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Opinión: Crónica despiadada

por CGT-LKN Kalean
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No suele permanecer mucho tiempo en un mismo sitio, tan solo el estrictamente necesario para realizar la labor encomendada. Alma solitaria de semblante afable y oscura intención, evita entablar relaciones estrechas con los lugareños y los nexos que establece guardan un exigente equilibrio con sus negocios: el encomendado y el que particularmente pueda rascar; en el universo del agresivo capitalismo siempre hay oportunidad de negocio rápido y rentable.

Su llegada, cargada de incertidumbre, no lleva aparejada propuestas honestas porque no hay nada que proponer, tan solo un plan de ejecución. Una hoja de ruta liquidadora. El discurso de presentación sigue el mismo guion que en otros los lugares que contaron con su visita y gozaron igualmente de su indiferencia, de su antipatía e insolencia: “la empresa presenta balance negativo, está situada en pérdidas y hay que tomar medidas urgentes correctoras que den viabilidad”. ¡Pérdidas! Tan fácil como realizar la pertinente ingeniería contable que oriente y maquille los resultados reales, convirtiéndolos en deseados datos justificadores. ¡Qué más da! Su empleo, provechosamente remunerado, no está en juego. Al menos por el momento forma parte del “establishment” corporativo.

La estrategia diseñada desde la alta dirección y de la que es participe y responsable en su ejecución, forma parte de una gran reestructuración que en la búsqueda del incremento y reparto de dividendos, pasa por alto la rentabilidad productiva y económica del centro productivo objeto. Nada hará cambiar la decisión tomada en quién sabe dónde. Nada. Ni un descenso de salarios. Ni tan siquiera la reducción hasta el mínimo común múltiplo de la irrisoria presión fiscal. La misión debe ajustarse a los tiempos convenidos para el propósito y a ella dedicará todo su tiempo. También el invertido en el Club de golf, en el Spa, incluso en el dedicado a sus oraciones señaladas según sea la religión que profese.

Especialista en el chantaje, para lograr sus fines no tiene límite en la justificación de medios a emplear. Con su calculada altivez es capaz de personarse ante la plantilla del centro de trabajo al que le está desviando producción y, exhibiendo un cinismo superlativo, solicitar la implicación absoluta para mantener el empleo: “La situación es complicada, pero debemos ser capaces de reconducir la senda productiva y afrontar los compromisos. Para ello es necesario un descenso salarial y aumentar la producción”. La reacción es la esperada, lo sabe, se abre todavía más la caja de las horas extras, del trabajo en festivos. Algunas cuentas bancarias particulares se incrementan sustancialmente, la plantilla se divide intentando salvarse de la criba y la producción se almacena. La encomienda liquidadora está en marcha, vestida de Dama de Hierro o de generoso Caballero de Malta.

Ante las administraciones, con el fin de asegurarse un marco adecuado de contención, transmite en primera instancia el balance económico justificador tejido durante la paz social permitida desde el sindicalismo; incapaz de poner freno al empleo de horas extras, del trabajo en festivos injustificado teniendo en marcha Expedientes de Regulación de Empleo concedidos ad hoc. Pero en esta fase, la captación directa de recursos públicos, siendo siempre bienvenidos, no conforman una cuestión de fondo. El propósito amenazante concreto es la captación indirecta, léase indemnizaciones, prestaciones por desempleo.

Ocultando el objetivo real, sustenta en la mentira cada decisión tomada acomodada en el plan ejecutor. Los argumentos están prefijados y como tales no se pueden alterar. El baile de cifras siempre es costoso contrastar y el tiempo también juega a su favor. El procedimiento diseñado, en algún edificio de la Europa del capital, tiene límite temporal de ejecución, disponiendo de un plazo máximo, donde el último periodo puede ser mantenido bajo mínimos de producción y quién sabe si en esas circunstancias incluso pueda ser el principio de un nuevo y precario escenario de contratación.

Con embustes se producen a diario cierres de centros de trabajo que históricamente han sido productivos, que continúan siéndolo con innegables ratios de calidad. Centros de producción con una gran capacidad de adaptación cercenada por la falta de inversión, de escasez en la aplicación de métodos mejorados, de falta de desarrollo productivo. Centros y plantas con un inestimable valor profesional y que hoy se abandonan por grupos corporativos sin escrúpulos, pero también por la incapacidad sindical y política. De ellos, de la parte política debiera esperarse al menos el desenmascaramiento de tamaña mentira, obligando a quienes han venido disfrutando de ayudas públicas a ser, cuando menos, honestos con la sociedad.

Los distintos planes de inversión que los gobiernos exponen en sus vitrinas, están resultando un verdadero fracaso, esgrimiendo sus incapacidades no ya para generar empleo no precario, si no para mantener el tejido productivo. “Plan Moderna” se llama el último gran fracaso para el conjunto de la sociedad impulsado por trileros que dejaron en el camino (…) Gamesa, BASF, Faurecia, Inasa, Koxka ( …) y que hoy ante idénticos problemas en (…) TRW, Alstom, (…) dedican su tiempo al discurso apocalíptico para recuperar el ansiado y particular cetro.

Joseba Santesteban

Comunicación

CGT-LKN Nafarroa

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