En el Congreso de los Diputados, actualmente se está tratando la modificación de la “Ley de Seguridad ciudadana”, cuyo proyecto presentado por el Gobierno es conocido como la “Ley Mordaza”, cuyo objetivo fundamental es la represión ciudadana en base a fuertes multas administrativas de difícil recurso que oscilan entre los 1.000 y 30.000 euros , por la “perturbación grave del orden público”, la desobediencia o resistencia a la autoridad, la negativa a identificarse, etc.
Tanto al ministro del interior como al nuevo ministro de justicia, se les ha ocurrido la brillante idea de introducir en alguno de los artículos o disposiciones de la “Ley Mordaza”, la de legalizar la devolución de las personas inmigrantes en caliente, bajo el título de Rechazo en Frontera. Se trata de hacer bajar a las personas inmigrantes encaramados en valla, apalearlos si se resisten a la autoridad y devolverlos a Marruecos.
Se trata de legalizar una práctica prohibida por la Ley de Extranjería, y diversas normativas internacionales, donde las personas inmigrantes que llegan a territorio nacional tienen derecho a la asistencia letrada, derecho de asilo si es un represaliado por causas políticas o sociales, comprobación de edad si se trata de un menor, derecho a alimentación y vestido , etc..
Las personas que se encaraman a las vallas, son seres humanos que simplemente buscan una vida mejor, huyen de la miseria y de la guerra, están desesperados y no ven salida en sus países de origen. La solución a este problema no es la represión y nuestros políticos lo saben. La solución a la inmigración, al igual que la solución al problema del ébola, es atacar el problema en origen, es decir, destinar fondos públicos para programas de desarrollo y cultura.
Nos dicen que aquí también hay pobreza y los primero son los de aquí, que lo están pasando mal, pero lo que estamos viendo es que nuestros políticos se dedican a saquear y malversar los fondos públicos. La imagen del fotógrafo José palazón, de inmigrantes encaramados en la valla, rodeados de policías, mientras a escasos metros jugaban unos golfistas, en un campo financiado por fondos europeos (FEDER), es una muestra de la falta de ética y de humanidad.
