Con la última Reforma Laboral, si un convenio acaba su vigencia, ya no se prorrogará hasta que se firme uno nuevo. Desde el 1 de Enero, el plazo para llegar a un acuerdo es de un año. Transcurrido un año desde la denuncia del convenio colectivo sin que se haya acordado uno nuevo o dictado un laudo arbitral, aquél perderá, salvo pacto en contrario, vigencia y se aplicará, si lo hubiere, el convenio colectivo de ámbito superior que fuera de aplicación o bien se quedará sin convenio.
El fin de la ultraactividad es un duro golpe, a la negociación colectiva y coloca a los/as trabajadores/as, en una situación de inferioridad con respecto al empresario, que solamente deberá esperar a finalizar el año, para liquidar todas los derechos laborales conseguidos en la empresa.
En un momento como este de crisis galopante, donde los empresarios mayoritariamente están recurriendo a ajustes de plantilla, con EREs de extinción y de reducción de jornada, las posibilidades de ejercer medidas de presión para mantener las condiciones laborales, son más bien escasas y cuando se recurren a las mismas como por ejemplo los/as trabajadores/as de las Gasolineras (actualmente en huelga), es a base de mantener una durísima y larguísima huelga.
Actualmente en el País Vasco unos 500.000 trabajadores/as, no han conseguido ningún aumento salarial para este año y encima la patronal está pidiendo una nueva Reforma Laboral, donde de facilite la tramitación de los EREs y sin control de la administración.