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5 febrero, 2017

  • A Isabel Pantoja, la folclórica trincona, convicta y confesa por blanqueo de capitales, la quiere todo el mundo. Acaba de liderar el programa más visto en televisión de este año. Casi cinco millones de espectadores postrados ante sus encantos. La misma gente que clama contra la corrupción jaleando a sus estrellas favoritas.

    En una saga-trola que va de Jesús Gil a Ruíz-Mateos, pasando por Mario Conde y El Dioni, y toda la caterva de famosos quinquis. El pueblo soberano que luego vota a los Trump que en el mundo son en un ejercicio de estulticia que alerta sobre el peligro de convertir la democracia en demoscopia, mutando calidad por cantidad. El imperio de la ley número que transforma lo público en pasarela de agradecidos “imbéciles”, aquellos que solo se ocupan de sí mismos, según la expresión original del término en el griego antiguo.

    Primero fueron los reality shows, luego las redes sociales y sus memes, y ahora la posverdad, en una lógica declinación que teatraliza la vida con consecuencias aún imprevisibles, por más que todos los días tengamos pruebas fehacientes de su estropicio ético-político.

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  • El oligopolio energético español está formado por Iberdrola, Endesa y Gas Natural-Fenosa, producen el 90% de la energía que suministra España y el precio es el tercero más caro de los países de la zona europea. En los años de la crisis han ganado 56.000 millones de euros, más de 5.000 millones al año.

    Estas empresas eléctricas gracias a sus relaciones con el poder político a través de las puertas giratorias (dentro de los consejos de administración de estas empresas han estado y están políticos de primera fila como Aznar, Felipe González, Elena Salgado, Pedro Solbes, Acebes, etc.), han conseguido que la legislación se adapte a la consecución de grandes beneficios. No se sabe cuánto cuesta producir la electricidad suministrada, se niegan a que sean auditados los costes de producción, se niegan al aumento de las energías renovables y el gobierno, ya sea de PP o del PSOE, no los obliga.

    El importe de la factura de electricidad viene determinado por los costes de producción, los costes regulados y los impuestos aplicados.

    LOS COSTES DE PRODUCCIÓN (entorno al 30% de la factura). Se determinan en un mercado mayorista al que acuden los productores de energía y los grandes compradores: grandes empresas muy demandantes de energía (Arcelor, Renfe, industrias químicas). Las plantas de generación informan para cada hora del día siguiente de la energía eléctrica que pueden ofrecer y el precio que quieren cobrar por ella, y las distintas ofertas se ordenan en función del precio, primero las más baratas y al final las más caras.

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