Entrevista: TXIRRINKA

índice¿Nos podéis contar que es eso De la TXIRRINKA? ¿Con que intención habéis puesto en marcha esta iniciativa?

Es una iniciativa promovida por la coordinadora contra el TAV AHT Gelditu! Elkarlana junto con otros colectivos que trabajan en defensa de la tierra. A la que además se han sumado otros tantos colectivos de diferente tipo: culturales, sociales o sindicales.

Consiste en una marcha en bici realizada por relevos que tendrá lugar los días 20, 21 y 22 de mayo de 2016 . Cada tramo le corresponde a uno de los colectivos participantes para que pueda visibilizar su trabajo y sus luchas. A la vez que nos sirve para establecer relaciones e intercambios. Se han organizado cuatro columnas que atravesarán Gipuzkoa, Nafarroa, Bizkaia y Araba para, una vez reunidas, llegar a la meta en el nudo del TAV de Bergara.

Esta iniciativa se agrupa bajo el lema “Contra el TAV y los proyectos destructores, ¡cuidemos la tierra transformando el modelo social!”. La intención es, por tanto, llamar la atención sobre la necesidad de defender la tierra y de parar las obras del TAV y de otros tantos proyectos destructores. Siendo conscientes de que esta defensa pasa por la transformación profunda del actual modelo social. Un modelo que apuesta por una creciente producción y gasto energético (Térmicas de Castejón, Garoña, fractura hidraúlica, Líneas de Alta Tensión, proliferación de centrales eólicas, Tren de Alta Velocidad…), de promoción del transporte motorizado (autovías y autopistas, parkings subterráneos, superpuertos, plataformas logísticas, aeropuertos…), de explotación de los llamados recursos naturales, con la destrucción del territorio que va pareja (pantanos, canales, minas, canteras…), de urbanización desaforada y especulativa, de militarización y encarcelamiento o de ingente producción de residuos y basuras, que “justifican” vertederos e incineradoras. Es el propio modelo, con sus lógicas e intereses, el que es incompatible no solo con la conservación de los “lugares naturales” que aún quedan sino con los propios límites físicos del planeta en el que vivimos. Prueba de lo que decimos es el cambio climático en marcha, el progresivo agotamiento de los recursos, la destrucción creciente de parajes naturales, la contaminación de tierras, agua y aire con afecciones a la salud o la artificialización del territorio.

Estamos hablando del TAV pero son muchos más los temas medioambientales ligados con las grandes infraestructuras que están afectando Navarra, recrecimiento de Yesa, la mina que se quiere abrir en Sangüesa, la autopista eléctrica, el canal de Navarra, el pelotazo urbanístico de Lekaroz … Parece que Navarra es uno de los paraísos del cemento.

Navarra está siendo afectada por estas infraestructuras, pero no es un fenómeno propio. El resto de Euskalherria, y nos atreveríamos a decir que el resto de Europa y del mundo, están sufriendo esta larga oleada de construcción-destrucción, de saqueo y de contaminación. La lista sería interminable, desde un apabullante transporte motorizado hasta extracciones cada vez más abusivas de todo tipo de recursos naturales.

Durante los últimos años este tipo de proyectos ha recibido el apoyo, la promoción o el beneplácito de los diferentes gobiernos forales y solo las luchas populares han conseguido parar algunos de ellos. En este sentido queremos llamar la atención sobre el informe escrito recientemente por la columna navarra de la TXIRRINKA, que realiza un breve repaso de las resistencias en contra de infraestructuras y a favor de la tierra registradas en Navarra desde 1975 hasta nuestros días. Hemos podido contabilizar hasta 65 conflictos, en los cuales las resistencias han sido diversas, tanto en las razones esgrimidas, en quienes las han protagonizado como en las formas de lucha y organización. Es llamativo, además, que en 28 casos la infraestructura proyectada no se ha concluido. Y a pesar de que en 19 casos han logrado acabar la obra, en cuatro de ellos sigue la oposición. A lo que hay que sumar otros 18 proyectos contra los que la resistencia sigue más o menos en activo. Bien es verdad que en algunos casos se ha abandonado el proyecto por dificultades técnicas o falta de financiación, pero, aún así, es innegable el papel fundamental que ha tenido la resistencia a la hora de hacer desistir de estos proyectos.

