QUO VADIS? (semana 30, año 2015).

quo vadis             En el mediterráneo, unas 3.500 personas migrantes podrían haber perdido la vida el año pasado y unas 2.000 en lo que llevamos de este tratando de alcanzar las costas de Italia. Este mismo sábado mil ochocientas personas han sido rescatadas. Cinco muertos vienen a engrosar la macabra lista. Cinco más.

            En Melilla más de trescientas mil personas intentaron saltar la valla durante el año pasado. Apenas seiscientas lo consiguieron. Cientos esperan en el monte Gurugú su oportunidad. Devoluciones sumarias, concertinas, palizas, abandonos en el desierto…

            En Calais las condiciones inhumanas, la inseguridad legal, el acoso policial es la constante diaria de las más de 2.000 personas que viven asentadas sin ningún tipo de suministro básico. Su objetivo: trabajar en el Reino Unido.

            La Agencia de Control de Fronteras Exteriores -podía existir una Agencia de Solidaridad Internacional pero en cambio la UE ha creado esta- estima que se superarán las 300.000 entradas «ilegales» en nuestra desarrollada Europa. Y esto no puede ser. Todo esto, todas esas personas, sus historias, sus deseos y sus penas, todo queda reducido a un simple problema de seguridad. Nuestro bienestar no se toca.

            Nuestra sociedad es pura miseria. Todas y cada una de nosotras permitimos que la supervivencia de millones de personas se nos acabe presentando como un simple problema de seguridad y que además, que no pase nada. No estamos de acuerdo y sabemos que no es un problema de seguridad. Es un problema de eliminación de modelos de vida tradicionales y sustitución por otro, el capitalista, que aboca a la pobreza y la explotación. Es un problema de creación de conflictos bélicos que llevan aparejada la huída de sus hogares de millones de personas. Es un problema de extracción de minerales para nuestros juguetes tecnológicos. Lo es de especulación con el precio de los alimentos, de la explotación de recursos naturales… a fin de cuentas es un problema de Justicia Social y Solidaridad.

            De acuerdo. Lo sabemos ¿y qué? El que lo sepamos y no nos guste, poco aporta a la transformación de una realidad extremadamente resistente, ajena a la autocrítica y de la que, lo queramos o no, somos parte.

            En nuestra organización no somos los únicos culpables de la situación crítica que viven millones de personas en este jodido planeta pero siempre podemos hacer más que tener una simple opinión. Debemos plantearnos de qué forma dar respuesta a las situaciones que se producen casi a diario y que atentan contra la dignidad de las personas migrantes (más allá de las que podemos ver en prensa o televisión). Cómo tener mayor presencia e implicación en la denuncia activa de toda esta injusticia. Quizás haya que participar con plataformas u organizaciones sociales que llevan tiempo trabajando en este campo y que nosotras, por simple inercia hemos ido dejando a un lado. No lo sé. Lo único que podemos dar por seguro es que nuestra opinión no cambia la realidad, nuestra actuación quizás.