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El pasado domingo, 30 de octubre, los representantes de la UE y Canadá firmaron el texto del Acuerdo Integral de Economía y Comercio (más conocido como CETA, según sus siglas en inglés) para regocijo del coro mediático, que se aplicó inmediatamente en la tarea de desinformar a la opinión pública, con el argumento de que por fin el tratado de libre comercio euro-canadiense había superado el último escollo en su camino por las diversas fases de negociación. Pero, en contra de lo publicado con tanta premura, al CETA le queda todavía un largo recorrido que cumplir hasta su definitiva validez.

La aprobación comienza con el voto favorable por unanimidad del Consejo Europeo (es el primer paso). El desbloqueo de la situación por el veto de la región belga de Valonia se ha producido después de fortísimas presiones sobre su Parlamento y su presidente (Paul Magnette), tanto por parte de la Comisión Europea, con Jean-Claude Juncker a la cabeza, como por los lobbies económicos que pululan por Bruselas. Pero el Parlamento de Valonia ha fijado unas condiciones, reflejadas en el llamado “acuerdo belga” que han sido aceptadas por el resto de las cámaras belgas y por el gobierno central, que deben ser cumplidas para que el CETA pueda ser ratificado por los estados miembros de la UE; luego se equivocan estos medios de desinformación cuando dicen que ya ha sido aprobado, porque ese proceso está previsto para el año próximo.

El año 2017, una vez ratificado por el Consejo de Europa, el Tratado tiene que ser aprobado en el Parlamento Europeo por mayoría, cosa que no será problema pues en dicho parlamento las mayorías neoliberales son aplastantes, incluyendo a los socialdemócratas que, en materia económica y de derechos, le pasan ampliamente por la derecha al neoliberalismo oficial. Después de su aprobación en el Parlamento de la UE, se inicia el mismo proceso en los parlamentos de los estados miembros; 38 cámaras entre las nacionales y las regionales, y ahí es cuando los parlamentos de Valonia y de la región de Bruselas pueden exigir el cumplimiento del acuerdo belga, que no ha sido incorporado al texto del CETA en su ratificación por el Consejo el 30 de octubre, por lo que podría sufrir un duro frenazo el CETA, ya que sin el acuerdo de todos los parlamentos regionales belgas, su gobierno no puede ratificarlo. Y si algún parlamento nacional o regional de los 38 implicados no ratifica el CETA, éste no puede ser aprobado ni aplicado completamente.

Por otra parte, 125.000 ciudadanas y ciudadanos alemanes le han pedido al Tribunal Constitucional del país que impida que el gobierno de Alemania firme el CETA. El Tribunal ya se ha pronunciado en una parte de la demanda ciudadana, aunque falta la resolución sobre el resto de las peticiones, lo que podría demorarse alrededor de dos años. En esta primera resolución, el tribunal constitucional germano se abstiene de limitar al gobierno y a la UE sus prerrogativas para definir su política comercial. Da luz verde a la aprobación del CETA por su gobierno en el Consejo Europeo, aunque lo hace introduciendo condiciones, que chocan con algunas de las concesiones previstas por la Comisión y los gobiernos de los países miembros.

Ninguna parte del CETA será aplicada de forma provisional si no está claro el carácter exclusivo de la UE en cuanto a sus competencias. Esto plantea que el Consejo no podrá considerar la aplicación provisional de los capítulos del tratado que cualquier estado miembro pueda cuestionar. El Tribunal Constitucional de Alemania marca cinco áreas en las que el gobierno federal no tiene permiso para aceptar aplicaciones provisionales: Protección a los inversores, Cartera de inversores, Transporte marítimo internacional, Reconocimiento mutuo de cualificaciones vocacionales y Protección de los trabajadores.

Como puede verse, queda mucho partido, y desde CGT apoyamos la postura de seguir e incrementar la estrategia de denuncia y de presión social, que va dando sus frutos en la lucha contra la aprobación del CETA, sin descuidar la información y el debate sobre el TTIP y el TISA, que se siguen negociando a espaldas de las sociedades de Europa y Norteamérica. De hecho, el próximo 5 de noviembre ya hay convocadas movilizaciones contra el CETA en País Vasco, Valencia, etc.

Gabinete de Prensa

Secretariado Permanente de CGT

 

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