correscales_accion2Personas con empleos temporales, becarias, falsos autónomos, inmigrantes, minorías étnicas, empleadas de hogar, desempleadas y empleadas de bajos salarios, configuran una clase social en ascenso: el PRECARIADO (En 2009 el 70% de los 15,6 millones de asalariados -incluyendo sector público- ingresaban menos de 1.100 euros mensuales).

La mercantilización de las empresas con las externalizaciones, la compra y venta de empresas mediante adquisiciones, fusiones y fracciones, unido a la promulgación de las REFORMAS LABORALES, decretadas por el poder político bajo la dirección del capital financiero, han contribuido a crear un mercado laboral FLEXIBLE.

En primer lugar la flexibilidad numérica o la capacidad de la patronal para poder despedir barata y libremente, defendida por los patronos y los gobiernos a su servicio, presentándola como algo necesario para atraer y retener al capital financiero. La flexibilidad en la contratación ha supuesto el aumento de la eventualidad, salarios más bajo y la pérdida de derechos laborales.

En segundo lugar la flexibilidad funcional ha posibilitado a las empresas una modificación rápida y sin apenas coste de la división del trabajo en su seno, desplazando trabajadores de unas tareas, situaciones y puestos de trabajo a otros, intensificando la inseguridad en el puesto de trabajo.

En tercer lugar la flexibilidad en el sistema salarial ha supuesto que el nivel de ingresos de la mayoría de los trabajadores no solo ha disminuido sino que la inseguridad ha aumentado.

Frente a este ataque a la clase trabajadora, los sindicatos institucionales han reaccionando preservando la seguridad de los trabajadores fijos, provocando el resentimiento del precariado que se han visto abandonados a su suerte y protegiendo a sus expensas a una afiliación con contratos fijos y con derechos.

Las personas con empleo temporal y bajos salarios, son utilizadas como palanca para imponer condiciones a los demás, a los que se les advierte que se verán desplazado si no se someten. Este chantaje no ha sido contestado por unos sindicatos mayoritarios que han llevado una estrategia de concertación o pacto social, encaminada solo y en exclusiva a mantener su poder sindical y suculentas subvenciones.

En una situación de crisis global han sido las personas inmigrantes las que constituyen una gran proporción del precariado mundial, demonizadas y convertidas en chivos expiatorios de problemas que ellos no han provocado.

La juventud está en el núcleo del precariado y tendrá que ponerse a su cabeza para forjar un mundo distinto. Se necesita una ética de solidaridad social y de unidad entre las personas precarias para sentar las bases del movimiento obrero del Siglo XXI que pueda revertir las crecientes desigualdades y la inseguridad económica. La huelga de 3 meses de las personas de las contratas y subcontratas que trabajan para Movistar y la iniciativa CORRESCALES 2016 es un buen ejemplo.

 

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