De nuevo la ciudadanía toma la calle para protestar por las fechorías que, quienes dicen representarla, cometen en su contra; en este caso recortando las prestaciones en sanidad porque no hay dinero para aeropuertos sin aviones y hospitales y hay que recortar gastos cortando por lo sano: la sanidad.

Parece que fué ayer cuando todo el mundo estaba indignado porque los gobernantes repartían a diestro y siniestro el dinero que se había recaudado de los impuestos de quienes nos ganamos la vida con nuestro trabajo para “salvar” una banca que se iba a pique. ¿Alguien se acuerda de Lehman Brothers? Tenemos un ministro de economía que fué presidente de la entidad, la banca directamente en el gobierno.

Unos pocos añitos después, nos dicen que no hay dinero para mantener la sanidad con los dineros públicos y es que quienes rescataron bancos hunden ahora hospitales. Por si a alguien le quedaba duda de lo que es importante, no han reformado la “sagradíssssima” constitución para asegurar que “toda persona enferma recibirá la atención sanitaria que precise y cuando la precise” sino que antes de pagar las deudas a las farmacias hay que pagar las deudas de la banca. En esto hay unanimidad y llegan corriendo al momento de la firma perdiendo los pantalones.

A principios de mes podíamos leer en la prensa requetescondido en un rincón que no llamaba la atención, que en Cataluña, las ambulancias tenían prohibido usar las autopistas de peaje debido a las medidas de “recortes” (de mangas a la ciudadanía) que había impuesto la Generalitat. ¿Chiste? ¿Tomadura de pelo? Tal vez pero quien nos toma el pelo lo hace en nuestro nombre.

Cuando los gobiernos hablan a la ciudadanía de a pié no hay dinero, tendrá que esperar a que le operen el cáncer hasta el año que viene, mejor le damos vez para la autopsia. Nos intentan convencer desde todos sus púlpitos que no es posible seguir con la sanidad pública y que hay que ir cediendo terreno hacia el negocio de la sanidad privada.  ¿Qué pasa si no es rentable para la empresa sanitaria operarte?

Si los propios responsables de la eficiencia de la sanidad pública nos dicen que la sanidad privada es más eficiente, están reconociendo que o bien son unos mentirosos y no es cierto, o bien son unos ineptos incapaces de mantener simplemente a flote una actividad de la que otros son capaces de obtener grandes beneficios.

Cuando los gobiernos hablan del trato hacia las grandes fortunas, parece que de repente se han llenado las arcas y no hay necesidad de ingresar ni siquiera lo que corresponde (aunque hablemos de millones) como en el caso Botín o las famosas SICAV y su nula ridícula impositiva.

De seguro, muchas personas que no acudieron a la manifestación de hoy piensan que nos roban a la cara y encima nos toman por idiotas, aquello de “A tí, atí, atí también te roban” es muy compartido por una población que valora a la clase política con suerte con un aprobado raspado si no con un suspenso generalizado.

Muchas personas pensarán que las manifestaciones no van a cambiar las cosas, pero tal vez sería conveniente que dieran la vuelta a sus preguntas y se dijeran:  “Si algo mejora, no será gracias a quienes se quedaron en casa quejándose.”

La situación es muy grave y Supermán no va a venir a rescatarnos, ni los gobiernos, ni quienes están frotándose las manos con el negocio que están haciendo de la crisis.

La única forma de recuperar la dignidad es indignándose y rebelándose.

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