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TTIP: estas siglas, cada vez más oídas y leídas esconden un planteamiento de envergadura a la hora de hacer valer los intereses económicos-empresariales sobre los de las personas. Para saber un poco más de todo ello, hablamos con Paula Anzola del grupo de consumo “Jateko”, que participa en la plataforma navarra contra el TTIP.

-¿Puedes explicar de forma sencilla que es el TTIP y qué supondría su aplicación?

Es un tratado que se está negociando, bajo un alarmante secretismo, entre la UE y EEUU. Por la información que se ha filtrado, y teniendo en cuenta también tanto las experiencias pasadas de tratados internacionales de este tipo como la naturaleza de los agentes implicados en la negociación (e interesados en la aprobación del tratado) puede apuntarse un claro objetivo de TTIP: eliminar todo obstáculo al negocio de las grandes empresas transnacionales. En este sentido, el libre comercio de estas empresas no se ve tan entorpecido por medidas nacionales de tipo arancelario, sino por las regulaciones que protegen los derechos y la seguridad de las personas y de los pueblos. Esos son los grandes “obstáculos” que el TTIP quiere eliminar.

-¿Puedes señalar algunos efectos que tendría en distintos ejes: género, medio ambiente, derechos laborales…?

Siguiendo este razonamiento… ¿qué tipo de regulaciones impiden a las macroempresas campar a sus anchas? Las hay de tipo muy variado: normas de protección del medio ambiente, de l@s trabajador@s, de la salud, normativas sobre la gestión de los servicios públicos…

Es de esperar, por tanto, que el TTIP introduzca una fuerte desregularización en todos estos ámbitos, poniendo en riesgo derechos laborales conseguidos tras tantos años de lucha, facilitando la

comercialización de sustancias perjudiciales para el medio ambiente y la salud de las personas, favoreciendo el uso de prácticas tan gravemente cuestionadas como el fracking. A su vez, se prevé un adelgazamiento del sector público, vía recortes y privatizaciones.

Pero es que, además, tal y como parece que estaría diseñado, el TTIP supondría la anulación de la capacidad regulatoria de los territorios bajo su yugo, que quedarían completamente incapacitados para oponerse a las prácticas de las grandes empresas.

-Recientemente se ha firmado el TTP, un acuerdo Transpacífico en el que EEUU y Japón son las principales potencias firmantes. Se trata de un tratado de envergadura que no ha estado exento de denuncias por su caracter marcadamente antisocial. ¿Se trata de un proceso gemelo al del TTIP?, ¿tendremos más fortuna a la hora de frenar el TTIP?

¿Cómo era aquello? Mientras haya vida hay esperanza, ¿no? Pues eso. Mientras no se apruebe, hay esperanzas de pararlo, y por lo tanto, mucho trabajo que hacer por parte de la ciudadanía y las instituciones.

Cada vez contamos con mayor información con respecto a este tratado. Cada vez llega su noticia a un mayor número de personas. Es esencial seguir difundiendo la existencia de estas negociaciones y los efectos potenciales de la aprobación de este tratado. Es primordial hacer enteder que estamos ante un asunto muy alarmante con unas implicaciones gravísimas en multitud de ámbitos.

-En Europa la oposición al TTIP se está haciendo notar, ¿crees que es un logro de los movimientos sociales el haber sacado a la luz estas negociaciones?

Totalmente. La información es una poderosa herramienta de poder. Sin ella, difícilmente podemos hacer frente a nada. Y a la inversa, con el simple hecho de dar a conocer la mera existencia de las negociaciones y la magnitud del contenido que pretende abarcar el tratado, se consigue dar un

gran paso en el camino hacia la paralización del mismo.

-Una cosa es oponerse a la brutalidad neoliberal del capitalismo y otra mucho más difícil ir construyendo alternativas. ¿Cómo ves este reto?, ¿podemos pensar en proyectos viables alternativos al capitalismo?

Sí, desde luego. No hace falta inventarse nada nuevo. Existe, hoy por hoy, la posibilidad de adecuar nuestro modo de vida a un sistema más justo, más razonable, más sostenible. Empezando por el propio consumo. Como consumidor@s, ejercemos un tremendo poder (que conlleva, por supuesto, una gran responsabilidad). Pensemos en el mundo que ceremos construir, en las relaciones que queremos favorecer y dirijamos nuestro consumo hacia esas metas. Desde cooperativas de consumo ecológico de circuitos cortos hasta la banca ética, hay multitud de alternativas a las vías de consumo “del sistema”, basadas en la lógica del “cuanto más mejor” y en los valores del neoliberalismo.

-Para acabar, ¿cuáles son los próximos pasos a dar en la lucha contra el TTIP?

Además de seguir difundiendo la información relevante sobre el mismo, para conseguir una masa crítica de ciudadan@s que se opongan al tratado, también es importante implicar a las instituciones nacionales, locales y regionales, así como a los medios de comunicación, para que ejerzan presión desde sus respectivas esferas de influencia.

Es obvio que la tarea es complicada, sobre todo por lo que respecta a los grandes grupos de prensa y televisión, dado que el control ejercido sobre ellos proviene de quien proviene, pero merece la pena buscar resquicios y, en cualquier caso, contar con la colaboración de los medios que pudieran resultar más afines a esta visión del mundo menos mercantilizada y más humana.

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