Como ha ocurrido en el resto del sector público, los trabajadores temporales son los que han pagado un mayor precio en la política de desmantelamiento de los servicios públicos. Sus despidos han sido puros y duros, sin medidas que amortigüen esta medida; además, se ha realizado de manera encubierta, progresiva y sin la protesta que hubiera ocasionado hacerlo con trabajadores fijos.
Aena no es una excepción, sino una punta de lanza de este proceso. Cuando todavía no han firmado el finiquito todos los compañeros acogidos al ERE oficial, en Aena se han producido ya tres procesos añadidos de despidos colectivos, éstos sin contrapartida alguna, y con el silencio de todas las partes, de las que no queremos ser cómplices.
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