El  jueves 23 de marzo nueve sindicatos – CGT, CC.OO., UGT, , ACB, CIC, ELA, LAB, SCAT y SEC- han convocado concentraciones ante las siete delegaciones territoriales de la entidad financiera, con la consigna “No más despidos. No hay razones”,  para los 50 despidos –en forma de “goteo”- en los últimos meses, por lo que el banco considera “baja productividad, intencionada y voluntaria”.

Además 600 personas figuran en listas de “bajo desempeño” que ocultan una estrategia para infundir el miedo al despido. En esta lista figuran a criterio de los directivos, los que “no venden, no aceptan los traslados que se le ofrecen, no asisten a las reuniones por la tarde fuera del horario laboral”.

En junio de 2016 fueron despedidos 14 trabajadores de manera deliberada (dos de cada dirección territorial), el mismo día y a la misma hora, sin causa que lo justificara. A ello se añaden otros 28 trabajadores despedidos entre noviembre y diciembre en los Servicios Centrales.

Se llamaba al despacho a las personas afectadas, una a una, y se les planteaba la aceptación del despido o una baja voluntaria, sin que pudieran consultar la opción que más les favoreciera. A continuación el banco despidió a ocho empleados en Madrid, Barcelona, Andalucía y Navarra. Es un “goteo” continuo, hasta llegar a las cerca de 119 bajas por despido hasta el tercer trimestre de 2016.

En las sedes centrales del banco en Madrid, Bilbao, A Coruña, Terrassa, Sevilla, Las Palmas y Valencia se han llevado a cabo concentraciones reivindicativas, denunciando las estrategias de presión y amedrentamiento, mientras se allana el camino a la banca digital.

En octubre de 2016 el consejero delegado del BBVA, Carlos Torres Vila, quien percibió ese año una suma de 4,4 millones de euros (un 16% más que en 2015), recordó que el banco había clausurado 436 oficinas en Cataluña, a lo que se agregaría otro centenar en el estado español. Anunció recortes de plantilla: la “salida” de unas 2.000 personas (en la que trabajan más de 27.000 empleados), de las que 1.556 corresponden a un “plan de eficiencia” tras la compra de Catalunya Caixa en abril de 2015.

BBVA logró en 2016 unos beneficios netos de 3.475 millones de euros, un 31,5% superiores a los de 2015. Los ingresos del presidente de la entidad, Francisco González, ascendieron a 4,9 millones de euros, según la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).”. La otra cara de los despidos son las retribuciones inmorales de 2.200 directivos, faltos de talento para el cargo que desempeñan e incapaces de alcanzar las cifras de beneficios que justifiquen sus propios puestos de trabajo.

CGT, CC.OO., UGT y ACB, consensuaron una intervención en la junta general de accionistas celebrada el pasado 17 de marzo en Bilbao donde destacaron la magnitud del tajo en las plantillas: entre enero y septiembre de 2016, cerca de 120 despidos en una estrategia del “goteo”, para presionar y extender el miedo, para lo cual utiliza listados de productividad, para controlar el trabajo por objetivos y atemorizar a los trabajadores con el despido.

En la junta de accionistas los sindicatos informaron de lo ocurrido en algunas sucursales catalanas, visitadas por gestores para señalar a algunos empleados porque supuestamente “no encajaban” en la entidad; y para decirles que el banco no contaba con ellos, de manera que se les planteaba la siguiente disyuntiva: la excedencia o el despido. Además se denunció la financiación del BBVA a empresas del  entramado militar como el grupo Airbus y Finmeccanica, con una inversión 2.700 millones de euros invertidos por el banco durante 2016 en el sector.

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