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Violeta y Negro: Las otras víctimas del franquismo

por CGT-LKN Kalean
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estrella_moradaynegra Desde este espacio, hoy queremos recuperar la memoria de las otras víctimas de la represión franquista. De las que sobrevivieron a sus familiares represaliados y/o asesinados. Entendemos que han sido las grandes olvidadas, también desde entornos de memoria histórica. Y sin embargo siguieron en la brecha y han sido el puente, el hilo conductor entre las asesinadas y las generaciones que vinimos después.

En este terreno de memoria histórica, la mujer también ha sido olvidada e invisibilizada; aunque en las cunetas también hay restos de mujeres, fueron al frente como voluntarias hasta que en otoño de 1936 Largo Caballero lo militarizó el , y las mujeres republicanas también sufrieron la represión fascista, siendo torturadas e internadas en cárceles para mujeres. En muchos casos les robaron a sus hijos, para darlos en adopción a familias “decentes” con lo que sufrieron una doble represión, por ser republicana y por ser mujer.

No es el objetivo de este artículo hablar de estas mujeres, pero desde aquí, no puedo y no quiero dejar de recordarlas y homenajearlas, como Blasa Roncal, como tantas navarras que forman parte de esa macabra lista de asesinados y asesinadas.

Como decíamos al principio, existen las otras víctimas, los familiares de fusilados y represaliados que les sobrevivieron y entre estos familiares, en particular la mujeres: viudas madres y hermanas; que tuvieron que asumir un papel especialmente difícil y cruento.

Las viudas de fusilados y represaliados, sufrieron también la represión por el mero hecho de ser familiares de “rojos.” Se les paseaba por los pueblos con la cabeza rapada y después de obligarles a beber aceite de ricino. Humillándolas ante sus paisanos, y sufriendo los insultos y humillaciones de algunos de estos. No era inusual que se les hiciera pasar periódicamente por el cuartel. Posiblemente también algunas sufrieran agresiones sexuales, pero esto era una vergüenza que preferían ocultar. Lo que hemos vivido en este país en el que las violadas han vivido la agresión con vergüenza.

Perdieron a un ser querido violentamente, y no pudieron hacer el duelo reparador y necesario. No pudieron despedirse, no pudieron enterrarlos porque ni sabían dónde estaban. No pudieron expresar su dolor, sus muertos eran una vergüenza para el régimen. El dolor se vivía en el ámbito familiar, con miedo de que exteriorizarlo, contribuyendo así a que esas heridas estuvieran siempre abiertas.

Sus hijos eran también castigados, marginados y humillados en la calle y en la escuela, y no podían defenderles.

Y en el ámbito económico, mataron al cabeza de familia, normalmente quien llevaba los ingresos a casa, y no contentos con esto, despojaron a las familias de sus bienes. Les robaron y el botín se repartió entre los pistoleros.

Solas, desprotegidas, perseguidas y empobrecidas. Y en esas condiciones sacaron adelante a sus familias. Con mucho dolor, mucho trabajo y viviendo situaciones de pobreza y carencias extremas.

Una de esas mujeres, les decía a sus nietas: “Hijas mías, ojalá la vida nunca os haga saber hasta qué punto sois fuertes y capaces”.

Esa frase, concisa, sencilla impactante, encierra en sí misma la vida que les ha tocado vivir y la forma en que le han hecho frente. Es un lamento y un canto a la vida en sí misma. Expresa lo que hicieron, luchar y seguir adelante sin darse por vencidas.

Les debemos mucho a nuestras abuelas. Fueron las transmisoras del recuerdo, y con este, de los valores por los que tantas y tantos dieron la vida.

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