«El gobierno central no nos proporciona ninguna información y hemos hecho una estimación de acogida de 300 personas, de forma escalonada, para los próximos cuatro años». Tal cual, palabras de la Directora de Incorporación Social y Coop. al desarrollo del Gobierno de Navarra. De nuevo, el ritmo institucional nos advierte de que no se puede hacer nada. ¿De verdad no es posible hacer nada?
En Madrid, una red ciudadana formada en dos asambleas por unas ciento cincuenta personas, organizada sin más medios que la propia voluntad, ha dado refugio a más de doscientas personas en ocho días. Han buscado traductores, se han plantado en una estación de tren, han implicado a médicos del SAMUR,… Y todo esto a pesar de que el Gobierno Central no proporciona ninguna información.
En Pamplona, la formación de otra red ciudadana comienza a dar forma a la solidaridad. No será eficiente del todo pero es la única manera de canalizar la solidaridad que, con cuentagotas, aparece en esta sociedad cada vez más individualista y ajena a cualquier problemática social. En la asamblea convocada la semana pasada asistieron unas cincuenta personas, unas en representación de organizaciones sociales (nuestra organización estuvo presente) y otras a título individual.
Las dificultades y carencias, que existen y no en poca medida, no nos pueden provocar que dejemos de intentarlo. Ya no basta, no debe bastarnos, con meros discursos que en nada se plasman en nuestra acción cotidiana. La CGT, todas y cada una de nosotras, no podemos permitirnos ocultarnos tras discursos que nos protegen y justifican. Hermosas palabras pero vanas acciones. Si no somos capaces de empujar, de sumarnos a fin de cuentas, en este u otro tipo de iniciativas, poco sentido tendrá creernos, ya no mejor que otros -que no lo somos-, sino simplemente diferentes a otras organizaciones.
Las ocasiones son contadas. Las iniciativas populares lo son más. Busquemos, participemos y trabajemos en todo aquello que decimos representa nuestra diferencia. De otro modo, las mínimas posibilidades que tenemos de construir otra realidad, se irán con nosotros y nuestros discursos directos al pozo de miseria y desigualdad al que la realidad nos conduce de forma irremediable.