicio.  Pero cuando el
conjunto de las fuerzas políticas no dice la verdad abre espacio a las
mentiras rotundas de Vox. Cuando la democracia es una democracia
sometida, y se necesita cada día más autoritaria, abre paso a cualquier
forma de autoritaritarismo, fascismo incluido. Si, además, esa política
democrática es una política secuestrada que no resuelve los problemas de
la gente, abre paso a esas soluciones falsas derivadas de esas mentiras
rotundas.

Venimos de un modelo de sociedad definido como “estado del
bienestar”, que nos ha garantizado prestaciones y niveles de consumo
elevados en unas sociedades enriquecidas debido a la capacidad del
capitalismo para extraer crecientes beneficios de la expropiación de
recursos naturales y humanos en otras partes del planeta. Naturalmente,
ese modelo económico contribuyó a una desactivación política y social, a
una democracia reducida al voto y a la existencia de unas libertades
que no necesitaban ejercerse, meramente formales. Por tanto, comodidad y
libertad parecen guardar cierta incompatibilidad.

Esa fase expansiva del capitalismo ha llegado a su fin, algo que
tendríamos que haber aprovechado para profundos cambios de rumbo, pero
no lo hemos hecho sino que hemos permitido que derivase, como promesa de
recuperación, a una fase intensiva de acumulación, que tampoco tiene
salida y que no puede abocarnos sino a alguna forma de colapso, caótico y
generador de sufrimiento en un grado difícil de prever.

Ninguna propuesta política apuesta por ese cambio de rumbo, sino por
la recuperación del anterior: brotes verdes, exigencia provisional de
sacrificios para recuperar un futuro de superabundancia… promesa, en
definitiva, de mantenimiento de la sociedad del despilfarro, sin
plantearnos, con una cierta seriedad, las exigencias de ese cambio de
rumbo hacia un cierto grado de austeridad digna, igualitaria y
universalizable. Una sociedad vivible, una economía al servicio de las
personas, capaz de satisfacer nuestras necesidades, fuera de la primacía
de la acumulación de beneficios. Opción que tendríamos que haber
ejercido hace tiempo, pero que nos somos capaces de plantear ni tan
siquiera cuando quiebra el modelo inverso, el de la acumulación de
beneficios y los incrementos de inversión y desarrollismo.

Pero cuando no somos capaces de plantear una opción alternativa
porque resulta dura y poco vendible, abrimos paso a las mentiras
rotundas de Vox. Cuando no somos capaces de rescatar la política y de
devolverle un impulso democrático (participativo), abrimos paso al
autoritarismo de Vox. Cuando no somos capaces de trabajar por una
sociedad justa e igualitaria en contra de la competitividad y el
individualismo abrimos paso a la guerra entre pobres, que es lo que
vende Vox y con lo que trata de tentarnos cuando nuestros miedos miran a
quienes son más pobres que nosotros.

A Vox no le venceremos entrando al enfrentamiento creciente. Es su
terreno y nos acerca al terreno de la imposición, a lo autoritario.
Tampoco optando por otras opciones “menos malas” (eso a lo sumo
permitiría retrasarles, pero les sigue preparando el terreno). Solo
podremos vencerles trabajando en otro terreno, en el de la primacía de
la igualdad y de la democracia implicativa, o sea, modificando el humus
en el que Vox puede aflorar. Una especie de no prestarles una forma de
atención que los convierta en centro de la situación. Esa
excesiva atención, esa no actuación por reacción no es ninguna forma de
indiferencia. Vox es un partido perverso, que se basa en el
individualismo cainita y autoritario que existe en nuestra sociedad y al
hacerlo aflorar lo alimenta.

Aun no siendo la única, la propuesta autoritaria de Vox es perversa
porque se corresponde en política con el endurecimiento económico a que
está abocado a corto plazo nuestro modelo capitalista.  Es perversa
porque en un hipotético escenario futuro post-colapso va a hacer que
entren con fuerza y prevalezcan los comportamientos más individualistas y
belicosos. El entrenamiento en la guerra de pobres nos conducirá a una
guerra entre las personas, todas contra todas. En
definitiva,  están haciendo trabajar mucho a Satanás, obligándole a
cavar a destajo para hacer un infierno más profundo y oscuro, en
correspondencia a la sociedad-infierno a la que nos conduce Vox.