Por lo tanto, podemos decir que Navarra parece ser uno de los paraísos del cemento. Pero también un lugar en el que se ha plantado cara. Se demuestra que las luchas, ganadas o perdidas, con todo lo relativo que en algunos casos tiene esta valoración, siguen siendo necesarias.

El oponerse a todos estos proyectos ¿no supone renunciar al desarrollo económico de navarra, no cuestiona el crecimiento económico que desde las instituciones se impulsa como medio para la creación de riqueza y de empleo?

La renuncia al crecimiento económico tal y como lo hemos conocido ha pasado en la situación actual de ser una decisión a convertirse en un imperativo, una realidad que nosotros consideramos innegable. Los límites físicos del planeta ya se han sobrepasado. Y, además, comprobamos cómo esta sobreexplotación de la tierra no nos está trayendo unas mejores condiciones de vida sino una guerra global por la apropiación de los cada vez más escasos recursos.

Por lo tanto la lucha política pasa por una necesaria redefinición del sentido de la riqueza. Y esto parte de una ineludible desvinculación entre la idea de riqueza y la de crecimiento económico. La cuestión, aún siendo importante, ya no es producir más riqueza y decidir, políticamente, sobre los modelos de su redistribución, sino empezar a tener en cuenta cuáles son las condiciones necesarias para vivir una vida digna, lo cual pasa por la redistribución pero también por una redefinición de las necesidades y de las riquezas comunes.

Y aquí el chantaje del empleo como la principal forma de tener unas condiciones mínimas de vida no es más que un callejón sin salida. Son gran parte de estos empleos los que están degradando la vida en la tierra, despreciando a su vez todos aquellos trabajos socialmente necesarios para mantenerla. Trabajos realizados principalmente por mujeres.

¿Es posible otra economía, hay otra manera de dar respuestas a las necesidades de las personas que no agreda a la naturaleza?

La respuesta es obvia: si no la hay, ni siquiera se podrá dar respuesta a las necesidades de las personas. Esto ya es así. Pero, además, no podemos olvidar que durante siglos han existido otras formas de relación con la naturaleza.

La pregunta, por tanto, sería más bien cómo desmantelamos esta economía de la que tanto dependemos y que incluso nos “produce”. Deseos, necesidades, imaginarios, hábitos e incluso cuerpos son re-creados por una multitud de dispositivos materiales y de sentido. Y cómo al mismo tiempo re-creamos formas de vida, también materiales y de sentido, que nos permitan subsistir y vivir de una manera digna. Ejemplos, más o menos extendidos, con sus aciertos y errores, ha habido muchos y los hay. Y actualmente cualquier cortocircuito del sistema puede ser una oportunidad para hacernos cargo de una vida que hemos dejado en manos de otros, ya sean industrias, gestores políticos o especialistas.

Todas estas luchas en defensa de Ama Lur están comunicadas por hilos que a veces son invisibles pero que están allí. En vuestra opinión ¿sería importante y necesario una confluencia de las luchas medioambientales?

Cuando hablamos de la necesidad de un cambio del modelo social, por muy genérico y abstracto que pueda resultar este término, queremos ir más allá de luchas medioambientales. Podríamos decir que la propia idea de medioambiente, como algo a gestionar de forma sostenible y experta, es parte de un campo del capitalismo que podríamos denominar verde, un nuevo campo de negocio. Una relación con el mundo en la que estamos yo y el medioambiente es ya una derrota. Refleja lo extraños que nos hemos vuelto al mundo que nos rodea. El mundo nos hace ser como somos. Encerrados en un coche corriendo por una autopista mientras quemamos gasolina y vigilados por cámaras y policías “por nuestro bien”, ese también es nuestro medioambiente.

Por eso, hemos preferido hablar de defensa del territorio, o de la tierra, como una lucha por conservar todos aquellos espacios, saberes, formas de hacer y de relacionarse que nos permitan escapar o enfrentar las lógicas de la acumulación y el control.

La necesidad de confluencia, articulación o de coordinación la dictará la propia situación de las luchas. Que para no quedar encerradas, a nuestro juicio, deben tener en cuenta nuestra necesidad de hacer y decidir sobre los lugares que habitamos. En definitiva, de cómo queremos vivir. Y cuando decimos nuestra, queremos decir también la de quienes en otros lugares son obligados a vivir con derrames de petróleo, minas de coltán o extensiones industriales de soja transgénica. Ez hemen, ez inon.